ODIO
ENFERMIZO Y FANATISMO
Por
Luis Alfonso Mena S.
Las agresiones de que fueron
objeto el candidato presidencial del partido Farc, Rodrigo Londoño, Timo, y
quienes lo acompañaban en las calles de Armenia no reflejan otra cosa que a un
sector social enfermo de odio, profundamente inoculado por la intolerancia y la
enajenación que disparan los instintos primarios.
En quienes reaccionaron al
recorrido que Londoño hacía por una avenida de la capital del Quindío no se
escucharon argumentos, ni reclamos sustentados, como correspondería a seres
civilizados.
Solo se oían gritos, insultos de
personas aupadas, además, por agitadores de extrema derecha, de provocadores
que pelechan en sectores sociales despolitizados y fanatizados.
Y luego, la violencia contra los
vehículos en que se movilizaban el candidato y sus compañeros, que fueron
atacados y destrozados en parte.
Solo la serenidad de Londoño y de
quienes caminaban con él evitó que la evidente provocación tendida pasara a
mayores.
Expresiones de intolerancia como
la del viernes 2 de febrero en Armenia no son nada neutrales.
En las redes sociales y en medios
de comunicación tradicionales personas y políticos alcahuetes del
paramilitarismo y de la violencia estatal hacen fiestas con las imágenes y los
videos contra Londoño y sus seguidores.
Pero nada dicen en relación con
la ola de asesinatos perpetrados por la extrema derecha contra líderes
sociales, defensores de derechos humanos, reclamantes de tierras y
excombatientes que dejaron las armas.
El odio irrigado por medios de
comunicación a lo largo de los tiempos ha hecho su efecto en sectores de la
sociedad para los cuales la paz en Colombia no cuenta y dicen preferir la
guerra, pero la realizada por los demás, no por sus hijos, hermanos o padres.
El sábado 3 de febrero, en la
ciudad de Pereira, otros fanáticos, movidos por las llamadas redes sociales,
cercaron durante largas horas una reunión de integrantes del Partido Farc que
se cumplía en el edificio Coeducar.
Los convocados rodearon la
edificación y amenazaron la seguridad de los participantes en la reunión desde
inicios de la tarde hasta altas horas de la noche.
La campaña electoral en marcha ha
entrado en un terreno de violencia verbal y amenazas no solo contra los
aspirantes del partido Farc, sino contra los de otros movimientos, como el de
Gustavo Petro.
Ello hace urgente que el Estado
garantice la integridad de los participantes en la contienda comicial.
Y que el debate pase a otro
nivel, que empiece por el repudio rotundo a la violencia, en sus diversas
manifestaciones, como el asedio amenazante, la provocación y la agresión que se
presentaron en Armenia y Pereira.
La historia política de Colombia
está llena de episodios similares que no se deben repetir.
No podemos estar condenados a una
sociedad sumida en la violencia eternamente.
Cali, sábado 3 de febrero de 2018.
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