Las diferencias entre las alas "moderada", que lidera Gustavo Petro, nuevo candidato presidencial, y de izquierda, en la que se sitúa Carlos Gaviria, no se superan con la consulta del domingo 27 de septiembre. La unidad del colectivo ahora es como una porcelana. (Fotos tomadas de elespectador.com)
Análisis de la jornada del 27 de septiembre. El gran reto de la izquierda es motivar y liderar el despertar de miles de colombianos que, sumidos en la apatía o en el engaño, se sienten abandonados a la suerte de un Presidente irremediable. La unidad del partido, la alianza contra la reelección de Uribe y la definición de para quién gobernar son los temas de debate ahora. La correlación de fuerzas entre izquierda y “moderados” en el Polo quedó equilibrada. Por eso, el margen de maniobra de Petro es limitado en sus intenciones de llevar el PDA a un nebuloso centro político. Todo indica que a la derecha le gusta el Petro conciliador.
Por Luis Alfonso Mena S.
La consulta del Polo Democrático Alternativo, PDA, el domingo 27 de septiembre dejó un partido fracturado, dentro del cual el ganador, el senador Gustavo Petro, dispone de un margen de maniobra limitado para imponer decisiones, al vencer por menos de cinco puntos porcentuales (4,48%) al ex magistrado Carlos Gaviria.
Ya la derecha apareció para reclamar su “triunfo”: de un lado, porque según sus portavoces en los medios masivos tradicionales de comunicación y en los partidos uribistas la escasa participación en las consultas tanto del PDA como del Partido Liberal sería expresión de que la mayoría del país respalda la reelección de Álvaro Uribe, y, en segundo lugar, porque con la victoria de Petro se habría frenado el avance del ala izquierda o radical del Polo.
En cuanto a lo primero, la derecha (hoy envalentonada, a pesar de los juicios masivos a los parapolíticos y de los escándalos de corrupción que la rodean) no debería sacar conclusiones de manera tan apresurada, pues si bien la abstención fue muy alta en la jornada del 27, quien no se deja contar (por ejemplo, a última hora el Partido Conservador desistió de la consulta) no tiene derecho a reclamar triunfos: es un postulado de ética política y, también, de sana lógica.
Además, los partidos que se arriesgaron a realizar sus consultas lo hicieron a sabiendas de que no contarían con el arrastre que significa llevar a cabo una jornada similar el mismo día de las elecciones para Congreso, como ocurrió cuando Gaviria venció a Antonio Navarro en la consulta de marzo de 2006, mediante la cual fue escogido el candidato del PDA para enfrentar a Álvaro Uribe en su primera reelección.
También se debe tener en cuenta que, por lo menos teóricamente, en las consultas de los partidos votan fundamentalmente los militantes y los simpatizantes más cercanos a las colectividades.
Y en cuanto a lo segundo, lo de que fue derrotada el ala izquierda, si bien Petro (considerado ahora como la tendencia “moderada” del Polo) ganó, los 20.194 votos que obtuvo de diferencia frente a Gaviria no marcan una distancia determinante en la correlación de fuerzas interna (Petro: 49,63%, Gaviria: 45,15%), por lo cual tendría que manejar con sumo cuidado el resultado.
De mantener su actitud de conciliación con políticas y mensajeros del uribismo, Petro podría dar al traste definitivamente con la unidad tan frágilmente mantenida hasta hoy en el PDA. Claro que ya dijo que su triunfo era el respaldo a su política. En ello se podría estar equivocando, porque es muy probable que muchos votaron acogiendo su oferta de una alianza amplia para poder enfrentar con algún éxito a Uribe, y no para respaldar sus comportamientos precedentes.
Muchos no olvidarán, por ejemplo, posiciones bastante cuestionables de Petro, como la promoción que hizo del hoy procurador Alejandro Ordóñez (rechazado por sectores no sólo de izquierda), ni sus posiciones en defensa de la “legitimidad” de Uribe, a pesar de haberle hecho sonados debates en los que denunció sus nexos con el paramilitarismo, ni su cercanía con la política de seguridad del Gobierno.
Y tampoco resisten su talante prepotente que raya con lo autoritario y lo conduce a descalificar a sus propios compañeros de partido, sin consideración de ninguna clase. En la campaña que concluyó fue evidente esta actitud, muy parecida a la de otro hombre hoy de “centro”, Luis Eduardo Garzón, quien se retiró del Polo y se adhirió, con Enrique Peñalosa y Antanas Mockus, al partido Opción Centro, un grupo bastante difuso al que llegaron los llamados ‘Tres Tenores’ más por cálculos electorales que por convencimientos ideológicos.
La nueva correlación de fuerzas
Las cifras no mienten para sustentar el hecho de que la correlación de fuerzas entre la izquierda (que lideran Gaviria, Jorge Robledo, Alexander López y otros) y los “moderados” (que encabezan Petro, Jorge Guevara, Vicente de Roux y otros) está equilibrada: Petro venció fundamentalmente por su votación en los siete departamentos de la Costa Atlántica, donde obtuvo 34.458 votos más que Gaviria, en tanto que éste triunfó con amplio margen en Antioquia, los Santanderes, el Tolima y el Viejo Caldas. Gaviria venció en dos tercios de los departamentos del país (21), y Petro sólo en un tercio (12).
Debido a lo anterior, el senador apareció ayer ante la radio afirmando que ahora el Polo es caribe y ha dejado de ser andino. Y además reclamó un triunfo frente a las maquinarias del Polo. Vamos por partes:
¿Será que un partido de izquierda como el PDA puede echar mano de regionalismos tantas veces manoseados por la politiquería tradicional (la bancada costeña, Antioquia Federal…), como si la colectividad y los problemas del país no fueran nacionales? Se equivoca Petro al intentar exaltar una especie de chauvinismo regional, sólo por el hecho de que le funcionó su estrategia de apostarle buena parte de su trabajo electoral a la Costa Atlántica explotando también el hecho de que es natural de esa parte del país.
Pero, además, el senador no puede jurar que su votación es la de los “buenos” y que la de Gaviria es la de las “maquinarias”, pues gran parte de los votos que alcanzó, por ejemplo, en Cali y el Valle del Cauca muy probablemente proviene de la maquinaria dejada por el ex gobernador Angelino Garzón (hoy diplomático del gobierno de Uribe ante la OIT) y heredada por Jorge Iván Ospina en la Alcaldía de la capital del departamento.
Aunque ni Garzón ni Ospina se definen como militantes del Polo, lo cierto es que sus cuadros representan el ala “moderada” de la colectividad en la región y son quienes apoyan a Ospina en sus políticas de privatización del componente de telecomunicaciones de las Empresas Municipales de Cali, Emcali, y de generación masiva de impuestos para su proyecto de las 21 megaobras. (A propósito: ¿qué dice Petro de las privatizaciones?).
Por otra parte, el nuevo candidato presidencial del PDA lo es de toda la colectividad y no sólo de quienes lo eligieron. Y en tal sentido, se debe a las políticas generales aprobadas por el Segundo Congreso del Polo y a sus órganos de dirección. Lo cual no significa que, en correspondencia con su triunfo, no tenga derecho a proponer y ser escuchado por las instancias estatutarias.
En concordancia con lo anterior, seguramente ahora dentro del Polo se abrirá el debate sobre lo que sigue: participar en una nueva consulta, esta vez denominada interpartidista (en la que estarían el candidato liberal, Rafael Pardo, el aspirante que definan los ‘Tres Tenores’, el ex alcalde de Medellín Sergio Fajardo y hasta el jefe de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras), o ir con candidato propio a la primera vuelta de las elecciones presidenciales de mayo de 2010, como lo definió el Segundo Congreso del PDA.
Las estrategias de Petro
Para disminuir la desventaja con la que comenzó su campaña frente a Gaviria y finalmente ganar, es probable que a Petro le hayan dado resultado las siguientes estrategias:
1.- Mostrarse “comprensivo” con Uribe en su disputa con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Es más, esta campaña marca para Petro el rompimiento definitivo con el líder de la revolución bolivariana, pues hasta hace poco se decía que era uno de los principales aliados del Jefe del Estado venezolano en Colombia. Fiel a su sentido oportunista, Petro no dudó en dar al traste con esa supuesta amistad política y se alineó en la acera más fácil hoy en Colombia (por dictamen del pensamiento único oficial y de la manipulación mediática): la de echar fuegos contra el presidente Chávez con tal de ganar algunos votos de uribistas que se colaron en la consulta del Polo.
2.- Enfatizar su conciliación con políticas uribistas, como hemos dicho antes (seguridad democrática, “legitimidad” de Uribe, etcétera), en la búsqueda de disminuir el rechazo que en ese sector político tenía (¿o aún tiene?) y de congraciarse con sectores de la élite que Petro considera hoy como posibles integrantes de un frente antirreelección.
3.- Apostarles a los departamentos de la Costa Atlántica para garantizar allí una votación fuerte que contrarrestara la de Gaviria en las zonas montañosas del país, en los Santanderes y Bogotá.
4.- Apoyarse en las maquinarias preexistentes en Cali y Nariño, donde gobiernan Ospina y Antonio Navarro, amigos suyos.
5.- Desarrollar una masiva campaña publicitaria, que se diferenció de la de Gaviria en cantidad, en la que (¿mera coincidencia?) no aparecía por ninguna parte el nombre del Polo Democrático. (Era como si Petro estuviera participando en una consulta con él mismo. Su campaña escondió de manera vergonzante el nombre del partido que la convocaba).
6.- Ofrecer el impulso de una amplia alianza multipartidista. Así, explotó su rechazo a la tesis defendida por Gaviria en el sentido de que la consulta debía servir para el fortalecimiento del perfil de izquierda del PDA como partido que iría con candidato propio a las presidenciales de 2010. A muchos cautivó la idea de que lo que se requiere es una unión más allá de los partidos de toda la oposición para la primera vuelta y no después, ya que nadie garantiza que si el referendo finalmente es declarado exequible por la Corte Constitucional y Uribe alcanza el umbral necesario (25% del censo electoral), el Presidente no venza en esa primera ronda.
7.- Insistir en su recurrencia al concepto del voto de opinión, frase que aunque se ha vuelto un lugar común en Colombia (porque, finalmente, ¿qué es el voto de opinión? ¿Coincide esa idea con la de Uribe del “estado de opinión”? ¿Los integrantes de los partidos que siempre votan y lo hacen a conciencia no tienen opinión?), conserva acogida como actitud de rechazo al voto de las maquinarias clientelares y politiqueras.
Los retos luego de la consulta
Si luego del Segundo Congreso del PDA se decía que el mantenimiento de la unidad de la izquierda en este partido (que más que un partido es una federación de tendencias) estaba en manos de los dirigentes situados en la izquierda de la colectividad y sus aliados (por ejemplo, Jaime Dussán y los hermanos Samuel e Iván Moreno Rojas de la antigua Anapo), hoy podríamos decir que ella está en manos de Petro, pues no puede subvalorar el hecho de que la mitad del partido quisiera otro rumbo o, por lo menos, otro candidato presidencial en la difícil encrucijada política actual.
Petro tendrá que contar con esa mitad del Polo que no lo respaldó y que quiere un perfil de izquierda para su partido, no de centro, difuso, conciliador y a la zaga de otras colectividades.
Históricamente la izquierda casi siempre buscó compañía y recorrió el camino de la mano de otras fuerzas, principalmente liberales, porque en cierta medida se percibía a sí misma como minusválida.
Antonio Caballero, en su última columna de la revista Semana, titulada Solos o Mal Acompañados, ilustra bien este tópico. Petro --dice Caballero-- “propone un ‘gran frente democrático’ con un candidato único para la primera vuelta de las elecciones presidenciales que sería escogido ‘en una consulta interpartidista’. O sea, propone lo mismo que ha propuesto siempre la izquierda vergonzante, y así le ha ido: colgarse de los faldones de una ‘personalidad democrática’ más o menos disidente del Partido Liberal o del Conservador, del MRL de López Michelsen o de la Anapo de Rojas Pinilla”.
“A Petro”, agrega Caballero, “la derecha uribista –o ex uribista, etcétera—lo aplaude: qué buen muchacho, como se ha moderado, lo tendremos en cuenta para cuando quede vacante una embajada”. Y puntualiza: “A Carlos Gaviria, la derecha uribista –y ex uribista, etcétera—lo tilda de sectario. Y entre un candidato aplaudido por la derecha por su ‘moderación’, como es Petro, y uno criticado por esa misma derecha por su ‘extremismo’, me parece que el que debe escoger la izquierda es el segundo. Es decir, el de izquierda”.
Pero lo propuesto por Caballero al anunciar su voto (de opinión, entre otras cosas) por Gaviria no ocurrió. Y por eso el debate vuelve a empezar. La postura democrática para su conducción debería ser el talante del nuevo candidato presidencial del Polo. Del triunfo de Petro en la consulta del 27 no se colige la imposición arrogante, autoritaria, sino, por el contrario, la búsqueda de entendimientos dentro de su colectividad primero, antes de apostarle a alianzas con otras fuerzas.
Así, pues, la responsabilidad del mantenimiento de la unidad interna está ahora en manos de Gustavo Petro y de quienes lo acompañaron. Resultaría lamentable que después de los esfuerzos descomunales por configurar un partido de tendencias de izquierda se echara por la borda todo lo alcanzado. Pero ello pasa no sólo por los acuerdos internos sino por la defensa del ideario, pues un partido es fundamentalmente identidad política e ideológica, antes que pactos burocráticos o acuerdos coyunturales.
Para quiénes gobernar
Hoy no basta con alcanzar los gobiernos. La izquierda colombiana tiene que definir para qué, para quiénes y con quiénes gobierna. Ese es el debate de fondo. Las experiencias están latentes en Bogotá, Valle del Cauca, Nariño. La misión de la izquierda no es llegar a los puestos de mando a administrarles bien la hacienda a las cúpulas oligárquicas para que, entre otras cosas, no la critiquen, la “dejen gobernar”. Su misión no es el gobierno por el gobierno, gobernar por gobernar. Y esa es la obsesión de muchos de los que se sitúan en el campo de Petro. “Es que ustedes nunca han gobernado”, dicen con arrogancia.
Pero, con todo lo difícil que es alcanzar el poder Ejecutivo (el gobierno), lo fundamental no es el cargo. Lo principal, el gran compromiso de la izquierda, en este caso del Polo, es gobernar con el pueblo para enfrentar los problemas terribles que golpean a ese pueblo y hacerlo con el pueblo mismo.
Este es el debate que espera al PDA posconsulta. No se le puede seguir aplazando. Bienvenidas las alianzas, son indispensables para, por lo menos, enfrentar con decoro y algunas posibilidades a Uribe y al uribismo. Pero sin olvidar el perfil. Colombia necesita una izquierda fuerte, de masas, no vergonzante, no escondida. Es un derecho que miles y miles de hombres que entregaron sus vidas en medio de la persecución y los crímenes cometidos por la oligarquía legaron a los colombianos que creen todavía que otro mundo, más justo y digno, es posible.
El proceso de derechización que vive hoy Colombia, producto de fenómenos que podrían ser objeto de otro análisis, probablemente se reflejó en las consultas del 27 en la baja participación y en la preferencia por candidatos opositores, pero no definidamente de izquierda. Petro se distancia cada vez más de esta definición. Y ni qué decir de Pardo Rueda, el candidato liberal, ex ministro de Defensa…
Colombia, además, es un extraño caso insular en medio del despertar de los pueblos del resto del continente. La irresolución del conflicto político armado en el país ha contribuido a la generación de esta derechización del territorio nacional y a la aparición de un mesías venido de las élites plutocráticas que se ha apoderado de las mentes de muchos compatriotas.
Esa derechización se nota en la radicalización de muchos veteranos y de no pocos jóvenes también que, a pesar del desempleo, el déficit de vivienda, la falta de salud y la exclusión educativa hoy le prenden velas a Uribe. Se evidencia en la apatía de otros que, desconcertados por tantos problemas sin solución, por tantos fenómenos de corrupción oficial y por tantos crímenes de Estado y persecución a los que piensan distinto, no les ven futuro a otras opciones.
La acción de masas con los trabajadores y los campesinos, la protesta ciudadana, la organización gremial, la educación política, el ejercicio de la opinión libre. Ahí está la clave del crecimiento del Polo. No meramente en el ejercicio de sus parlamentarios en los ocho meses de sesiones del Legislativo o en los pronunciamientos públicos cuando los medios masivos tradicionales les dan cabida a sus voceros.
El gran reto de la izquierda, incluido Petro si decide dejar de pertenecer al Polo de manera vergonzante, es liderar el descontento latente en millones de colombianos que se sienten abandonados a la suerte de un Presidente irremediable.
Petro le apuesta a un nebuloso centro político, alejado de la izquierda. La portada de El Espectador del 11 de mayo de 2008 así lo posicionaba. ¿Con su triunfo buscará imponer esa tendencia en el Polo?