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La concentración política de Marcha Patriótica, el lunes 23 de abril de 2012, en la Plaza de Bolívar de Bogotá. (Foto: José Julian Mena R., enviado especial). |
Marcha Patriótica, una nueva esperanza
Estamos en presencia de la construcción de una nueva izquierda, valiente, radical en cuanto a que lucha por transformaciones estructurales, por un modelo de sociedad diferente al capitalismo, y que se hace desde abajo, en tanto se apoya en los movimientos sociales irrigados a lo largo del país. Una izquierda en plena marcha.
Por Luis Alfonso Mena S. (*)
Una nueva esperanza surgió el lunes 23 de abril en Colombia. Se llama Marcha Patriótica.
Las imágenes de miles y miles de hombres y mujeres venidos de abajo, trabajadores del agro, obreros, desempleados, estudiantes, intelectuales, negros, mulatos, indígenas… copando las avenidas de Bogotá hasta la plaza de Bolívar en una extraordinaria marcha por la patria hicieron que la esperanza retornara, ojalá para permanecer.
De nada sirvió la maledicencia de los de siempre, las élites oligopólicas, contra los de abajo cuando éstos decidieron marchar sin pedir permiso para propugnar por transformaciones estructurales, no por meras reformas, como muchos adocenados se acostumbraron a pedir.
De nada valieron las intimidaciones que el establecimiento político-militar lanzó contra los colombianos movilizados desde todos los puntos cardinales del país para decir “presentes” con sus luchas regionales contra las transnacionales que quieren acabar con el río Magdalena en El Quimbo o con la pequeña minería o con el agro a través del TLC…
Los marchantes, líderes sociales de verdad, voceros curtidos de comunidades de veredas, barriadas, colegios, universidades, no le hicieron caso al vociferante Ministro del Interior, ni a los comandantes de las Fuerzas Militares, ni a los directores amenazantes de la Policía y llenaron las avenidas con banderas blancas, rojas, amarillas, verdes, azules representativas de una nueva pluralidad en la izquierda colombiana surgida de las luchas sociales.
Tampoco sucumbieron ante la retahíla de los medios de las clases dominantes que no cesaban en su afán de buscar los supuestos nexos de los organizadores de la marcha con la insurgencia, y que con una ignorancia grosera de nuestra historia reclamaban porque la Marcha contiene el adjetivo Patriótica, como si ser patriota fuera propiedad privativa de alguien o, peor aún, constituyera un delito.
Muchos de los que estigmatizaron la movilización pensando que los marchantes se arredrarían se equivocaron: aunque el paramilitarismo sigue actuando de la mano de no pocos agentes del Estado, la sociedad hoy está atenta para evitar, en la calle, que ocurra lo mismo que sucedió hace 28 años contra la Unión Patriota, barriada a punta de masacres, en un holocausto infame protagonizado por la extrema derecha colombiana que siempre se opondrá a los cambios de fondo que necesita el país.
Sacar el país de la guerra
Los marchantes tenían claro que lo primero que debemos hacer los colombianos es sacar a la patria de la guerra, acabar el conflicto y que ello sólo se logra con una negociación política acompañada de cambios estructurales, no de remiendos ni prebendas.
“Marcha Patriótica manifiesta su compromiso ético y político con la búsqueda de una solución política al conflicto social y armado”, recalca la Declaración Política aprobada el domingo 22 de abril.
Muchos de quienes marcharon provienen de las zonas de conflicto donde padecen la guerra y por eso quieren que ésta cese, como punto de partida para la construcción de una sociedad nueva, pues creen que otro mundo es posible.
“En Marcha Patriótica manifestamos la decisión política de luchar por un nuevo modelo económico, de Estado y de sociedad, que posibilite la transformación estructural del modo de vida y de producción”, sostiene la Declaración Política.
Los que llenaron la Plaza de Bolívar y estuvieron hasta entrada la noche, desde el mediodía del lunes, entienden que el parlamentarismo no es el fin de las luchas de la izquierda, que esta filosofía es, en su esencia, transformadora y se realiza en la cotidianidad, en las luchas diarias, bajo el cielo abierto de la inmensidad del país, no en los recintos cerrados de los hacedores de las leyes.
“Todo ello, en dirección a la construcción de un proyecto alternativo que supere la prevaleciente organización capitalista de la sociedad”, agrega la Declaración Política.
Saben que solo las luchas pacíficas, pero portentosas, podrán logar en el futuro leyes justas que institucionalicen un nuevo poder, el poder popular al que tanto le temen los de arriba.
Por eso se proponen “impulsar procesos constituyentes regionales y locales por la solución política y la paz con justicia social, tendientes hacia la realización de una Asamblea Nacional”.
En fin, el movimiento político y social nacido ayer no teme inscribirse en la nueva dinámica continental, no le teme a hacer parte de las transformaciones que muchos no quieren ver en los pueblos vecinos, por ceguera política o por decisión de clase excluyente.
Marcha Patriótica no duda que Colombia debe entrar en la senda de “un nuevo orden internacional basado en los principios de la soberanía, la no intervención, la autodeterminación y el internacionalismo de los pueblos, y contribuir a la integración de Nuestra América”.
En suma, se propone la lucha por la Segunda independencia, económica, política, social y cultural, de la patria.
Estamos en presencia de la construcción de una nueva izquierda, valiente y radical en cuanto a que lucha por transformaciones estructurales, por un modelo de sociedad diferente al capitalismo, y que se hace desde abajo, en tanto se apoya en los movimientos sociales irrigados a lo largo del país.
Es una izquierda social y política en plena marcha. Por todo eso caminaron ayer miles y miles de colombianos. Y abrieron una senda de esperanza.
(*) Director del periódico PARÉNTESIS, editor del blog ¡PERIODISMO LIBRE!