Censura en la U Católica
Este hecho, sumado a otros tantos en la región, deja entrever el poder de cooptación y control que sobre la educación superior tienen las élites empresariales, los conglomerados económicos y otros sectores de la sociedad que de esta manera contribuyen a obstruir la libertad de expresión, la investigación cuestionadora y la crítica.
Por Carlos Victoria (*)

Así fue, si nos atenemos a lo ocurrido al profesor Abel Gómez quien prefirió renunciar a sus catedras de periodismo en ese centro de estudios a tener que retractarse luego que dirigiera un brillante trabajo de investigación periodística a un grupo de estudiantes sobre la acción contaminadora del Ingenio Risaralda en las aguas del río Cauca, trabajo que fue publicado en la revista Expresión, y que desató la santa ira de la industria azucarera y la genuflexión de las directivas universitarias.
El contenido de la investigación se puede leer en el siguiente enlace http://traslacoladelarata.wordpress.com/ bajo el titulo “El rostro oculto de un emporio azucarero” y es firmado por Esteban Mejía Díaz. A través del texto se puede constatar que el susodicho Ingenio y ahora, además, dedicado a la producción de etanol es uno de los principales factores de desestabilización ambiental de la cuenca del río Cauca, y la misma pauperización de amplios conglomerados humanos tras el deterioro de la calidad del aire, por las quemas de cañaduzales; el agua, por la contaminación y la vida laboral por el desempleo y la tercerización ídem.
No obstante la calidad, seriedad y consistencia argumentativa del artículo periodístico, el cual incluso contrasta diversas fuentes, la reacción de las directivas de la UCPR no fue la de respaldar el trabajo académico del docente y sus estudiantes, sino por el contrario presionar para que se retractaran de las afirmaciones contenidas en la investigación. Y la cosa que no quedó ahí. Según pude saber de ahora en adelante cualquier artículo de la revista Expresión deberá pasar por el filtro de las directivas!
Diversas investigaciones académicas e independientes inducen a creer que los ingenios azucareros serían los causantes de las perturbaciones sociales y ambientales en el Valle del Cauca. Las emisiones de CO2 como factores de riesgo en enfermedades de vías respiratorias en niños y ancianos como sucede en La Virginia y otros pueblos de la cuenca media, son un ejemplo. Hoy por hoy cursan demandas ante las Cortes por su presunta concurrencia en las inundaciones que han afectado a miles de ribereños. Sin embargo sus tentáculos son muy poderosos. Por décadas patrocinan “El Minuto de Dios”, único espacio de la televisión colombiana exento de cualquier licitación.
Este hecho, sumado a otros tantos en la región, deja entrever el poder de cooptación y control que sobre la educación superior tienen las élites empresariales, los conglomerados económicos y otros sectores de la sociedad que de esta manera contribuyen a obstruir la libertad de expresión, la investigación cuestionadora y la crítica, tareas que le corresponde –entre otras cosas- a la universidad moderna, a la universidad como foro de la controversia y faro de la sociedad que hoy por hoy quieren apagar para que las sombras nos gobiernen.
El episodio no puede pasar desapercibido porque a nivel doméstico da cuenta de las tensiones y tendencias, entre una educación a merced del capital cognitivo (Fumagalli, 2010) envuelto en las redes de la “movilización social” –hacia el mercado- y una educación para la democracia (Nussbaum, 2011). Insólito pero cierto que la libertad de cátedra y la autonomía universitaria sea usurpada por el grupo Ardila Lule. Peor aún: que las directivas de esta universidad faciliten el atropello.
Mi solidaridad y admiración por el profesor Abelardo y el puñado de estudiantes que batallan por la libertad de cátedra y pensamiento en Risaralda.
(*) Profesor de la Universidad Tecnológica de Pereira, editor del blog Agenda Ciudadana.
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