Abusos de la Alcaldía y la Policía en desalojos en
el jarillón del río Cauca
Por Luz Betty Jiménez de Borrero y Pablo A.
Borrero V.
Una nueva protesta con ocupación de La
Ermita para hacerse escuchar de un gobierno sordo ante los reclamos de los
caleños, es la respuesta de un grupo de personas a quienes se les pretende
desalojar de sus viviendas por la fuerza. Esta vez son los ocupantes del
Jarillón del Rio Cauca quienes ante la inminencia de su desalojo por parte de
las autoridades, solo encontraron refugio en una iglesia como alternativa para
visibilizar su problemática y hacerse oír.
Estas personas no desconocen el riesgo
que conlleva el vivir a la orilla del Rio Cauca siendo conscientes de la
necesidad y urgencia de su reubicación con todo lo que tal hecho implica lo
cual no puede limitarse a la solución facilista de construir apartamentos para
vivienda de interés prioritario, estrechos, a los cuales se les lleva, sin
tener en cuenta que en su actual hábitat muchas familias tienen unidades
productivas de las que derivan su sustento diario las que no pueden ser
trasladadas a las nuevas viviendas.
Simultáneamente con este hecho, el Concejo
Municipal estudia el proyecto de acuerdo 103 por medio del cual se autorizan
vigencias futuras extraordinarias por valor de Noventa y seis mil cuatrocientos
catorce millones de pesos ($96.414.000.000), para los años 2016, 2017 y
2018 con el propósito de financiar la construcción de la
infraestructura de reforzamiento del jarillon del Rio Cauca, Rio Cali y Canal
interceptor de la carrera 50 con la correspondiente gestión social, tal como
aparece en el título, proyecto que debe ser estudiado con cuidado ya que es
mucho el dinero de los caleños el que está en juego y que bien gestionado
pudiera alcanzar para satisfacer otras necesidades urgentes de la ciudad y de
sus habitantes.
El proyecto presentado por el gobierno
local se limitó a mostrar el cumplimiento de las exigencias formales tales como
la declaratoria de importancia estratégica, la no afectación actual de la
capacidad de endeudamiento del municipio, el cumplimiento con las proyecciones
del marco fiscal de mediano plazo, etc. Sin embargo, aspectos importantes como
conocer exactamente el número total de familias que deben ser reubicadas con
especificación de su actividad económica-laboral, menores de edad, adultos
mayores que viven en el sector, etc., no aparecen en el citado proyecto.
Es equivocado pretender trasladar a un
mini apartamento a las personas o familias que tienen una actividad
económica relacionada con el campo, ya que por lo reducido del área solo pueden
dormir y habitarlo. Existiendo tanta tierra ejidal en Cali es inaceptable que
las propuestas de solución no hubieran mirado alternativas diferentes como
pudieran ser las casas-parcelas y de esta manera también encontrar solución a
la seguridad alimentaria de las familias.
Lo cierto es que el alcalde que se
elija en octubre encontrará comprometidos los presupuestos con tantas vigencias
futuras excepcionales aprobadas por el concejo municipal, de manera que su
margen de acción estará muy limitada para desarrollar su plan de desarrollo
acorde con su programa de gobierno, a no ser que se le impongan mayores tasas
contributivas a los caleños a lo que deben estar vigilantes. Igualmente
encontrará costosas obras que sobrepasaron el valor calculado sin tener buena
calidad en los elementos utilizados en su construcción ni en los acabados como
sucede con la Plazoleta del Correo en la que se gastaron dos mil cuatrocientos
cincuenta millones de pesos ($2.450.000.000) y aún no está totalmente acabada
porque ni los árboles que cortaron han sido reemplazados.
Esta es una remodelación de cemento y
sobre costosa como la plazoleta de la caleñidad hoy Jairo Varela que no pueden
ser utilizadas por los transeúntes para el descanso y solaz y para el
reencuentro porque el sol inclemente ó la lluvia no lo permiten.
En este caso los verdaderos
beneficiarios con las obras son los constructores y las cementeras que además
premian a los arquitectos e ingenieros por construir obras donde el cemento es
lo destacable, mientras tanto los presuntos “beneficiados” que para el caso del
Jarillón del rio Cauca son las familias a reubicar sufren el desalojo y el
abuso de las autoridades que no tuvieron en cuenta las condiciones en que viven
las personas quienes no podrán habitar los mini apartamentos sino sobre la base
de tener que renunciar a su actividad productiva de la cual derivan su
sustento, ya que hasta tanto se les capacite para desarrollar otras
actividades, se les dispensen créditos para micro empresas, pasará mucho tiempo
antes de que puedan obtener los ingresos necesarios para cubrir sus
necesidades, pagar servicios públicos, transporte, etc.
Siendo la obra del jarillón del río
Cauca un proyecto necesario para la ciudad, su mala planificación no solo podrá
generar sobrecostos sino que ha traído como consecuencia un grave problema
social derivado de los abusos de la administración municipal y de la fuerza
pública que atenta contra la convivencia social y el espíritu de paz con
justicia social que deben mantenerse en la ciudad como fundamento mismo de la
solidaridad entre todos los caleños y el gobierno de la ciudad.
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