miércoles, 22 de diciembre de 2010

6. Análisis. Maniobra de la clase política

Suspensión de elecciones: ¿qué hay detrás?


El Presidente podría caer en una falta disciplinaria y en una extralimitación al cancelar las elecciones atípicas del 23 de enero de 2011, en las que se elegiría al reemplazo de Juan Carlos Abadía en la Gobernación del departamento del Valle.

Por Alberto Ramos G. (*)
Un presidente sólo puede suspender las normas que le sean contrarias a las decisiones que se adopten  para enfrentar la crisis, de suspender las elecciones en el Valle del Cauca tendrá que hacer un malabarismo jurídico al redactar el decreto legislativo dentro del estado de excepción porque la ola invernal no tiene relación directa con la participación electoral. Dentro de un estado de excepción no se puede alterar el goce de los derechos humanos, y el derecho a la participación es un derecho humano: así se consagró en el artículo 40 de la Constitución.

Los estados de excepción son transitorios y la Constitución los regula para no romper el Estado de Derecho, y evitar que se gobierne por decreto, para evitar la dictadura constitucional. Un estado de excepción puede suspender otras normas infraconstitucionales para poder ejecutar lo necesario de cara a remediar los factores de la crisis, en este caso la catástrofe ambiental, pero no puede cancelar o derogar normas vigentes y las elecciones se podrían suspender, pero se tendrán que hacer.

El decreto legislativo no podrá decir que no habrá elecciones. Hasta ahora no ha salido ese decreto, solo salió el anuncio. Un aspecto que resalto es que constitucionalmente es muy distinto suspender a cancelar. Conjeturo entonces que van a dilatar todo. ¿Cómo? Suspendiendo para otra fecha que luego será irrealizable. Un estado de excepción como la emergencia económica, social y ecológica sólo puede decretarse por 30 días, prorrogable otras dos veces hasta llegar a 90. Esos 90 días se cumplen el 30 de marzo, para esa fecha reactivar las elecciones se vuelve inviable por el corto tiempo del mandato que queda y por el cruce de la logística para otra la otra elección, la de octubre 2011.

Al salir este decreto no podrá decir que se cancelan las elecciones, porque ningún presidente en Colombia, después de 1991, puede derogar las disposiciones vigentes dentro de un Estado de Excepción, solo las podría suspender para hacer posible y aplicables las medidas que tratan de conjurar la emergencia.

Todas las medidas que se tomen dentro del estado de excepción se deben adoptar, aplicar y desarrollar solo dentro del periodo que dure la emergencia decretada por el gobierno nacional. Las medidas duran el tiempo de la situación de excepción, se trata del aparecimiento de un derecho de excepción y transitorio.

El presidente podría caer en una falta disciplinaria y en una extralimitación al cancelar las elecciones; podría suspender los comicios por el tiempo que resta del tiempo decretado en la emergencia, pero  toda vez que la medida se decretó el 8 de diciembre por 30 días, y las elecciones están previstas para el 23 de enero, cuando ya no estaría vigente la medida, entonces es inocuo, tendría primero  que prorrogar la emergencia económica, social y ecológica por otros 30 días en un decreto nuevo que le permitiría suspender las elecciones hasta una fecha cercana al   8 de febrero del 2011.

Pero del 23 de enero al 8 de febrero solo hay 15 días, y allí se le agota la segunda prórroga de 30 días dentro de la emergencia constitucional; así, tendría que buscar acudir a la tercera prórroga que le permiten el artículo 215 de la constitución y la Ley 137 de 1994, para alcanzar hasta 8 de marzo de 2011.

Este procedimiento sería imposible porque las prórrogas son escalonadas a medida que las condiciones de adversidad y catástrofe continúen. No pueden ser caprichosas ni imaginarias, ni futuristas. La Corte Constitucional dentro del control automático de los estados de excepción no avala ni consiente prorrogas sin proporcionalidad y necesidad respecto de los hechos invocados.

 (*) Magister en Ciencia Política, Universidad Javeriana.


7. Opinión. El tráfico de seres humanos

La esclavitud sexual

Por Luis Carlos Lozano O. (*)
La especie humana no ha escapado ni escapará de la esclavitud en sus diferentes expresiones; solo cambian el estilo de esclavizar, nombres de los amos, esclavos, espacio y tiempo. Las estadísticas nos indican que la esclavitud sexual está entre las de mayor auge en la actualidad en el mundo.


Esta tragedia la comparten muchas personas engañadas por mafiosos y mercaderes del sexo, que someten a diario a miles de ellas, en diferentes sitios del hemisferio al cruel drama de la esclavitud sexual, compartida por un millón 390.000 personas en el mundo.

La periodista Lydia Cacho en su libro afirma que este negocio ilícito deja a los corruptos unos 16.000 millones de dólares anuales a nivel internacional. Esta conducta ilícita también es denominada prostitución forzada, que desafortunadamente va dirigida a menudo a los inmigrantes de los países occidentales, asiáticos, africanos y los latinoamericanos como los más destacados en este perverso negocio.



La explotación sexual comercial es un asunto no de placer, sino de dinero; emprendida por cadenas de criminales con enlace internacional, donde unos grupos se “especializan” en la captación, legalización de documentos, transporte, traslado, estadía, destinos de personas las cuales son engañadas por unos delincuentes que les ofrecen trabajos como modelos, actrices, bailarinas, cuidadoras de niños y ancianos con tentativas sumas de dinero como paga. Son meros mecanismo para atraparlas en sus garras.

Una vez las tienen en su poder y dominio se vuelven víctimas de amenaza, del uso de la fuerza, la intimidación, el rapto, el fraude, el abuso de poder o una situación de vulnerabilidad. Incluso proporcionan alimentación forzada con drogas para controlar a sus víctimas.

Estos traficantes arreglan el recorrido y las colocaciones del trabajo. Las mujeres son escoltadas a sus destinos y entregadas a los patrones, todo ello con propósitos de ganar cuantiosas sumas de dinero mediante la explotación sexual de mujeres ingenuas. Ellas pueden perder sus vidas o sus familias ante cualquier intento de escape, que es difícil y peligroso. 

Los mercaderes de esta gente confiscan a menudo pasaportes y/o el dinero para hacerlas totalmente dependientes. Esta práctica, también conocida como tráfico del sexo, tráfico humano o “trata de blancas” es ilegal en la mayoría de los países, pero el mercado está en vigencia y mucho auge.

Su control se le sale de las manos de las autoridades, porque no cuentan con los mecanismos de prevención adecuados y porque muchos funcionarios son cómplices de este infame negocio.

(*) Abogado y escritor colombiano, corresponsal en España.

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