jueves, 19 de octubre de 2023

Columna

EL BOMBARDEO DE AL-ALHI: LA MUERTE DEL PERIODISMO

Por Rafael Narbona

Los grandes medios de comunicación se han alineado con la inverosímil versión de Israel sobre la masacre del Hospital Bautista de Al-Alhi. Según corresponsales de guerra con experiencia en la zona, como Fran Sevilla y Óscar Mijallo, los cohetes de Hamás y Yihad Islámica carecen del poder destructivo del misil que ha causado 476 muertos. Las milicias islámicas nunca han conseguido causar tantas bajas en sus ataques con cohetes contra Israel.

No es la primera vez que Israel ataca a civiles. Durante la Nakba, sus milicias cometieron infinidad de masacres, algunas muy conocidas como la de Deir Yassin y la de al-Damaymah, donde se asesinó a mujeres, niños y ancianos. En 1985, las Fuerzas de Defensa de Israel ofrecieron cobertura a los milicianos falangistas que perpetraron la matanza de Sabra y Chatila. Mientras los seguidores de Gemayel violaban, mutilaban y destripaban en mitad de la noche, el Tsahal arrojaba bengalas para facilitar su tarea. En 1996, las Fuerzas de Defensa de Israel bombardearon el campamento de refugiados de Qana en el sur del Líbano, asesinado a 100 civiles. En un principio, negaron su responsabilidad, pero las evidencias les obligaron a rectificar. En julio de 2023, bombardearon un campamento de refugiados en Yenín y en el último año han asesinado a más de 200 palestinos en Gaza y Cisjordania, de los cuales casi 40 eran menores.

Desde que comenzó el ataque a Gaza, las bombas israelíes han asesinado a 800 niños. No es extraño, pues la mitad de los habitantes de la zona son menores. El infame ataque contra el Hospital Bautista de Al-Alhi solo es un bombardeo más. Israel afirma que las milicias islámicas esconden sus arsenales en hospitales y mezquitas, pero Hamás lo ha negado en infinidad de ocasiones. Se concede credibilidad a un Estado colonial que ha impuesto un apartheid y viola sistemáticamente los derechos humanos, pero no se otorga ningún valor a cualquier otro testimonio.

El espacio aéreo de esa región está sumamente controlado y sería fácil averiguar quién lanzó el ataque contra el hospital, pero Israel ha vetado cualquier investigación independiente. Sus partidarios consideran pruebas inequívocas vídeos que se realizaron antes de la incursión. Israel actúa como EEUU en Vietnam, negando sus crímenes de guerra, pero hay indicios suficientes para creer que el misil que destruyó el hospital procedía de uno de sus aviones de combate.

¿Qué ha sucedido con los pacientes de Al-Shifa? Ya no tienen electricidad. Los niños en las incubadoras, los enfermos que necesitan oxígeno o los pacientes de diálisis deben estar muriendo, pero los medios de comunicación no nos informan de su suerte. Israel está cometiendo un genocidio con la complicidad de EEUU y la UE. La islamofobia alimentada por la derecha está contribuyendo a que se cometa con impunidad. Ni EEUU ni Israel reconocen a la Corte Penal Internacional. Netanyahu jamás será encausado. Eso sí, se seguirá demonizando a los musulmanes.

La masacre de civiles israelíes realizada por Hamás es una abominación, pero los palestinos tienen derecho a resistir contra la ocupación. Es lo que hizo el intelectual palestino Edward Said el 2 de julio de 2000. A pesar de su elogio del pacifismo, Said no resistió la tentación de lanzar una piedra contra un tanque israelí en la frontera entre Israel y el Líbano. Con 64 años y la salud muy deteriorada por la leucemia, Said explicó su reacción como “un gesto simbólico de irreflexiva alegría” que celebraba la retirada israelí. Siempre hay que buscar la paz, pero cuando se cierran los caminos, rebelarse es legítimo. El mundo recuerda el levantamiento del gueto de Varsovia como un gesta heroica. No podemos negar a los palestinos que soportan el apartheid y la limpieza étnica que se dejen arrebatar sus derechos sin protestar. Los medios de comunicación les han dado la espalda. Los ciudadanos con convicciones democráticas no deberían escatimarles su solidaridad.

Rafael Narbona es un periodista y escritor español.

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