“El
acto de crear es como una oración”
Por
Luis Alfonso Mena S.
Hasta hace
algunos días estuvo en exposición en la Biblioteca Departamental, al sur de
Cali, parte del trasegar pictórico de Yvette Marie Apsit Díaz, una obra que,
como ella misma dice, refleja “la fuerza creativa femenina, el poder de la vida…”.
Para Yvette
Marie su obra “son árboles, son agua, son peces, que son la misma tierra, y es
un llamado a ese reconocimiento de la fuerza interior femenina. No es una
fuerza de acción de tipo masculino, no, es una fuerza interna, centrada, que
tiene que ver con la gestión de la vida”.
La encontramos
en un costado de su exposición, titulada Universo Verso Uno, orientando en una
larga mesa llena de pinceles y tarritos con pinturas a una veintena de jóvenes
y algunos adultos con dificultades cognitivas, vinculados a la Fundación
Progresar, con quienes realizaba un taller de colores organizado por la artista.
Yvette Marie
hace parte de ese conjunto de seres sensibles que en Colombia se la juegan por abrir
espacios para su creación, por hacer valer su amor al arte, por no claudicar
ante las dificultades, por no sucumbir ante los portazos que les cierran
espacios en Proartes, Comfandi, el Museo de Roldanillo o en otros donde los
discriminan.
Resiste y se
abre paso con su obra, pugna por hacerla visible, y por tocar con ella los
espíritus de tantos guerreros de la cotidianidad y tantos otros guerreros del
conflicto.
Porque, como
ella dice, “el acto de crear es como una oración”. Una oración por la vida, por
la naturaleza, por el respeto a los derechos de los demás, pero también por el
derecho propio a hacer, que es una forma de buscar la paz.
Poco después
de la entrevista, Yvett Marie se iría a dirigir otro taller, esta vez en el
norte de Cali, con mujeres desplazadas por el conflicto social y armado
existente en Colombia, precisamente en la fecha en que se conmemoraba el Día de
la no Violencia contra la Mujer.
Allí, como
ocurrió a finales de 2014 --cuando reunió a activistas comunitarios y a personas
interesadas en las imágenes callejeras para pintarle a la paz en un costado del
puente sobre la Avenida Roosevelt con Carrera 24 de Cali--, dejaría también la
huella de su brega por el arte y por los espíritus sensibles.
Con su obra al fondo y en el centro de la Sala de Exposiciones de la Biblioteca Departamental, la artista plástica caleña Yvette Marie Apsit Díaz. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
--¿Cuál
es la filosofía de su trabajo pictórico?
--Hay un poco
de varias filosofías, pero en sí es difundir la vida, difundir el cuidado por
la naturaleza, cada cuadro es como una oración, porque el acto en sí mismo de
crear para mí es una oración, es un contacto con las profundidades de la
psiquis, pero también tiene un contacto con lo espiritual o con lo divino. No
es que tenga una temática organizada desde el principio, no, eso más bien se ha
ido construyendo de una manera aleatoria, pero dejo que mi yo se exprese, me
permito esa libertad de expresar lo que me viene, o sea: voy trabajando y
conforme a lo que voy trabajando va sucediendo y voy detrás de eso que va
sucediendo.
--Vemos
que su pintura está llena de color y de figuras que invitan a razonar, a
pensarlas, a discernirlas…
--Yo te
invitaría a que más que razonamiento pudieses abrir tu sensibilidad, porque no
es que tengan un contenido razonable, sino que tienen como coordenadas que
mueven tu ser interior, tu energía, eso es algo muy importante en este trabajo.
--¿Ubica
su trabajo en alguna escuela artística?
--Pues yo creo
que hago la escuela y claro, tengo de todo lo que he estudiado, de todos los
movimientos, desde los clásicos, los griegos, los impresionistas. Con este
colorido que ha abierto justamente este camino a la no representación
fotográfica, sino más bien emocional y, más que emocional, yo diría que
espiritual, se va revelando hoy en día. Igual, tampoco hablamos de formas muy
definidas o corrientes, yo no creo que haya una corriente así aparte de las instalaciones o del arte conceptual. Mi arte
está carente de eso, habla por sí solo, yo no necesito escribirte qué
significa, o lo sientes y te conectas con él, o cada quien se conecta de una
manera diferente, porque esta es la magia de este trabajo.
--¿Cuáles
son las obras que destaca de su exposición?
--Está El rezo por los santuarios de vida, que
es un rezo que yo lo he puesto justamente para que esa energía llegue a esos
lugares donde nace el agua; por lo tanto son los santuarios donde nace la vida
del agua. Está La semilla cósmica, cómo
nosotros somos producto de esa semilla cósmica y cómo hay que mantenerla,
cuidarla. Está Eva, que se va
comiendo toda la manzana del conocimiento y se despliega todo ese conocimiento.
Y está Nana, que tiene dos cabezas, porque
a veces tenemos un ser que nos guía o nuestro gran inconsciente que está ahí,
como una segunda cabeza que lo representan nuestras culturas amerindias y las
culturas prehistóricas más fuertemente de estas deidades con dos, tres cabezas,
porque no son seres humanos. Precisamente es un ser antropomorfo, pero no
quiere decir que realmente sean humanos. Para mi cada cuadro es una presencia,
eso lo aprendí en México: el arte no representa, es en sí mismo una presencia
que actúa sobre los seres humanos constantemente.
--Grosso
modo, ¿cuál es el camino recorrido por su pintura?
--Empecé
apenas salí del bachillerato, entré a Bellas Artes, pero mi padre desde antes
me fomentó, me regalaba lápices de colores, papeles. Si me veía haciendo
muñecas me traía trapitos y cositas. Después de Bellas Artes me fui a México,
estudié diez años allá, cinco años en la Escuela de la Esmeralda que fundaron
Diego Rivera y Frida Kahlo, cuatro años más que estuve en la Escuela de San
Carlos, y en artes de oficios varios, porque una de las maravillas de México son
todos los oficios que tiene y todo los que tuve lo aprendí, porque me encanta
el hacer creativo, la transformación de la materia.
--
¿Cuáles son las exposiciones que mejor sensación le han dejado?
--Pues no te sé
decir que haya una mejor, una importante, pero me parece que estas dos veces
que he expuesto en la Biblioteca Departamental me han permito llegar a muchas
más personas, que es el propósito. Aquí vienen muchos colegios, muchos niños, a
veces son guiados, a veces no, pero esto aquí está haciendo su influjo.
--¿En
qué consiste su trabajo con mujeres desplazadas?
- Pues este
taller es en Casa Matria, justamente se trabaja con mujeres víctimas del
conflicto y trabajamos el arte en reparación. Justamente cuando tú puedes
expresar lo que estás sintiendo, lo que has vivido, lo concientizas, lo ves, lo
puedes superar.
--¿Qué
nuevos proyectos se avizoran en el horizonte?
--Pues estoy
abriendo puertas y los proyectos vamos a ver qué tanto nacen, porque ya he
pasado bastantes proyectos en diferentes espacios de la ciudad, a ver cuál te
recibe, porque no todos te reciben.
--Precisamente,
¿cómo es su lucha para poder dedicar todo su tiempo a la producción artística?
--Hay una
tenacidad allí, yo creo que es una vocación sinceramente, porque hay que
esperar mientras se posiciona la obra en el sentido de que te den los espacios
y que para las entidades institucionales o los curadores uno sea de su agrado o
del movimiento en que esté… Porque a mí simplemente me han dicho: “No, no me
interesa su obra”, organismos como Proartes. ¿Cómo así que no te interesa, dime
por qué?, pregunto yo. Y me responden: “Simplemente no me interesa”. Eso es lo
que responde un curador como Miguel González que maneja muchos espacios. Así
pasa en Roldanillo y muchos lugares en los que uno quisiera hacer este tipo de
movimientos. Luego está Comfandi, que tampoco responde, y hay otros lugares que
son del uso público a los que yo no sé por qué es tan difícil acceder. Precisamente
hago esta muestra porque muchas veces hay que mostrar para que se te abran los
espacios. Ese es el camino, el de abrir espacios, mostrar realmente y motivar a
ese tipo de organismos, instituciones, de curadores a que se interesen en este
tipo de pintura-medicina.
--¿Por
qué pintura-medicina?
--Porque me
parece que es súper sanadora, o sea, algo te mueve, algo te nutre, te llena, te
comunica algo, hace contacto contigo, quién sabe de qué manera...
--¿Por
qué cree que no hay respuesta, no hay apoyo de esas entidades y personas que me
mencionó?
--Porque de
pronto no es una pintura que esté de vanguardia, o porque no está en el
movimiento contemporáneo. Sin embargo, la pintura es atemporal, carece de
límites y simplemente es como la época.
--Usted
ha hecho énfasis en su aporte a la época, que es la de la búsqueda de la paz. ¿Cómo
se inscribe su obra en ese camino?
--Pienso que
en la belleza, en la armonía y en el trabajo que hay en cada uno. Pienso que es
eso lo que se emana en cada obra, hay una búsqueda de un equilibrio, de la
armonía, de la belleza, la belleza genera paz aunque a veces parece muy
contradictorio ante la guerra y la violencia que estamos viviendo, pero la
belleza es hasta la mirada, tratar bien al otro, el ser amable, el ser capaz de
aprender y apreciar la belleza de un árbol, de un cielo, que puede alimentar y
sanar una tristeza y pienso que la obra de arte, cuando se trabaja de corazón,
así bien entregada, puede hacer algo de lo que realiza la naturaleza en nuestro
espíritu.
--¿Cree
que su obra puede incidir en los guerreros dentro del conflicto colombiano?
--No sé, pero
que podemos tocar las fibras sensibles humanas, sí. No sé en qué manera incide,
hay que invitarlos a ver qué pasa, pero también me pregunto qué haría un
guerrero ante los bellos cuerpos de las mujeres, que haría un guerrero ante una
obra plástica que no se posee. Entonces esa pregunta me lleva a muchas cosas,
justamente a lo que vamos ahora, a Casa Matria: mujeres víctimas del conflicto
armado, de desplazamientos, de guerras, mujeres violadas. Es una cuestión
social muy antigua que pienso que tiene que transformarse en algún momento,
porque el cuerpo femenino es un cuerpo sagrado, así como lo es la tierra. Entonces
un cuerpo femenino lastimado,
violentado, simplemente lo que revela es que a la tierra la violentamos, la
saqueamos, la perforamos. ¿Y dónde está el cuidado de la vida?
Cali,
lunes 30 de noviembre de 2015.
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Hilos de Luz, una de las obras de Yvette Marie Apsit Díaz. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
El proceso creativo del grupo juvenil avanza. La artista no solo crea, sino que ayuda a crear. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
Ariadna, otra de las pinturas de Yvette Marie Apsit Díaz. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
Al final del taller, los participantes crearon su propia obra. El proceso dio frutos. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
Caminante de Estrellas es el título de esta obra. El hombre con el mundo a cuestas. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |