lunes, 28 de junio de 2021

El operativo de guerra contra Puerto Resistencia en Cali

Aspecto del despliegue policial en Puerto Resistencia el sábado 26 de junio de 2021. (Foto: Jahfrann).

UN RÉGIMEN SEDIENTO DE VENGANZA

Por Luis Alfonso Mena S.

A través de sus agentes locales, el régimen de Iván Duque dio inicio a una feroz venganza contra la juventud y las comunidades de Cali que han resistido en calles y barrios durante los dos meses del Paro Nacional, que se cumplieron este lunes 28 de junio de 2021.

La más alevosa de esas operaciones comenzó a las cuatro de la madrugada del sábado 26 de junio, cuando un impresionante contingente calculado en mil hombres de fuerzas combinadas de Ejército y Policía incursionó sobre Puerto Resistencia, en el suroriente de la ciudad, para tratar de destruir este punto de lucha juvenil y popular, convertido en ejemplo de combatividad y persistencia en el Paro.

El comandante de la Policía Metropolitana, brigadier general Juan Carlos León, lanzó toda clase de señalamientos y sindicaciones contra este epicentro de lucha popular en Cali, hasta las más inverosímiles, y el secretario de “Seguridad y Justicia” de la Alcaldía, Carlos Javier Soler, un coronel retirado recientemente nombrado en el cargo, apareció insólitamente con pistola al cinto, como si hiciera parte del operativo armado, en actitud de provocación que originó el repudio de miles de caleños.

Recién iniciado el operativo, y luego de no encontrar nada de lo que al parecer buscaban para saciar su venganza judicial contra la comunidad en el punto, el general León, sin tener autoridad para ello, anunció que el Monumento a la Resistencia, erigido en homenaje a las decenas de víctimas de la represión del régimen contra la juventud, sería demolido.

El monumento, inaugurado el domingo 13 de junio de 2021, es una obra colectiva en la que participaron decenas de artistas y personas de la comunidad caleña, es también un legado que trasciende las fronteras de Cali y se ha convertido en símbolo del Paro Nacional y de la solidaridad a lo largo de toda Colombia y Latinoamérica.

El anuncio del comandante de la Policía reveló las intenciones de la clase dirigente de la capital del Valle del Cauca, que desprecia el sentimiento popular, ha generado un ambiente de estigmatización contra la protesta juvenil y promueve ahora, a través de nuevos funcionarios de corte uribista nombrados por el alcalde Jorge Iván Ospina para congraciarse con la ultraderecha, la criminalización de la protesta.

Sin duda, el despliegue de guerra contra Puerto Resistencia, con hombres de camuflado portando fusiles y ametralladoras, acompañados de tanquetas, drones y sobrevuelos de helicópteros en la oscuridad de la madrugada sabatina, tenía todas las intenciones de generar terror entre la población y de dar la sensación de sometimiento de una comunidad para beneplácito de la galería más reaccionaria de la ciudad, que todos los días, usando sus medios masivos tradicionales de comunicación, reclamaba el levantamiento de los puntos de resistencia juvenil a como diera lugar, a sangre y fuego si fuera preciso.

 

Los mandos policiales y militares y los funcionarios de la Alcaldía que dirigieron el desproporcionado operativo y recibieron el rechazo de la comunidad.

“FUERA, FUERA”

Pero el operativo constituyó una derrota para esa rancia oligarquía caleña, cuyo desproporcionado aparataje armado policial y militar no encontró ni los “arsenales” que esperaban para desacreditar la resistencia, ni los “nidos” de delincuencia con los que todo el tiempo han desinformado y tratado de desprestigiar la lucha popular.

Por el contrario, los organizadores del operativo recibieron el repudio masivo de los pobladores de los barrios que circundan este amplio sector popular del sur oriente caleño, que no dudaron en ir ante los ocupantes de su territorio a increparles por su montaje.

“Con nuestro monumento no se metan, lo defenderemos de principio a fin, es una construcción de toda la comunidad y ustedes no tienen ninguna autoridad para derrumbarlo”, opinaba la gente que fue despertada por los tambores de guerra de los centenares de hombres invadiendo un territorio de lucha y de resistencia.

“¡Fuera, fuera, fuera!”, gritaba a los contingentes de las Fuerzas Armadas y a la burocracia de la Alcaldía de Cali la comunidad que madrugó a defender no solo el Monumento a la Resistencia sino también el espacio de solidaridad mantenido a lo largo de dos meses de Paro.

Fue de tal magnitud el rechazo de la población, que el alcalde Ospina no tuvo más remedio que pronunciarse desmintiendo que se hubiera dado la orden de destruir el monumento, aunque quedó en evidencia que fue la respuesta popular la que derrotó la provocación y la venganza oligárquica en Puerto Resistencia, a pesar de la planificada agresión.

 

El coronel (r) Carlos Javier Soler, secretario de Seguridad y Justicia, con pistola al cinto.

EL SECRETARIO DE LA PISTOLA

Ante la aparición en Puerto Resistencia del secretario de “Seguridad y Justicia” con pistola al cinto, cual sheriff gringo, se produjeron numerosos pronunciamientos de rechazo. “Un funcionario público no debe intimidar a los ciudadanos ostentando un arma, menos en un lugar de protesta social que era víctima de un ataque policial y del ejército donde debe guardarse la prudencia que no tuvo al exhibirse en forma agresiva”, declaró Alberto Jairo Palomino, dirigentes político y social en Cali.

Al rechazar el acto de provocación del funcionario, el jurista Armando Palau Aldana recordó, además, que “el permiso de porte de armas está suspendido desde el 1o. de enero de 2021 hasta el 31 de diciembre del 2021 por el Decreto 1808 de 2020”, y reiteró que, en consecuencia, Soler violó la prohibición expedida por el mismo gobierno del cual es emisario en Cali.

Por su parte, James Larrea, defensor de derechos humanos, sostuvo que no es dable que “un secretario u otro funcionario en ejercicio de sus labores, preste sus servicios con pistola al cinto y con la intención de desenfundar al menor indicio que a él se le ocurra”.

“El mensaje inequívoco es que el gobierno de Ospina apoya la colaboración de civiles armados en acciones represivas de la policía”, manifestó el exfiscal José Élmer Montaña, quien subrayó que “en momentos en que tenemos brotes de paramilitarismo en el sur de la ciudad, esto alienta la conformación de este tipo de organizaciones”.

La Unión de Resistencia de Cali, URC, se pronunció exigiendo la renuncia de Carlos Javier Soler al cargo de secretario de “Seguridad y Justicia”, y explicó que la posición del funcionario “no permitirá encontrar una salida dialogada y pacífica a la realidad de la ciudad. El paro continúa, nuestras asambleas permanentes continuarán, nuestra lucha es en las calles y exigimos garantías para el ejercicio de nuestro derecho constitucional”.

 

Operativo de guerra contra una población pacífica, en el suroriente de Cali.

SED DE SANGRE

Ya el lunes 21 de junio la Policía, utilizando al Esmad y a otro de sus escuadrones preferidos en la represión 2021, el Goes (Grupos de Operaciones Especiales), había arremetido en la tarde y la noche contra los jóvenes de Puerto Resistencia, especialmente en inmediaciones del barrio Villa del Sur.

En la represión, decenas de habitantes de los barrios circunvecinos resultaron afectados por los gases lacrimógenos, las granadas aturdidoras y el estruendo de las armas de fuego disparadas por la policía.

La jornada dejó otro joven asesinado, identificado como Juan Carlos Arce, un hecho trágico que aumentó la cifra de homicidios contra participantes en el Paro a 46 en Cali y a 60 en todo el Valle del Cauca.

Y mientras en Cali ocurría esto, en otros puntos del país se registraban más homicidios perpetrados por la Fuerza Pública en la represión de la protesta, como sucedió en Bogotá, donde perdieron la vida por balas oficiales Jaime Alfonso Fandiño, en Usme, y Edward Castillo.

 

Contingentes como para una guerra, una operación represiva e inverosímil.

DETENCIONES A GRANEL

La venganza contra la resistencia juvenil emprendida por el aparato represivo del Estado, a través de la Fiscalía y de las Fuerzas Armadas, incluye detenciones de jóvenes a los que sindican de toda clase de delitos, en una aplicación clasista y selectiva de supuesta “justicia”, en Cali y Yumbo.

Uno de los detenidos es Yeison Fabián Muñoz Narváez, cuya familia informa que es un joven que está siendo procesado judicialmente por un delito que no cometió en los hechos acaecidos el 28 de mayo en el sector de La Luna, donde pereció un agente de la Fiscalía luego de que el funcionario asesinara a dos manifestantes. Los familiares del joven Muñoz solicitan solidaridad de la comunidad caleña y asistencia jurídica.

La Red de Derechos Humanos Francisco Javier Ocampo Cepeda, entre tanto, denunció la detención sin orden judicial de tres jóvenes de Paso del Aguante: Carolina Montaño Cuero, Cristián Andrés Cortes Ortiz y Jhon Michel Cardona Jaramillo. “Alertamos sobre la detención arbitraria, la seguridad personal y los posibles falsos positivos judiciales en contra de los manifestantes”, dice el pronunciamiento de la Red.

Por otro lado, desde Yumbo el Comité Municipal del Paro Nacional denunció la captura de tres activistas de la protesta en el barrio Juan Pablo II, identificados como José James Cabezas Quiñones, Sebastián Neuta y Diego Luis Tascón, y sostuvo que la Sijin de la Policía construyó un montaje judicial a través de un supuesto testigo anónimo para inculpar a los detenidos de lesiones contra un agente que el 29 de abril disparó públicamente contra los participantes en el Paro, a la altura del barrio La Estancia.

“Tal como sucedió con los compañeros manifestantes del corregimiento de Dapa, se trata de un nuevo montaje de la Policía Nacional para judicializar la protesta social en Colombia”, aseveró el Comité.

En el cúmulo de detenciones también se encuentran privados de la libertad en la cárcel de Palmira los jóvenes Kevin David Cerón Díaz, Jeison Andrés Caicedo Ortiz y Jeison Andrés Ospina Monsalve, manifestantes de Paso del Aguante (Paso del Comercio).

 

Facsímil de la sentencia de tutela a favor de la Unión de Resistencias de Cali.

TUTELAS AVANTE

Las resistencias han estado acompañadas no solo de la perseverancia de los jóvenes en las calles, sino también del esfuerzo de destacados líderes sociales y de juristas, que ha transmitido a las nuevas generaciones de luchadores sus conocimientos y experiencia.

Dos ejemplos ilustran lo anterior: el primero es el de Rodrigo Vargas Becerra, presidente del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos en Yumbo, veterano líder social que se formó en las luchas obreras de los años ochenta y noventa y quien ha estado a lo largo de los dos meses del Paro de 2021 al lado de los muchachos expresando su solidaridad y aportando luces para el devenir de la brega social.

Vargas Becerra logró que una tutela impetrada por él exigiendo el respeto al derecho a la protesta fuera aprobada mediante sentencia judicial, y acaba de obtener también que la autoridad judicial exija al alcalde de Yumbo y a la gobernadora del Valle que la tutela se cumpla, pues de lo contrario operará la sanción correspondiente al desacato.

El otro ejemplo es el del abogado Armando Palau Aldana, experto en derecho del medio ambiente y en derecho administrativo e integrante de la Asociación Americana de Juristas, quien ha venido asesorando a la Unión de Resistencias de Cali de manera altruista e igualmente solidaria.

Palau Aldana logró que este lunes 28 de junio el Tribunal Administrativo del Valle del Cauca profiriera una sentencia mediante la cual “se amparan los derechos fundamentales a la protesta pública y pacífica así como el debido proceso de los accionantes, la Unión de Resistencias Cali”, y, en consecuencia, se dejara “sin efectos la orden de la Jueza 16 Administrativo de Cali de suspensión del Decreto Distrital 304 de 2021 que adoptó garantías para la construcción de acuerdos” e institucionalizó la mesa de diálogo.

“El Tribunal consideró que la suspensión ordenada por la Jueza 16 no cuenta con soporte constitucional suficiente en una etapa temprana del proceso de nulidad y la limitación de derechos e intereses que conlleva resulta más gravosa para los derechos fundamentales de todas las personas que quieran sumarse al diálogo en el marco del conflicto”, explicó Palau Aldana.

De esta forma, en el Valle del Cauca la resistencia también se expresa en la lucha jurídica, que respalda la protesta pacífica de la juventud y el pueblo que continúan en el Paro Nacional.

Cali, lunes 28 de junio de 2021.

Facsímil de la apertura de incidente de desacato, fallado a favor de la tutela que protege el derecho a la protesta en Yumbo.


Imágenes del Monumento a la Resistencia, inaugurado el domingo 13 de junio de 2021, en inmediaciones de la Autopista Simón Bolívar, suroriente de Cali.

domingo, 20 de junio de 2021

En Cali, 45 homicidios y en municipios del Valle, 14: el rastro de la represión

Imagen captada de un video del periodista Jahfrann, correspondiente a la agresión perpetrada por la Policía el jueves 17 de junio de 2021 contra la población del barrio San Luis II, de Cali. 

LAS CIFRAS DEL HORROR: ¡JUICIO A LOS ASESINOS!

 

Por Luis Alfonso Mena S.

Las memorias del horror se han escrito y se siguen escribiendo por estos días en Cali, llamada, paradójicamente, “La capital del cielo”, convertida en un infierno por la represión brutal del Estado contra las manifestaciones de la población en el paro, que este domingo 20 de junio llegó a su día 53.

 

Todas las formas de la brutal violencia del Estado y del paramilitarismo han sido utilizadas por las élites segregacionistas en el poder a través de los diferentes componentes de su Policía, empezando por el Esmad, y de su Ejército, en conjunción con personas armadas vestidas de civil, es decir agentes de los servicios secretos del Estado y/o particulares de las autodefensas urbanas (parapolicías) que se han generalizado, aupadas y financiadas por sectores de la derecha más recalcitrante.

 

Esa violencia estatal y paraestatal es la responsable de las cifras aterradoras que deja la represión contra el Paro Nacional y la protesta social en marcha que, de acuerdo con el registro llevado por el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz, Indepaz, es de 70 asesinatos, 46 de los cuales atribuye a la policía y otros componentes de la Fuerza Pública.

 

Pero a esa cifra hay que agregar los últimos tres asesinatos cometidos en Cali contra manifestantes, para un total de 73, aunque existen registros de otras entidades defensoras de derechos humanos según los cuales la cifra de homicidios contra manifestantes es superior a los 73.

 

Al desglosar esas cifras macabras, podemos encontrar que, del total de 73 personas asesinadas en el marco de la represión del régimen de Iván Duque contra el pueblo, 45 lo fueron en Cali (el 62% de todo el país) y 14 más en cinco municipios del Valle del Cauca (6 en Yumbo, 5 en Tuluá, 1 en Cartago, otro en Cerrito y uno más en Candelaria), para 59 en todo el departamento (el 81% de todo el país).

 

Datos escalofriantes que en cualquier Estado serio del mundo habrían originado la destitución de los altos mandos policiales y militares, lo mismo que de los ministros del Interior y de Defensa y juicios al presidente y la vicepresidenta del país.

 

Pero estamos en Colombia, donde toda esta barbarie estatal contra las protestas del pueblo en las calles hace parte de la política oficial, de la forma como históricamente las clases dominantes han atentado contra las luchas populares y del modus operandi de un régimen despótico en cabeza de Duque, mandadero de Álvaro Uribe Vélez y de los intereses del poder burgués-terrateniente existente en el país.

 

Por eso, urge desde ya que el primer gran objetivo de todos quienes continúan en la resistencia social, a pesar del desmonte decretado por un sector del Comité Nacional de Paro (el llamado Comando Nacional Unitario), sea exigir el juicio a los asesinos, integrados en el régimen de Duque, responsables de estos crímenes de Estado.


Juan David Muñoz Montenegro, asesinado en la represión policial del jueves 17 de junio de 2021, en el barrio San Luis II, nororiente de Cali.
 

MÁS ASESINATOS EN CALI

 

Precisamente, el jueves 17 de junio la represión cobró la vida de dos personas más en las calles de Cali, la primera de ellas, hacia las 4:30 p.m., en el barrio San Luis II, en el sector de Paso del Aguante (Paso del Comercio), nororiente de Cali.

 

Allí fue asesinado Juan David Muñoz Montenegro, de 23 años de edad, un joven trabajador independiente muy apreciado en el sector, que recibió un impacto de arma de fuego en la cabeza.

 

El homicidio causó pánico entre los pobladores del barrio donde se produjo, varios de los cuales grababan con sus teléfonos lo que ocurría.

Asimismo, defensores de derechos humanos y juristas denuncian que gases lacrimógenos fueron lanzados de manera indiscriminada por el Esmad de la Policía, afectando a niños, ancianos y a una vasta población del sector.

En su accionar contra las protestas juveniles en Paso del Comercio, la policía actuó de nuevo como fuerza de ocupación en los barrios del área, pues incursionó en ellos agrediendo a la población, lanzando, además de los gases, granadas de aturdimiento y deteniendo a numerosas personas.

La actuación de la policía, incluso con el uso de una tanqueta, se registró con más violencia en inmediaciones de la Biblioteca Nicolás Guerrero, la cual, según denunciaron vecinos del lugar, agentes de la Fuerza Pública querían destruir, pues se ha constituido en un símbolo cultural de la resistencia juvenil en Paso del Comercio.


Se denunció, asimismo, que a las 5:18 de la tarde del jueves, en el sector de Calimío fue herido en la cabeza José Cuellar, defensor de derechos humanos, por el impacto de una granada de gas lacrimógeno accionada por un agente del Esmad de la policía, plenamente identificado.

 

Cuellar fue remitido a un centro de atención médica, donde el sábado 19 de junio era sometido a una intervención quirúrgica.

 

Los hechos en este punto de Cali han sido de tal gravedad, que personas en el lugar denuncian que un ciudadano que atendía un puesto de socorro médico está siendo objeto de persecución debido a su voluntariado humanitario, fue víctima de un allanamiento absolutamente injustificado y la carpa de primeros auxilios que había instalado fue destruida por la policía.


 

Elkin Andrés Fernández Salazar, asesinado en la noche del 9 de junio de 2021, en la represión policial perpetrada en los barrios Andrés Sanín y Siete de Agosto, en el oriente de Cali.


CRIMEN EN EL SURORIENTE

 

El mismo jueves 17 de junio, desde otro punto de la capital del Valle, el suroriente, la Unión de Resistencias de Cali, el Comité de Derechos Humanos y la Asamblea Permanente Jaime Rosas de Sameco denunciaron que la Policía atacó a balazos un bus que se desplazaba con personas solidarias, y que un joven fue asesinado en esa acción demencial, al tiempo que cuatro ciudadanos resultaron heridos.

 

La víctima fue identificada como Jhonatan Londoño, quien sería una de las personas que acompañaban el bus que transportaba a los jóvenes agredidos por motorizados de la policía y miembros de la Sijin, en inmediaciones de la Avenida Ciudad de Cali, de acuerdo con denuncias comunitarias.

Un reporte desde Puerto Resistencia indica que entre las personas heridas se encuentra Jhan Sebastián Velasco Quintero, y que entre los detenidos en el lugar figura Anderson David Cifuentes.

Los operativos policiales del jueves se iniciaron temprano en el sur de Cali, cuando se produjo el allanamiento del apartamento de Francisco Velasco, dirigente de la Unión de Trabajadores de Colombia, UTC, en el Valle, y quien es reconocido como hombre solidario con las causas juveniles y sociales. El hecho tuvo lugar en el conjunto residencial Bochalema 

Otros puntos de protestas y concentración juvenil también fueron objeto de la represión estatal a lo largo de la semana, como el ocurrido en el sector de Meléndez, donde, además, la policía contaminó una olla comunitaria que preparaban en el lugar, con el fin de evitar que los jóvenes en resistencia se alimentaran.

Todo lo anterior ocurrió en el marco de los anuncios del comandante de la Policía de Cali en el sentido de que arreciaría la coerción contra todos los puntos de resistencia, y luego del fallo del Juzgado 16 de lo Contencioso Administrativo, que estableció medida cautelar consistente en declarar suspendido el Decreto 304 de la Alcaldía del Distrito de Cali, que reconocía la interlocución con las Primeras Líneas de Resistencia Juvenil, norma que había desatado la ira de la ultraderecha uribista en la ciudad.

Una semana atrás, en otra jornada de horror, el ciudadano Elkin Andrés Fernández Salazar, de 43 años de edad y trabajador del barrio Siete de Agosto, fue asesinado recién llegaba a su casa por la policía, que reprimía de manera brutal las protestas juveniles llevadas a cabo en el barrio, contiguo a Andrés Sanín.

Esos hechos, en los que también resultaron heridas 20 personas, se presentaron el miércoles 9 de junio, en el marco de las resistencias que la joven generación de la zona desarrolla en el así llamado Puente de las Mil Luchas (Puente de los Mil Días).

 

La Policía de Cali no solamente reprime con violencia física, sino que ahora destruye las ollas comunitarias en las que se alimentan los jóvenes en los puntos de resistencia. Escena captada el 19 de junio de 2021, sector La Luna, suroriente de Cali.

PARAPOLICÍAS URBANOS EN LOS MIL DÍAS

El viernes 18 de junio las fuerzas parapoliciales volvieron a disparar contra la juventud en resistencia, de nuevo en la zona de La Mil Luchas, hasta donde llegaron motorizadas abriendo fuego y asesinando al joven Eloy Alejandro Mata Díaz, con cédula de extranjería 28.856295, según informó un comunicado de la Unión de Resistencia de Cali, URC. El cometido en la persona de Eloy Alejandro es el asesinato número 73.

En horas de la noche, la represión se trasladó más arriba del Puente de las Mil Luchas, a la Autopista Suroriental, en inmediaciones del sector conocido como La Luna, donde la policía inundó los barrios vecinos de gases lacrimógenos y en la calle detuvo a cuatro jóvenes manifestantes.

En ese mismo punto, en horas de la mañana, la policía acantonada en el área había agredido a los componentes de una ambulancia estacionada y cuyos integrantes permanecían alertas por la represión permanente en el lugar: la actitud de los miembros del Esmad fue lanzar piedras contra la ambulancia, por lo cual la tripulación de esta se tuvo que retirar.

El sábado 19 de junio, el Esmad y otros componentes de la policía continuaron su hostigamiento contra los puntos de concentración juvenil y popular, y siguieron en su nueva y nefasta tarea: destruir ollas comunitarias, el alimento que preparan madres y jóvenes en lugares de protesta para el colectivo social, como ocurrió en el sector de La Luna.

De acuerdo con denuncias ciudadanas en los barrios, “cuando los muchachos de Primera Línea regresan a casa los persigue la policía y les disparan, amedrentándolos”. Es el imperio del terror oficial.

Aspecto del acto en homenaje a la memoria de los jóvenes asesinados por el Estado, cumplido en el marco del programa El Jardín de la Vida, el viernes 18 de junio de 2021. (Foto: Luis Alfonso Mena S.).

NACE EL JARDÍN DE LA VIDA

Pero las resistencias juveniles y las luchas por sus derechos no cesan, a pesar, reiteramos, de las decisiones de un sector del Comité Nacional de Paro en el sentido de suspender las movilizaciones y de la brutal represión del Estado, represión que los medios de comunicación de las clases dominantes, obrando como aparatos ideológicos del del sistema, ocultan.

Es el momento de que pongamos en el primer plano de las exigencias el respeto a la vida y el juicio político y penal a los responsables de la horrible noche y de la barbarie policial que viven Colombia, el Valle del Cauca y, especialmente, Cali, la antes “Sucursal del Cielo”, hoy sumida en la oscuridad del averno criminal del régimen uribista.

El hermoso homenaje cumplido en la Plaza de los Poetas de Cali el viernes 18 de junio a las víctimas de la represión en Colombia, en el que participaron exponentes de diferentes actividades artísticas y varios de los padres de los jóvenes asesinados, es una esperanzadora avanzada de que la reacción ciudadana y popular frente a los crímenes del Estado no demora.

El Jardín de la Vida, como se denomina este esfuerzo de diversas organizaciones sociales y políticas de la capital del Valle, es una reivindicación de la memoria de los asesinados por el sistema de injusticias y desigualdad imperante en Colombia, y seguramente se convertirá en una comparecencia periódica de la sociedad caleña en la plaza pública para reclamar ¡juicio a los asesinos!

Cali, domingo 20 de junio de 2021.

PERIODISMO LIBRE.

Otra gráfica del acto denominado El Jardín de la Vida, cumplido en la Plaza de los Poetas, el viernes 18 de junio de 2021, con la intervención de varios artistas. (Foto: Santiago José Mena Cárdenas).

viernes, 18 de junio de 2021

Este sábado 19 de junio de 2021, en Cali


PERIODISMO, COMPROMISO SOCIAL Y PARO 

NACIONAL

 Periodistas en Primera Línea por la Verdad

 Conferencistas:

 Carlos González, docente universitario y defensor de derechos humanos.

 Luis Alfonso Mena S., periodista, historiador y docente universitario.

 Sábado 19 de junio de 2021.

 10:00 a.m.

 Calle 7 No. 8-37, Cali.

 Organiza: Antonio Claros, director del Programa Tribuna de Opinión.

jueves, 17 de junio de 2021

El Jardín de la Vida, en la Plazoleta de los Poetas de Cali

 

PROCLAMA POR EL DERECHO A LA VIDA Y A LA PROTESTA

Con la consigna "Ni una, ni uno menos en el Valle del Cauca por salir a las calles a protestar", diversos colectivos realizarán cada viernes en la Plazoleta de los Poetas el Jardín de la Vida.

Se trata de reivindicar el derecho a la protesta en las calles, sin ser reprimido por el Estado, como ha venido ocurriendo a lo largo de los 50 días del Paro Nacional.

La primera jornada se cumplirá esté viernes 18 de junio de 2021, a las 5:00 p.m., en el Parque de los Poetas de Cali, a un costado de la iglesia La Ermita.

La proclama es la siguiente:

Ni una, ni uno menos en el Valle del Cauca por salir a las calles a protestar

“Riendo entre dos cordilleras que celosas protegen mi tierra preciosa”* hay una tierra bonita en donde hombres y mujeres de todas las edades, han labrado un terruño, que con el correr de los siglos “quedó oliendo a café…y sabiendo a guarapo”, con rico sabor a uvaolor a piña y color limón: el Valle del Cauca.

Las aguas del rio Cauca y del mar Pacífico construyen el valle, bañando el terruño con sonidos de guasá, marimba, clave, campana, tiple y tambores que hacen bailar en unidad a la diversidad de pueblos originarios, cimarrones, raizales, mestizos… con ritmos como currulao, bambucos y salsa magistral.

Al calor de fogones comunales encontramos un mar de sabores, que van desde el arroz atollado, sudado de camarones, encocado de muchillá y sancocho de gallina, hasta dulces como el manjar blanco, cortado y gelatinas de pata.

Desde la cima de los farallones se denota un paisaje marcado por espigadas palmeras, fuertes samanes, vigorosos chiminangos que señalan el camino del valle a la sierra, de la sierra a la selva y de la selva al mar, forjando a lo largo y ancho del derrotero, una comunidad extremadamente alegre y hospitalaria, que con sus cantos y bailes expresa sus sueños y utopías, llevando la pachanga a marcos donde se dibujan pinceladas de una sociedad con valores realmente vivificantes.

Ese es mi Valle del Cauca: un canto pacífico del suroccidente de Colombia, que un día, al ritmo del Grupo Niche, se convirtió en canción y que, en menos de un mes, la mafia gubernamental genocida del centro democrático en cabeza de Duque/Uribe lo tiñó con gritos de llanto y profundo dolor, a punta de las metrallas disparadas por los insaciables hematófagos, que han enlutado la razón y ensangrentado mi Valle en cada rincón.

Desde el pasado 28 de abril el amado Valle del Cauca ha sido sometido noche tras noche, día por día, a un proceso constante de conversión a la fuerza, que han dejado ver -en medio de una inmensa montaña de muertos, torturados, desaparecidos y violaciones- la cara macabra y sanguinaria de una élite que goza tiñendo los ríos de rojo.

El terrorismo de Estado ha convertido al Valle en un terraplén de vergüenza, pues su alegría ha sido manchada por las balas de criminales de carrera y mentes blancas; la sucursal del cielo ha sido transformada en un jardín de paz y al emblemático departamento azucarado, en un campo de batalla, en una trinchera donde se matan los sueños y los derechos de tantos jóvenes que día tras día acuden a la cita con la muerte, al rescate de lo poco de vida que les ha dejado  20 años de gobierno paramilitar. Estos jóvenes se enfrentan, desprotegidos, a la autodenominada gente de bien y a los aparatos represivos del Estado, a quienes su fantasía psicótica les hace creer que desaparecer físicamente al diferente, al otro y lo otro, es la mejor salida a la conflictividad inmanente del vivir.

Por todo lo anterior y por todas las vejaciones cometidas en el marco del estallido social que vive el Valle del Cauca, desde las letras, cantos, toques, escenas, elevamos nuestras voces para requerir del gobierno nacional, regional y local que cesen inmediatamente los crímenes de genocidio, de lesa humanidad y de agresión contra la gente que se ha armado sólo de valor y alegre resistencia. De igual forma, llamamos a las barriadas de Cali y el Valle del Cauca, a continuar tejiendo los lazos de amistad y mutualidad que nos permita cumplir a cabalidad con el cuidado de nosotras (os) mismos.

De igual forma, reivindicamos la protesta como un ejercicio social, que en su esencia, conlleva  la alteración de la cotidianidad, es decir como un derecho disruptivo** e inalienable, consignado en la Constitución Política de Colombia, por lo que debe ser protegido por el Estado y su correspondiente gobierno.

Ni una muerte más en el Valle del Cauca por exigir derechos constitucionales. No más mujeres violadas por denunciar el machismo, no más desaparecidos por protestar contra la injusticia y ni una persona más herida por soñar despierta con otra sociedad.

Humanamente,

JARDIN DE LA VIDA

¡Al pueblo no se calla, carajo!

*Canción: Mi Valle del Cauca del Grupo Niche.

** Que produce una interrupción súbita de algo.

Cali, jueves 17 de junio de 2021.



lunes, 14 de junio de 2021

Denuncian numerosas detenciones en zona industrial del Valle

Yumbo, zona industrial del Valle, tomada por fuerzas policiales, este lunes 14 de junio de 2021. (Foto: Rodrigo Vargas).

LA POLICÍA DESATA NUEVA OLA REPRESIVA EN YUMBO

Por Luis Alfonso Mena S.

Fuerzas conjuntas de policía y ejército desarrollan desde la madrugada de este lunes 14 de junio de 2021 una nueva ofensiva sobre el municipio de Yumbo, zona industrial del Valle del Cauca, con el fin de levantar de manera violenta los puntos de resistencia que la población, especialmente los jóvenes, ha mantenido a lo largo de 46 días de paro.

Rodrigo Vargas, del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos, denunció que las actuaciones de las fuerzas represivas del Estado, con la connivencia del alcalde de Yumbo, Jhon Jairo Santamaría Perdomo, dejan hasta ahora ocho personas detenidas.

“Este es un despliegue de guerra que le están dando la policía, el Esmad y el ejército a los jóvenes que protestan en las calles y exigen sus derechos”, dijo Vargas, quien agregó que se ha desconocido una acción de tutela, expedida por autoridad judicial, que protege el derecho de la ciudadanía a expresarse en las calles para exigir sus derechos.

Entre los detenidos figuran Alexander González Nieve, de 25 años de edad y nacionalidad venezolana; José Giovanni Campo, de 19 años; Brayan Alexis Díaz, de 27; Óscar Julián Avendaño Orcué, de 18 años; Cristian Alexis Caicedo Diago, de 29 años, y Sebastián Caicedo Muñoz, de 21 años, así como una menor de edad, identificada como Alejandra Sanclemente Paz, de 15 años.

“Pedimos la solidaridad del pueblo vallecaucano y colombiano frente a esta nueva arremetida de las fuerzas represivas del gobierno”, dijo el defensor de derechos humanos, quien ha estado presente acompañando a los jóvenes detenidos.

Por su parte, el Comité Municipal del Paro Nacional en Yumbo se pronunció exigiendo respeto al derecho a la protesta pacífica.

En un pronunciamiento dado a conocer este lunes señala: “Desde el Comité Municipal de Paro hemos trabajado por la defensa del derecho fundamental a la vida, la paz, la dignidad humana y la protesta pacífica, por lo que insistimos en las mesas de concertación y diálogo como única herramienta válida para la solución del conflicto entre la comunidad y la institucionalidad”.

El documento insiste en que se debe tener en cuenta que el artículo segundo del Decreto 003 de 2021 expresa que “es obligación del poder ejecutivo establecer diálogo y mediación en el desarrollo de las manifestaciones públicas”.

“En este sentido, solicitamos a los organismos internacionales que hagan un llamado al gobierno nacional y se garantice la protección de estos derechos”, concluye el pronunciamiento.

PERIODISMO LIBRE. 

Lunes 14 de junio de 2021.


Yumbo, zona industrial del Valle, tomada por fuerzas policiales, este lunes 14 de junio de 2021. (Foto: Rodrigo Vargas).

domingo, 13 de junio de 2021

El testimonio de la madre de Jonathan David Basto, asesinado en Cali el 28 M

Yolanda Basto Goyeneche y su hijo Jonathan David, asesinado el 28 de mayo en Cali. (Foto: Álbum familiar).

“DUQUE CONDENÓ LOS MUCHACHOS A LA MUERTE”

Por Luis Alfonso Mena S.

El viernes 28 de mayo, Jonathan David Basto Goyeneche se despidió de su abuela a las dos de la tarde y dijo que regresaría en horas de la noche. Antes, había hablado por teléfono desde el sur de Cali con su mamá, Yolanda, quien vive en Bogotá, y la había tranquilizado diciéndole que no iba a pasar nada, que él estaba prestando ayuda de primeros auxilios y solidaridad a los jóvenes que resistían las arremetidas de la policía en el barrio Meléndez, cerca de Ciudad Jardín y de la Universidad del Valle. Salió de la casa donde residía con la abuela y un primo, en el barrio El Limonar, con las expectativas que a un joven de 19 años le colman el alma ansiosa de justicia, y con la mirada desprevenida de los muchachos que no le temen a nada, ni siquiera a las balas de un régimen despiadado, como el que impera en Colombia.

Se acabó el día y a las once de la noche Yolanda no pudo comunicarse con su hijo. Con el corazón latiendo con mayor intensidad que nunca, telefoneó a la abuela de Jonathan David, quien le informó que su nieto no había regresado aún a casa. Confiada en que las dificultades de transporte habrían incidido en la tardanza, pudo conciliar el sueño en el frío santafereño, pero el sábado 29 de mayo madrugó a telefonear otra vez a Cali. De nuevo, la misma respuesta de la noche anterior: Jonathan no había llegado aún. Las alarmas estallaron en su mente y recurrió a las tías paternas del chico para pedirles que lo buscaran. Volaron al punto de resistencia de Meléndez con una foto suya en las manos y allí se enteraron de la aterradora noticia: diez minutos antes de las ocho de la noche del viernes había recibido un impacto de arma de fuego muy cerca de su corazón y había sido llevado por sus compañeros al Hospital Mario Correa Rengifo, el más cercano del punto, situado en el sector de Los Chorros. A las 8:15 p.m. lo ingresaron sin signos vitales. Había muerto en el camino.

Jonathan David fue una de las 14 personas asesinadas por el accionar de policías, uniformados y sin uniformes, y de civiles provistos incluso con armas de largo alcance, que desde el mediodía y hasta la noche del fatídico 28 de mayo de 2021 asolaron el sur de Cali, partiendo del sector de La Luna, pasando por Siloé y terminando en Meléndez e inmediaciones de la Universidad del Valle. Fue la venganza de las fuerzas del sistema contra la permanencia del Paro Nacional, que ese día llegaba a su primer mes. En el mismo punto de Meléndez fue asesinado a balazos Sebastián Jacanamejoy, joven integrante del pueblo inga. “Los primeros en llegar disparando fueron los policías”, nos dijo Yolanda. “Y el primero en caer fue mi hijo. También llegaron luego civiles con fusiles”.

Todo un sábado de amargura y dolor rodeó a la familia de Yolanda y sólo el domingo en la tarde ella pudo iniciar la velación del cadáver su hijo, quien en este 2021 terminaría su grado once de bachillerato, que cursaba en jornadas de los fines de semana, y quien, además, laboró en una empresa distribuidora de frutos secos, cerrada por efectos de la pandemia de la covid-19. El martes 1 de junio Jonathan David fue sepultado en uno de los cementerios del suroccidente de Cali. Lo acompañaron hasta su última morada Yolanda, Valentina y Jorge Arturo (madre y hermanos), su familia en Cali, amigos y compañeros del colegio y de la lucha social.

Nadie de la institucionalidad le informó nada a Yolanda Basto Goyeneche, incansable trabajadora de 50 años de edad, sobre el crimen que acabó con la vida de su hijo y llenó de tristeza su hogar, un hogar de gente buena, esforzada y soñadora. Ningún funcionario de ninguna entidad estatal se comunicó con ella. Nadie de la Alcaldía o de la Personería del Municipio. Nadie de la Fiscalía o de la Defensoría del Pueblo… Es como si una parte del Estado, la Policía, cumpliera las órdenes (despejar a sangre y fuego las calles de Cali de jóvenes que reclaman sus derechos), y luego nadie de ese Estado respondiera por los crímenes que causa, ni siquiera para disimular una investigación. “Duque dio la orden a la Fuerza Pública de despejar las calles y por eso militarizó a Cali, condenando los muchachos a la muerte”, nos dijo llorando la madre de Jonathan David, con quien hablamos sobre aquel día de espanto en que Cali fue ensangrentada por el terror estatal y sobre lo que pasó con su amado hijo. Este es su testimonio.

Jonathan David y su señora madre el 4 de diciembre de 2019. (Foto: Álbum familiar).

“MI HIJO ERA UN MUCHACHO SOÑADOR”

–Señora Yolanda: ¿Cómo recuerda a su hijo Jonathan David?

Mi hijo era un muchacho muy soñador, había estudiado en el Sena, había hecho algunas capacitaciones, le gustaba mucho el estudio, quería hacer la carrera de sistemas, cuando había oportunidades trabajaba. Estaba laborando en una empresa, pero debido a la situación la empresa quebró y se quedó sin empleo. Siempre fue un muchacho muy juicioso que soñaba con salir adelante. Apenas estaba cursando el grado once por la situación económica que atravesamos. Quería ayudar a sus hermanos también. Estudiaba en el Colegio Comfandi para adultos en Cali, sus compañeros le hicieron un homenaje muy bonito a él, por ser un muchacho respetuoso, por su manera de ser.

Debido a la inconformidad por todas las cosas que han venido sucediendo, por las dificultades para el empleo, por las dificultades económicas y la falta de oportunidades, y al iniciarse las marchas contra todo lo que el gobierno está haciendo, Jonathan decidió, como muchos estudiantes, apoyar el paro, para ver si el gobierno los escuchaba, para que les den oportunidades, pues no hay empleo, no hay opciones de nada. Él era voluntario de la parte médica en Meléndez.

Yo le decía: “Papi, por allá no vaya”, pero él respondía: “Esta lucha no es ni siquiera para mí, es pensando en que haya cambios para generaciones venideras, porque ¿a dónde van a parar muchos jóvenes que vienen con esta situación? Jóvenes estudiados se encuentran estancados porque no hay empleo y están en sus casas”. Eso era lo que él decía.

–¿Qué recuerda de las estadías más recientes junto a su hijo en Cali?

El año pasado estuve con él desde septiembre en Cali, hasta donde se había ido a vivir al lado de su abuela y un primo en procura de empleo. Estuvimos hasta febrero de este año. Nosotros íbamos, compartíamos unos meses con él. Y siempre estábamos en contacto.

–¿Cómo fue el último día en la vida de Johathan David?

Él se iba en los días del paro hacia las dos de la tarde y regresaba de las marchas a las nueve o diez de la noche. Nosotros casi todos los días nos comunicábamos. Había tenido una video llamada con él. Yo le insistía: “Papi, tenga cuidado, mire todo lo que está pasando, si la policía lo llega a agarrar, mire todo lo que están haciendo con los jóvenes”. Y él me decía: “Si me llega a agarrar la policía qué más pueden hacer, mami, lo que están haciendo con los jóvenes: me desaparecen, porque esa es la forma cómo están intentando callarnos a nosotros los jóvenes”. Pero él decía que iba a estar allí hasta el último momento. “Yo voy a estar allí hasta el último momento, porque tiene que haber un cambio, tiene que haber un cambio”. Eso era lo que les decía a la abuela y a las tías. Él les escribía a sus teléfonos: “Tías, no se preocupen, yo voy a estar acá”. Él auxiliaba a la gente cuando el Esmad gaseaba a los muchachos y los reprimía.

Homenaje de los amigos de Jonathan David a su memoria. (Tomado de video).

“LA POLICÍA LLEGÓ DISPARANDO”

–¿Qué conoce sobre las circunstancias en que Jonathan David fue asesinado en Meléndez?

Ellos estaban haciendo una actividad cultural, porque ellos tenían biblioteca en Meléndez. Pero allí también, al margen de la protesta, se han formado unos grupos de saqueadores, los muchachos de la protesta no tenían nada que ver con eso porque no les gustaba eso de saquear, porque ellos no estaban allí por robar ni nada de eso. Y estaban en el momento cultural cuando les dijeron que en Holguines estaban saqueando un centro comercial, y entonces los muchachos se vinieron a evitar esos desmanes y a sacar corriendo a los que estuvieran en eso. Habían recuperado cosas de las que otros habían saqueado, para publicarlas y llamar a que la gente se acercara a recoger las cosas que habían recuperado de manos de los saqueadores. Y cuando ellos estaban allí con esas cosas en el andén, para publicarlas, llegó la policía disparando.

Cuando a los jóvenes de la protesta les decían que había desconocidos que estaban saqueando, o que estaban haciendo desórdenes, ellos iban a sacar esa gente corriendo, porque estaban haciendo mal, y los jóvenes de la resistencia no participaban en eso, no hacían eso. Entonces desde ahí la policía les empezó a disparar. Ellos corrieron hacia arriba, hacia el punto que ellos tenían, y hasta allá empezó a llegar la policía a buscarlos.

Había una muchacha que tenía un escudo de los que ellos habían hecho, y dicen que él le expresó a la joven: “Córrase porque esto se va a poner feo acá, mire, hay mucha policía. Y él cogió el escudo y de una le dispararon. Es lo que nos cuentan los muchachos que estaban con él. Eso fue a las 8:50 de la noche.

–Luego de que Jonathan David es baleado, ¿qué pasó?

Con él llegan al Hospital Correa Rengifo a las 8:15 de la noche, pero llega sin vida. Allí también perdieron la vida otros dos muchachos en ese ataque que les hicieron.

–De acuerdo a lo que usted ha averiguado, ¿quiénes dispararon contra los jóvenes: policías o civiles?

Había civiles armados, pero los muchachos dicen que la policía fue la que llegó disparando, apenas llegaron allá de una empezaron a dispararles. Había también algunos civiles, dijeron que esos civiles estaban marchando, pero usted no ve una marcha de civiles vestidos de blanco con fusiles. Y los que allí dispararon aparecen en los videos con fusil, ni siquiera con armas cortas, sino fusil. Entonces, ¿cómo va a haber una marcha con civiles vestidos de blanco y fusiles? ¿De dónde sacaron ellos en el momento de llegar allá los fusiles? Las versiones de la gente son que quien estaba armado allí fue armado por la misma policía, ella misma les facilitaron las armas, porque ¿de dónde iban a sacar esas armas? Después de los hechos, la gente se fue a mirar y encontraron puras vainillas de fusil.

Mi hijo cayó en los primeros disparos que hicieron, de una cayó él. Y los primeros disparos los hizo la policía. Como dicen los muchachos, los primeros que llegaron fueron los policías y de una vez ellos se ubicaron y, de una vez, fueron disparando. Mi hijo cayó entre los primeros disparos.

–¿En qué vehículos se desplazaban los policías?

En motos, porque hay videos que muestran la policía en motos. Esos videos demuestran cómo empezó todo.

–¿Cómo trasladaron a su hijo al hospital?

En una ambulancia. En video se ve… Cruz Roja y eso y lo llevaron al hospital. Pero ellos dicen que murió casi inmediatamente ahí. Mi hijo recibió una herida de bala en la parte izquierda del pecho, cerca del corazón. A las 8:15 de la noche él ya estaba sin signos vitales. Los compañeros, los muchachos que estaban con él dicen que la muerte de él fue casi instantánea, que él cayó al piso y que cuando le bregaron a dar reanimación ya no respondía.

–¿En qué momento se entera usted de esta infausta noticia?

Yo me vine a enterar el sábado 29. Él siempre llegaba a las nueve o diez de la noche. Yo había hablado con la abuela a las once y algo de la noche y me dijo que Jonathan no había llegado. Casi todos los días nos comunicábamos por la noche. Al otro día temprano, él tenía que estudiar, pues terminaba el bachillerato para adultos los días sábados. Antes de las siete de la mañana le escribí a la abuela y me dijo que no había llegado y ahí empezó la preocupación.

–¿Qué hicieron entonces?

Las tías fueron a averiguar en el punto de Meléndez, a donde sabían que él iba, les preguntaron a los muchachos. Ellos le contaron lo que había pasado, que hubo ataques por parte de la policía, ellas mostraron la foto de Jonathan y ahí confirmaron. Lo habían matado por la noche.

 

Jonathan David Basto. (Foto: Álbum familiar).

“DEL ESTADO NADIE RESPONDE POR EL CRIMEN”

–¿Qué le dijeron la Policía y la Fiscalía? ¿Alguien de la Alcaldía, de la Personería, de la Defensoría del Pueblo les dijo algo? ¿Tuvo la oportunidad de hablar con alguien?

Nadie se acercó a decir nada, ni siquiera a preguntar algo. Como estoy en Bogotá, le pedí a una hermana que me ayudara con los trámites. Ella dice que nadie le dijo nada. Y cuando yo llegué allá, ninguna autoridad estatal me dio explicaciones de nada. El cadáver lo entregaron el domingo en la tarde y el sepelio fue el martes a las once de la mañana. Los familiares, amigos y compañeros estuvieron con nosotros.

–¿La comunidad del colegio Comfandi qué actitud ha asumido?

La psicóloga del colegio nos acompañó en la velación. Y también los muchachos del grado once nos ayudaron con una recolecta de $315.000 y le hicieron un homenaje a él. Nos han enviados cartas y expresado su solidaridad.

–¿Qué le informaron las organizaciones de derechos humanos?

En una reunión con Derechos Humanos en Cali se presentaron las denuncias de todos los muchachos que han matado, con pruebas, con videos de lo que pasó. Fue el jueves en la mañana, pero no pude estar ahí porque tuve que viajar de regreso a Bogotá, porque mi otro hijo trabaja en una empresa y tan solo le dieron cinco días de permiso. Mi hermana tampoco pudo estar porque no le dieron permiso en el empleo que tiene. Pero estuvieron los que tienen todas las pruebas de los ataques de la policía contra los muchachos.

  Jonathan David Basto. (Foto: Álbum familiar).

“LES QUITAN LA VIDA PARA CALLARLOS”

–¿Cuál es su opinión sobre la forma como el gobierno ha reprimido el paro?

Imagínese lo que une ve día a día: a la gente que reclama sus derechos, mire lo que le hace el Estado, en vez de buscar soluciones, en vez de ayudarlos… Los muchachos se encuentran desconcertados por todo lo que está sucediendo, por las reformas, por leyes que sacan y no hay manera de que el gobierno escuche, no acepta las cosas malas que está haciendo. Entonces, frente al estudiante y al trabajador inconformes la forma que el gobierno encuentra para acallarlos es quitándoles la vida. Supuestamente el gobierno dice que los jóvenes son el futuro, pero si matan a los jóvenes, ¿dónde está el futuro? ¿A qué llaman ellos futuro?

–¿Qué le reclama usted al Estado?

Tiene que haber justicia. Los muchachos no eran ningunos vándalos como dice la policía, que dizque son los mismos vándalos que se están matando… Uno no puede ser tan inhumano y decir eso. A ellos los están matando.

–¿Usted instauró denuncias ante organismos judiciales y de control?

Sí, una denuncia ante la Fiscalía y otra ante la Procuraduría.

–¿Piensa llevar este caso ante organismos internacionales?

–Si, claro, esto se tiene que saber en toda parte, porque desafortunadamente la ley en Colombia está manejada por seres inhumanos, verdaderamente. No les importa la vida de nadie, solo que la gente se quede callada frente a todo lo que pasa. Uno pone aquí una demanda de algo, y no pasa nada. Aquí no hay justicia.

 Jonathan David Basto. (Foto: Álbum familiar).

“DUQUE TIENE QUE RESPONDER”

–¿Qué le dice usted a Iván Duque?

–Que tiene que responder por todo lo que está pasando, tiene que responder por los muchachos, que estaban empezando a vivir. Duque dio la orden a la Fuerza Pública de despejar a Cali y por eso militarizó la ciudad, condenando los muchachos a la muerte, en vez de escuchar. ¿Por qué no escucha al pueblo? Si el pueblo lo eligió, ¿por qué no lo escucha? Todos sabemos que él le dio una orden a las Fuerzas Militares de que tenían que recuperar las calles de Cali fuera como fuera, y ahí fue cuando militarizaron a Cali.

–¿Qué le dice al alcalde de Cali, doña Yolanda?

–Que él también debería poner de su parte y tratar de solucionar las cosas, que escuchen a los jóvenes, porque los muchachos no están pidiendo dinero, ellos están pidiendo que los oigan, para que tengan oportunidades de estudio, de empleo, las oportunidades que ellos necesitan, pero no, todo lo solucionan es matándolos. Ni el alcalde ni nadie dice nada. ¿Qué clase de gobierno es el que tenemos?

–¿Cuál es su mensaje para los padres y familiares de tantos jóvenes que han perdido también a sus hijos?

–Debemos tener mucha fortaleza y guardar siempre los recuerdos bonitos de nuestros hijos, muchos han partido muy jóvenes, como mi hijo. A uno le duele, porque a mí me ha tocado bastante difícil y, gracias a Dios, los hemos sacado adelante, cuando uno cree que ellos van a empezar con su propia vida y están felices porque piensan en un futuro. Quedan los bonitos recuerdos de ellos y seguir adelante en memoria de nuestros hijos, porque esto pronto se tiene que arreglar. Solo pido que no quede impune la muerte de mi hijo ni la de muchos jóvenes, que también nos duelen como a sus familias, el dolor es inmenso. Que Dios y su infinita misericordia nos ayude. 

Cali, domingo 13 de junio de 2021.

PERIODISMO LIBRE.


Tarjeta de los compañeros del Colegio Comfandi, en donde estudiaba, a Jonathan David Basto.