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lunes, 30 de noviembre de 2020
La Noticia, en Periodismo Libre
La Noticia, en Periodismo Libre
lunes, 23 de noviembre de 2020
¡Un libro, el mejor presente en Navidad!
SINOPSIS DEL LIBRO PERIODISMO INDEPENDIENTE EN COLOMBIA. La historia de la revista Alternativa (1974-1980)
Esta investigación hace, primero, una
presentación del impacto nacional y local que tuvo la aparición de la revista Alternativa,
con especial referencia a su significado para una juventud llena de sueños y de
luchas en la década de los años setenta del siglo XX en Colombia.
Luego, aborda el entorno histórico global y mediático de la época de su circulación, dentro del cual se destacaban un mundo en plena descolonización, una América Latina sometida por las dictaduras militares y una Colombia padeciendo los remanentes del Frente Nacional bipartidista y antidemocrático.
A continuación, toca el papel jugado por Gabriel García Márquez y el equipo de intelectuales que participaron en esta empresa de periodismo independiente.
Seguidamente, identifica y caracteriza cada uno de los grupos culturales e ideológicos que integraron sus equipos de Redacción, Fotografía y Artes.
Analiza, en capítulo contiguo, la actitud de Alternativa frente a las diversas organizaciones insurgentes, de manera especial su relación con el M-19.
Hurga, posteriormente, en los caminos que ella recorrió ante fenómenos como la crisis de la unidad de la clase obrera y de los sectores de izquierda entre 1975 y 1976, su rol en el Paro Cívico Nacional de 1977, su vinculación al plebiscito por 500.000 firmas para forzar la unidad de la izquierda en las elecciones de 1978 y su denuncia permanente e influyente de la represión y la violación de los derechos humanos por parte de los gobiernos de Alfonso López Michelsen (1974-1978) y Julio César Turbay Ayala (1978-1980).
Finalmente, efectúa un análisis de cómo todo lo anterior dejaba en evidencia una publicación que contribuyó a la lucha por la generación de espacios contra la arbitrariedad estatal y por la democracia, aunque su propósito de servir de puente para la unidad crítica de la izquierda no se pudiera cumplir en los términos y la magnitud que planteó su plataforma fundacional en 1974.
Luis Alfonso Mena S.
Ediciones Periodismo Libre, Cali, Colombia, 2020.
Pedidos: 317 3004785.
jueves, 5 de noviembre de 2020
De la minga a los votos de los pueblos latinoamericanos
LAS RESISTENCIAS POPULARES DERROTAN AL RÉGIMEN FANTOCHE DE DUQUE
Por Luis Alfonso Mena S.
Los acontecimientos que
sacuden las tierras de Nuestra América por estos días parece que estuvieran transcurriendo
de soslayo para las élites que tienen hoy en el gobierno de Colombia a un
régimen neoliberal fantoche y despótico, representativo del bloque más rancio
de la oligarquía bicéfala que compone el sistema de burgueses y terratenientes dueños
del poder, enemigos de las resistencias populares.
Ideal para las élites y su
régimen que esos acontecimientos sean mirados de reojo por la mayoría, sin
detectar su enorme significado para los pueblos y, particularmente, sin evaluar
el mentís que para las políticas estratégicas de las clases dirigentes del
continente significan.
Por lo menos cinco acontecimientos
recientes ponen en evidencia los anteriores enunciados: la multitudinaria
protesta ciudadana del 9 y el 10 de septiembre en Bogotá y otras ciudades del
país; la contundente minga de las comunidades indígenas entre el 14 y el 21 de
octubre, en conjunto con la jornada nacional sindical y popular de este día en
Colombia; el arrollador triunfo del Movimiento al Socialismo, MAS, en la
elección presidencial cumplida en Bolivia el 18 de octubre; la apabullante
votación por una nueva Constitución en Chile el 25 del mismo mes, y la
consolidación del proceso comicial para la renovación de la Asamblea Nacional
en Venezuela, que se cumplirá el 6 de diciembre de este 2020.
Aunque las miradas
imperantes en Colombia los muestran como hechos completamente aislados, unos de
acá y otros de allá, lo pertinente es verlos en sus concatenaciones para la
sociedad y los poderes en Colombia y en América.
El régimen uribista de Iván
Duque se caracteriza, entre otras posiciones, por su desembozado odio hacia los
procesos políticos independientes, como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua, y
hacia las resistencias antioligárquicas donde se den, empezando por las que
están en marcha en Colombia desde el portentoso Paro Nacional del 21 de
noviembre de 2019, y continuando con las de Chile y Bolivia.
En correspondencia con lo
anterior, el régimen de Duque ejecuta una política exterior de absoluta
sumisión a los intereses de la Casa Blanca y, de manera especial, a los de su regente
actual, el ignorante y ultragodo Donald Trump.
POLÍTICA AL SERVICIO DEL
IMPERIO
Esa línea ha conducido a
que la política exterior del Estado colombiano sea totalmente dependiente de la
del imperio estadounidense y a participar de manera directa en la conspiración
y la agresión contra la República Bolivariana de Venezuela.
Para ello entrega la soberanía
nacional permitiendo la presencia de tropas norteamericanas en nuestro
territorio, incluso saltando tramposamente lo ordenado por la Constitución
Política; arropa a centenares de mercenarios de la extrema derecha venezolana
comandados por contratistas gringos; facilita burocracia y recursos del Estado
para mantener en el país a los cabecillas de la conspiración, y se hace el de
la vista gorda con los terroristas que incursionaron desde Colombia en las
costas venezolanas de Macuto y Chuao en la llamada Operación Gedeón y fueron
derrotados por la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a principios de mayo de
2020.
En esa tarea Duque, el
Ministerio de Defensa, la Cancillería y el aparataje de Migración Colombia han
estado al servicio de lo peor de la extrema derecha venezolana, y han
participado de manera obsecuente en el llamado Grupo de Lima, al lado de
Sebastián Piñera y de otros de su especie. El desastroso andamiaje intervencionista
montado en la frontera colombo-venezolana el 22 y 23 de febrero de 2019 por el
dúo Duque-Piñera así lo demuestra.
Esa hermandad conspiradora
explica el hecho de que el gobierno colombiano jamás condenó la espantosa
violación de los derechos humanos por parte de Piñera contra las diarias y
multitudinarias manifestaciones del pueblo chileno que reclamaba desde octubre
de 2019 condiciones dignas de vida, represión que dejó más de 40 muertos,
centenares de heridos y miles de detenidos por los herederos del dictador
Augusto Pinochet.
Y explica también el porqué,
en cambio, Duque fue el primero en reconocer la dictadura de Jeanine Áñez,
puesta en la Presidencia de Bolivia en noviembre de 2019, mediante una maniobra
burda, por Luis Almagro, el tirano de la Organización de Estados Americanos,
OEA, y por los golpistas internos financiados por el gobierno norteamericano,
en medio de otra represión brutal.
Paralelamente, a medida
que avanza el tiempo de su oscuro mandato, Duque cierra cada vez con mayor
cinismo los resquicios de “democracia”, desvertebra la hipotética “separación”
de poderes, emula con una de las peores épocas del autoritarismo post Frente
Nacional en Colombia, el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982) y su
nefasto Estatuto de Seguridad, al tiempo que busca implementar las políticas de
su patrón, Álvaro Uribe, y su violenta Seguridad Democrática, eufemismo con el
que se encubrió lo que realmente ocurrió en el mandato uribista (2002-2010): crímenes
de Estado.
En desarrollo de esa
política, Duque se negó a atender los reclamos de las movilizaciones sociales
prominentes de 2019, las enfrentó con la maquinaria más avezada en la violación
de los derechos humanos y ciudadanos, el Esmad de la Policía, y no dudó, sin
ninguna vergüenza, en excusar las brutales acciones de esa fuerza en la
represión de la indignación popular del 9 y el 10 de septiembre de 2020, desatada
luego del asesinato vil a manos de dos agentes del régimen de un indefenso
abogado en Bogotá. La masacre oficial dejó trece jóvenes asesinados.
Su política de arrogancia
y exclusión frente a los sectores populares ha quedado en evidencia con la
estigmatización descarada contra la minga indígena, a la que sus funcionarios
le hicieron todo tipo de señalamientos, y a la cual, con evidente racismo y
odio de clase, se negó a atender no solo en el Cauca y Cali, sino en Bogotá.
LAS DERROTAS DE DUQUE
Pero la demostración de
organización dada por el Consejo Regional Indígena del Cauca, Cric, que dirigió
la minga, y la clara confrontación política que ella significó contra y frente
al régimen constituyó la primera derrota para Duque.
El triunfo de Luis Arce y
David Choquehuanca, candidatos del MAS, con una votación mayor en las
presidenciales de Bolivia de 2020 (54%) en comparación con la obtenida por Evo
Morales en 2019, echó por tierra la ardid tramposa del cabecilla de la OEA en
el sentido de que había habido fraude hace un año, y puso sobre la palestra la
derrota de todos los que se solazaron con el golpe de Estado de extrema derecha
que derrocó a Evo, empezando por el gobierno de Duque.
Ocho días después vino el
demoledor triunfo del pueblo chileno contra el gran aliado sureño de Duque en
la conspiración contra Venezuela, Sebastián Piñera: una votación de casi el 80%
de los participantes en el plebiscito contra la pétrea Constitución heredada de
la dictadura de Pinochet dejó la tercera gran derrota a la derecha continental,
incluidos en ella Duque y su jefe, Donald Trump.
Ahora se avecina la cuarta
derrota para el régimen uribista, la de las elecciones parlamentarias del 6 de
diciembre en Venezuela, que se cumplirán a pesar del sabotaje, los montajes y
las maniobras injerencistas del cerco orbital impuesto por Estados Unidos, con
la participación en primera línea del servil gobierno de Duque. Ninguna de las acciones
contra este ejercicio democrático, que dejará totalmente sin piso político al
monigote montado por Trump (Guaidó), ha fructificado.
Así, pues, el injerencismo exterior del régimen colombiano está sufriendo derrota tras derrota a manos de los pueblos latinoamericanos contra los cuales se ha confabulado con Estados Unidos, como fiel mandadero suyo, más en estos días en los que esperaba ayudar a Trump a permanecer en la Presidencia a pesar de su desastroso mandato, y todo indica que fracasará de nuevo.
Y en el plano interno, subrayo,
la minga también derrotó a Duque retándolo en su propio terreno, así éste haya huido
a dar una vuelta por el malecón de Quibdó, en el Chocó, para eludir el eco del
reclamo indígena, a 50 metros de la Casa de Nariño. Un reclamo que sigue
retumbando y se multiplicará este 21 de noviembre de 2020.
Artículo
publicado en el periódico El Colectivo de Medellín, el miércoles 4 de noviembre
de 2020, edición No. 58.
miércoles, 4 de noviembre de 2020
Trump y Biden, dos caras de la misma moneda
LA PIRINOLA DEL IMPERIO
Por Luis Alfonso Mena S.
En las elecciones presidenciales de los Estados Unidos
de este 3 de noviembre volvió a caer la máscara de lo que nos han vendido como “la
mayor democracia del mundo”. Nada más falaz.
A estas alturas de la post jornada no se sabe con
precisión quién será el nuevo capataz del imperio, a pesar de que hay un
ganador con amplia diferencia en el resultado general, Joe Biden, con más de cuatro millones de votos de ventaja.
Todo depende de unos cuantos estados en los que
esperan el conteo de las papeletas enviadas por correo y del voto anticipado: Pensilvania, Nevada, Arizona y Georgia.
El sistema electoral estadounidense es antidemocrático,
así casi nadie lo diga, porque la mayoría sucumbe deslumbrada ante los mapas
llenos de cuadritos azules y/o rojos, y les parece “apasionante”, “interesante”,
“complejo” y otros lugares comunes.
Se trata de un sistema en el que no hay
proporcionalidad ni equidad y en el que, como ocurrió hace cuatro años, el
candidato perdedor puede ser finalmente el elegido. Lo importante es que
alcance 270 “votos electorales”.
En 2016, Hilary Clinton ganó en la elección general por
más de tres millones de papeletas, pero el elegido fue Donald Trump.
Lo que impera es el juego de la pirinola: quien gana
en cada uno de los 50 estados de la Unión se lleva todos los delegados ante el
Colegio Electoral, organismo estatuido para designar, con base en los “votos
electorales”, el presidente del país. Así el segundo haya logrado muchas papeletas,
lo pierde todo.
Es un sistema pétreo que, como ocurre con otras
instituciones (venta abierta de armas largas a tutiplén, por ejemplo) resulta
inmodificable, a pesar de su demostrado desequilibrio.
Así que habrá que esperar que el enmarañado andamiaje electoral
gringo se desenrede en las próximas horas o días y que, además, se resuelvan
los artilugios y maromas jurídicas emprendidas por Trump en varios estados de
reñida votación con el fin de torcer los resultados que no le son favorables.
La desventaja él ya la preveía, y por eso había amenazado
con desconocer las cifras si no le eran convenientes, y ha puesto a funcionar
su maquinaria de abogados.
En todo caso, nada tienen los pueblos del mundo qué
esperar del nuevo administrador de la Casa Blanca (seguramente Biden), salvo más
cercos militares, bloqueos económicos, políticos, diplomáticos o invasiones, como
ha sido la contante histórica de EE.UU.
En eso “demócratas” y “republicanos” se dan la mano.
Porque, como ocurre con todo imperio, lo importante para ellos es la
supervivencia de su hegemonía, y no dudarán en continuar el sojuzgamiento de
las tierras y las poblaciones que osen ser independientes y soberanas.
Luego de este 3 de noviembre la pirinola seguirá
incólume en el sistema electoral gringo, contribuyendo en la definición de poderes
con supremacía blanca, racista y segregacionista.
En últimas, esa es la esencia de ese mecanismo, y para
ello fue establecido.
Y en Colombia, el régimen uribista en el poder se
acomodará a Biden, aunque hizo sectaria campaña por Tump, para rendir pleitesía
al nuevo emperador y seguir entregando el país con el servilismo que ha
caracterizado Iván Duque a lo largo de todo su gobierno.
Cali, miércoles 4 de noviembre de 2020.
…