La eficacia de los
principios democráticos
Por Eduardo Alfonso Correa Carmona (*)
La defensa del régimen de libertades demostró, una vez más, un gran avance para la consolidación del Estado Social de Derecho donde primó la independencia y honestidad de la Corte Constitucional.
Ésta actuó con la mayor sensatez posible, respetando así todo el ordenamiento jurídico consolidado a partir de la Constitución de 1991 y retomando los principios de libertad, justicia y equidad con los cuales Francia logró sustituir la monarquía por un Estado de Derecho.
Queda claro, y de forma fehaciente, que nuestras instituciones judiciales sí son los órganos competentes para salvaguardar la legalidad y legitimidad de nuestra Constitución, pese a la multiplicidad de criterios e interpretaciones a las que muchas veces son sometidas.
También, queda más que claro que las decisiones de las mayorías sólo se pueden validar conforme a los principios constitucionales. Ellas no deben afectar los procedimientos y formalidades de control a las que deben ser sometidas.
Podemos afirmar que la concentración de poderes no fue suficiente para que se “legitimara el accionar criminal que se venía implementando dentro del Estado Colombiano” con la figura del Estado de Opinión, el cual tenía su “sustento” en la voluntad del pueblo.
Un pueblo que por muchos años ha sido indolente en la construcción de un país más justo y equitativo. Esto se estructura en la medida en que durante muchas generaciones hemos sido dirigidos por demagogos que afectan el sistema democrático-constitucional.
Esta clase de individuos encuentran aceptación por medio de remembranzas dirigidas por lo general a la clase trabajadora, en las cuales hacen alusión a sus necesidades y padecimientos y prometen mitigar estos fenómenos de forma sustancial, pero los someten cada vez más, menoscaban su dignidad y alteran sus libertades.
La decisión tomada por la Corte Constitucional puso de manifiesto que nuestra Carta Política y sistema jurídico están hoy a salvo, y que sí hay posibilidades de volver a mirar hacia el futuro, en donde un espíritu progresista será el único capaz de unir a Colombia.
(*) Estudiante de Derecho de la Universidad Santiago de Cali, USC.
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