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La
paz y los medios de comunicación en Colombia
Por
Alfonso Monsalve Ramírez
Diario
El Telégrafo
QUITO. Aumenta
el optimismo acerca de la paz en Colombia y esto no puede traernos más que
alegría, no solo a los colombianos, sino al continente y al mundo. La mejor
actitud ahora es mirar al futuro antes que al pasado.
Sin embargo, es
necesario poner sobre la mesa un tema que se ha esquivado. La responsabilidad de
los medios de comunicación privados en todo lo sucedido. Si se profundiza este
asunto, se llegará a una conclusión: esos medios son tan culpables de esta
tragedia como los propios combatientes, por su condición de agentes principales
de tanto odio y tanta intolerancia. La manera insidiosa y deformante como han
presentado las cosas durante todos estos años, es la causante de las actitudes
irracionales que hoy levantan el muro más difícil de derribar para llegar a la
paz.
No se trata de
simples errores de percepción o equivocaciones de tales medios. Son estrategias
claramente definidas para atizar un odio ciego contra uno de los contendientes:
contra las Farc.
No es el caso de
hacer apología alguna de esa organización armada. Han cometido graves errores,
deben purgarlos. Pero la función de los medios de comunicación no puede ni debe
ser la de envenenar los espíritus con falsedades y montajes calculados para
profundizar el abismo e imposibilitar la reconciliación. Todo lo contrario,
deberían ser los primeros en tender puentes y propiciar la recomposición del
tejido social, hoy severamente averiado. Entonces estarían cumpliendo la
función propia de la comunicación social.
Las estrategias
de comunicación seguidas por estos medios son bien identificables. En primer lugar,
mantener en primera línea de medios escritos y audiovisuales cualquier mención
diaria de las FARC, haya motivo o no para hacerlo. En segundo lugar, desfigurar
la imagen del guerrillero, un luchador social que, acertada o equivocadamente,
considera agotadas las vías pacíficas para alcanzar transformaciones sociales
profundas, pero no un monstruo delincuente.
Tercera
estrategia, apuntalar esta imagen atribuyendo a los insurgentes los peores
delitos aunque los cometan otros actores, sin ninguna prueba ni intención de
obtenerla ni de presentarla. Por último, desacreditar, desautorizar o
caricaturizar todo intento de análisis serio de la situación, tachando de
cómplices a quienes exploren el camino de la reflexión y el entendimiento.
¿Podrán
desdecirse ahora esos medios y reconocer la culpabilidad que les corresponde?
Si hoy existe una férrea resistencia y hostilidad contra los diálogos de parte
importante de la población, los responsables son estos medios de comunicación:
es lo que han sembrado. Le apostaron imprudentemente a la derrota militar de
los rebeldes, nunca al diálogo.
En lo acordado
hasta aquí se menciona como culpables, aparte de los contendientes armados, a los
civiles que hayan contribuido directa o indirectamente a avivar el conflicto.
Esa lista la encabezan los medios de comunicación colombianos. Merecen sanción
equivalente.
(*) Artículo Publicado
en El Telégrafo, de Quito, Ecuador, el 1 de octubre de 2015.
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