En la gráfica los verdaderos infiltrados, los policías vestidos de civil. Ante esto ni una sola palabra por parte de los medios masivos colombianos. (Foto: Julio Pulido). |
La bajeza moral
de los medios de la oligarquía colombiana: el cerco contra el campesinado
Fuego cruzado,
decía la periodista Angie Camacho. Se escondía tras un carro de policía y
retocaba su cabello mientras se agachaba, junto a varios uniformados. El
camarógrafo de RCN, trípode en mano, corría despavorido bajo el fuego de la
policía y el ejército para ponerse a salvo. Ambas imágenes en ambos noticieros.
Esa es la prueba palpable de la participación y complicidad con los asesinos,
de un alineamiento informativo escandaloso teledirigido desde arriba, desde tan
arriba como la presidencia de la República.
El
pasado martes presenciábamos en vivo como la infamia se tomaba de manera
descarada y repugnante las pantallas de nuestros televisores. El cerco
mediático contra el campesinado del Catatumbo se hacía descarado.
Los
medios del oligopolio plutocrático vuelven a dar una vuelta de tuerca más en su
deriva fascista en el noticiero de la noche, llevando a su portada que la
policía tuvo que responder a plomo a los ataques con presuntas AK-47. Ese mismo
día, Diomar y Hermides caían víctimas de las balas asesinas de la fuerza
pública.
No
es que sorprenda que Caracol y RCN, medios todos ellos secuestrados por los
negocios del presidente Juan Manuel Santos, se opongan ferozmente a la Zona de
Reserva Campesina o a cualquier otra reivindicación popular que ponga en entredicho,
aunque sea una pequeña parte de su poder. Eso ya lo tomamos con la normalidad
propia del que ya ha visto muchas jugadas, y conoce de memoria como es que se
juega a fabricar y manipular la información. Tampoco sorprende que los medios
regionales e incluso los locales estén alineados de manera absurda en un
supuesto estado de derecho.
Tampoco
sorprende que justificaran unas veces, otras invisibilizaran y otras
aplaudieran el accionar paramilitar de finales de los 90 y principios de la
década pasada. En esa ocasión, también el proyecto tenía la marca inolvidable
del presidente de la República, en ese tiempo Álvaro Uribe.
No
puede ser que los medios de los ricos apoyen a los pobres en la sociedad del
sálvese quien pueda. Ya no solo eso, no podemos pretender que los medios de los
ricos visibilicen las necesidades de los pobres, como tampoco podemos pretender
que dejen de mostrar sus privilegios como el ideal social. A lo que si aspira
uno es a que esa manipulación y ese sicariato informativo, por lo menos, sea
elaborado, pulido y pueda tener un mínimo de credibilidad. Como poco que la
bola entre suavemente en la garganta de los despistados sin que se den cuenta.
Se
aspira también a que se mantenga, por lo menos, una apariencia de independencia
entre los medios, que cada uno utilice una metodología diferente de ofender a
la verdad. Se aspira a que cada uno depure su propia manera de mentir para así
aparentar una cierta diferenciación.
En
el caso de RCN y Caracol, en sus correspondientes noticieros, la noticia fue
una copia exacta, a todos los niveles, además de un insulto a la inteligencia.
Las
mismas imágenes, fotograma por fotograma, los mismos argumentos, el mismo
teatro inventado para la especial ocasión, la misma complicidad descarada con
los asesinos, el mismo desprecio por las humildes. Un mismo esquema informativo
impuesto a las bravas para desconocer la realidad.
Las
imágenes de policías, que sí disparaban, servían para argumentar que los
campesinos disparaban. Esas estrategias de desinformación son tan viejas como
los medios de comunicación y demuestran día a día la podredumbre avanzada en la
que se encuentran los altavoces de la oligarquía. Las imágenes son claras y
muestran a francotiradores apostados en las lomas con una cámara cómplice
detrás. Seguramente esos mismos francotiradores son los que nos han asesinado a
alguno de nuestros compañeros, pero de eso, nada se explica.
Fuego
cruzado, decía la periodista Angie Camacho. Se escondía tras un carro de
policía y retocaba su cabello mientras se agachaba, junto a varios uniformados.
El camarógrafo de RCN, trípode en mano, corría despavorido bajo el fuego de la
policía y el ejército para ponerse a salvo. Ambas imágenes en ambos noticieros.
Esa es la prueba palpable de la participación y complicidad con los asesinos,
de un alineamiento informativo escandaloso teledirigido desde arriba, desde tan
arriba como la presidencia de la República.
Viernes
28 de junio de 2013
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