Rodrigo Lobo tocando la flauta, uno de
sus instrumentos favoritos. (Foto: Carolina Aristizábal).
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“Yo no dejo la
música, ¡oís!”
Matemático,
ingeniero mecánico, psicólogo, profesor y músico, a partir de sus múltiples
facetas Lobo le sirve a la sociedad sin dejar de lado todo lo que le apasiona.
Fue iniciador de la música andina en Cali. Es intérprete en la agrupación
Samay.
Por Luisa María Bolaños Gómez (*)
Los
rumores vacilantes sobre la personalidad de Lobo hacían un hueco en mi cabeza.
Dichas murmuraciones, acerca de su timidez y dureza, sembraron la duda y me
hicieron reconsiderar si debía o podía hablar con él. Quizás fue aquella mañana,
en la última visita a la escuela Francisco José de Caldas, la que me motivó.
Por primera vez lo miré a los ojos, cuando él tomó un asiento junto a mí. Me di
cuenta de que no era un simple profesor.
Cuando
Rodrigo Lobo está dando sus clases le salen del corazón. Este hombre es una
caja de sorpresas. Puede parecer un poco tímido y sus ojos, bajo el disfraz de
sus anteojos, se ven algo misteriosos, pero sinceros. Es un experto a la hora
de enseñar y no lo para nadie cuando de hacer música se trata. Así es, un
docente que al mismo tiempo es músico, un hábil matemático e ingeniero mecánico
y, como si fuera poco, psicólogo. Rodrigo Lobo dedica su vida a enseñarles a
los niños, incluyendo la música como método de aprendizaje. Durante toda su
vida ha compartido todo lo que sabe con quienes le rodean.
Le
pregunté a Rodrigo acerca de sus comienzos en la docencia y él me dijo que
empezó desde joven, aprovechando sus habilidades en las matemáticas. Lo que
hacía era capacitar a sus demás compañeros, posteriormente tuvo la oportunidad
de ser profesor de matemáticas en pre universitarios de la Universidad del
Valle. “Los matemáticos se dedicaban a resolver problemas, yo me esforzaba en
cómo hacer para que no fuera tan difícil”.
Lobo
explica que su interés por la psicología nace de la oportunidad que tuvo de
tener a Estanislao Zuleta, escritor de varios libros de psicoanálisis, como
maestro. Se dio cuenta de que “como psicólogo podía ser terapeuta y también
podía ser maestro. Mientras que como matemático, no podía ser psicólogo,
solamente profesor”.
Comentó
también que desde su niñez le gustaba la música, el deporte y siempre tuvo
mucha curiosidad por la docencia. “La palabra licenciado me parecía tan
hermosa”. Afirma haber sido muy afortunado, ya que trabajó en programas de
educación con el Icbf. En esa época empezaron a coger fuerza los elementos
lúdicos y artísticos. Él tenía esas capacidades a través de la música.
Al
hablar de su faceta como músico se emociona. Afirma que siempre ha sido
intérprete de música folclórica, pero que le gusta toda la música. “La gente se
queda aterrada porque yo me pongo a estudiar y escucho a Kurt Cobain de
Nirvana, yo me la soyo”. También tiene habilidades con instrumentos como el
pombo, el cununo, las maracas, la quena, entre otros.
Lobo
recuerda la época de los sindicatos en Cali. En su memoria viven aquellos
momentos en los que los sindicatos estaban en auge y disponían de una fortaleza
increíble, esto lo benefició en gran manera, ya que se empezaron a realizar
actos culturales, en los cuales él participaba. “Soy de los primeros músicos,
en Cali, que iniciaron con la música andina en forma”. Lobo pertenece a la
agrupación Samay, especializada en la danza y la música andina. Samay, cuenta
Rodrigo, remite a un estado de equilibrio, de descanso.
La
música para Lobo, según lo cuenta, ha sido una herramienta, pues la usa como
método de enseñanza. Se entusiasma al hablar sobre los niños. Menciona que a
éstos les gusta el ‘choque’, pero es porque solamente les colocan ‘choque’. Y
prosigue diciendo que si a los niños se les colocara música clásica, podría
llegar a gustarles. “Hay que motivarlos. Lo que no hay son profesores,
proyectos y espacios. Como todo el día escuchan ‘choque’, pues bailan
‘choque’”.
Le
pregunto sobre sus sueños sin cumplir y dice que le hubiera gustado estudiar
más. Y agrega que “hoy en día uno tiene que estar preparado para hacer de
todo”. Cuenta que en la agrupación Samay tienen un sueño colectivo. “Tenemos un
trabajo musical adelantado, entonces nuestro sueño es seguir trabajando en esa
línea y sacar unas producciones musicales, más adelante”.
Si
Rodrigo Lobo pudiera cambiar algo de su vida, ese algo jamás sería la música.
“Yo no dejo la música ¡oís!”. Para él, lo que cambiaría de su vida sería ser
más músico, complementado esto con estudios en psiquiatría. Y repite: “La
música no la dejo, de esa no me voy a jubilar”.
Finalmente,
le pregunto sobre su mayor atrevimiento en la vida, no lo piensa dos veces y
dice: “Mi mayor atrevimiento en la vida ha sido tener hijos”. Inmediatamente le
pregunto por qué piensa eso y él responde que este mundo está muy loco, está
terrible. Aclara que no lo dice porque los hijos sean algo malo, todo lo
contrario, son una bendición, sino que el planeta está muy contaminado. Con
indignación subraya que “si la humanidad sigue creciendo nos va tocar comer
basura”.
(*) Estudiante
de Comunicación Social de la Universidad Santiago de Cali, USC.
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