miércoles, 22 de diciembre de 2010

2. Análisis. Invierno e improvisación estatal

San Isidro Labrador: 
¿cuándo pondrás el sol?

La tragedia invernal demostró la falta de preparación del Estado para enfrentar este tipo de fenómenos, y para evitar que sus consecuencias alcancen los niveles a los que llegó en casi todo el país.

Por Santiago José Mena Cárdenas (*)

En estos dos últimos meses de 2010, el agua ha sometido al país con toda su furia. La cantidad de agua que inunda los campos colombianos a lo largo y ancho del territorio nacional muestra la magnitud de este invierno, el peor en la historia de la nación.

Gran parte del territorio nacional se ha visto afectada: 28 de los 32 departamentos han tenido percances por las intensas lluvias, las cuales han producido una gran cantidad de problemas, deslizamientos y grandes inundaciones como la del Canal de Dique en el Atlántico, la desaparición del municipio de Gramalote, en Santander del Norte, y la tragedia de Bello, en Antioquia, tal vez los casos más graves hasta ahora.

Las cifras de esta ola invernal son impresionantes. Según los últimos datos, más de 300 muertos, dos millones de damnificados, 10 billones de pesos en pérdidas económicas y pueblos enteros por debajo del agua es el panorama desalentador que miramos hoy los colombianos.

Las campañas departamental, nacional e internacional no han sido suficientes para ayudar a la cantidad de damnificados que hay, comunidades enteras no han recibido ningún tipo de ayuda, lo cual es muy preocupante, pues pasan demasiados apuros que tienen que ser resueltos lo más pronto posible.

Vendrán después de esta ola invernal tiempos muy difíciles para el país, pues será el momento de mirar lo que dejaron los derrumbes e inundaciones y empezar a reconstruir pueblos enteros, reubicar familias que lo perdieron todo y tomar las precauciones que sean necesarias para que el desamparo no se repita.

Además, reorganizar las corporaciones autónomas regionales para que de verdad cumplan sus funciones y no se hagan las de la vista gorda con los problemas ambientales que cada departamento tiene y empezar a solucionarlos, que es para lo que están.

El Gobierno tendrá que cumplir con sus promesas de reconstrucción de los pueblos, de no abandonar a las familias afectadas. Ojala Juan Manuel Santos cumpla con todo lo que ha dicho y que no ocurra como con el Gobierno pasado, que eran promesas y nada más.

Dejará de llover y veremos qué pasa. Mientras tanto, todos seguimos clamando que se cumpla el viejo ruego católico: San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol.

(*)Estudiante de undécimo grado del Colegio San Antonio María Claret.



Las fotografías:
En el Valle del Cauca, el municipio de Jamundí ha sido uno de los más afectados por las lluvias. La foto superior corresponde a inundaciones en uno de sus barrios. La de abajo, tomada por Santiago José Mena C., muestra los efectos de la tempestad que azotó al municipio el jueves 22 de diciembre de 2010 y que derribó gigantescos árboles, como éste que taponó toda la vía Chipayá, en el kilómetro 3.

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