miércoles, 25 de noviembre de 2009

NOTAS ÁCIDAS. Bases, inseguridad, educación

MIS APOSTILLAS
Por Luis Alfonso Mena S.

Siembra vientos y… Cada vez se ve más claro el aislamiento de Colombia en relación con los demás países del continente, como lo analizamos en artículo que publicamos en este blog el 9 de noviembre pasado.

Ese ha sido uno de los temas de la presente semana, en la que hemos escuchado a los dirigentes de la élite empresarial y a los áulicos del Gobierno en los medios de comunicación reclamando porque ninguno de los países del continente, ni siquiera Estados Unidos, “se solidariza” con Colombia…

Siembra vientos y recogerás tempestades, dice el refrán. La instalación de siete bases estadounidenses en nuestro país no es un juego de niños y la mayoría de los gobiernos del continente no se traga el cuento de que no son para intervenir contra los mandatarios que tienen una política independiente frente a los gringos.

Con tal de ganar más indulgencias con el imperio estadounidense, Uribe no dudó en entregar el país a la potencia extranjera, que podrá usar no sólo las siete bases del Acuerdo sino todo el territorio nacional para sus planes contra los vecinos.

Pero el aislamiento no sólo se presenta en el continente. Llevar el tema a la Organización de las Naciones Unidas generará un debate mayor y pondrá en la mira del mundo la irresolución de la guerra interna que se registra en Colombia desde hace 61 años.

Y como sabemos, el gobierno de Álvaro Uribe tiene serios cuestionamientos en el plano internacional, de manera especial en materia de derechos humanos.

En la próxima actualización de ¡PERIODISMO LIBRE! incluiremos un análisis de este fenómeno y de los resultados de la Cumbre de la Unión de Países Suramericanos, Unasur, que se reúne el viernes 27 de noviembre.



¿Dónde está la seguridad democrática? Son aterradoras las cifras de inseguridad en las principales ciudades del país reveladas en su última edición por la revista Semana.

Cómo será la situación, que a pesar de su cercanía con el gobierno de Álvaro Uribe esta publicación sostiene que el incremento en los homicidios “está dejando al descubierto vacíos en la política de seguridad democrática”.

En realidad no se trata de simples “vacíos”: son huecos enormes, que tienen múltiples causas, como el crecimiento del abismo entre ricos y pobres, pero, además, el incremento de mafias de toda clase.

Por encima de la propaganda oficial, el narcotráfico no ha disminuido, los carteles se mimetizan en bandas más pequeñas y la delincuencia común de toda índole va en aumento.

Y ni qué decir de la corrupción administrativa, que también genera inseguridad. Colombia acaba de empeorar su calificación entre los países más corruptos del mundo.

Según la organización Transparencia Internacional, Colombia pasó del puesto 75 al 70, es decir subió en el lamentable ranking de los más corruptos.

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Cali, entre las más inseguras. Lo más preocupante para los pobladores de Cali es que su ciudad figura, según las cifras de Semana, en el segundo lugar de las principales capitales de la nación en materia de asesinatos.

La tasa de homicidios por cada 100.000 habitantes hasta octubre del presente año es de 88,8 en Medellín y de 79,4 en Cali. Pereira ocupa el tercer lugar con 73,2.

Después siguen Cúcuta (61), Pasto (34,3), Barranquilla (30,9), Cartagena (27) y Bucaramanga (26,2).

De las nueve capitales más importantes del país, la que menor tasa de homicidios registra es Bogotá, con 22,2 por cada 100.000 habitantes.

En Cali, entre enero y octubre de 2009 se presentaron 1.468 homicidios, en tanto que en el mismo periodo de 2008 las muertes violentas en la ciudad fueron 1.186

Lo anterior representa un incremento del 24,6%, el tercer aumento más alto de las ciudades reseñadas, siendo el primero el de Medellín, con la impresionante cifra del 105,9%.

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Propaganda oficial y realidad. Así, pues, ¿dónde queda la seguridad para todos que tanto pregona el gobierno de Uribe? ¿Será que ella sólo es para los grandes hacendados e industriales del país?

Las cifras demuestran, una vez más, que una cosa es la propaganda oficial, que tiene volando en una nube a muchos colombianos, y otra muy distinta los hechos.

Ni siquiera en materia de su principal política, que es la de la seguridad, triunfa verdaderamente el Gobierno, que la limita sólo a su confrontación con la guerrilla.

El problema de la inseguridad en las ciudades no es asunto sólo de los alcaldes. Lo es también del Gobierno central, pues sus programas son nacionales.

Las políticas de Uribe en materia de generación de empleo han sido un fracaso. Hoy la desocupación se ubica en el 12%, según cifras oficiales optimistas.

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Los resultados del Icfes. Se conocieron los resultados de los exámenes del Estado, las llamadas pruebas del Icfes, para los bachilleres colombianos.

Con bombos y platillos los medios masivos difundieron los éxitos de los colegios de la élite caleña: seis de ellos se situaron entre los 50 de todo el país con los mejores puntajes.

Se alardeó de las comodidades de sus instalaciones, de que sus profesores son bilingües, de que desarrollan los métodos más modernos, de que sus sedes son campestres…

También se dijo que otros cinco colegios privados, con matrículas y mensualidades altísimas, como las de los anteriores, aparecen entre los cien mejores en el Icfes.

En contraste se agregó que el mejor colegio público de Cali, la Institución Educativa Villa Colombia, ocupó el lejano puesto 1.022.

Y, para rematar, se dijo que sólo un colegio oficial, radicado en Bogotá, estuvo entre los cien mejor calificados por las pruebas del Icfes.

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Otra forma de exclusión. Las cifras dadas a conocer para Cali reflejan lo que pasa en todo el país: crece la distancia entre la educación privada de altísimos costos económicos y la pública, financiada por el Estado con un presupuesto irrisorio.

En un afán propagandístico para sus colegios (pues la educación es un negocio muy lucrativo) las élites se esfuerzan por hacer énfasis en sus éxitos.

No mencionan que ellos sólo son posibles como producto del modelo neoliberal plutocrático imperante en Colombia, que no apoya como debe ser la educación pública y, en cambio, permite cobros millonarios en los colegios privados del estrato seis.

La formación bilingüe desde la más tierna infancia, como debe ser, sólo se está proporcionando en los establecimientos de los más adinerados de la sociedad.

Y éstos son la minoría de ella. Así que el grueso de la población queda supeditado a una educación llena de desventajas.

En esas condiciones, con razón los privados de mensualidades que oscilan entre $500.000 y $1.200.000 llevan la delantera.

Todo lo visto demuestra, una vez más, que la educación en Colombia es otra forma de exclusión social, y de las más lamentables y costosas.

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