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sábado, 29 de octubre de 2011

Opinión. Mi Parecer

Filósofos de la vida

Por Andrés Felipe Carmona (*)
Se llevó a cabo en la Universidad del Valle, Univalle, el Congreso Nacional de Tierras Territorios y Soberanías, conformado por grupos indígenas, afrodescendientes y comunidades de víctimas del conflicto, con el fin de exigir respeto a sus derechos.

Eran alrededor de 20.000 personas pernoctando en el campus de Univalle desde el 29 de septiembre hasta el 3 de octubre de 2011. Mi atención se centró en las comunidades indígenas.


Quizás muchas personas ni se percataron del congreso, pues ignoraron la presencia de estos colombianos, que son muestra de valentía y berraquera, porque venir desde distintos rincones del departamento del Cauca a pie no es tarea fácil. Horas de caminata soportaron estos compatriotas para llegar a su cometido en Univalle.

Al recorrer las pequeñas calles que atraviesan de lado a lado la universidad, pude observar carpas de múltiples diseños y colores, artesanales y rústicas, con techo de polyester y otras con techos de plástico.

No importa el diseño, ni la textura de las carpas, lo admirable es la organización que estas comunidades tienen para con su comunidad, pues cada pueblo indígena tenía provisiones de alimentación, carne, huevos, plátanos, bananos, mazorca y otros vegetales que hacían parte de los recursos para subsistir durante la ´minga´, como ellos les llaman a los encuentros de la comunidad con el fin de realizar una actividad en beneficio de ésta.

“No hubo ningún inconveniente, el comportamiento de todos aquí adentro en el congreso fue muy bueno”, manifestó Guillermo Aparicio Flórez, guardia del resguardo indígena Pueblo Nuevo.

En turnos de seis horas, los guardias indígenas de cada una de las comunidades prestaban el servicio de vigilancia con el objetivo de garantizar la seguridad y la convivencia de las personas dentro de Univalle.  Además, cada comunidad capacitaba a los niños para cuidar algunos puntos de encuentro en la universidad.

El bienestar general era lo que importaba, no el bienestar personal, como suele suceder en las ciudades colombianas, donde el prototipo de ciudadano es el que piensa sólo en su comodidad y no en la de la comunidad.

En mi parecer, los pueblos indígenas son una especie de filósofos de la vida y sociólogos por experiencia. Y digo sociólogos por experiencia, porque saben cuál debe ser el correcto comportamiento del ser humano en comunidad y cuál es su papel dentro de una sociedad.

(*) Estudiante de Comunicación Social de la Usaca. andriw18@hotmail.com

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