Revolución en octubre
El 7 de octubre de 2012 el presidente Hugo Chávez participará en la jornada
electoral número 14 desde 1998, y todo indica que vencerá de nuevo. El 11 de
junio pasado presentó, ante una multitudinaria concentración, su programa de
gobierno 2013-2019, que tiene dos grandes ejes: la defensa de la independencia antiimperialista
lograda en 13 años de gestión y seguir en la construcción del socialismo
bolivariano del Siglo XXI. Así, en octubre de este años, comenzará una nueva
fase la revolución venezolana.
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Por Luis Alfonso Mena S. (*)
El lunes 11 de junio las páginas
virtuales de la Red de Medios Públicos de Venezuela amanecieron congestionadas,
no se podían captar señales de las mismas por Internet para conocer los
prolegómenos del acto, que se preveía sería multitudinario, con el cual inscribía
su candidatura a la reelección el presidente Hugo Chávez.
La explicación parecía sencilla:
centenares de miles de personas, no sólo en América Latina sino en el mundo,
buscaron desde cinco o seis horas antes de la ceremonia de inscripción conocer
a través de la Internet pormenores del acontecimiento.
Esa circunstancia es evidencia del
fenómeno político y comunicacional que es Hugo Chávez para millones de personas
en el mundo, de su significado para pueblos que lo perciben como el líder
genuino de un proceso revolucionario, que lo sienten como el orientador de un
renacer de la esperanza de que una sociedad mejor sí es posible.
Y no se equivocaban quienes con tanta
antelación quisieron acceder a las páginas virtuales de los medios públicos de
la República Bolivariana para percatarse de lo que sucedía, pues miles y miles
de pobladores de Caracas y de toda Venezuela inundaban desde las 9:00 a.m. las calles
de la capital hasta convertirse en un impresionante caudal humano.
El sector conocido como El Calvario,
Plaza Miranda, Plaza O’leary, Plaza Diego Ibarra, Plaza Caracas y la Avenida
Baralt fueron escenarios de una nueva demostración de masas desbordadas para
expresarle su apoyo sincero y emocionado al líder del proceso de
transformaciones sociales que los oligopolios del mundo tanto odian, pero a
quien la mayoría creciente de su pueblo tanto respalda, después de trece años
de gobierno.
Pero aparte de esta demostración llena
de alegría, himnos, canciones, consignas, banderas, colorido y, lo más
impactante, declaraciones de amor solidario de hombres y mujeres, este
reencuentro de Chávez con su gente revestía un interés particular, pues era la
constatación de la falsedad mediática internacional según la cual el mandatario
no podría inscribirse a causa de su grave enfermedad.
No sólo con su comparecencia ante el
Consejo Nacional Electoral para firmar su nueva candidatura presidencial, sino
con el extenso discurso que pronunció de pie durante tres horas, Chávez
desvirtuó las lucubraciones de periodistas que en su país y en Colombia,
Brasil, España, Estados Unidos… de manera irresponsable propalaban versiones
sobre el estado casi “moribundo” del Presidente.
Esos periodistas hablaban con el deseo,
que es el mismo de la derecha venezolana y de las clases dominantes del
continente, quienes llevan meses lanzando toda clase de versiones, invenciones
y mentiras sobre la clase del cáncer que afectó al Presidente y vaticinando,
con un sentimiento de inhumanidad y morbo sorprendentes, “la inminente
desaparición física” de Chávez.
“Le quedan dos meses de vida”, corearon
luego de que el conocido y reaccionario periodista gringo Dan Rather propalara
hace pocos días tal falacia necrofílica. Él mismo confesó que no tenía cómo
demostrarlo, pero todos, incluido Darío Arizmendi y los “gurúes” de la radio
colombiana corrieron a reproducirlo sin sonrojo ético alguno.
Chávez no sólo se mostró recuperado en
su salud sino que evidenció el mismo vigor que lo ha caracterizado. A pesar de
su enfermedad, el Jefe de Estado no ha dejado de gobernar ni de impulsar
programas como el de 2.600.000 viviendas para los más pobres de su país o la
revolucionaria Ley Orgánica del Trabajo, que proscribe la tercerización,
establece la jornada laboral de 40 horas y contempla un sinnúmero de beneficios
para los trabajadores.
La solidaridad de su pueblo ante las
vicisitudes de su enfermedad y el reconocimiento de que a pesar de ella el
Presidente no ha dejado de tener el mando de la Nación y de impulsar las
múltiples acciones administrativas en su beneficio, se reflejan en una docena
de encuestas que semana tras semana le dan el triunfo el 7 de octubre próximo,
con márgenes que van del 53% hasta el 68%, con ventajas que oscilan entre 17 y
30 puntos porcentuales sobre su contendor.
La opción socialista, el gran aporte de Chávez
Pero más allá de todo lo anterior, un
aspecto trascendental del multitudinario acto de inscripción de Chávez fue la
presentación de su programa de gobierno y, de manera especial, la ratificación
del camino socialista de la revolución bolivariana.
“No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y
copia. Debe ser creación heroica”, dijo en 1928 José Carlos Mariátegui. Esa es la orientación de la revolución
bolivariana, cuya segunda fase explicó Chávez.
A diferencia de su contradictor,
Henrique Capriles, quien encabeza un grupo de 31 colectividades opositoras, la
gran mayoría de derecha, y no presentó programa, Chávez, que lidera una
coalición de 13 partidos reunidos en torno del Gran Polo Patriótico, llegó con
un programa estructurado de manera minuciosa, con soportes conceptuales y
estadísticos.
El documento, mostrado a sus seguidores
en la Plaza Diego Ibarra, se titula Para
la Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019, se desarrolla a lo largo de 40
páginas y tiene cuatro clases de grandes objetivos entrelazados: históricos,
nacionales, estratégicos y generales. [1]
El lunes 11 de junio en su discurso de
tres horas, con pedagogía de masas, Chávez se esforzó por detallar y explicar
los cinco objetivos históricos, que redactó de su puño y letra y que el Partido
Socialista Unido de Venezuela, el más grande del país y fuerza motora del Gran
Polo Patriótico, tuvo impreso para el acto de inscripción.
El primer objetivo histórico lo resumió así: “Defender, expandir y
consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la
independencia nacional”. [2]
Chávez explicó que gracias a esa
independencia el país ha podido disponer de 350.000 millones de dólares
derivados del manejo soberano de la industria petrolera venezolana, recursos
que se hubieran llevado las corporaciones transnacionales estadounidenses de no
haber llegado al poder en 1998.
Con base en la independencia frente a la
banca internacional se han inyectado 500.000 millones de dólares a misiones y
programas sociales. En 2012, para sólo referir ejemplos inmediatos, serán
entregadas 200.000 casas completamente dotadas a la población y miles de
supermercados populares seguirán facilitando alimentos con entre el 50% y el
60% de rebaja en sus precios respecto de las tiendas privadas.
Chávez les explicó a sus seguidores que
la nueva Ley de Hidrocarburos multiplicó las regalías, que en 1998 eran del 1%
y ahora son del 30%, y recordó que el impuesto petrolero en la Franja del
Orinoco es del 50%. “Todo ello es soberanía, independencia”, insistió.
El segundo objetivo lo definió Chávez así: “Continuar construyendo el
socialismo bolivariano del Siglo XXI en Venezuela, como alternativa al sistema
destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la ‘mayor suma de
seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de
felicidad’ para nuestro pueblo”. [3]
Este se podría considerar el más
importante aporte de Chávez a los procesos de cambio y de revolución en el
continente americano y en el mundo. Ya en 1994, poco después de obtener la
libertad luego del alzamiento que lideró el 4 de febrero de 1992 contra el
gobierno de Carlos Andrés Pérez, Chávez se planteaba una lucha frontal contra
el sistema político imperante en su país.
Incluso retomaba a Antonio Gramsci
cuando hablaba de un sistema que no termina de fenecer y otro que no termina de
nacer, para concluir que hay dos maneras de lograr el cambio, y privilegia la
revolución pacífica.
A finales de la década de los años 90,
cuando se hallaba en pleno auge el capitalismo en su fase neoliberal y,
paralelamente, se derrumbaban como castillos de naipes, casi sin resistencia,
los regímenes socialistas en toda Europa, incluida la Unión Soviética, aparece
Chávez para, contra viento y marea, iniciar un proceso nuevo.
Diez y ocho años después, Chávez se
encuentra en la senda socialista, definida ya en las elecciones presidenciales
de 2006, en las que fue reelegido. A partir de allí se dio inicio a la que
denomina primera fase de la construcción socialista.
El Presidente es consciente de que su
país todavía se enmarca en lo fundamental dentro de un sistema socioeconómico
capitalista, pero se plantea, con decisión y sin temores a la propaganda
opositora, seguir sembrando las semillas de la propiedad social sobre los
medios de producción, para lo cual postula “poder popular, comunal, obrero y
campesino”.
“Vamos a crear comunas para darle poder
político al pueblo con una nueva economía comunal en las parroquias, para ir
desplazando progresivamente el poder capitalista… Poco a poco tenemos que ir
instalando el nuevo modelo y desplazando el viejo. Crear el nuevo modelo
permitirá una economía socialista diversificada, dejar atrás el modelo
explotador perverso”, explicó en su discurso.
El tercer objetivo histórico del programa de Chávez establece:
“Convertir a Venezuela en un país potencia en lo social, lo económico y lo
político dentro de la Gran Potencia Naciente de América Latina y el Caribe, que
garantice la conformación de una zona de paz en Nuestra América”.
La visión del presidente venezolana no
es endógena ni chauvinista, por el contrario, es plural e internacionalista, y
en tal sentido dentro de sus estrategias siempre ha estado presente la relación
solidaria con los pueblos del mundo.
Ello se refleja cuando se plantea el
desarrollo económico de su nación, pero sin olvidar que el mismo se inscribe en
el campo de su relación con los demás países hermanos, postulado que ha sido
tergiversado de manera perversa por sus opositores.
El influjo de Chávez es palpable en la
construcción de organismos de cooperación económica y política a escala
continental. Como lo explicó en su discurso del 11 de junio, fue a partir de su
gobierno que se pudieron materializar instancias como la Unión de Naciones
Suramericanos, Unasur, frente a la cual la derecha del subcontinente se mostró
siempre reticente, pero que se ha consolidado en el último año.
Otros organismos como la Alianza
Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América, Alba, y la Comunidad de Estados
de América Latina y el Caribe, Celac, el primero de unión solidaria para la
cooperación económica y el segundo, alternativa frente a la OEA y de rechazo al
dominio estadounidense, nacieron en gran medida por iniciativa y bajo el
liderazgo de Chávez.
El cuarto objetivo expresa: “Contribuir al desarrollo de una nueva
geopolítica internacional en la cual tome cuerpo un mundo multicéntrico y
pluripolar que permita lograr el equilibrio del Universo y garantizar la paz
planetaria”. [4]
Desde el arribo de Chávez al poder la
geopolítica internacional recibió su influjo al rescatar la causa de la lucha
antiimperialista, desahuciada por muchos teóricos que cuestionan incluso el
concepto de imperialismo en la posmodernidad.
De nuevo sin temores a la
estigmatización por la recuperación de la idea, ha venido liderando una
tendencia mundial opuesta a la resignación de un mundo unipolar, con Estados
Unidos como gendarme máximo del planeta, y que se plantea el derecho de los
pueblos a la autodeterminación.
En tal sentido se orienta su postulado
de un mundo multicéntrico y pluripolar, que cuestiona en primer término el
poder injerencista y guerrerista de Estados Unidos, principal imperio
capitalista, y reivindica el derecho a la diversidad de relaciones económicas y
políticas de los pueblos latinoamericanos.
Se trata de un postulado que entronca
con todos los anteriores, que le ha permitido a su país no solo romper con la
dependencia de Estados Unidos sino establecer sólidos nexos comerciales y
políticos con potencias alternativas como China, Rusia, Irán y Brasil, al
tiempo que recuperar el liderazgo en la Opec e iniciar un camino de
diversificación en las exportaciones.
Y el quinto objetivo: “Preservar la vida en el planeta y salvar la especie
humana”. [5]
Es un escenario fundamental en el mundo
de hoy, que toca los derechos de tercera generación, a propósito de una
globalidad amenazada por las guerras, la depredación del medio ambiente y el
ecosistema por parte del mundo capitalista.
Chávez recalcó que gracias a los 13 años
de revolución el 95% de la población hoy tiene acceso a agua potable e instó a
mantener la guardia para evitar que los recursos naturales se vuelvan a
entregar a los monopolios.
“Seguiremos viviendo para darle vida a
la patria y al socialismo”, puntualizó.
Así, el 7 de octubre de 2012, el
presidente Hugo Chávez participará en la jornada electoral número 14 desde
1998, y todo indica que vencerá de nuevo. Será el comienzo de la
materialización de los dos grandes ejes de su programa: la defensa de la
independencia lograda en sus 13 años de gestión y la continuación de la
construcción del socialismo bolivariano del Siglo XXI.
El triunfo del presidente Chávez el 7
constituirá una verdadera revolución en octubre, a 95 años de la protagonizada por
el pueblo ruso en el mismo mes de 1917.
(*) Director del periódico PARÉNTESIS, de Cali, Colombia.
Nota:
[1] Ver el programa presidencial titulado Propuesta del Candidato de la Patria. Comandante Hugo Chávez. Para la
Gestión Bolivariana Socialista 2013-2019, en: http://www.chavez.org.ve/Programa-Patria-2013-2019.pdf.
[2] Ibídem, p. 4.
[3] Ibíd.
[4] Ib.
[5] Ib.
Las gráficas son evidencia del mar humano que acompañó al presidente Hugo Chávez en la inscripción de su candidatura, el lunes 11 de junio. (Fotos tomadas de www.laiguana.tv). |
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