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viernes, 31 de enero de 2014

ANÁLISIS. Lo que dejó el año de las protestas sociales y los retos del momento

Aspecto de una de las masivas movilizaciones realizadas por el pueblo en Bogotá, el 29 de agosto de 2013, en desarrollo del Paro Nacional Agrario y Popular. (Foto: Luis Alfonso Mena S.).

2013, año de la indignación; 
2014, año de la unidad de la izquierda

Por Santiago Mena Cárdenas (*)
El año 2013 dejó un saldo sumamente positivo en lo atinente a las luchas sociales y de apoyo a los diálogos de paz de La Habana que cumplieron un año y que han traído grandes avances en dos de los cinco puntos que se tienen agendados para tratar, como son el tema de una nueva política agraria en beneficio de los campesinos colombianos y el de la participación y garantías políticas.

Las luchas sociales y populares iniciaron muy tempranamente en marzo con el paro cafetero que movilizó a los cultivadores del grano que en otrora fuera el producto más representativo del país y que, debido a la falta de políticas gubernamentales en beneficio de los cultivadores, a casi un año de ello las promesas realizadas por el Gobierno Nacional no han sido verdaderamente implementadas y el problema cafetero persiste.


El 9 de abril se realizó en Bogotá la gran Marcha por la Paz, la cual movilizó alrededor de un millón de personas impulsadas en su mayoría por el Movimiento Social y Político Marcha Patriótica, que bajo una sola voz expresaron el apoyo a los diálogos de paz de La Habana y exigiendo una construcción de la paz con justicia social, con verdaderas reformas en beneficio de los diversos sectores sociales del Estado y que haya una verdadera democracia.

A mediados del mes de mayo el país presencio la fuerza del Paro del Catatumbo en donde miles de campesinos salieron a protestar contra la criminalización y el abandono estatal que ha existido siempre en esta región nororiental del país y exigiendo la creación de una Zona de Reserva Campesina que les permita a todos los campesinos de la zona tener recursos y opciones para una vida mejor.

La respuesta por parte del Gobierno de Juan Manuel Santos fue la de reprimir y criminalizar la protesta con la ayuda de los medios de comunicación aliados, dejando como resultado cuatro campesinos asesinados y más de una docena de heridos por parte del oscuro Escuadrón Móvil Anti Disturbios, Esmad que se ha encargado de ser el aparato represor del Estado ante cualquier brote de indignación o protesta.

El 19 de agosto se iniciaron las movilizaciones en todo el país en el marco del Paro Nacional Agrario y Popular que durante más de un mes mantuvo a todo la nación en continuas movilizaciones, en las que se presentaba una voz de apoyo a los miles de campesinos afectados por la falta de políticas agrarias eficientes, pero también indignándose por el trato y el desconocimiento que el Presidente pretendió otorgarle al Paro con su tristemente célebre frase “ese tal paro agrario, no existe”.

El papel de los estudiantes
Pero un elemento esencial dentro del movimiento popular son los estudiantes que, congregados en la Mesa Amplia Nacional Estudiantil, se movilizaron en apoyo al Paro Nacional Agrario y Popular y para reivindicar y reactivar la lucha universitaria en defensa de la Ley Alternativa de Educación Superior que los estudiantes construyeron a lo largo de dos años y que exige ser tenida en cuenta en la pretensión gubernamental de reformar el sistema de educación superior.

Y la más reciente protesta masiva que ha sacudido al país es el tema de la Reforma a la Salud, una reforma que no soluciona en nada el problema estructural del servicio de salud en Colombia y que por el contrario fortalece la salud como un negocio privado que genera con recursos públicos ganancias para los privados que los administran como son las nuevas Entidades Gestoras de Salud.

Esto ha provocado que los médicos del país junto con miles de estudiantes de las diversas facultades de Salud de universidades públicas y privadas se movilicen masivamente en las calles del país contando con la solidaridad de los pacientes que ven su derecho fundamental vulnerado por el sistema neoliberal que opera en el país.

El horizonte para el 2014 presenta una contienda electoral primeramente para el Congreso de la República que estará enmarcada, de un lado, por el regreso de viejas figuras de la derecha política colombiana como el expresidente Uribe, pero también por la presencia esperanzadora, después de 13 años, de la Unión Patriótica, a la que le fue devuelta su personería jurídica perdida en 2002 por resolución del Consejo Nacional Electoral, como señal de reconocimiento por el genocidio del cual fue víctima este partido político.

Y ya a mitad de año se vendrán las elecciones  presidenciales enmarcadas en la búsqueda de la paz, en las que Juan Manuel Santos intentará reelegirse a pesar de las nefastas políticas que han dejado al país sumido en protestas y en una crisis que el TLC firmado con Estados Unidos está generando en la industria.

En el debate estará también un ventrílocuo uribista, Óscar Iván Zuluaga, quien hará campaña en nombre de Uribe y su política de guerra, a no ser que, como van las cosas, el mismo Uribe lo saque del camino para apoyarse en la ultra reaccionaria Martha Lucía Ramírez, elegida candidata del Partido Conservador a la Presidencia de la República.

Y ahora, ante la destitución e inhabilitación para ejercer cargos públicos durante 15 años decretada contra el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, el país se encuentra frente a una nueva coyuntura que tiene que ser aprovechada por los diversos sectores sociales y políticos para formar una unidad, un frente social y político que reivindique la democracia, torpedeada por la decisión del Ministerio Público en manos del sesgado y arbitrario procurador Alejandro Ordóñez.

Las masivas manifestaciones en la Plaza de Bolívar en Bogotá condenando este acto y exigiendo el respeto de la democracia es clara evidencia el inconformismo no solo con el Procurador sino con muchas de las políticas nacionales impulsadas por Santos.

La tarea de la izquierda es lanzar una candidatura presidencial de unidad en la que converjan los diversos sectores sociales y políticos que durante el último año han demostrado su capacidad de movilización y de coherencia en sus protestas para pelear contra las maquinarias santista y uribista que pretenden polarizar en estos dos lados la política colombiana.

(*) Estudiante de derecho. @SantiMena94.








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