martes, 11 de agosto de 2009

¿Periodistas o aduladores del poder?


Los malabares de Semana
La revista Semana se da sus mañas para convertir cualquier acto del Gobierno en un éxito. Así ocurrió con la gira del solitario Álvaro Uribe por países suramericanos para justificar la entrega de siete bases de las Fuerzas Militares colombianas a tropas de EE.UU. A pesar de que el conflicto que el hecho ha generado con los gobiernos y pueblos de Ecuador y Venezuela sigue sin solución, Semana eleva al grado de "gira triunfal" algo que resulta apenas obvio dentro de la diplomacia: que el Presidente fue recibido por sus homólogos, aunque esto no significa que sean solidarios con él. Por algo sería que la Cumbre de Unasur del 10 de agosto en Quito, a la que se negó a ir Uribe, convocó otra reunión para que el mandatario explique su pacto secreto con los gringos, que no sólo viola la soberanía colombiana sino que amenaza la paz regional. Y como para que no quede duda de su posición arrodillada, Semana les da el “sí” a las bases llenas de militares gringos. No importan ni el intervencionismo ni la impunidad. Un ejemplo actual de lo que habla el siguiente artículo.
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En agosto, mes del periodista, una reflexión sobre la crisis que atraviesa la profesión en Colombia. Cada vez hay más genuflexión ante Uribe y menos independencia para decir la verdad.

Por Luis Alfonso Mena S. (*)
La mejor manera de respetar al lector es investigar bien, escribir bien y hacerlo de manera oportuna, todo con una guía ética indeclinable: buscar siempre la verdad y luchar por transmitirla, así muchas veces nos lo impidan.

Es sencillo decirlo, pero en nuestro país esos preceptos están en crisis porque el periodismo se encuentra atravesado por intereses políticos y económicos que horadan el oficio y, consecuencialmente, violan los derechos de los destinatarios de la información.

En medio de la exacerbación política que sacude hoy a Colombia, la mayoría de los medios masivos de comunicación y no pocos periodistas han claudicado ante la tentación fácil de convertir la información en propaganda en favor del régimen de turno.

De esta forma, la visión acrítica de la sociedad y del Gobierno reinan en periódicos, portales de internet, noticieros de radio y de televisión, reducidos muchos de ellos a la lamentable misión de aduladores de la popularidad presidencial.

Con contadas y valiosas excepciones, muchos medios y muchos periodistas han ingresado en un engranaje cada vez mejor aceitado que trasiega sobre las “cualidades” del Mandatario porque así lo dictan las encuestas, y la población, igualmente acrítica y ávida de justificaciones, repite lo que dicen sus medios, de manera especial los televisivos.

Así, el círculo se retroalimenta ad infinitum impidiendo ver, y menos debatir, los actos de clientelismo grotesco, el incumplimiento de la función social del Estado y las graves faltas del Príncipe, que gobierna principalmente para los poderosos de siempre, en detrimentos de los excluidos de toda la vida.

Los ejemplos pululan y hieren la inteligencia y la verdad. La nación camina hacia un régimen político autocrático con fachada de democracia, en el que la libertad de expresión opera sólo cuando favorece al Presidente y la de información, hasta cuando no amenace su popularidad.

De esta forma, los grandes medios de comunicación (y también muchos pequeños que medran las migajas que avienta el poder) les ocultan a sus usuarios los hechos de corrupción, los desaciertos y las derrotas internacionales del Gobierno hasta que la fuerza de la realidad los obliga a decir algo, y entonces doran la píldora y ponen sus fábricas de noticias al servicio de la defensa ciega, automática del Patrón de la patria.

El refrán según el cual “con cara gano yo y con sello pierde usted” se ha vuelto una de las tácticas informativas del poder, a la que hacen su “desinteresado” aporte cotidiano los empresarios de los mass media, y en consecuencia el Mesías siempre sale incólume, así la realidad diga otra cosa: lo que importa es que las cifras de la aceptación general no caigan y la sombra de la perpetuación en el poder se expanda.

En ese armario de fórmulas para garantizar la hipnosis colectiva en que se encuentra sumida buena parte de la población figura, igualmente, una amplia gama de cortinas de humo, de falsos positivos y de explicaciones y respuestas anticipadas en las que se han especializado los principales exponentes de la Casa de Nari-ño, titulados por los álter ego del Príncipe o por el mismo Álvaro Uribe en expertos para ocultar la verdad y manipular la opinión nacional.

En todas estas anda una parte grande del periodismo colombiano hoy. ¿Persistirá en su tónica laudatoria, aduladora hasta terminar en la abyección? Es lo que les gusta a los regímenes autoritarios: reducir el periodismo al rol del propagandista, difusor del pensamiento único y enmascarado del totalitarismo.

(*) Este artículo fue publicado originalmente en el periódico Lucha Universitaria, del Sindicato de Profesores de la Universidad Santiago de Cali, edición de noviembre-diciembre de 2008.
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2 comentarios:

  1. Profe muy bueno el artìculo y afortunado por estos dìas de incertidumbre y de ensanchamiento del poder facista de Àlvavaro Uribe Vèlez. Yo realicè una crònica donde fue infaltable la alocuciòn de Godofredo Cìnico Caspa,palabras que se hicieron realidad diez años despuès. Muy buen artìculo. ATT: MILTON FABIAN HENAO

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