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jueves, 1 de abril de 2010

Análisis. Quién es quién en la pelea presidencial

¡No hay de qué hacer un caldo!

* Las tres encuestas conocidas en marzo confirman la derechización del país. Los primeros, Santos, Sanín y Mockus, son neoliberales afines al guerrerismo uribista, sin soluciones sociales estructurales.
* Las élites bogotana y paisa (Santos y Sanín) protagonizan una disputa interclasista en la que se la juegan con ‘vices’ del Valle: uno que se pone al servicio de la oligarquía (Garzón) y otro que procede de ella (Mejía).
* Apoyar a Santos es un imposible moral por los crímenes de lesa humanidad que cometieron agentes del Estado durante su ministerio.
* Petro emula en antichavismo con Vargas Lleras.
Fajardo acepta ser el segundo de Mockus. A Pardo lo dejaron solo. El centro, copado; la izquierda, sin candidato.
* ¿Quién propondrá sacar el país de la guerra? ¿Quién hablará de paz?

Por Luis Alfonso Mena S.
Comenzó en firme la campaña por la Presidencia de Colombia, aunque todavía persisten terribles dudas sobre los resultados de unos comicios legislativos que estuvieron plagados de parapolítica, gamonales de nuevo y viejo cuño y políticos corruptos.

RCN Televisión montó rápidamente un remedo de debate, transmitido el 23 de marzo, que más pareció una entrevista a diez manos, con preguntas acomodadas y respuestas acartonadas de siete de los diez candidatos presidenciales en contienda.

Simultáneamente, los pulpos mediáticos pagaron costosas encuestas (tres entre el 20 y el 25 de marzo): la primera financiada por Caracol Radio y Caracol Televisión, El Espectador y once periódicos regionales [1]; la segunda, por El Tiempo y La W Radio [2] y la tercera, por RCN Radio, RCN Televisión y Semana [3].

En su orden, todas las ganó con guarismos sostenidos el principal candidato de la oligarquía, Juan Manuel Santos (34,2%; 34,1%; 36%), con segundo lugar de la otra aspirante de la élite, Noemí Sanín, que marca cifras en descenso (23,3%; 21,7%; 17%).

Lo anterior significa que a estas alturas a ninguno le alcanzará para vencer en la primera vuelta, y que, si no ocurre una alianza de los que hasta ahora se han denominado no uribistas, la segunda ronda será entre dos continuadores del actual régimen.

Nótese que Sanín baja en cada uno de los sondeos: entre el primero y el tercero pierde casi seis puntos, en tanto que Santos se mantiene y tiende a subir.

Las encuestas muestran a Antanas Mockus en un tercer lugar permanente (10,4%, 8,9%; 9%), muy favorecido, como Sanín, por haber efectuado la consulta interna de su partido a última hora, aprovechando el arrastre de las elecciones parlamentarias del 14 de marzo.

Sin embargo, Sanín aparece distante de Santos, hasta por 19 puntos, en tanto que Mockus figura relegado hasta en 27. Y detrás, Gustavo Petro, Germán Vargas, Rafael Pardo y Sergio Fajardo, con guarismos de menos de 10 unidades.

Petro figura oscilando entre el cuarto y el quinto lugares, con cifras que no progresan (6,3%; 7,1%; 6%), a pesar de sus esfuerzos por posar de duro contra los alzados en armas: en el “debate” de RCN dijo que frente a la insurgencia solo había dos caminos: su derrota o su rendición, muy al estilo de Uribe.

Mientras tanto, Vargas Lleras se asoma con una participación mediocre (6,2%; 6,6%; 8%), que lo sitúa también entre el cuarto y el quinto puestos, peleados con Petro.

Todo indica que la intensa y millonaria ofensiva publicitaria desatada en todos los medios por Vargas Lleras y su prédica orientada a mostrarse como el más radical continuador de las políticas de guerra no da los resultados que espera.

El desplome de Fajardo es persistente, se pasea entre el sexto y el séptimo lugares con cifras ondulantes en las tres encuestas (6,1%; 4,4%; 5,5%), en tanto que Pardo tampoco despega (5,1%; 5,5%; 4%) y es el más rezagado de los siete consultados por los sondeos.

Lo que ocurre con Pardo es grave si se tiene en cuenta la relativa buena participación electoral de su partido, el Liberal, que parece no respaldarlo y que divide sus votos entre Santos y Vargas Lleras, dejando un escaso porcentaje de ellos (28%, según la tercera encuesta) para el ex ministro.

Casi sin figuración en las encuestas aparecen Jaime Araujo Rentería, Robinson Devia y Jairo Enrique Calderón, en el bloque final, el de los desplazados hasta de la posibilidad de ser entrevistados por los medios que los excluyen con desdén.









Pugna interoligárquica
En suma, lo que corroboran las tres encuestas es la derechización del país, la preeminencia del uribismo: los tres primeros (Santos, Sanín y Mockus) son afines a la mano dura de Uribe, a la prolongación indefinida de la guerra interna sin soluciones sociales estructurales.

Se confirma así lo que hemos escrito en análisis precedentes de ¡PERIODISMO LIBRE!, en el sentido de que la actual campaña se caracteriza por la escasa diferencia de posturas sobre el asunto medular de hoy: el conflicto social y armado, sobre el cual todos los aspirantes confluyen en la defensa de la llamada “seguridad democrática”.

Aunque Uribe ve en la dupla Santos-Garzón la carta más proclive a la continuidad de su estrategia de guerra, por el lado de Sanín también puede sentir tranquilidad, más ahora que llega a la fórmula goda Luis Ernesto Mejía, ministro de Minas y Energía suyo hasta 2006.

Sanín aspira a emular con Santos en lo referente a la procedencia geográfica de su candidato vicepresidencial, pues el escogido también viene del Valle como Angelino Garzón, y a superarlo en cuanto a la procedencia de clase, pues Mejía es portavoz de la más rancia oligarquía.

Estamos aquí en presencia de una clara disputa interclasista de las élites bogotana y paisa (Santos y Sanín, respectivamente), que se la juegan con segundos del Valle del Cauca, uno que se pone al servicio de la oligarquía (Garzón) y otro que viene de ella (Mejía).

No se crea --como dicen algunos seguidores de Garzón en su afán por hallar justificaciones rebuscadas para adherir a la nueva claudicación de su jefe político-- que Santos es la “desuribización” mientras que Noemí es la continuidad.

Por sobre las diferencias de matices entre uno y otra, los dos hacen parte de la élite de derecha. Noemí y Santos son dos tentáculos de un mismo pulpo, el del establecimiento militarista y plutocrático. Sólo que Santos trae el lastre de los crímenes de lesa humanidad cometidos por agentes del Estado durante su ministerio de Defensa.

1.778 asesinatos de jóvenes a lo largo y ancho de las jurisdicciones de 33 brigadas del Ejército sin que los jefes máximos de ellas, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, hicieran nada para evitarlos, pues, por el contrario, los presentaron en principio como “guerrilleros dados de baja en combate”, hacen un verdadero imposible moral cualquier respaldo a Santos.

Claro que la historia muestra a Noemí con su lastre también cuando, en 1985, durante los infaustos sucesos de la toma del Palacio de Justicia por el M-19, hizo parte del gobierno de Belisario Betancur que entregó el poder para que la mano militarista resolviera a sangre y fuego el caso, con todas sus secuelas en materia de torturas y desapariciones.

En calidad de Ministra de Comunicaciones, Noemí silenció todo lo que entre el 6 y el 7 de noviembre de aquel año ocurría dentro del Palacio al ordenar a los informativos de televisión suspender sus transmisiones y pasar, en cambio, un partido de fútbol.

De todas formas, la campaña de Sanín procurará no poner en primera línea a Andrés Pastrana, quien se la jugó desde el principio por ella, pero quien, también, genera resistencia en el uribismo por lo ocurrido en el Caguán. Cuestiones de forma, nada más.

Sanín, camaleónica como Santos (los dos han estado en casi todos los gobiernos en los últimos 25 años), no es ninguna alternativa, pues es fiel vocera de la derecha goda y resulta un imposible ético pensar en su nombre por las fuerzas adversas al régimen.
La izquierda, sin candidato
Y por el lado de Mockus, éste cautiva a muchos, incluso a algunos en la izquierda, por aquello de la transparencia, pero ella no basta. El matemático es un neoliberal recalcitrante, convencido de la aplicación de impuestos sin miramientos ni contemplaciones.

Además, su talante es autoritario y por eso no duda en poner de relieve los que para él son éxitos de Uribe, que resume en “la recuperación del monopolio de la fuerza del Estado”, que toma como insoslayable presupuesto de un eventual gobierno suyo.

Unas veces enredado en sus crípticos mensajes y otras asumiendo un papel de profesor erudito que ya no se ve espontáneo, Mockus tiene antecedentes de conciliador con los grupos de poder, como cuando fue candidato vicepresidencial nada menos que de Noemí Sanín, en 1998.

El domingo 4 de abril, Sergio Fajardo aceptó la propuesta de Mockus en el sentido de ser su aspirante a la Vicepresidencia. Curiosa paradoja: el político que lleva más tiempo en campaña es el primero en retirarse y lo hace en favor del último en lanzar la candidatura.

De esta forma, Mockus realiza otra jugada habilidosa. Los dos buscarán ahora que su fórmula no sólo sea política, sino matemática, como la profesión de ambos. Ellos dicen que sumarán y multiplicarán seguidores.

Para rematar, empujando desde el cuarto lugar, aparece el ultraderechista Vargas Lleras, otro de la cuerda uribista, aunque haya entrado en momentánea rebeldía frente al Presidente al que acompañó durante la mayor parte de su mandato.

Pelea ese sitio nada halagador con Petro. Ambos compiten por cual se muestra más adversario de la revolución bolivariana del presidente Chávez y cuál más amigo de la estrategia de seguridad democrática del presidente Uribe.

¡Qué extraña coincidencia! Los estragos del uribismo en todas las huestes. Ambos haciendo uso propagandístico del mismo antichavismo… ¿Con quién busca congraciarse Petro?

Por eso, como dice el adagio popular, en la actual campaña presidencial no hay de qué hacer un caldo… Muchos colombianos quedaron sin una verdadera alternativa, sin candidato de izquierda, porque la derecha contribuyó a sacar de la lid al maestro Carlos Gaviria.

Precisamente en reciente entrevista con el periódico argentino Página/12, que reproducimos a continuación del presente artículo, Gaviria sostuvo: “Hasta Petro dice que él seguiría el camino de la seguridad democrática. No hay ningún candidato que ponga adelante la paz, que diga que ese es el único camino para alcanzar una sociedad democrática”.

Definitivamente, no hay de qué hacer un caldo…

Notas
[1]
Ficha técnica de esta encuesta. Firma que la practicó: Invamer Gallup. Contratante: Caracol Televisión, Caracol Radio, diarios El Espectador, La República, El Colombiano, El País, El Heraldo, Vanguardia Liberal, El Universal, La Opinión, La Patria, La Tarde, El Nuevo Día y El Liberal. Universo: 1.200 personas. Fecha de realización: entre el 20 y el 22 de marzo. Número de municipios: 51. Publicación: jueves 25 de marzo de 2010.

[2] Ficha técnica de esta encuesta. Firma que la practicó: Datexco Company S.A. Contratante: periódico El Tiempo. Universo: 2.529 y 1.200 personas que expresaron intención de votar. Fecha de realización: entre el 20 y el 23 de marzo. Número de municipios: 31. Publicación: jueves 25 de marzo de 2010.

[3] Ficha técnica de esta encuesta. Firma que la practicó: Ipsos Napoleón Franco. Contratante: RCN Televisión, RCN Radio, La FM y revista Semana. Universo: 1.202 personas que expresaron intención de votar. Fecha de realización: entre el 20 y el 23 de marzo. Número de municipios: 36. Publicación: lunes 29 de marzo de 2010.

2 comentarios:

  1. Yo creo que petro, dice que quiere seguir con la seguridad democratica, debido a que asi podria obtener apoyo de los que les gusta eso, pero realmente lo hace para ganar mas votos, sin embargo hay que tener en cuenta que de todas maneras la paz no se logra tan facil, y que el gobierno debe proteger a la poblacion de los grupos armados ilegales mientras se llega a un acuerdo de paz.

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  2. Yo creo que petro, dice que quiere seguir con la seguridad democratica, debido a que asi podria obtener apoyo de los que les gusta eso, pero realmente lo hace para ganar mas votos, sin embargo hay que tener en cuenta que de todas maneras la paz no se logra tan facil, y que el gobierno debe proteger a la poblacion de los grupos armados ilegales mientras se llega a un acuerdo de paz.

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