La impunidad, madre de la violencia
El impacto de la catástrofe de la violencia y la denegación de justicia aumenta el sufrimiento de los afectados y de las comunidades involucradas
Por Luis Carlos Lozano O. (*)
MADRID. Las dramáticas y vergonzosas escenas de masacres, muertes violentas en las calles, en los campos, en cualquier sitio de nuestro territorio colombiano se repiten cada instante.
Es la noticia en cada despertar, en cada anochecer, de toda hora, divulgada por los medios de comunicación nacionales e internacionales.
Me atrevo a decir que ningún país en estado de guerra en la actualidad matan tanta gente como en el nuestro, donde las penosas estadísticas nos indican un promedio de 30.000 personas asesinadas cada año.
Los que vivos en el exterior sentimos dolor, repudio y verguenza de estos hechos bárbaros, que solo dejan en las presentes y futuras generaciones desolación, orfandad, viudas, venganzas, zozobra y muerte impune.
La sociedad colombiana está anclada en el flagelo de la violencia como salida a los problemas que la aquejan de inseguridad, injusticia, impunidad, intolerancia, hambre, miseria, etcétera.
Muchas veces los operadores de "justicia" no distinguen entre inocentes y culpables. La delincuencia, por lo general, cuenta con gruesas sumas de dinero para lavar sus delitos, limpiar sus caminos y seguir ejecutando fechorías, mientras aquellos que no las poseen, aunque no les encuentren pecado alguno, terminan entre rejas.
Este artículo interpreta el impacto de los actores de la violencia. Por un lado, la injusticia y la violencia del Estado (falsos positivos, muertes selectivas, tardíos resultados en los despachos judiciales, y la impunidad como gran generador de más violencia). Y por otro lado, la delincuencia organizada: el narcotráfico, la guerrilla, los paramilitares, las pandillas, todos epicentros de violencia. Los más afectados, como siempre, son las comunidades más vulnerables de nuestro país.
Se parte de varios supuestos. Que la impunidad enferma, incidiendo negativamente en la salud mental de la sociedad. Que se cuestionan creencias sociales sobre el sentido de justicia y la capacidad para controlar lo que nos sucede. Se aborda desde una perspectiva interdisciplinaria de psicología social y antropología social.
El proceso comunitario de impacto y reconstrucción de las masacres y toda muerte violenta y el juicio colectivo, se apoyan en la etnografía densa y en la observación participante. El análisis de discurso de las declaraciones judiciales muestra el significado de las relaciones entre memoria y reparación psicosocial.
El impacto de la catástrofe de la violencia y la denegación de justicia aumenta el sufrimiento de los afectados y de las comunidades involucradas.
Sin embargo, el significado de resistencia social atribuido resulta una forma de afrontar colectivo y eficaz a la experiencia sufrida y que refuerza el sentido de lucha por la justicia en una perspectiva de largo plazo.
Las repercusiones sociopolíticas muestran que la impunidad interfiere en los procesos individuales y colectivos de reconstrucción postraumática.
En consecuencia, la impunidad tiende a representarse socialmente entre las víctimas como continuidad de la violencia, la incertidumbre y la indefensión, donde el Estado es el ausente en la mayoría de casos, aunque es él quien tiene la competencia, la obligación y responsabilidad de evitarlos, con políticas de equidad, justicia, igualdad, honestidad y reparación, sin discriminación alguna que afecte la convivencia y la paz de nuestra sociedad y evite llevarla al abismo de la anarquía al que tanto le huimos.
(*) Abogado y escritor colombiano, corresponsal en España.
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