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sábado, 29 de octubre de 2011

Opinión. Desde la Esap

Barrios de Cali, territorio de nadie

Por Julián Andrés Zamora B. (*)
Históricamente la contienda por territorio ha sido evidente: conservadores quitándoles las tierras a los liberales; multinacionales quitándoles las tierras a los campesinos y hoy en día esa pugna se ha trasladado a las ciudades, a las comunas, al barrio: jóvenes atentando contra su integridad por territorio, quitándole la tierra la comunidad.

 En la sociedad abundan los problemas juveniles, muchos con un supuesto sentido, pero con este ya llegamos a los extremos. Tenemos los conflictos entre barras bravas en las que supuestamente se defiende a los equipos de fútbol y hasta, ilógicamente, a los nazis, lo cual no tiene explicación: esto se sale de las manos.

Jóvenes peleando por territorios que no le pertenecen a nadie, territorios organizados y construidos para convivir en orden, en paz y tranquilidad, y estos muchachos creyendo que son sus sectores, que son sus dueños, en donde sólo pueden vivir ellos. Allí se dedican a desplazar a las personas, a los mismos jóvenes que van de otros sectores a divertirse o de paso. Los agreden y, en ocasiones, hasta les causan la muerte.

Notamos cómo se traslada la problemática de la historia al presente, claro que hoy en día es más preocupante, porque son nuestros jóvenes peleando sin sentido y acabándose entre ellos, aunque son del mismo estrato social, de la misma sangre, del mismo grado de vulnerabilidad, del mismo género. Terminan siendo utilizados por otros.

Dando una mirada a la realidad, en la Comuna 6 de Cali lo apreciamos continuamente. En los barrios Floralia, Comfenalco, Petecuy y San Luis, entre otros, las personas del común ya le impiden a sus hijos ir a recrearse a las canchas de fútbol porque éstas son epicentros de las riñas diarias, temen que sus hijos sean víctimas de este conflicto.

Estas personas poco a poco van involucrando a los que están en contra de esa lógica y les generan a los jóvenes, que nada tienen que ver en los enfrentamientos, enemigos que nunca han tenido.

Me pregunto: ¿qué está haciendo el Estado frente al fenómeno? Delegar en las autoridades, cuando ellas nunca investigan las raíces de un problema, llegan morosamente y cuando llegan a tiempo agrandan el conflicto uniéndose a la agresión.

¿Qué otras alternativas ha buscado el Estado? En definitiva este problema se les salió de las manos. A estos jóvenes hay que ofrecerles educación, concientización, sentido de pertenencia y, ante todo, ejemplo de un verdadero Estado y de las personas que en su momento los orientan.

En vez de las pelean sin sentido, deberíamos luchar por una causa real: el reconocimiento del Estado de nuestros derechos, como la educación, la salud, la vida, entre otros. Lo que debemos demostrar y fomentar es una convivencia pacífica que nos garantice un Estado real y social de derechos.

(*) Estudiante de la Esap. julianandreszamora@hotmail.com.

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