El club de amigos del Moir
prepara el entierro del
Polo
En el trasfondo de la exclusión del Partido
Comunista Colombiano, decretada por una cúpula que lidera el Moir, está la
persecución contra el Movimiento Marcha Patriótica. El Polo se hunde por la ausencia
de arraigo en las luchas sociales palpable en parte de su dirección. Ésta se
halla acomodada en el parlamentarismo, inoperante en la búsqueda de la paz,
muda frente a graves actos de corrupción de dirigentes del PDA y muy interesada
en el monopolio de los avales electorales y en los acuerdos con “la burguesía
nacional”. Las expulsiones desatan rebelión en las toldas amarillas.
Por Luis Alfonso Mena S. (*)
Acosado por la
pérdida de la iniciativa política, fabricando una mayoría sin críticos en su
próximo III Congreso Nacional y decidido a quedarse con el cascarón electoral y
con el respectivo usufructo de los avales, el grupo mayoritario en la actual dirección
ejecutiva del Polo Democrático Alternativo, PDA, asumió, mediante resolución
del jueves 9 de agosto de 2012, una decisión irresponsable y suicida al
expulsar de la colectividad al Partido Comunista Colombiano, PCC, uno de los
fundadores de este frente y de sus contingentes más destacados.
Con esta determinación,
adoptada por 16 de los 38 integrantes de la dirección, el grupo que hoy traza
la línea en el Polo dinamitó uno de los escenarios de unidad más importantes
construidos por la izquierda colombiana y cree librarse de un obstáculo para
avanzar en su camino hacia la conciliación con sectores de la derecha, en
desarrollo de la formulación moirista de la alianza con la “burguesía nacional”,
política dentro de la cual, como lo denunciaron en Palmira el 14 de julio líderes
de los obreros corteros de la caña del Valle, el Moir desarrolla acuerdos
patronales con los dueños de los ingenios de la región en detrimento de los
intereses de los trabajadores. [1]
Fiel a su comportamiento
sectario de toda la vida, el Moir y el grupo que lo acompaña en el Comité Ejecutivo
Nacional incurren así en un acto antidemocrático y de doble moral, pues el
argumento de la militancia múltiple del PCC es el más pueril de todos, ya que
el Polo no es, en realidad, un partido, sino un frente en el que confluyen
tendencias y partidos y, en consecuencia, ninguno de sus colectivos integrantes
renuncia a sus estructuras preexistentes o creadas, empezando por el grupo del
senador Jorge Robledo.
Pero, además, con
tal decisión se materializa un oscuro acto de persecución política desde
sectores que se dicen alternativos y de izquierda contra miles de militantes
comunistas que han respaldado decididamente al Polo y que hoy, con todo
derecho, también hacen causa común en el Movimiento Marcha Patriótica, una
confluencia de más de 1.700 organizaciones de base que tiene entre sus
propósitos fundamentales abrir caminos para la solución política del conflicto
armado y social que afronta el país, tarea en la que el grupo que dirige hoy al
Polo parece no estar para nada interesado, así de dientes para afuera plantee
lo contrario.
Como ocurre con
el Congreso de los Pueblos, la Minga Indígenas y otros movimientos similares,
Marcha Patriótica es un escenario amplio con enorme arraigo en las
organizaciones sociales campesinas, estudiantiles y obreras, que no se propone
competir con el Polo y frente al cual no son aplicables normas electorales,
como las contenidas en la Ley 1475 de 2011.
Todo indica que
la resolución de expulsión venía siendo cocinada de tiempo atrás y que sólo
cálculos oportunistas la habían aplazado, a la espera de que pasara la I Conferencia
“Ideológica”, realizada entre el 27 y el 29 de julio, y es también claro que en
el fondo de tal determinación está el pánico que ha causado en el grupo
dirigente del Polo la fuerza social y política con la que irrumpió Marcha
Patriótica.
Para el
desafuero aprobado el 9 de agosto se usaron argumentos leguleyos nada convincentes
desde el punto de vista de la rigurosidad jurídica, pero eso sí, sin la
consulta a las bases que se pudo efectuar en la Conferencia “Ideológica” y sin
recurrir a la Comisión de Ética, como correspondía al debido proceso que tanto
reclamaron los integrantes del Comité Ejecutivo en el caso de corrupción en la
Alcaldía del Polo en Bogotá y en otros, como el del Personero de la capital y
el de un ex senador, procesados judicialmente.
Semejante error político significó el quiebre ético del
Polo y redundó en el abandono de gran parte de la militancia que se fue con
Gustavo Petro y dio pie a la fundación del movimiento Progresistas y a la
estruendosa derrota en las elecciones de octubre de 2011 en Bogotá, cuando se
pasó de casi un millón de votos cuatro atrás a escasos 32.000 sufragios.
La persecución contra Marcha Patriótica
La
multitudinaria movilización realizada por Marcha Patriótica el 23 de abril de
2012 para notificar su nacimiento fue un campanazo de alerta para el grupo que
hoy hegemoniza la dirección del Polo, que antes que reconocer la validez de
este escenario asumió su estigmatización con anatemas similares a los de la
derecha.
Curiosamente, la
resolución del Comité Ejecutivo se produjo precisamente el día en que el
ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, lanzaba una nueva y virulenta andanada
contra Marcha Patriótica endilgándoles el mote de “terroristas” a tantos
colombianos que hacen parte de ella.
Ese mismo día se
conmemoraban 18 años del asesinato del senador del Partido Comunista Manuel
Cepeda Vargas a manos de agentes del Estado y de paramilitares, y al día
siguiente, el 10 de agosto, se daría inicio al Encuentro Nacional de Unidad
Popular, promovido por la Coordinadora de Organizaciones Sociales y Políticas.
¡Qué tal el ejemplo de tolerancia y de unidad en el Polo, invitado a este
certamen!
Cabría
preguntarse también por qué el drástico cambio de opinión de Clara López en
relación con sus anuncios de unidad en el acto de instalación del 21 Congreso
del PCC, ocurrido el miércoles 18 de julio. Tan sólo 22 días después del mismo,
firmaba con sus amigos del Comité Ejecutivo la expulsión del Polo del Partido
que la había tenido en la mesa principal de su congreso nacional.
Lamentablemente
ya en la I Conferencia “Ideológica” del PDA Carlos Gaviria había anticipado lo
que en la cúpula del Polo piensan mayoritariamente: “Yo
no estigmatizo a la Marcha Patriótica, pero registro un hecho: nació con el
lastre de ser un apéndice de la guerrilla y la experiencia muestra que eso hace
inviable cualquier movimiento político, porque en política las creencias son
hechos”, dijo.
Aunque esta y
afirmaciones similares de algunos de los miembros de la dirección del Polo fueron
rechazadas por muchos de los asistentes a la Conferencia, y de ella surgió una
declaración política llamando a la unidad de la izquierda, lo cierto es que tan
solo diez días después se protocolizaba el zarpazo derivado del pánico de quienes,
dedicados a la cómoda vida parlamentaria, perdieron contacto con las luchas
sociales, campesinas y obreras y ahora temen, visto el rechazo a sus posiciones
en la Conferencia, la pérdida de sus mayorías en el III Congreso que se
cumplirá entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre de 2012.
Los defensores
de la resolución de marras recurren entonces a desempolvar adjetivos de la
vieja ortodoxia estalinista y a rechazar “el paralelismo”, “el entrismo”, “el
fraccionalismo” y otras palabrejas similares tan de moda 30 años atrás en las
peleas intestinas de la izquierda. Y lo hacen precisamente varios de quienes
han usado esos procedimientos durante toda la existencia del Polo, confluencia
de fracciones de toda clase y no partido en su acepción rigurosa y completa,
como hemos dicho.
La decisión del
grupo del Comité Ejecutivo del Polo es un retroceso precisamente de por lo
menos 30 años o más en la izquierda colombiana: “El Polo Democrático toma
importantes decisiones”, tituló su comunicado de la expulsión. ¡Paradójico!
Perseguir sin fórmula de juicio es para la cúpula del PDA una “decisión
importante”. Resulta más bien una determinación sin ética y liquidadora, que
conduce a que languidezca aún más el frente que, como reconociera Carlos
Gaviria en la Conferencia “Ideológica”, de ser la colectividad más grande de la
izquierda, ha quedado reducida a un sector minoritario de ella.
Haciendo cálculos electorales
Llama la
atención también que el acto arbitrario de la expulsión fuera adoptado con
extrema rapidez luego de la Conferencia, en la que el grupo de Jorge Robledo y
Clara López se dieron cuenta de que no les sería fácil manejar el III Congreso del
Polo con los comunistas dentro defendiendo la legitimidad de Marcha Patriótica
y de muchos otros que, sin ser comunistas, no están de acuerdo con los
procedimientos y la línea de la actual dirección, lo cual, además, restaría
viabilidad a la candidatura presidencial soñada por la señora López.
Así, la decisión
es de claro tinte politiquero. En su afán de acabar con cualquier oposición, los
miembros del club de amigos del Moir no dudan en echar a todo el que no se
identifique con el grupo. La cúpula, sin pizca de autocrítica, no asume la responsabilidad
política y personas como Jaime Dussán pasan como si nada hubiera ocurrido bajo
su Presidencia de la colectividad.
Hoy no les
importa quedarse solos con tal de que nadie los contradiga y de poder seguir
manejando a su antojo los avales y las alianzas, aunque no se correspondan con el
Ideario de Unidad que tanto pregonan. Hoy lo único que interesa es la fidelidad
al grupo de Clara López, el Moir, Dussán y algunos más que ven amenazada su
hegemonía en el próximo III Congreso y se apresuran a descabezar opositores.
Se están
quedando con el esqueleto del Polo, porque los músculos hace rato empezaron a
dar forma a otros organismos políticos y sociales, que no requieren de avales
politiqueros, ni de clientelismos de nuevo cuño, ni de permisos para organizar
y movilizar al pueblo.
El Partido
Comunista está ante un dilema: defender su derecho a seguir en el Polo, como
colectividad fundadora de este frente, exigiendo respeto al debido proceso, a
la democracia interna, a la consulta a las bases, como corresponde a una
organización de verdadero estirpe de izquierda, o asumir nuevos caminos. Por lo
pronto ha decidido lo primero.
Rebelión interna
Entre tanto, el
debate en lo que queda del Polo no se ha hecho esperar. Fracciones y tendencias
como Poder y Unidad Popular, Presentes por el Socialismo, Polo al Sur, Fuerza
Común, Democracia Socialista María Cano, Movimiento por la Constituyente
Popular, Corriente Ecosocialista, Democracia Directa, Unidad Social, Corriente
Democrática y Socialista, Revolución de la Esperanza, Polo Crítico y Fundación
Justicia y Paz se pronunciaron rechazando la exclusión y reclamando la unidad. [2]
De todas formas,
la liquidación del Polo por parte del grupo autista está en marcha. Su
comportamiento hegemónico y excluyente hace prever que no se detendrá. No
importa que de ocho senadores, sólo queden tres en el cascarón: Robledo,
Alexander López y Parmenio Cuéllar, pues al expulsar al Partido Comunista
quieren quedarse con la curul de la senadora comunista Gloria Inés Ramírez, y
ya perdieron las de los que se marcharon con Petro: Luis Carlos Avellaneda, Camilo Romero
y Jorge Guevara. El octavo senador, Mauricio Ospina, sigue oscilando entre el
Polo y Progresistas.
Por los lados de
la Cámara, Hernando Hernández también rechaza la arbitrariedad y sería otro de
los expulsados, en tanto que Iván Cepeda Castro, uno de los congresistas más
destacados y serios del Polo, igualmente firmó el pronunciamiento contra las
exclusiones y la antidemocracia en el PDA y produjo su propio comunicado. [3]
Así las cosas,
el cascarón está cada vez más vacío, de congresistas y de líderes de masas, así
el Moir ponga a firmar a sus miembros, como lo hizo en una extraña carta
dirigida “a toda la militancia polista” y titulada Somos Polo, dada a conocer el 20 de junio de 2012, en la que repiten
la palabra fidelidad al PDA tres veces, como si este frente fuera una capilla y
en la política de izquierda siguieran imperando los dogmas por encima de la
sana crítica y de la reflexión creadora.
Aunque, en
realidad, en eso, en una capilla, ha convertido el club de amigos del Moir al
PDA. Es el paso previo a su entierro, si no se produce un viraje desde las
bases. El Tercer Congreso podría ser el escenario para la reconstrucción que
urge el Polo. De lo contrario, quedará definitivamente en manos de una secta
dispuesta a cancelar la experiencia de unidad de la izquierda más importante en
la historia reciente de Colombia y a cavarle una tumba a la tolda amarilla.
(*) Director del periódico Paréntesis, de Cali,
Colombia.
---
[1] Ver el artículo Hablan los trabajadores de la caña,
publicado en la edición No. 24 de PARÉNTESIS, martes 17 de julio de 2012.
[2] Ver pronunciamiento en esta misma
edición virtual de PARÉNTESIS.
[3] Ver el comunicado de Iván Cepeda Castro
en esta edición de PARÉNTESIS.
Cali, domingo 12 de agosto de 2012.
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