jueves, 18 de marzo de 2010

Balance: se hundieron políticos profesionales

El carburante del clientelismo

Por Alberto Ramos Garbiras (*)
Tanto a nivel nacional como a nivel departamental los partidos de la coalición del gobierno en las elecciones del 14 de marzo 2010 lograron la mayoría de escaños para el Congreso de la República.

Al concluir esta columna, emitido el boletín número 14 de la Registraduría, el Partido de la U alcanzaba 24 senadores, el Partido Conservador 23, y el PIN 8, es decir 55 senadores lo que significa una coalición amplia para obtener mayoría en los proyectos del futuro gobierno que arrancará el próximo 7 de agosto, si continúa la coalición.

El proceso de la parapolítica durante los últimos años cambió gran parte del Congreso por la vía judicial, y algunos procesos de desinvestidura desde el Consejo de Estado.

La expectativa era la renovación del Congreso por la vía de las urnas. Si hubiera cambiado sustancialmente se podría haber hablado de una modificación, un cambio en la cultura política del electorado que se traduciría en haber asimilado el momento de desprestigio de la institución congresional.

Pero como se conservó similar composición y la abstención sigue similar, tenemos que reconocer el estancamiento de la participación electoral y el silencio de la mitad abstencionista, para que la mitad participacionista decida sobre los mismos feudos electorales, excepto el 30% de renovación en cambios de rostros, sin mayor incidencia en las definiciones nacionales.

A nivel departamental el PIN superaba en votos al Partido Conservador, al Partido Liberal y al Polo democrático. El PIN, un partido metamorfoseado al venir de tres mutaciones, prueba la hipótesis de que el poder gubernamental (los contratos, los puestos públicos, las gabelas…) mezclado con la compra de los votos sigue siendo el carburante actual del nuevo clientelismo mezclado con los remanentes de la parapolítica.

En el Valle del Cauca la dificultad para que otras fuerzas obtuvieran representación en el Congreso se debió a la proliferación de candidatos que competían confundiendo a los electores, el manejo críptico del tarjetón, la falta de orientación a los ciudadanos, el cambio de los puestos electorales.

También influyeron la falta de cultura política y el abstencionismo, que continúa siendo notorio y se debe a la actitud negativa del Congreso por las duras críticas recibidas en los últimos 4 años, por la transmutación de las figuras electorales.

La consulta del Partido Verde fue importante porque ingresó un nuevo candidato presidencial al escenario político, Antanas Mockus, que sin Álvaro Uribe en la contienda tenderá a crecer como partido que superó el umbral y puede volverse atractivo en medio del electorado por ser una formación política con una dirección intachable de tres ex alcaldes, por encarnar el voto de opinión en la coyuntura electoral de 2010, ante el desinfle de la candidatura de Sergio Fajardo que no logró representación parlamentaria, ante la pérdida de espacio del Polo Democrático en el Congreso.

El voto de opinión disperso no es fácilmente cuantificable, se perdieron miles de ellos en los candidatos de la televisión, cronistas deportivos y actrices que pretendieron logarlo, y la dispersión de otros votos de opinión para Martha Lucía Ramírez, y Álvaro Leyva.

Noemí Sanín navega o fluctúa entre un voto otorgado por fracciones conservadoras y un segmento de opinión en medio del entrampamiento de la consulta conservadora, donde el voto oficial, de maquinaria y amarrado, acompañó a Andrés Felipe Arias.

Muchos políticos anclados en los partidos tradicionales desde escaños de los cuerpos colegiados que llegaron algún día aupados por el voto de opinión, pero que con los años, uno o dos períodos, la dinámica política los llevó a comportarse como políticos tradicionales, siguen creyendo que son atractivos ante el electorado por las intervenciones esporádicas ante los medios de comunicación y que esta circunstancia los hace distantes de las maquinarias donde militan.

Se equivocan al pretender sustraerse de la actividad profesional que ya ejercen, algunos de ellos se hundieron en la pretensión de reelegirse.

La abstención bordea el 53%, solo salieron a votar 13.000.000 de personas, cuando el potencial llega a los 29.000.000 millones de votantes. De esta manera, es difícil cambiar el cuadro político del Congreso que se reprodujo de manera similar a la composición del año 2006, con los obvios cambios de algunos rostros que, en cuerpos ajenos o transmutados, pertenecen a los mismos clanes familiares y castas de políticos profesionales.

Es lamentable la pérdida de votos, más de 1.400.000 votos anulados por falta de instrucción, capacitación y por lo abstruso de las papeletas o tarjetones electorales, para sectores iletrados que no encuentran las fotos ni los nombres de sus conocidos o preferidos.

El voto sólo con el logo y el número, borrando la identidad del candidato va contra el derecho a la personalidad jurídica (artículo 14 de la Constitución), un derecho humano de los aspirantes, y contra el derecho a la participación (artículo 40 de la Constitución), porque impide la identificación y complica las campañas que deben hacer doble esfuerzo para enseñarles a los votantes otra identidad de los candidatos, distinta a la del nombre de pila.

Las elecciones del 14 de marzo son el termómetro de lo que ocurrirá en mayo y junio, pues ante la variedad de candidatos presidenciales el poder central se definirá en la segunda vuelta electoral con la conformación de amplias alianzas resultantes de las fuerzas políticas consolidadas. La derecha, el centro y la izquierda definirán ideológica, pragmática o programáticamente a qué fórmula presidencial escogerán.

(*) Profesor-investigador, Universidad Santiago de Cali, USC.

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