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sábado, 18 de febrero de 2012

2. Ponencia. Del director del periódico Paréntesis

Poderes, luchas sociales y 
medios alternativos

Lo que existe es libertad de empresa más que de prensa, porque esta última está determinada y en gran medida secuestrada por la primera. El periodismo alternativo tiene la misión de liberarla, y lo debe hacer con su práctica por fuera de ella, aprovechando su autonomía.

Por Luis Alfonso Mena S. (*)
Apreciados amigos: gracias por aceptar nuestra invitación a este escenario de reflexión y debate. El periódico universitario PARÉNTESIS los saluda y desea que de este foro salgan conclusiones que sirvan a la sociedad a través del desarrollo de la otra comunicación que inspiramos y ejercitamos, al margen de los llamados grandes medios tradicionales.

Nos congregan aquí, entre otros asuntos, dos conceptos clave: el periodismo alternativo y la independencia en el periodismo. Y un gran propósito: conformar una alianza de medios alternativos en Cali.


Respecto de lo primero, ante todo, planteo que el periodismo alternativo es confrontación del poder, de ahí que lo califiquemos de contrapoder. Confrontación que incluso, y hasta con mayor razón, implica enfrentar el poder al que se puede ser afín en determinado momento por razones ideológicas, filosóficas o políticas. Lo cual podría conducirnos a afirmar que el alternativo es el periodismo de verdad.

El periodismo alternativo parte de la independencia y, consecuencialmente, es crítico. Pero crítico no sólo con las clases o grupos de poder dominantes en los ámbitos político, económico, social, sino también con quienes enfrentan esos poderes en la medida en que sus prácticas no correspondan a los comportamientos éticos, de transparencia que deben caracterizar la gestión pública, sea ella estatal o privada, esto es, social, ciudadana.

Cuando hablamos de alternativo hacemos referencia a una opción diferente, a la contraparte, a la disyuntiva, a la alteridad, al otro. Por lo tanto, en la sociedad escindida en clases como la nuestra el periodismo alternativo es esencialmente anticapitalista, confronta el poder de los monopolios y las corporaciones que detentan y ostentan el dominio y, consecuencialmente, visibiliza las luchas que obreros, campesinos, comunidades urbanas y rurales, capas poblacionales intermedias y profesionales desarrollan para contrarrestar el mundo del capital.

El periodismo alternativo procura dar voz a los actores sociales que no encuentran eco, ni a sus propuestas ni a sus ejecutorias, en los medios de élite. Pero, por sobre todo, procura difundir otra visión de la sociedad, aquella que no se puede expresar en los medios masivos porque no representa mercancía atractiva para el consumo de las audiencias o, lo más grave, porque contradice intereses particulares o corporativos de los grupos dominantes y, como resultante, afecta “su sosiego”, valga decir, podría originar algún leve temblor en el statu quo.

¿Qué es un medio de comunicación alternativo?
Con Pascual Serrano, Javier Parra (1) y otros muchos que han incursionado en una especie de tipología del periodismo alternativo podríamos resumir las siguientes características:
1. Él implica una decisión política, pues la información es también una confrontación de modelos sociales.
2. Se propone difundir una visión diferente de la sociedad, otra óptica del mundo, otra interpretación de la realidad que cuestiona el imperio del mercado en las relaciones sociales y culturales.
3. Desarrolla un modelo de periodismo humanista, decente, digno, partidario de un orden social más justo.
4. Tiene un deber moral y ético: informar sobre los sin voz, los humillados, los excluidos, los desplazados por los poderes, los olvidados, los que sufren.
5. Coetáneamente, toma partido por los de abajo, por la gente del común, pero no es panfletario ni irresponsable ni especulador.
6. Pone en cuestión los conceptos tradicionales de neutralidad, pluralidad, imparcialidad, objetividad.
7. Lucha contra el silencio mediático: hace visible la protesta social, los pronunciamientos y movilizaciones populares.
8. Comporta una participación colectiva en el trabajo y la toma de decisiones periodísticas fundamentales.
9. Su organización interna tiende a ser horizontal, procura no desarrollar las estructuras verticales de la empresa comunicacional tradicional.
10. Rechaza las ataduras comerciales, las prebendas, los halagos y la lisonja típica del periodismo tradicional.
11. Aunque tiene una influencia directa escasa, proyecta una influencia indirecta importante en organizaciones sociales y conglomerados humanos específicos.
12. No sólo informa sino que educa y organiza a las comunidades.
13. No se limita a su papel político. Interactúa en las comunidades de donde procede.
14. En la práctica ejerce la contra-información frente a los grandes medios masivos, que son los que moldean los estados de opinión.
15. Para ello requiere no sólo claridad política sino solvencia y calidad profesional.
16. Y, lo más importante, delinea su propia agenda de opinión e información.
17. Debe ser creíble y generar credibilidad, a partir del ejercicio de la investigación periodística.

¿Qué no es un medio de comunicación alternativo?
Sobre el periodismo alternativo existen muchos mitos, a partir de los cuales podríamos identificar qué no es esta modalidad de periodismo.

1. Se cree que por ser crítico y por cuestionar el poder y sus detentadores, el periodismo alternativo no investiga sino que simplemente opina.
2. Se cree que porque toma partido por los excluidos, las minorías y sus derechos es eminentemente sesgado.
3. Se cree que no contrasta fuentes, porque no puede reproducir las lógicas engañosas de los medios masivos tradicionales, y que por lo tanto no está interesado en la veracidad.
4. Se cree que es una forma de periodismo supra politizado a la que no le interesan los asuntos del ser individual, sus cuitas, sus vicisitudes.
5. Se cree que está condenado a la marginalidad, que por su carácter heterodoxo, de nadar en la mayoría de los casos contra la corriente, como el salmón, está condenado al ostracismo.
6. Se cree que es una forma de periodismo aburrido, solo para convencidos, intelectuales y gente culta de izquierda.
7. Se cree que por ser alternativo debe rechazar las otras formas de escribir, incluidas las teorías de los géneros periodísticos clásicos.
8. Se cree que para garantizar su independencia no puede publicar avisos, así sea con una selección previa muy rigurosa.
9. Se cree que no lo pueden producir sino quienes tengan una opción política de izquierda absolutamente definida.
10. Se cree, en fin, que el periodismo alternativo es cuestión de unos pocos contestatarios que todo lo rechazan y no ven nada bueno en ninguna parte.

Nada más alejado de la realidad y de las necesidades de hoy. Aunque este decálogo, al que se podrían agregar otras debilidades más, deriva de las críticas que se le formulan al periodismo alternativo en diversos ámbitos de la sociedad, nada de ello debe figurar en la ruta de una medio alternativo.

Por el contrario, su gran reto es vencer todos estos mitos y encaminarse por la senda de llegar a los más amplios conglomerados sociales, con sencillez, sensibilidad, agilidad, flexibilidad, calidad, lo cual no significa despojarse de su firmeza y rigurosidad, ni de sus opciones, que son, precisamente, procurar la verdad, descubrir las lacras que afectan a los más débiles y ayudarle a la sociedad a avanzar de verdad, con la visibilización de todos aquellos que buscan la transformación de las comunidades en particular, o de las sociedades universalmente entendidas.

El periodismo alternativo de verdad es riguroso y tiene como fundamento de su ejercicio la investigación en fuentes primarias. Ella le permite descubrir, desentrañar, develar. Y, al mismo tiempo, garantiza una agenda propia, una de sus características fundamentales, diferenciadoras de los medios hegemónicos, como hemos dicho.

Y de la independencia, ¿qué?
El segundo asunto en nuestra agenda de hoy es el de la independencia, un principio ético insoslayable en el trabajo periodístico seriamente afectado por múltiples factores que horadan la profesión.

Hoy no solamente nos enfrentamos a los dilemas generados por los poderes armados, legales o ilegales, que amenazan el ejercicio de la profesión, sino al dilema libertad de empresa vs libertad de prensa.

Los grandes medios usan este último concepto a su acomodo, la reclaman cada vez que ven amenazados sus intereses, pero la niegan cuando los periodistas, entendidos como sujetos generadores de información, van más allá de los límites permitidos por las grandes corporaciones económicas.

Por tanto, lo que existe es libertad de empresa más que de prensa, porque esta última está determinada y en gran medida secuestrada por la primera. El periodismo alternativo tiene la misión de liberarla, y lo debe hacer con su práctica por fuera de ella, aprovechando su autonomía, contrarrestando sus enormes limitaciones económicas, que redundan en sus imposibilidades de llegada masiva a las audiencias, uniendo a sus disímiles ejecutores para volverlos multiplicadores de sus mensajes.

Pero vivimos en Colombia una época de auge neoliberal del que derivan políticas que deterioran la situación laboral de los trabajadores de la comunicación social, y esa libertad de empresa se torna aún más perversa al convertir al periodistas en vendedor de pauta publicitaria, en un rebuscador de información-mercancía, porque su misión ahora es vender a como dé lugar para poder pagar el alquiler del espacio en radio o en televisión que le permite, a su vez, devengar el sustento.

¿A qué ha conducido esto? A la pauperización del nivel de vida del periodista, a la pérdida de su autonomía económica y, sucedáneamente, de su independencia periodística. El periodista al tiempo vendedor de pauta, jefe de prensa, asesor de políticos y redactor de noticias ha dado nacimiento a un híbrido que atenta contra la calidad y la credibilidad del comunicador.

Un reto para los gremios periodísticos, tan faltos de unidad, y para los periodistas, tan afectados por las veleidades propias de una profesión en la que a veces la arrogancia impera sobre el ciudadano común porque se piensa como el patrón, aunque se viva con los bolsillos rotos.

Otro plano de la crisis de la independencia vivido particularmente en Cali está ligado con la dependencia de la pauta oficial, la que manejan los gobernantes como si fuera presupuesto propio para engrandecer propagandísticamente sus imágenes.

Múltiples denuncias conocidas en los últimos días han dejado a la luz el alto grado de cooptación que la pauta y las oficinas de prensa de alcaldías, gobernaciones y otras numerosas entidades oficiales han ejercido sobre los comunicadores, puestos a su servicio.

Se ha dicho, por ejemplo, que el anterior alcalde de Cali tuvo a su servicio cien periodistas y que solo una de las secretarías de esta administración tenía 30 de su lado. Con razón tanta adulación a las Megaobras, tanto barniz al Programa de Guardas Cívicos, tanta sombra a los problemas de inseguridad.

En el plano de la “libertad de empresa”, la pauta multimillonaria de alcaldías y gobernaciones se ha vuelto el nutriente de los grandes medios, que la usufructúan no sin que ella cercene muchas de sus posibilidades de revelar actos de corrupción.

Recientemente conocí un caso patético que involucra a uno de los principales periódicos del país, a donde una funcionaria de una entidad pública ligada con un centro de educación superior muy importante llevó documentos fehacientes que demostraban el gasto multimillonario en que un rector había incurrido para garantizar su reelección, y aunque el periodista que recibió la denuncia cumplió con su deber de profundizar sobre los documentos entregados y produjo el informe respectivo, el mismo fue silenciado y, a pesar de cuatro ocasiones en las que propuso su publicación, ella fue acallada.

Todo indica que usufructuarios de la pauta multimillonaria concebida como mecanismo generador de imagen para un alto funcionario público estuvieron detrás de los cuatro frenazos en seco. El periodista llegó hasta donde pudo en la investigación. El medio le cercenó a la sociedad su derecho a conocer lo investigado.

Y estamos hablando de medios que hacen permanentes declaraciones de independencia y lucha contra los corruptos. Y son los mismos que se sorprenden con informaciones oficiales que dan cuenta de lo que ocurrió, por ejemplo, con el tristemente célebre Programa de Guardas Cívicos, programa innecesario y clientelista que, según cuentas de la nueva Alcaldía de Cali, nos costó a los ciudadanos que pagamos impuestos $44.770 millones.

¡Qué descubrimiento! Desde mucho tiempo atrás medios alternativos y voces independientes ya lo habían denunciado. Caliescribe, la interesante experiencia virtual desarrollada por el equipo radial que lideran Ramiro Varela y Claudio Borrero, ya lo habían revelado. Nosotros en Paréntesis también.

Otros medios, como La Razón, de Édgar Buitrago, igualmente. Y qué pasó con la independencia de los grandes medios. ¿Por qué con todo su poder no lo habían descubierto, o si lo descubrieron no lo denunciaron, y los “chicos” si lo pudieron hacer en su momento?

El de los guardas cívicos fue un claro ejemplo de despilfarro descarado para satisfacer las clientelas políticas locales y permitir que el Concejo funcionara sin mayor control político sobre el Ejecutivo, como era su deber.

Los casos de ausencia de independencia pululan. No solo en Cali. En todo el país. Por eso hablamos de la urgencia del periodismo independiente, de aquel que desarrolla su propia agenda, sin ataduras, porque no le callan la boca con pauta ni está pendiente de las migajas que deja caer el poder de turno, como ocurre con la gran empresa periodística, o con hacedores de periodismo afectados por la pauperización de la que hemos hablado en muchos medios, convertidos hoy, como lo decía hace poco un colega, en moteles de la información, a los que sólo les importa que les paguen el alquiler del espacio.

Ahí radica la gran ventaja de los medios alternativos: en que no tienen las manos atadas. El desarrollo de la comunicación electrónica virtual lo posibilita. Pero los otros medios son fundamentales. No todo se puede dejar a la red. Primero porque muchos miles aún no acceden a ella. Y, segundo, porque, a pesar del internet, la radio y la televisión tienen hoy el mayor peso de llegada. Y porque los periódicos poseen aún peso político.

Pero, además, aunque el internet ha posibilitado cierta democratización de la información, lo que impera es la opinión, a veces sin mayor sustento. Por eso, el gran reto del periodismo alternativo es la investigación, la aplicación de las técnicas y los principios de la misma. He ahí, insisto una clave fundamental.

La experiencia de Paréntesis
La investigación periodística es la tarea que nos hemos propuesto con nuestro periódico Paréntesis, el ejercicio de comunicación alternativa que desarrollamos con un núcleo de jóvenes, principalmente surgidos de las clases de periodismo en la Usaca, y que hoy en día, al dar lo que hemos definido como un salto cualitativo, se propone salir de los marcos del mundo universitario para proyectarse en toda la ciudad, ser un periódico para la población caleña, no solo para los estamentos de la Universidad Santiago de Cali.

Esta es unas de las varias explicaciones del Foro que hoy nos congrega. Paréntesis es una escuela de formación en periodismo: en la investigación rigurosa, en la limpieza de la escritura, en la solvencia de la opinión argumentada; pero, también, en la capacidad de propuesta, en el interés por hacer buen periodismo, y ante todo, en el actuar para corresponder al compromiso con los que nos necesitan.

Nuestro poder no es el político ni el económico. Nuestro poder es el más sencillo y accesible, pero a la vez uno de los más escasos en la sociedad capitalista, segregacionista y excluyente: el poder de la palabra, y no de cualquier palabra, sino el poder de la palabra independiente.

Somos poder, sí, pero ético. Y ese poder nos hace libres. Porque el pensamiento jamás se pondrá poner preso ni enclaustrar.

Así, nuestros dos medios, Paréntesis, con el poder de la palabra independiente, y ¡Periodismo Libre!, el blog que obra como su complemento o amplificador en la Internet, son dos medios para hacer periodismo de verdad, que es aquel que sólo se hace cuando nos sentimos libres. Porque el periodismo es liberación también.

En una hoja volante o en un gran rotativo. En cualquiera de esos escenarios el norte debe ser la libertad. De lo contrario, no vale la pena. El periodismo se ejerce con autonomía, con independencia o no se ejerce.

La Alianza de Medios Alternativos
El tercer ítem de nuestro encuentro de hoy es la propuesta que traemos de configurar una alianza de medios alternativo con el fin de contrarrestar las desventajas y vicisitudes que hemos anotado en esta ponencia.

En el punto del debate con Antonio Morales y los demás panelistas volveremos sobre esta propuesta, para procurar integrar en ella a Rubén Darío Sánchez y su revista Mire Lea; a Alfonso Salcedo y su periódico El Crucero; a Jorge Caicedo y su proyecto Oír Más Radio; a Armando Palau Aldana y su periódico La Ciudad, y a las experiencias ya señaladas de Caliescribe, La Razón, Paréntesis, ¡Periodismo Libre! También a la revista La ciudad, de Henry Hurtado, a Alternativa Universitaria y La Llama, de los estudiantes de la Usaca, a El Muro de los estudiantes del Sena, a Nos Topamos Con… NTC, editado por los queridos amigos María Isabel Casas y Gabriel Ruiz Arbeláez, y a tantos otros medios alternativos que conforman una larga lista.

Entre los puntos fundamentales de la propuesta estarían:
1. Ser replicadores colectivos de las investigaciones periodísticas producidas por los diferentes medios.
2. Efectuar acuerdos de trabajos conjuntos con equipos integrados por los medios aliados y que por su complejidad periodística o requisitos en cuanto a condiciones de producción así lo demanden.
3. Generar espacios básicos de coordinación, con reuniones periódicas de voceros o representantes de cada órgano que integre la Alianza de Medios Alternativos del Sur, AMAS.
4. Promover espacios de capacitación periodística.
5. Participar en la gestión unificada de proyectos nacionales e internacionales que contribuyan en la sostenibilidad de los medios aliados.

Colofón
En Colombia el periodismo ha estado indefectiblemente ligado al poder político de las élites. No sólo porque los grandes medios, desde los albores de la República, las representan y contribuyen en la defensa de sus intereses, sino porque muchos de sus exponentes fundaron y dirigieron, primero, periódicos y, luego, emisoras radiales y televisivas. Y crearon las normas que las regulan.

El periodismo alternativo, unas veces como resistencia, otras como vocero de las resistencias, ha tratado de arañar el poder hegemónico del sistema bipartidista y de los diversos regímenes políticos que, sucesivamente, han sostenido el statu quo, pero sigue a mitad de camino.

Por años, el periodismo de contrapoder se ha enfrentado al dilema de si su destino es el de ser una voz marginal que grita en el desierto, o el de convertirse en un medio de masas, para enfrentar con suficiencia a los mass media.

Al abordar la historia del periodismo de contrapoder (o “disidente”, como lo llama Kesler, o radical, al decir de Atton, o simplemente alternativo, como lo estudian Simpson, Downing, Serrano, Parra, Ramonet, Pilger, Chomsky), hay un punto de referencia obligado, ineludible: la revista Alternativa, que apareció en la finalización del régimen de exclusión identificado en nuestra historia como el Frente Nacional, circuló entre el 15 de febrero de 1974 y el 27 de marzo de 1980 y marcó un hito en el ejercicio del periodismo, precisamente, alternativo, crítico, contestatario e independiente en Colombia.

Hoy, luego de 32 años de concluida aquella experiencia periodística, cuyo principal logro fue, en nuestra opinión, haber sustraído el periodismo de izquierda y, si se quiere, el periodismo revolucionario, de los círculos restringidos y marginales en que históricamente ha estado, sus propósitos primigenios conservan plena vigencia.

Ellos eran cuatro: 1.- Ejercer la contra-información. 2. Divulgar en lenguaje periodístico las investigaciones sobre los problemas del país. 3.- Visibilizar a los actores sociales y sus luchas. 4.- Servir de canal de unión a las fuerzas contrarias al estado de injusticia imperante. A la luz de la historia, esas tareas siguen vigentes, pero inconclusas. Nuestro deber es llevarlas hasta el final. Muchas gracias.

(*) Director del periódico universitario PARÉNTESIS y del blog ¡Periodismo Libre! Ponencia presentada en desarrollo del Foro La urgencia del periodismo alternativo e independiente, cumplido en Cali el jueves 9 de febrero.

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