lunes, 1 de febrero de 2016

Reflexión a propósito de la crisis del periodismo colombiano

Imagen tomada de www.clasesdeperiodismo.com
El oficio más bello del mundo

Por José Marulanda (*)
El periodismo sigue siendo una imperiosa necesidad, mucho más en estos tiempos en donde la velocidad y la inmediatez se han convertido en el principal valor de este oficio, alterando el compromiso de denunciar, informar, narrar, analizar y ayudar a aprender que tenemos todos aquellos que tomamos la decisión de ejercer esta profesión.

A pesar de que los dueños de los grandes medios de comunicación han convertido este trabajo en un lucrativo negocio en donde solo tienen cabida los anuncios de las oficinas de prensa de los políticos de turno o las muertes producto de un atraco callejero, el periodismo sirve para luchar contra la superficialidad, la banalidad y el amarillismo que abundan en las salas de redacción de los periódicos, revistas y noticieros de hoy.

Es una labor que nos permite ser testigos para luego contar, aprender sobre la condición humana, indagar acerca de lo que no sabemos para comprendernos y de esta manera entender mejor la sociedad en la que vivimos.


Aquí no se necesita que un pueblo remoto y olvidado por los gobernantes se queme o sea asaltado por un grupo armado para escribir sobre él.

Hacer periodismo es mucho más que poner una grabadora al frente de los poderosos para hacer una noticia. Hay que vencer esa corriente que nos invita al acomodamiento y a la unilateralidad, defender el derecho de los ciudadanos a saber lo que está pasando averiguando lo que no le conviene al poderoso y hacerlo visible para que la gente pueda tomar mejores decisiones.

Ser tercos, como sostiene el colega Alberto Salcedo Ramos, para “sobrevivir a la tiranía de ciertos medios que confunden lo urgente con lo importante, y no necesariamente por desorientados sino porque están más interesados en las cuentas que en los cuentos”.

El periodismo exige llenarnos de valor para luchar contra esa forma de escritura cuyos componentes son los datos, el sensacionalismo, y el lenguaje universal de los números. Ser capaces de decir no, cuando todos dicen sí.

Nos exige tener el valor civil de no contentarnos con reproducir comunicados oficiales sin ninguna investigación, y preguntar sobre lo que incomoda al funcionario de turno, manteniendo siempre distancia del poder.

Pero, sobre todo, nunca olvidar el consejo del maestro Ryszard Kapúscinski: "Para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias".

Cali, domingo 31 de enero de 2016


(*) Periodista vallecaucano.

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