domingo, 23 de enero de 2011

4. Análisis. Comparativo de dos ciudades

La violencia en Juárez y Cali

Desde 1991, en Cali los homicidios no bajan de 1.400 al año, teniendo épocas de más de 2.000 muertos, como entre los años 1993 y 1996, período pico del apogeo del Cartel de Cali; posteriormente, más de 2.000 otra vez en el 2004, casi 2.000 muertes en el año 2009 y 1.800 en 2010. Y mientras tanto, el Gobierno local oculta la gravedad de las cifras con la invención de la “muertología”.

Por Alberto Ramos G. (*)
Durante el 2010, casi la totalidad de muertes violentas en Ciudad Juárez, México, se deben al narcotráfico. La cifra espantosa es de 3.000 personas acribilladas, mientras que en Cali, donde se cruzan varias violencias de manera diaria, la cifra para el 2010 sobrepasó las 1.800 muertes, y a causa del narcotráfico tienen un significativo porcentaje, el 30%.

Si se legalizará la producción, Cali se evitaría más de 540 muertos al año. Sin contar las muertes y agresiones ejecutadas como efecto de la “cultura del narcotráfico”, que volvió a la gente que se relacionó con este fenómeno en personas altaneras, intransigentes e intolerantes, con un sobrecargado machismo, lo cual agrava la violencia urbana. 


La criminalidad en Ciudad Juárez viene creciendo solo desde el año 2007, de 300 muertos pasó a 1.500 homicidios en el 2008, luego 2.650 en el 2009 y llegó a 3.000 asesinatos en el 2010. Mientras que en Cali desde 1991 los homicidios no bajan de 1.400 al año, teniendo épocas de más de 2.000 muertos, como entre los años 1993 y 1996, período pico del apogeo del Cartel de Cali; posteriormente, más de 2.000 otra vez en el 2004, casi 2.000 muertes en el año 2009 y 1.800 en 2010.

Cali es la séptima ciudad más violenta de América Latina, tomando el promedio de homicidios por cada 100.000 habitantes, después de Juárez, Caracas, San Salvador, Tijuana, Sao Paulo y Medellín.

Ciudad Juárez, una urbe de 1,3 millones de habitantes, es la más violenta de México y de América latina, es el escenario urbano de la guerra entre carteles pues allí las bandas criminales se disputan el territorio para controlar el paso de narcóticos a los EEUU.

La situación geográfica, al quedar colindante con El Paso, Texas, la hace una ciudad codiciada para la ubicación estratégica de narcos y el transporte de la coca. En varias ocasiones son atacados sorpresivamente adolescentes durante sus fiestas o en centros de rehabilitación, el extermino de muchachos parece ser una forma de cobrar acciones entre bandas o de advertir y amenazar a otros.

La ciudad es un teatro de guerra con asaltos y atentados permanentes. Gente desarmada, indefensa, jóvenes que mueren sin saber por qué, la confusión se impone y la calificación general sobre turbias relaciones los estigmatiza sin ser muchas veces actores ni cómplices de ninguna de las partes.
Guerra urbana en México que se origina en la ilegalidad de las drogas y que ocasiona un desangre nacional desde el 2006 en México: más de 25.000 crímenes. Solo el año 2009 registró 7.720 muertes a causa del narcotráfico. Una guerra entre carteles del narcotráfico que se explica por la disputa del territorio y las vías de acceso para la exportación de los narcóticos a los EE.UU.

Ocho carteles
La de México es una guerra amorfa, sin escrúpulos y que tiene dos modalidades: 1) guerra entre carteles, 2) enfrentamiento de los carteles con las fuerzas de seguridad depuradas. En Juárez nació el cartel de esa ciudad y además tienen asiento de operaciones los carteles del Golfo y los Zetas (se separaron recientemente), el cartel de Sinaloa, el de los Negros, el grupo de los Beltrán Leyva, más los cárteles de los hermanos Arellano de Tijuana y la Familia Michoacana.

No se trata de una guerra civil entre la insurgencia contra la Fuerza Pública. Se está presentando el enfrentamiento entre carteles de narcotraficantes contra el Estado, es un desafío de grupos armados sin ideología política contra las autoridades que antes habían logrado corromper, y frente a una declaratoria de lucha contra los narcos, más la depuración de las fuerzas policiales. Al verse perseguidos en serio, confrontan al Estado para hacer “respetar” los negocios de la mafia. En la última fase han acudido al terrorismo para atemorizar, destruir y no combatir. Al presidente Calderón se le está agotando el tiempo de su gobierno sin lograr disminuir a los narcos.

El terrorismo mafioso o narcoterrorismo lo empezaron a utilizar los carteles para enfrentar al Gobierno con más “comodidad”, es decir en la medida que las Fuerzas Armadas mexicanas actúan unidas y van siendo “saneadas”, los cercos contra los carteles se pueden estrechar, entonces acuden al terrorismo de extrema derecha o blanco para crear pánico, descontrolar al Gobierno central, expandir el pánico y desestabilizar las instituciones que se van recomponiendo.

Aunque el procurador general, Arturo Chávez, se resistió a creer en la entronización del terrorismo, Samuel González, ex titular de la Unidad Especializada en Delincuencia Organizada, Uedo, señaló que el atentado en Juárez del 15 de julio de 2010 estaba signado inequívocamente por el narcoterrorismo.

“La utilización de un coche-bomba para realizar el ataque significa que los narcotraficantes han elevado el nivel de su violencia. Es levantar el nivel, que la gente se asuste. Por eso es un acto terrorista: porque los pudieron haber matado con un lanzagranadas, con armas AK-47, pero no. Quieren la imagen del coche-bomba explotando en la televisión”, aseveró.

Javier Oliva Posada, especialista en seguridad nacional, consideró que en los últimos años los narcotraficantes han realizado acciones con tácticas terroristas, como son los granadazos del 15 de septiembre de 2008 en Morelia y el crimen de Rodolfo Torre Cantú en Tamaulipas. Pero desde su punto de vista, lo de Ciudad Juárez es novedoso por el explosivo y el personal conocedor en su manejo (www.ultimapalabra.mx).

En México, el Código Penal Federal señala que comete el delito de terrorismo el que, "utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación".

El terrorismo se ejecuta no solo contra civiles indefensos, también dependiendo del ataque es terrorismo la voladura o explosión de una guarnición policial, porque no hay combate, ni aviso, ni características de enfrentamiento. En Torreón, en Monterrey, en Ciudad Juárez y en otros lados se han visto ya ataques con coches bomba, también granadas que han tenido por objetivo a la sociedad civil, ese es el narcoterrorismo que tiene al norte de México como un narcoestado.

“Cabe recordar que la experiencia ‘terrorista’ en México no ha tenido una circunstancia importante como en España, Irlanda, Israel o Colombia. Desde los años 70 grupos subversivos atentaban contra funcionarios o empresarios, sin que tuvieran la dimensión de un acto terrorista. Es importante destacar que en la segunda mitad de los 80, siendo presidente Miguel de la Madrid, durante el tradicional desfile obrero del primero de mayo frente a Palacio Nacional, un trabajador arrojó una bomba molotov contra el palco presidencial sin que se registrara consecuencias importantes. Ya en los 90, los movimientos armados como el del Ezln, con posiciones de la defensa de los derechos indígenas, los coloca en una posición distinta a las guerrillas históricas en América Latina. En esta misma década de los noventa, los grupos de narcotraficantes recurrieron a ciertos métodos poco ortodoxos para amedrentar funcionarios policíacos, como dejar granadas sin activar en la cochera de sus casas” (Gaitán y Fregoso, 2002).

En Río de Janeiro, con una población aproximada a los 6.300.000 habitantes, existe también una guerra urbana de pandilleros ligados al narcotráfico contra las autoridades policiales, ahora en coalición a través de las Unidades Policiales Pacificadoras, UPP. En el año 2010 las autoridades locales tuvieron que solicitar refuerzos al Gobierno central para poder contener la criminalidad en las favelas, sobre todo en las zonas de Rocinha, La Vila Cruzeiro y Complejo del Alemán. El arreciamiento de la violencia se explica como una reacción a la persecución y al temor que les desbaraten el negocio de las drogas.

“Los narcotraficantes sustituyeron al Estado y se erigieron en benefactores de la población, ofreciendo servicios como luz, gas o televisión por cable y organizando concurridas fiestas, en las que acuden armados con pistolas y fusiles para exhibir su poder. El drama de las favelas fue retratado por exitosos filmes como Ciudad de Dios (2002), de Fernando Meirelles, o Tropa de elite (2007), de José Padilha, ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín y que acaba de estrenar su segunda parte”.(www.rpp.com.pe).

En Cali, la “muertología” del Gobierno
En Cali las bandas de delincuentes comunes están proliferando sin control. Los robos en sus diferentes modalidades tienen angustiados a los ciudadanos: con atracos callejeros, asaltos a las residencias, a los bancos, a las joyerías, a las compañías transportadoras de valores, etc.

Las riñas interpersonales y la violencia intrafamiliar acrece el número de víctimas.  Pero la violencia generada por la actividad de los minicarteles expande el microtráfico, tomando las calles como escenario de venganzas y ejecuciones por incumplimientos. Sin llegar a la guerra de pandillas de Medellín, o las pandillas extendidas en San Salvador, Honduras y Guatemala, ni al enfrentamiento de mafiosos de Juárez, en Cali persiste esta actividad que horrorizó al país en la década de los años 80. La pregunta que surge es: ¿Cuál va a ser la efectividad para el 2011 de la Política Nacional en materia de seguridad urbana?, porque las medidas de la Alcaldía fracasaron.

En Cali los funcionarios de la Secretaría de Gobierno, desde hace varios años, ante la imposibilidad de frenar la violencia con una política criminal seria y efectiva, se inventaron una variable amorfa de la violentología, la muertología, ante la falta de aplicaciones rigurosas para comprender la epidemiología de la violencia. La muertología es una  técnica perversa que consiste en contar y descontar muertos para demostrar por meses, trimestres, semestres o cada año, de acuerdo a la época que se presente el informe, un “mejoramiento de la seguridad” resaltando un número de muertos menos, en uno u otro período.

La muertología, he podido inferir, tiene cuatro formas de ilusionismo, engaño y quiromancia jugando con lo letal de las cifras:

1) No acumular ni cruzar la información con las cifras de cadáveres que registra la Fiscalía General de  la Nación, Medicina Legal (la morgue), la Policía Nacional. Por eso los datos no concuerdan con los de Cisalva, que sí suma todas las fuentes de información.

2) Quitar o restar muertos en las fechas significativas: día de la madre, del padre, durante la Feria de Cali, del 24 o del 31 de diciembre, etcétera.

3) Descartar algunos muertos porque la persona llegó herida desde alguna parte del área metropolitana. Esto, sin narrar aquí la disputa por el trasteo y peloteo de cadáveres desde Yumbo o Jamundí, marrullas de la Fuerza Pública para demostrar cada comandante efectividad desencartándose de los cadáveres anónimos o los NN.

4) No contar a los sobrevivientes de los asaltos porque no murieron en el acto, no hubo levantamiento del cadáver, aunque muera después. Esa víctima queda figurando en la lista de lesiones personales. Esto se podría comprobar comparando las listas de los hospitales y centros de salud, y cruzando las cifras con los atracos callejeros, robo de residencias, carros, motos, etcétera.

Cali, con los 1.813 muertos del 2010, los 2.152 carros robados, las 3.040 motos, los 7.945 denuncios de los ciudadanos, sin contar otros delitos, es la segunda ciudad más violenta de Colombia y la séptima de América latina.

Cali, sin tener una guerra urbana como la de Juárez, o Tijuana en México, ni como la de Río de Janeiro, en Brasil, con carteles, bandas y pandillas del narcotráfico, registra casi la mitad del total de muertes civiles incluidas todas las ciudades de un país como Irak que, ocupado por tropas extranjeras, en guerra, con lucha entre clanes, etnias y en pleno terrorismo internacional, registró 3.976 fallecidos civiles durante el 2010.

(*) Magister en ciencia política, Universidad Javeriana. Autor del libro Terrorismo internacional y nuevo orden mundial, miembro del grupo de investigación Gicpoderi, de la Universidad Santiago de Cali, USC.

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