lunes, 19 de agosto de 2013

Opinión. El profe Pacho, víctima de un falso positivo urbano


Con pancartas como esta, cientos de sus alumnos lo recordaron el 8 de agosto en una movilización para pedir justicia por el asesinato del profesor Francisco. (Foto de: Andrés David Erazo).
Otra voz apagada por la violencia estatal

El hecho, ocurrido el 4 de agosto, por poco coincide con el aniversario del asesinato de Manuel Cepeda Vargas, senador de la Unión Patriótica y tío suyo, ocurrido a manos de militares y paramilitares el 9 de agosto de 1994. Parecería trazarse una parábola 19 años después con similares actores. El pueblo de Cali reclama que se esclarezca este crimen del Estado.

Por Santiago Mena Cárdenas (*)
El 4 de agosto en horas de la madrugada, en extrañas circunstancias, fue asesinado el profesor Francisco Javier Ocampo Cepeda, docente ejemplar y gran ser humano como lo catalogan cientos de sus estudiantes y compañeros que lo recuerdan ante su pronta e inesperada partida.

El profe Pacho, como lo conocían cariñosamente sus alumnos, fue asesinado por la Policía de Cali cuando en horas de la madrugada, como era su rutina, salía a trotar con su hijo y un sobrino, momento en que fueron sorprendidos por un intercambio de disparos entre la Policía y una banda delincuencial, resultando muerto el profesor Ocampo.

Pero todo no para ahí, pues la Policía presentó al profesor Ocampo Cepeda como el accionante de una pistola nueve milímetros con la que resultó muerto un patrullero de la Policía, además de ‘sembrarle’ unos supuestos panfletos del grupo ‘Los Rastrojos’, en una clara maniobra típica de los llamados falsos positivos.


Ante el triste suceso y los señalamientos infundados de la Policía de Santiago de Cali contra el profesor, sus alumnos, compañeros y familiares le rindieron un gran homenaje el pasado jueves 8 de agosto con una movilización por las calles de la ciudad exigiendo justicia ante lo sucedido, y que se limpie el buen nombre del docente Ocampo.

Y es que lo que se le imputa al profesor no tiene ningún tipo de justificación o respaldo, pues él era activista de Derechos Humanos, líder de diversos proyectos sociales entre las instituciones educativas de los colegios Alfredo Vásquez Cobo, Antonio José Camacho y Santa Librada de Cali.

Además, como dijo en uno de sus trinos el representante a la Cámara Iván Cepeda, familiar del profesor: "Mi primo proviene de familia atacada por paramilitares. Inconcebible tesis de la Policía de que pertenecía a esos grupos". (Ver entrevista de Telesur en esta edición).

El hecho, ocurrido el 4 de agosto, por poco coincide con el aniversario del asesinato de Manuel Cepeda Vargas, senador de la Unión Patriótica y tío suyo, ocurrido a manos de militares y paramilitares el 9 de agosto de 1994. Parecería trazarse una parábola 19 años después con similares actores.

Hoy todos lamentamos este asesinato: un docente de cualidades impresionantes, licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad del Valle, magister en Sociología de la misma alma máter, docente de diversos colegios y universidades de Cali y con cientos de investigaciones y producciones académicas en diversos campos.

Otra voz que apaga la violencia estatal, esa que ha acallado a miles de voces que claman un cambio en Colombia, una nueva construcción social para un país con mejores oportunidades para todos. En paz descanse el profesor Francisco Javier Ocampo Cepeda. Honor a su memoria.

(*) Editor de PARÉNTESIS, estudiante de derecho de la Universidad Santiago de Cali.

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