"La cultura del libro, de publicar, de editar, de hacer circular es inmensa en Cuba", dijo Alberto Ramos Garbiras en entrevista con PARÉNTESIS. (Foto: Luis Alfonso Mena S.). |
“Quien no sea arribista ni tenga urgencia de lujos ni fantocherías se queda en Cuba”
Por Luis Alfonso Mena
S. (*)
“En
Cuba la educación está totalmente garantizada en primaria, secundaria,
universidad y posgrados. Lo mismo la salud. La red hospitalaria es muy buena,
atienden a todos sin distingo, y es absolutamente gratuita. La población tiene
seguridad, porque no hay violencia. El alivio económico está en que no cuestan nada la salud ni la educación. Eso es una ayuda inmensa para el
patrimonio familiar, además de que se conserva el empleo”.
De
esta forma resume el profesor Alberto Ramos Garbiras los logros sociales alcanzados
por el pueblo cubano, tras 57 años de Revolución, a pesar del bloqueo
económico decretado por Estados Unidos desde 1960. “Los cubanos son gente muy
buena, muy noble, muy amable, desprevenidos, llevan un ritmo de vida sin ningún
afán. Esa tranquilidad no se ve aquí en Colombia y debe ser porque lo
principal en sus vidas está resuelto”, recalca Ramos Garbiras, quien hace poco regresó de Cuba, donde participó como jurado en el 12 Festival Internacional del Cine
Pobre de Gibara.
Entonces
surge la pregunta coyuntural, a propósito de una ola de emigración de cubanos
que llegan a Ecuador y pasan ilegalmente a Colombia, luego a Panamá y Costa
Rica en busca de saltar a Estados Unidos, lo cual ha originado medidas de emergencia de gobiernos
centroamericanos orientadas a frenar este fenómeno. Eso ocurre, explica el
catedrático, porque aún hay “estrecheces… Pero quien no sea arribista ni tenga
urgencia de lujos ni fantocherías en Cuba se mantiene”.
Ramos
Garbiras no solo es un experto reconocido en materias medioambientales, lo
mismo que un analista político y constitucionalista respetado, especialista en
asuntos del conflicto colombiano y uno de los primeros violentólogos en las
universidades colombianas, sino que es también un avezado conocedor del cine,
toda vez que lo estudió y ha ejercido la crítica cinematográfica desde la
década de los años ochenta del siglo XX en diferentes medios de comunicación.
Ese
manejo polifacético le ha permitido desempeñarse con propiedad en diversas
áreas del derecho y la ciencia política, lo mismo que en cargos públicos como
la Personería Delegada para los Derechos Humanos de Cali, la Procuraduría
Ambiental y Agraria del Valle del Cauca, la Oficina de Prevención de Desastres
del Departamento y el Consejo Directivo de la CVC, entre otros, además de ser miembro de la Academia de Historia del Valle, de escribir una columna sobre cine en el diario El País durante diez años, de haber
realizado estudios de historia del cine en Suecia (1982), de edición
cinematográfica en España (1983), becado por la entidad estatal promotora del
cine de la época, Focine, y de haber escrito el libro Textos de cine (1985), al lado de once libros más sobre otras temáticas y disciplinas.
Por
eso no es de extrañar que este docente universitario nacido en Sevilla,
municipio cafetero del norte del departamento del Valle del Cauca, en el
suroccidente de Colombia, haya sido invitado al mencionado Festival que se cumple desde el año 2000 en Gibara, municipio de la provincia de Holguín, República Socialista de Cuba, en calidad
de jurado del certamen llevado a cabo con total éxito entre el 20 y el 24 de
abril de 2016.
Se
trata de un festival de los situados como 'underground', fundado por el destacado
cineasta cubano Humberto Solás y que congrega a productores y directores de películas y documentales de bajo costo de América Latina y España, en el que Ramos
Garbiras fungió como juez en la categoría de Guion Inédito de Largometraje de Ficción.
Como
reza el Manifiesto del Cine Pobre,
éste “… no quiere decir carente de ideas o de calidad artística, sino que se
refiere a un cine de restringida economía que se ejecuta tanto en los países de
menos desarrollo o periféricos, así como también en el seno de las sociedades
rectoras a nivel económico-cultural, ya sea dentro de programas de producción
oficiales, ya sea a través del cine independiente alternativo”.
“El festival propone en su programa
fomentar un cine independiente, democrático y que se oponga a la indiscriminada
manipulación de los espectadores. Es por ello que pretendemos crear un ámbito
que potencie el desprejuicio y la autónoma reflexión. Apostamos en favorecer la exhibición de un cine
emancipado y alternativo. Con esta finalidad, nuestro certamen conforma
grupos de jurados responsables de cada una de las diferentes secciones en
concurso: Ficción; Documental; Guion Inédito de Largometraje de Ficción;
Animado, Videoarte y Experimentales”, explica por su parte Celia Pérez, productora asistente del certamen.
Para
hablar sobre esta interesante experiencia y de su visión como analista político
de la Cuba que tuvo la oportunidad de palpar en las provincias de Holguín y La
Habana, PARÉNTESIS abordó al profesor Ramos Garbiras.
--Cuéntenos, profesor, sobre
esta experiencia en Gibara, Cuba.
--Este
es un festival de cine de bajo presupuesto, es decir, cine underground. Ana Curbelo, que es una de las organizadoras
del festival, me contactó y me cursó la invitación el presidente del festival,
que es Jorge Perugorría, un actor
muy famoso y director, que además fue compañero de trabajo de Humberto Solás, fundador del Festival
de Gibara, y con el consentimiento de Susana
Molina, quien es la subdirectora nacional del Instituto Cubano del Arte e
Industria Cinematográficos, Icaic. La modalidad en la que fui designado jurado
fue la de guion inédito. Habían presentado más o menos 50 guiones,
seleccionaron diez, y entre los diez había que escoger uno para premiarlo. El
Festival se realiza en la ciudad bahía que es Gibara. Se han hecho doce
ediciones. En años anteriores estuvo a punto de naufragar porque los directores
de cine se lo querían llevar para La Habana. Lo rescataron los jibareños y se
salvó.
--¿Cómo es el Festival?
--Además
de cine, al festival le suman artes plásticas, escultura, teatro, danzas y
pintura. Fuera de eso, se hacen las Fiestas de Gibara. Por lo tanto, hay una
febrilidad inmensa, porque todas las noches hay un concierto junto al mar, con
artistas de música rock y de otras modalidades de moda, pero la esencia es el
cine, la gente va al Cine Giba y a otras tres salas, entre ellas la de la Casa
de la Cultura de Gibara y una sala 3D. Se hace mucho énfasis en el documental. Los cubanos son
muy dados a este género para explorar la realidad, para presentar los
problemas de la sociedad cubana, pero el festival es internacional. Había
películas argentinas, mexicanas, peruanas, venezolanas, españolas. Había también
jurados de otros países.
Alberto Ramos Garbiras, cuando intervenía en uno de los foros realizados en el 12 Festival Internacional del Cine Pobre de Gibara. (Foto: cortesía para PARÉNTESIS). |
--¿Por qué un festival del
cine pobre?
--Porque
no es un festival de alto presupuesto, ni de efectos especiales o con
contratación de muchos extras. Todo se hace con pocos recursos. Perugorría, que
es el director, decía: “Es
que aquí lo que se premia es la imaginación”. Es un cine pobre en formato, pero rico en
imaginación. Es un festival que estimula las ideas del cine alternativo,
de quienes no tienen posibilidades de acceso a los canales de distribución
tradicionales, ni pueden ser financiados. También le dan mucha cabida al cine
digital, es decir, cámaras que no son necesariamente las cámaras grandes del
cine. Inclusive, vi dos películas que fueron hechas con teléfonos inteligentes
que luego de grabadas son editadas y presentada en blu-ray (“formato de disco
óptico para video de alta definición y con mayor capacidad de almacenamiento de
datos que la del DVD”, según Wikipedia.org).
--¿Cómo ve el panorama
del cine cubano en la actualidad?
--Están
produciendo más o menos unas quince películas al año. Han surgido directores
muy buenos, como Juan Carlos Tabío.
Han hecho un cine que circula en toda América Latina. Pero el cine cubano lo
mismo que el colombiano tiene el problema de la distribución: no está
garantizado que llegue a todos los mercados, y en esencia llega a festivales,
porque en todo país hay un festival de cine o dos, o llega a cinematecas o a
salas de arte y ensayo o está siendo distribuido en DVD. Entonces el problema del cine cubano es
el mismo de todo el cine latinoamericano, que está bajo el manto y la voracidad
del cine norteamericano y del monopolio en las salas. Porque los
norteamericanos tienen monopolizadas las salas, y son paradójicamente de Cine
Colombia, pero esas son salas de cine norteamericano. Por ejemplo, mire El soborno del cielo, de Lisandro Duque: no alcanzó a durar dos
semanas en exhibición, y la quitaron estando con 45.000 espectadores, por meter
en cinco salas, en cada centro comercial, a Batman
vs Superman. El abrazo de la
serpiente ya la habían quitado en noviembre de 2015 y la volvieron a
colocar en enero de 2016 cuando fue nominada al Oscar en la modalidad de Mejor
Película Extranjera. La película de Carlos
Palau que acaba de salir, La caravana
de Gardel, sobre una novela de Fernando Cruz Kronfly que narra el trasegar
y el periplo del cadáver de Gardel después de que pereció en Medellín en 1935
para llevarlo de esta ciudad a Buenaventura y poderlo embarcar hacia Buenos Aires
por vía marítima, no fue aceptada por Cine Colombia y no la presentó en ninguna
sala.
--¿Quiénes son los
organizadores del Festival de Gibara?
--Susana
Molina, que es la subdirectora del Icaic; Jorge Perugorría, actor de la
película La miel para Ochún y de
otras películas de Humberto Solás, porque trabajó mucho con él y ha sido actor
también de Juan Carlos Tabío; también, Ana Curbelo, organizador de festivales
que tiene un doctorado en cine en Canadá y es profesor de cine.
--¿Cuál fue su
experiencia en la selección del ganador en la categoría de Guion Inédito de Largometraje de Ficción?
--Eran
guiones que planteaban el tema del retorno, es como una constante, una
coincidencia, de historias de cubanos que se habían ido del país y habían
retornado sin dificultad. El guion ganador se llama Repatriación y trata de una persona que quiere venir a montar su
peluquería en La Habana y conoce a una amiga con la cual tiene afinidades y
resulta siendo su compañera. También vimos en cuatro de los guiones que se está
hablando de parejas homosexuales, de transgenerismo. Están aceptando todos estos
temas. Y, básicamente, todas estas películas hablan sobre las expectativas del
cambio.
--¿Cómo es Gibara, la
sede del Festival?
--Es
una bahía situada en el extremo norte de Holguín, con no más de doce mil
habitantes, es un puerto, un municipio muy bello, pero ha sido afectado por dos
huracanes recientemente. Uno en el 2008 por el huracán Ike, y en el 2011 por el
huracán Sandy. Sin embargo, la reconstruyeron. Por todos los costados tiene
mar. Por donde usted vaya se encuentra el mar a las tres o cuatro cuadras. Es
como si fuera una península, pero en realidad es una bahía. Tiene playa y
puerto. La gente es supremamente amable. Hay cinco hoteles y un teatro muy
hermoso que acaba de ser reconstruido, con aire acondicionado, silletería
nueva. Tiene seis restaurantes grandes. La gente vive del trabajo en el campo.
--¿Quién fue Humberto
Solás, el fundador del Festival?
--Fue
un director gibareño que desde temprana edad se fue para La Habana y, según los
testimonios de Juan Carlos Barba, que hizo un gran documental sobre Solás, desde
que vio la primera película, a los diez años, se impresionó con las imágenes,
quedó impactado. Quería estudiar inicialmente arquitectura, pero terminó en el
cine. Viajó a Europa, a los 19 o 20 años, estuvo en Italia en 1963 y a su regreso,
con esa visión que adquiere en Europa, se empecina en hacer cine, y a los 22
años hace la gran película que es Lucía.
Son tres partes, tres Lucías, una Lucía del Siglo XIX, en la época de Martí, y
entonces cuenta todo lo que pasó en la época independentista martiano; una
Lucía en la época de la Cuba de los cabarets y las influencias de las mafias y
de los empresarios norteamericanos que tomaron la isla como su paraíso, la
época de Machado y Batista; y una Lucía de la Revolución. Entonces ahí cuenta
tres momentos históricos, que es su inclinación: el cine de época, el cine
histórico. Tiene Cecilia, que es una
película sobre Cuba durante la Colonia, que resume más de 300 años en dos horas
y media, contando qué pasó en Cuba durante la permanencia de los españoles en
estas tierras. Tiene El Siglo de las
Luces, que es otro fresco histórico sobre la novela de Alejo Carpentier. Un hombre de éxito, que es la burla a un
burócrata que cada que cambia el Gobierno cambia el cuadro del nuevo mandatario
y se acomoda ideológicamente al que llegue al poder: es una de las grandes
películas del cine cubano. La miel para
Ochún, es otra de sus películas. También, Manuela, que es la historia de una guerrillera que gira en el año
58, en la etapa previa al triunfo de la Revolución, que fue filmada en 1966 y
ganó premios internacionales; es un mediometraje y fue distinguido en varios
festivales en esta categoría. Solás fue el gran amigo del director de Icaic, Alfredo Guevara, y éste lo defendió
cuando hizo Cecilia, una película muy
costosa, que en un momento determinado fue criticada porque consumió casi todo
el presupuesto del Icaic, y entonces para demostrar que podía hacer cine sin
presupuesto, con la ayuda de sus amigos, realizó Un día de noviembre; fue una película con escenas multitudinarias,
majestuosas, con decorados: era un empecinado. Se lamentaba mucho Solás de que
cuando hacía una película contemporánea, le lanzaban dardos. Se dedicó al cine
histórico para poder recrear libremente la historia, porque era un marxista convencido.
Falleció en 2008 por una enfermedad en la garganta, a los 66 años.
--Pasando a otro plano,
¿cómo encontró a Cuba a propósito de la coyuntura por la visita de Obama y los
anuncios del levantamiento del bloqueo estadounidense del que han sido víctimas la nación y el pueblo cubanos.
--Hablé
mucho con gente de la calle, con administradores de hoteles, taxistas,
empleadas, camareras, gente de la sociedad cubana, con cineastas, con
estudiantes en los parques y lo que existe es una gran expectativa con la
transición que pueda darse con el desbloqueo, pero tanto en la prensa, en
Granma, como lo que la gente manifiesta, es que no se ha visto ninguna medida que desactive el bloqueo,
es decir, el bloqueo se mantiene. La vida en Cuba continúa siendo con
estrecheces, pero la gente está amoldada a las circunstancias, la gente tiene garantizada la
salud totalmente gratuita; la educación, totalmente gratuita y la seguridad está
garantizada. No se ven colas en los supermercados. Está más moderado ese
sistema de ventas en los graneros. Hay algunos supermercados y libremente la
venta, no hay indigencia. Sí hay problemas de contaminación, porque los carros
que tienen sincronización, motores nuevos, etc., son los que comenzaron a
llegar en el 2008, cuando la Unión Europea abrió ese mercado, pero la gente que
no ha podido comprar vehículos modernos continúa con los de la década del
cincuenta y del cuarenta; quienes tienen esos vehículos les hacen injertos para
que funcionen. La mayor parte de la movilidad se hace en taxis, unos afiliados
a Cuba Taxis y otros independientes, vía celular. Hay mucho tránsito en
bicicletas y hay mucho bicitaxis, está llena La Habana de bicitaxis en los que
montan uno o dos pasajeros. Y también hay victorias, carruajes halados por
caballos, como en Cartagena o en Palmira. Ahora lo que observé es que los
vehículos viejos, de hasta cincuenta años, están siendo muy utilizados por los
turistas, porque los descapotan y en ellos hacen paseos para los turistas. Es
como la moda ahora: recorrer La Habana Vieja en un carro antiguo.
--En materia de salud,
de educación qué le comentaron las muchas personas con las que usted habló.
--La educación está totalmente
garantizada en primaria, secundaria, universidad y posgrados. La gente vive muy
satisfecha porque la educación no tiene ningún costo. Lo mismo la salud.
La red hospitalaria es muy
buena, atienden a todos sin distingo, y es absolutamente gratuita.
Imagínese que ya esa sociedad tenga garantizada la educación y la salud es ya
una ventaja enorme, y que tenga seguridad, porque no hay violencia, eso alivia
mucho la situación económica, de que no haya mucha movilidad hacia otros
empleos, que la gente conserve su empleo. En el sector terciario hay mucho
empleo, en el hotelero. Conseguir un empleo nuevo es difícil, pero la gente conserva su empleo
y el alivio económico está en que no le cuesta nada la salud ni la educación.
Eso es una ayuda inmensa para el patrimonio familiar.
--¿En materia de
seguridad qué pudo palpar?
--Uno
puede salir a cualquier hora a la calle, puede deambular, en la calle nadie se
acerca con intenciones de quitarte nada, y no es que haya pie de fuerza de gran
despliegue, si lo hay, pero no es abundante. Se vive con la sensación de que no le va a pasar nada, y en efecto yo recorrí muchas calles en Vedado y La Habana Vieja y no tuve ningún
problema, y en Gibara lo mismo hasta altas horas de la noche. La seguridad está
garantizada.
--Es conocida la
importancia dada por la Revolución al libro. ¿Qué palpó al respecto?
--La
producción del libro es bastante activa… Se sigue publicando mucho sobre Martí,
el prócer que jalona la guerra independentista en 1885. De Maceo hay muchos
libros. El Che Guevara sigue siendo una adoración, muchos libros sobre él
circulan en Cuba, lo mismo que del pensamiento de Fidel, de Camilo Cienfuegos,
de investigación científica, de las ciencias sociales que han avanzado tanto. En
Cuba se apoyan básicamente en los libros. La cultura del libro, de publicar, de editar, de hacer
circular es inmensa en Cuba.
--En general, qué sensación
le dejó la sociedad cubana de hoy, luego de 57 años de revolución.
--Los
cubanos son gente muy buena, muy noble, muy amables, desprevenidos, quieren
conversar con quien se topan, son muy tranquilos, llevan un ritmo de vida sin
ningún afán. Esa tranquilidad no se ve aquí. La gente no se preocupa, como si
tuviese todo resuelto y debe ser por lo que le dije, que lo principal en sus
vidas está resuelto: no
hay afugías por conseguir la educación de los hijos, o la salud, o por
protegerse y tienen su trabajo. Entonces son muy tranquilos. Yo hablaba
con Julio Santucho, que es un director de cine argentino, y coincidíamos en que
no tienen ningún afán de nada, no se estresan, su tranquilidad es total,
pasmosa. Es gente que lleva una buena vida. El régimen alimenticio es con mucha
verdura y mucha fruta, afortunadamente. La alimentación es buena, balanceada.
--¿Por qué todavía hay
gente en Cuba que emigra?
--Todavía
hay gente que sale porque no resiste las estrecheces… Pero quien no sea
arribista ni tenga urgencia de lujos ni fantocherías allá se mantiene,
conforme.
--¿Qué percepción
tienen los cubanos del proceso de paz en Colombia?
--Todos
conocen que allí están los delegados del Gobierno y de la guerrilla colombianos
en La Habana, que están atendidos por el Gobierno de Cuba y hay presencia
extranjera. Quieren que el proceso sea exitoso, que todo termine bien. Saben
que La Habana es un escenario propicio para que Colombia logre la paz. El
sentir de los cubanos es de apoyo al proceso de paz.
(*) Periodista independiente, editor del periódico PARÉNTESIS.
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