domingo, 18 de abril de 2010

EDICIÓN No. 21

Un masivo rechazo recibió el candidato presidencial del uribismo Juan Manuel Santos durante su presencia en la Universidad Santiago de Cali, el miércoles 14 de abril. La foto corresponde al momento en que centenares de estudiantes se dirigían al auditorio principal a la voz de “Fuera Santos, fuera”. En esta edición de ¡PERIODISMO LIBRE!, amplio cubrimiento gráfico del hecho.

CONTENIDO

1.- Análisis. Doce preguntas para el candidato verde
Mockus, más allá de los mitos


2.- Foto-reportaje. El masivo rechazo al candidato de Uribe
La Santiago le dijo no a Santos


3.- Carta abierta de los estudiantes de la Santiago de Cali
Contundente revés de los falsos positivos


4.- Opinión. La visión de un estudiante santiaguino
"¡Fuera Santos, fuera!"


5.- Opinión. Todos giran sobre la seguridad democrática
La encrucijada presidencial

6.- La Procuraduría interviene y el Alcalde suspende
A Ospina se le cayeron las megaobras

7.- Opinión. El caso del magistrado Garzón
¿Temor, complicidad o implicación?

Análisis. Doce preguntas para el candidato verde

Mockus, más allá de los mitos

* ¿Gastará, como Uribe en 2009, $19,2 billones anuales del Presupuesto Nacional en la “seguridad democrática” que ha prometido continuar?
* ¿Privatizará el 15% de Ecopetrol, la principal empresa del Estado, como propuso Sergio Fajardo?
* ¿Vender las entidades públicas más productivas es una herramienta válida para financiar la educación y otros ámbitos sociales?
* ¿Continúa siendo partidario del cobro escalonado de matrículas, como cuando fue rector de la Universidad Nacional?
* ¿Sigue creyendo que los decretos de Uribe sobre salud “son legítimos” y que la crisis del sector se resuelve con más impuestos?
* ¿Los gravámenes a todos los estratos son la vía para afrontar los problemas del país?
* ¿Dónde están las grandes estrategias de defensa del medio ambiente que se supone son el fuerte de un partido Verde?
* ¿Su respaldo a la reforma laboral de 2003, que atenta contra derechos de los trabajadores, sigue en pie?
* ¿Por qué se fue a la sombra de Opción Centro, el grupo amigo del procesado senador Gil, y no optó por construir partido propio?
* ¿Cree en realidad que “las balas también son un recurso pedagógicas” como dijo hace poco?
* ¿Por qué se atemoriza ante los regaños de Uribe y ruega que lo siga considerando “un firme timonel de la seguridad”?
* ¿A eso se debe su rotundo no al acuerdo humanitario?

Por Luis Alfonso Mena S.
Es tal la magnitud de la crisis que vive Colombia que muchos se han sumado a la campaña verde cerrando los ojos porque creen que se debe hacer valer el voto útil, elegir al menos malo o al que consideran que, por lo menos, es ético.

La honestidad es una norma de conducta fundamental. En este punto hay acuerdo general. Pero ella no basta. Todos los candidatos deben demostrar su probidad. Es el punto de partida de cualquier campaña electoral decente.

La corrupción ha crecido tanto en el Gobierno de Álvaro Uribe que la rectitud parece ser ahora la única tabla de medición de los aspirantes a la Presidencia. Sin embargo, además de ella deberían tenerse en cuenta otras aptitudes determinantes.

Entre otras cosas, porque en nombre de la transparencia también se puede actuar en contravía de los intereses colectivos. Por ejemplo, entregar bienes públicos en detrimento del erario bajo la controvertida figura de la “capitalización”, como hizo Antanas Mockus con una parte de la Empresa de Energía de Bogotá, no es consecuente.

Y precipitarse detrás de una opción sin importar lo que su líder plantea de fondo, más allá de la forma, es una decisión que puede resultar costosa. No se trata de que el candidato o su partido se identifiquen en todos los puntos con el pensamiento de cada elector. Pero sí en los asuntos medulares, irrenunciables.

Los seguidores de Mockus proceden de dos ámbitos: 1.-) uribistas que saben que el ex alcalde de Bogotá no representa ningún riesgo para la continuidad de la “seguridad democrática”, y, 2.) no uribistas, que lo ven como la única opción viable frente al poderío del Gobierno.

Los primeros perciben a Mockus como una alternativa ante el cansancio que les causa un mandato corrupto al que, sin embargo, han acompañado durante ocho años perdonándole todo: la parapolítica, la yidispolítica, los “falsos positivos”, las chuzadas del DAS, el Agro Ingreso Seguro, los privilegios para los hijos del Presidente y tantos escándalos más.

A este primer grupo Mockus le brinda confianza, pues es conocido que el candidato verde dará continuidad a la estrategia de confrontación prolongada que desarrolla Uribe y, además, es sabido que Mockus, por su carácter neoliberal, seguirá la senda de las privatizaciones y el fortalecimiento de la “confianza inversionista”.

Lo anterior explica la enorme simpatía que en periodistas del establecimiento, uribistas de primera línea, ha despertado Mockus y el inusitado impulso que varios de los grandes medios de comunicación están dándole a su campaña, apoyo que incide de forma determinante en su crecimiento en las encuestas.

Los del segundo grupo, los no uribistas, sienten a Mockus como “la única forma de frenar a Santos y sus falsos positivos”, y desestiman a quienes proponen debates más allá de las formas, como si no quisieran que les aguijonearan la burbuja en la que parecen estar.

Figuran en este sector algunos que en la consulta interna del Polo rechazaron la candidatura de Carlos Gaviria y ahora no dudan en abandonar el barco al ver al escogido, Gustavo Petro, sin opciones.

Los interrogantes
Así, es importante auscultar los planeamientos de Mockus en relación con algunos de los asuntos medulares de la realidad colombiana, pues está rodeado de muchos mitos que pintan al candidato como un paradigma de cambio social que parece no ser real.

Algunos de los interrogantes que sobre él surgen son:
* ¿Gastará, como Uribe en 2009, $19,2 billones anuales del Presupuesto Nacional en la “seguridad democrática” que ha prometido continuar?
* ¿Privatizará el 15% de Ecopetrol, la principal empresa del Estado, como propuso Sergio Fajardo?
* ¿Vender las entidades públicas más productivas es una herramienta válida para financiar la educación y otros ámbitos sociales?
* ¿Continúa siendo partidario del cobro escalonado de matrículas, como cuando fue rector de la Universidad Nacional?
* ¿Sigue creyendo que los decretos de Uribe sobre salud “son legítimos” y que la crisis del sector se resuelve con más impuestos?
* ¿Los gravámenes a todos los estratos son la vía para afrontar los problemas del país?
* ¿Dónde están las grandes estrategias de defensa del medio ambiente que se supone son el fuerte de un partido Verde?
* ¿Su respaldo a la reforma laboral de 2003, que atenta contra derechos de los trabajadores, sigue en pie?
* ¿Por qué se fue a la sombra de Opción Centro, el grupo amigo del procesado senador Gil, y no optó por construir partido propio?
* ¿Cree en realidad que “las balas también son un recurso pedagógicas” como dijo hace poco?
* ¿Por qué se atemoriza ante los regaños de Uribe y ruega que lo siga considerando “un firme timonel de la seguridad”?
* ¿A eso se debe su rotundo no al acuerdo humanitario?.

1.-) Mockus y la guerra: “un timonel firme”
En relación con el conflicto existente en Colombia desde hace 62 años Mockus no se diferencia en lo fundamental de la estrategia de Uribe. Como casi todos los candidatos presidenciales, con sus matices, respalda la estrategia de la “seguridad democrática” y brinda confianza al establecimiento.

Leamos la valoración que de su posición sobre este asunto hizo el presidente Uribe el 20 de junio de 2003, cuando lo condecoraba con la Estrella de la Policía: “…he encontrado en el alcalde Mockus un timonel firme, sin vacilaciones y sin titubeos”. [1]

Uribe caracterizó muy bien a Mockus en cuanto a su pensamiento, así por estos días, cuando desarrolla una campaña sectaria y con abierta participación en política en favor de su preferido, Juan Manuel Santos, el Presidente trate de introducir algunas dudas, más de forma que de fondo sobre el aspirante del Partido Verde.

“El alcalde Mockus ha apoyado a la Fuerza Pública en Bogotá con toda determinación, sin reservas y ha sido una formidable combinación de pedagogía de la convivencia y de ejercicio firme de la autoridad”, dijo Uribe hace apenas diez meses en el mismo acto.

A las críticas que recientemente Uribe le ha formulado, Mockus ha respondido mostrándose extrañado, afirmando de manera sumisa: “Usted es mi presidente, usted es mi presidente” y cambiando el nombre a la “seguridad democrática” de Uribe por el de “legalidad democrática”. ¿Otra cuestión de forma, nada más?

En entrevista con el noticiero CM&, al responder a críticas de Andrés Felipe Arias, Mockus saltó un argumento absurdo, pero sintomático sobre el conflicto colombiano: “¡Las balas también son una herramienta pedagógica!”. [2]

Y en el documento por medio del cual pactó su alianza con Sergio Fajardo, al identificar la violencia como uno de los problemas del país, no incluye ni una palabra de condena a los crímenes de Estado cometidos durante el actual Gobierno. [3]

Todo indica que a los uribistas que acompañan ahora masivamente a Mockus lo expuesto en este punto les es indiferente, y es muy probable también que los no uribistas se hagan los de la vista gorda y no les importe su rechazo al acuerdo humanitario. Es cuestión de táctica, dirán, y agregarán que “los esencialismos son anacrónicos”.

En términos claros y concretos, sin titubeos ni recursos anecdóticos, la pregunta que muchos esperan que Mockus resuelva es qué hará para sacar el país de la guerra, si repetirá el gasto que Uribe hizo de $19,2 billones del Presupuesto Nacional en 2009 para la confrontación. ¿Seguirá esta senda si es elegido?
2.-) Mockus y la política: buscando partido
La actitud del aspirante ante la política ha sido idealizada y se le presenta como el adversario de la politiquería tradicional. Para empezar, hay que recordar que en 1998 fue candidato a la Vicepresidencia de Noemí Sanín, la hoy aspirante del Partido Conservador.

Mockus aún añora esa alianza. “Tengo mi ladito muy conservador”, dijo en la entrevista con CM& que hemos citado antes, tras reconocer “lo bueno del Partido Conservador”.

En 2006, este matemático de origen lituano fue candidato presidencial de la Alianza Social Indígena, ASI, y, sin embargo, no escogió su fórmula vicepresidencial entre las etnias originarias colombianas, como era de esperarse.

La seleccionada en aquella ocasión fue María Isabel Patiño, dirigente de Asocolflores, un gremio de grandes exportadores a quienes les cuestionan el trato que dan a los trabajadores vinculados a esa agroindustria.

Su votación en 2006 fue exigua: 146.583 votos, es decir, el 1,23% del total, mientras Carlos Gaviria, el candidato presidencial de la izquierda, logró 2.613.157 votos, el 22% del total, un porcentaje similar al que Mockus alcanza hoy en las encuestas y por el cual es presentado como un fenómeno político.

De acuerdo con la última encuesta, la de la firma Ipsos-Napoleón Franco para RCN y Semana, Mockus tiene el 20% del favoritismo, frente al 30 de Juan Manuel Santos, el candidato directo del establecimiento, y el 12% de Noemí Sanín.

Hace cuatro años Carlos Gaviria, con un perfil decididamente de izquierda, despertaba también un gran entusiasmo, el cual se reflejaría en su altísima votación, por encima de la de Horacio Serpa, el aspirante liberal.

Además, es bueno recordar el contexto de la participación de Gaviria: se trataba de confrontar directamente a Uribe, que buscaba su reelección con todo el poder de su maquinaria.

No es tan cierto entonces que la favorabilidad de un candidato visto como alternativo no tenga precedentes, como afirman los medios masivos de comunicación. Y para ir un poco más atrás en la historia contemporánea, Galán, Jaramillo Ossa, Pardo Leal también despertaron expectativas inusitadas en sus momentos.

Mockus ha hecho su recorrido por no pocos escenarios políticos, pues participó en el movimiento Sí Colombia de Noemí Sanín, fundó Visionarios con Antanas, se arrimó a la ASI y recaló en el Partido Opción Centro

Con Enrique Peñalosa (apoyado por Uribe en las elecciones para la Alcaldía de Bogotá de 2007), y Luis Eduardo Garzón derivó en una agrupación que ya poseía representación en la Cámara y que lo exoneraba de la ardua tarea de recolectar firmas para inscribirse.

Pero Opción Centro tiene sus antecedentes: se trata de un partido en el que algunos de sus líderes tuvieron nexos con Convergencia Ciudadana, colectividad extinguida hoy por efectos de la parapolítica.

Veamos cómo presentó el portal La Silla Vacía, en septiembre de 2009, los contactos de los ‘Tres Tenores’ con los orientadores del partido centrista.

“Peñalosa, Mockus y Garzón no estaban dispuestos a ‘adherirse’ a este partido, y su objetivo era entrar en condiciones de igualdad (a mandar). También querían aclarar exactamente el alcance de la relación de los directivos del Partido Verde Opción Centro con Convergencia Ciudadana”. [4]

Según el mismo portal, el partido tiene origen en los ex militantes del M-19 Héctor Elías Pineda y Carlos Ramón González, lo mismo que en Daniel García, hijo de Néstor García, también del M-19.
“La estrecha relación de González y otros miembros con el ex senador de Santander Luis Alberto Gil, hoy en la cárcel por parapolítica, y el apoyo del partido a listas de Gil en Santander crearon una sombra sobre el partido”, dice La Silla Vacía en su reseña.

De esas sombras nadie se volvió a acordar, y menos ahora, cuando el pequeño partido de centro en el que Mockus y sus amigos se acomodaron hace seis meses se perfila hoy como la segunda fuerza electoral del país. ¿Desaparecieron las sombras al calor de la ola verde?

3.-) Mockus y la socioeconomía: ¿más privatizaciones?
Las mayores expectativas, especialmente de los jóvenes, están en el ámbito de las reformas sociales y económicas. El acuerdo Mockus-Fajardo, que podríamos asumir como programa de la fórmula presidencial, no es nada explícito en esta materia.

Su contenido es un cúmulo de generalidades sin estrategias, que cualquier político firmaría sin importar su procedencia partidista o ideológica. Lo que sí es claro es la posición definidamente neoliberal de Mockus, la cual aplicó en sus alcaldías (1995-97 y 2001-03).

Partidario de gravámenes generalizados, sin distingos de clases, así lo deja ver en su compromiso con Fajardo cuando anuncia que se proponen “asegurar el pago de impuestos justos y adecuados”. [5]

Está por verse cuan “justos y adecuados” serán las nuevas cargas que en un gobierno suyo se implementarían, ya que el ex alcalde no es ajeno a aceptar las exigencias que hacen los organismos de la banca internacional.

Y es conocida también su defensa de las privatizaciones de empresas estatales, con todas las secuelas que en materia de dilapidación del capital social acumulado en ellas tienen decisiones de esa naturaleza.

Por eso, la Unión Sindical Obrera, USO, le dirigió una carta en la que lo interroga sobre la propuesta de su compañero de fórmula, Sergio Fajardo, en el sentido de privatizar el 15% de Ecopetrol supuestamente para financiar planes de educación.

“Esta propuesta, además de ser contraria al interés nacional, demuestra la poca creatividad de su campaña, pues continúa con la política de privatización implementada por el gobierno de Uribe, que se inició con la autorización de la venta del 20% de Ecopetrol”, dice la USO en su carta. [6]

Luego de recordar que las transferencias generadas por Ecopetrol al Presupuesto Nacional en 2009 fueron nada menos que $18,66 billones, la USO le pide a la fórmula Mockus-Fajardo que explique “Lo que representaría para la nación la venta de un 15% adicional de Ecopetrol, puesto que en términos de rentabilidad social las utilidades futuras de ese 15% irían al bolsillo de los nuevos dueños y no para el beneficio del pueblo colombiano”. [7]

Mockus parece no desesperarse por las desigualdades sociales. Haciendo uso de una de las numerosas anécdotas con las que suele responder, hace poco recordó que no le importaría pagar sueldos millonarios a altos ejecutivos con tal de que éstos ayuden a generar empleos. [8]

El candidato verde desarrolla su campaña, en todo caso, mostrándose como el defensor de la legalidad, discurso desde el cual se pueden validar toda clase de acciones, hasta los atropellos cometidos por las leyes que aprueba la mayoría vocera de la clase dominante, como la nefasta reforma laboral de 2003 (Ley 789), que Mockus no cuestiona ni se propone modificar.

Tampoco incomodaron a Mockus los decretos de emergencia social expedidos por Uribe, que la Corte Constitucional declaró inexequibles (contrarios a la Carta Política) en la noche del viernes 16 de abril. Los consideró necesarios.

“Tocaba declarar la emergencia y tocaba buscar recursos frescos, tocaba ahorrar recursos… En su conjunto la acción es legítima, es necesaria”, respondió en una entrevista realizada por La W Radio. [9]

Luego de conocida la caída de esas normas, Mockus se solidarizó con el Gobierno y dijo que lo apoyaba en su propósito de llevar los decretos de emergencia tan nocivos para la salud de los colombianos al Congreso con el fin de que su bancada los apruebe prontamente. ¿Será esto corresponder al clamor nacional?

De su opción por los impuestos a toda costa no queda duda. En la entrevista referida lo patentó: “Hay que ir pensando de dónde va a salir esa plata [la de la salud] y esa plata sale necesariamente, en última instancia, de impuestos”. [10]

La posición frente a las desigualdades y las iniquidades es la línea que marca la diferencia entre la derecha, que las ve naturales e inevitables, y la izquierda, que las considera creadas por las clases dominantes y extinguibles por la acción de los movimientos sociales.

A Mockus no parecen desvelarlo esas desigualdades, no las cuestiona en sus raíces, para él simplemente existen y hay que hacer algo para contrarrestarlas.

Y para concluir, qué responde el candidato ante denuncias como la formulada por el investigador social Aurelio Suárez Montoya, para quien “generaciones de estudiantes de la Universidad Nacional pagan altas matrículas o soportan exclusión desde cuando Mockus ingenió el cobro escalonado”. [11]

Sería muy importante que Mockus resolviera interrogantes como los formulados en este artículo, y muchos otros, como la ausencia de propuestas ecológicas en una colectividad que se denomina, precisamente, Partido Verde.

No vaya a ser que el verde se quede solo en una presentación simbólica que atrae a muchas personas aferradas a una esperanza, pero que, sin embargo, no formulan preguntas porque quieren creer en alguien, aunque para ello sólo se atengan a sus sentimientos y no a sus razonamientos.

Notas
[1] Ver el discurso de Álvaro Uribe en: http://www.presidencia.gov.co/prensa_new/discursos/discursos2003/junio/ascenso.htm
[2] Así lo expuso en la entrevista con Yamit Amad, director del noticiero de televisión CM&, el 14 de abril de 2010.
[3] La Unión Hace la Fuerza, pacto de unión entre el Partido Verde y el movimiento Compromiso Ciudadano.
[4] Ver el artículo Los ‘Tres Mosqueteros’ al fin Encontraron Opción en el Centro, en: http://www.lasillavacia.com/historia/4214.
[5] La Unión Hace la Fuerza…
[6] Carta Pública de la Unión Sindical Obrera, USO, del 9 de abril de 2010, firmada por Germán Osman Mantilla e Isnardo Lozano Gómez, presidente y secretario general, respectivamente.
[7] Ibídem.
[8] Entrevista con Yamit Amad…
[9] Entrevista en La W Radio realizada el 11 de febrero de 2010.
[10] Entrevista en La W…
[11] Ver el artículo La Negra Historia de los ‘Verdes’, versión virtual, Bogotá, 6 de abril de 2010.
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Mockus, en Cali

El candidato presidencial del Partido Verde, Antanas Mockus, estuvo el jueves 15 de abril en Cali para intervenir en un foro convocado por el Canal Regional Telepacífico (foto superior). El viernes 16 habló en el auditorio principal de la Universidad Santiago de Cali, donde estuvo acompañado por el rector de la institución, Everth Celín Navas, y otros directivos.

Foto-reportaje. El rechazo al candidato de Uribe


La Santiago le dijo no a Santos

El miércoles 14 de abril de 2010 tuvo lugar en la Universidad Santiago de Cali un hecho inusitado: el rechazo multitudinario del estudiantado y de otros sectores de la comunidad académica a la presencia en el alma máter del principal candidato del uribismo a la Presidencia de la República.

Fue tal el repudio expresado por el estudiantado, que Juan Manuel Santos optó por salir presuroso a bordo de una camioneta de la Policía, mientras escuchaba gritos de todos lados que lo rechazaban por los falsos positivos y demás crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su gestión como ministro de Defensa.

Como ocurre casi siempre, la mayoría de los medios de comunicación caleños sacaron a relucir la plantilla sobre la cual parecen redactar las noticias relacionadas con las protestas estudiantiles, cambiando sólo nombres, pero manteniendo los mismos calificativos y estigmatizaciones de otras veces.

No dijeron que había sido un acto masivo y espontaneo de la comunidad universitaria, sino que se había tratado de un hecho promovido “por un grupo de encapuchados” liderados por “personas ajenas a la institución”.

Mintieron una vez más. La inmensa mayoría de los estudiantes, como lo muestra el reportaje gráfico que damos a conocer a continuación, llevaban su rostro descubierto, porque no tenían nada que ocultar: simplemente estaban ejerciendo su derecho constitucional y legal a la protesta.



Las fotos, captadas por corresponsales de ¡PERIODISMO LIBRE!, muestran de manera secuencial la protesta, iniciada en la Calle Quinta y desarrollada posteriormente dentro de la universidad.

Carta abierta de los estudiantes de la Santiago

Contundente revés de
los falsos positivos

“El doctor Santos después de su pintoresca carrera ahora pretende esconder el contundente revés que sufrió su campaña por medio de calumnias, al tiempo que apuntala la política macabra que agenció desde su ministerio”, dice la carta de la comunidad santiaguina.

Transcribimos a continuación el pronunciamiento de estudiantes, profesores y trabajadores de la Universidad Santiago de Cali sobre lo ocurrido el miércoles 14 de abril en la institución, cuando se produjo un rechazo masivo a la presencia del candidato presidencial Juan Manuel Santos en la institución.

“El acto simbólico en el que se expulsó al candidato presidencial por el partido de la U, doctor Juan Manuel Santos, de la Universidad Santiago de Cali, no fue el acto de pillaje de unos encapuchados armados como lo aseveró el irresponsable doctor Santos.

La comunidad universitaria en ejercicio del derecho fundamental a la protesta consagrado en el artículo 37, y el de libertad de expresión, establecido en el artículo 20 de nuestra Carta Política, expresaba el repudio al responsable de las ejecuciones extrajudiciales o mal llamados “falsos positivos”. Como es usual, la mayoría de medios de desinformación tergiversaron irresponsablemente los hechos.

El argumento de que en la protesta participaron estudiantes de otras universidades no es sino otra falacia o cuando no, un falso positivo de la palabrería insulsa del candidato Santos. Fueron estrictamente estudiantes, trabajadores y profesores de la Universidad Santiago de Cali los que expulsaron al señor de la política de los jóvenes muertos en Soacha.

Como es característico de un político tan amoral y sin principios, el doctor Santos tendenciosamente aseveró que los estudiantes poseían armas y que había “infiltrados”. La estigmatización, la calumnia y la táctica sucia, actitudes ya conocidas del doctor Santos, dirigidas contra una manifestación simbólica y estudiantil, ponen en riesgo a toda una comunidad universitaria.

Aduciendo la necesidad del fortalecimiento de la seguridad democrática poniendo como ejemplo la protesta santiaguina, el doctor Santos después de su pintoresca carrera ahora pretende esconder el contundente revés que sufrió su campaña por medio de calumnias, al tiempo que apuntala la política macabra que agenció desde su ministerio. Lo cierto del caso es que ningún estudiante poseía “papasbombas”, gases lacrimógenos, ni armas de ningún tipo. No se tiró ni una sola piedra.

Por otra parte, decir que eran 600 estudiantes quienes lo estaban esperando a su exposición de “seguridad urbana”, es otra de las marrullerías del candidato del partido de la U para minimizar el efecto mediático de su expulsión de nuestra casa de estudios.

Si fuera tan cierto que esta cantidad de personas lo estaban esperando para oír su propuesta, entonces, ¿cómo sale corriendo despavorido con un auditorio a su favor, ante la llegada de un puñado de estudiantes díscolos que le rechazan? No. Definitivamente miente. El estrepitoso grito de ¡fuera, fuera, fuera! retumbaba en todo el auditorio.

Sobre lo acaecido, hacemos un llamado a que se respeten los derechos fundamentales de los estudiantes, profesores y trabajadores que participaron en la manifestación, y que no se desate ninguna cacería de brujas contra los integrantes de la comunidad universitaria.

Por último, recordar que en la celebración de los 50 años de la universidad los estudiantes fueron excluidos de su casa de estudios porque venía Uribe a celebrar con la clase política vallecaucana los 50 años de la USC. Ayer (el miércoles 14 de abril), paradójicamente, los estudiantes expulsaron al continuador de sus políticas: el candidato presidencial Juan Manuel Santos, después de declararlo persona no grata.

Estudiantes, profesores y trabajadores de la Universidad Santiago Cali”.

Opinión. La visión de un estudiante santiaguino

"¡Fuera Santos, fuera!"

Las patrañas inventadas por el candidato no son más que la muestra del debilitamiento que ha sufrido la campaña uribista. Quedó claro que la población estudiantil no cree en sus propuestas falsas y de poca proyección social.

Por Luis Alfonso Mena Cárdenas (*)
El miércoles 14 de abril, cuando el candidato presidencial por el Partido de la U, Juan Manuel Santos, ingresó a la Universidad Santiago de Cali no se imaginaba el repudio del que iba a ser objeto por parte de los estudiantes de la institución.

Tanto fue el desagrado que expresaron los estudiantes por la presencia de Santos que éste ni siquiera pudo explicar sus propuestas y tuvo que salir escoltado por miembros de la Fuerza Pública.

Quedó claro con este acto que los estudiantes no olvidan que durante la gestión del hoy candidato presidencial en el Ministerio de Defensa tuvieron ocurrencia los mal llamados “falsos positivos”, además de la promoción de otras políticas del régimen de Álvaro Uribe.

El rechazo de los universitarios es un síntoma de que no se quiere más de lo mismo, de que no se quiere más un régimen autoritario como el actual, para el que todo lo que se diga sobre el Gobierno es porque se es simpatizante de la guerrilla. Nada más falso.

El miércoles 14 de abril Santos dijo que el acto que había sucedido en su en contra era obra de “encapuchados e infiltrados que estaban armados”, y que además de eso estaban formando pequeñas milicias dentro de la universidad. Señor Santos: ¡qué irresponsable de su parte asegurar eso! ¡No mienta de manera tan descarada!

Igualmente, quedó claro que las políticas de este candidato no son más que la continuidad de un régimen ya establecido. Con él nada cambiaría. Nuestro futuro con Santos como presidente no sería nada alentador.

¿Cómo se puede elegir a una persona que no sólo es rechazada por la población universitaria en todo el país (en una universidad de Barranquilla Santos también fue abucheado), sino que tampoco generará buenas relaciones con los pueblos hermanos de Venezuela y Ecuador?

¿Cómo se puede elegir a una persona con quien tenemos garantizada, en un eventual gobierno suyo, una guerra con los gobiernos de los países vecinos?

Tenemos que ser conscientes de que no podemos volver a lo mismo de hace ocho años, porque “retroceder no es una opción”. No podemos aceptar las mismas políticas de guerra que se han implementado durante el periodo del presidente Uribe, en el cual se invierte más en la guerra que en el pueblo.

Las patrañas inventadas por el candidato no son más que la muestra del debilitamiento que ha sufrido la campaña uribista, pues en las encuestas ha bajado. Quedó demostrado que la población estudiantil no cree en sus propuestas falsas y de poca proyección social.

(*) Estudiante de Psicología de la Universidad Santiago de Cali, USC.

Opinión. Todos giran sobre la seguridad

Rafael Pardo, candidato liberal, participó en el foro realizado por Telepacífico el jueves 15 de abril. Allí cuestionó a Juan Manuel Santos por haber liderado la reforma de las transferencias, la cual redundó en pérdidas de cuatro billones de pesos para las regiones.

La encrucijada presidencial

Nadie entiende la falta de fuerza de Rafael Pardo, candidato de uno de los partidos que ha estado en la oposición durante los gobiernos de la seguridad democrática, pues le habría sido de gran utilidad enarbolar las banderas del liberalismo.

Por Armando Palau Aldana (*)
Desde la promulgación de la Constitución del 91 no se había visto la proximidad de unas elecciones presidenciales sin cercanas opciones diferenciales con probabilidades de éxito.

Si bien es cierto la declaración de inexequibilidad de la Corte Constitucional sobre las irregularidades del referendo reeleccionista dieron un aliento sobre la caída del régimen uribista, no pensamos que fuera tan leve e imperceptible, pues los resultados de los pasados comicios mostraron el efecto arrollador de las clientelistas fuerzas electorales afines al saliente Presidente, al obtener nuevamente las mayorías en el Congreso de la República.

Si esos resultados se reflejaran fielmente en la primera vuelta presidencial, estaremos ante la presencia de las dos opciones por las que tendrá que definirse un electorado que se ha dejado cautivar o ha sido manipulado por la derecha, el conservatismo o el neoliberalismo, sin que los movimientos políticos que no participaron en la composición del Gobierno Nacional durante los últimos ocho años puedan jugar rol alguno para zanjar este pobre panorama.

El primer debate televisivo fue bastante precario, todos los candidatos giraron en torno a la seguridad democrática, el estandarte de Álvaro Uribe que le permitió agudizar la brecha entre pobres y ricos; nadie marcó diferencias significativas, pareciera que todos creyeran que el discurso armamentista es más importante que la solución de los problemas estructurales de nuestra atribulada patria, o por lo menos se imaginan que este es el tema de mayor interés para el electorado.

Hasta ahora no giran las candidaturas en temas de gran importancia como la economía, el empleo, la vivienda, la salud, la educación y la gestión ambiental, no se visualiza su posición frente a estos segmentos de la vida nacional.

Nadie entiende, por ejemplo, no obstante la ausencia de carisma, la falta de fuerza de Rafael Pardo, el candidato de uno de los tradicionales partidos, que ha estado en la oposición durante estos consecutivos gobiernos de la seguridad democrática, pues le habría sido de gran utilidad recoger y enarbolar las banderas del liberalismo, plasmadas en la declaración ideológica, para propalar como su discurso de campaña esas ideas socialdemócratas, consignadas en la declaración ideológica que se construyó durante la Constituyente Liberal y que fue adoptada en consulta interna con la aprobación de dos millones y medio de liberales, hace tan solo siete años.

Por fortuna el sometimiento con el que los medios de comunicación del establecimiento doparon a la comunidad nacional va perdiendo efecto y va develando escándalos de corrupción como las compras navales en Alemania para las Fuerzas Armadas que ponen en evidencia a Santos, mientras que Nohemí padece la fractura del conservatismo por cuenta de Arias, quien mostró ser un mal perdedor después de ser señalado de ladrón.

Entre tanto, una costumbre electoral viene consolidándose en nuestra nación: de los males el menos malo, defecto que en ocasiones mueve la masa crítica que consolida la opinión pública y que en muchos eventos logra una especie de espuma de los acontecimientos, logrando jalar a un electorado que se contagia de motivos.

Este es el caso de Antanas Mockus, quien ha provocado un hecho político, no solo porque haya sacado en la consulta que lo escogió una mayor votación que la alcanzada para sus bancadas por el Partido Liberal, sino porque además ha alcanzado la unión con Sergio Fajardo, otro de los candidatos presidenciales, quien hace pocos meses logró ser portada de una revista de circulación nacional al mostrar la mayor tendencia de voto, mientras que las recientes encuestas de los grandes monopolios lo colocó entre los últimos.

Para los pensadores del Polo Democrático, que tampoco gozan de un candidato que haya cautivado a la sociedad civil electoral, Mockus es considerado como un neoliberal más, incluso se habla de la contradicción con una de sus senadoras en la promoción de la pena de muerte.

No obstante lo que algunos llaman la marejada verde y su excéntrico candidato, el ex rector de la Universidad Nacional y dos veces alcalde de Bogotá, con exitoso manejo de las finanzas del Distrito Capital, se constituye en una opción para quienes desean que el uribismo sea cosa de la pasada y triste historia, todos aquellos de todas las corrientes, movimientos y partidos que sencillamente desean votar contra el oscuro Juan Manuel Santos.

(*) Director de la Fundación Biodiversidad, secretario del Consejo Municipal de Planeación de Cali.
fbiodiversidades@yahoo.es.

La Procuraduría interviene y el Alcalde suspende

De izquierda a derecha, Alexander López, Wilson Arias, Ramiro Varela y Armando Palau, cuatro de los principales líderes del movimiento ciudadano que rechaza al cobro de las “21 megaobras” del alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, mediante el gravamen de Valorización.

A Ospina se le cayeron las megaobras

Las 21 megaobras no tienen a la fecha los estudios terminados y por lo tanto van a ser contratados sus diseños definitivos por concesión. Ilegalmente se cobró y recaudó un “impuesto” para hacer obras.

Por Ramiro Varela Marmolejo (*)
Después de sostener como vocero de la comunidad y con conocimiento de causa por espacio de 21 meses que los diseños de las megaobras no estaban terminados, la Procuraduría General de la Nación le solicitó al Alcalde de Cali la suspensión de la licitación pública para contratar obras por $589.000 millones hasta tanto no se demuestre la existencia de los diseños terminados de las 21 obras, a lo cual Jorge Iván Ospina respondió con el aplazamiento de la licitación por 20 días, hasta el 4 de mayo, a fin de mostrar los estudios que se tienen de los proyectos.

Pero lo de fondo es que está demostrado en diversas instancias judiciales, tanto por los contratistas diseñadores, la misma Secretaría de Infraestructura y Valorización, como por la Emru y Emcali, que aún no están finalizados todos los proyectos, que deben ser contratados con los futuros concesionarios de las obras y por lo tanto todo el proceso de decretación del plan de obras, liquidación, distribución, cobro, recaudo y licitación ha sido ilegal y de esta manera en el Ministerio Publico se le cayeron a la Administración Municipal las 21 megaobras, pues será imposible probar lo que no se tiene : estudios terminados.

Cómo se cayeron las 21 megaobras
Después de centenares de derechos de petición, 36.453 recursos de reposición, más de un centenar de tutelas, demandas de nulidad, acciones populares y acciones de cumplimiento se logró que el estado de derecho empezara a hacer justicia.

Fue mediante una tutela que se le solicitó a la Juez 19 Civil Municipal amparar los derechos fundamentales al debido proceso, a la propiedad y de petición, con el fin de que las 21 megaobras de Cali se atemperen a las normas constitucionales y legales.

El Alcalde, con habilidad que le duró más de un año y medio, argumentó extensamente la improcedibilidad de la tutela por existir otras jurisdicciones para atender las vulneraciones a las normas jurídicas por parte de la Administración Municipal, desconociendo el perjuicio irremediable que se causaría con la adjudicación de la licitación, e ignorando las respuestas al derecho de petición que solicitaba la información precisa de dónde y cómo se viabilizaron técnicamente los proyectos del plan de obras.

La Juez 19 Civil Municipal tuteló el derecho de petición ordenándole contestar en 48 horas al Alcalde, lo que se hizo efectivo el martes 6 de abril del 2010 y oficialmente se supo la verdad: las 21 megaobras no tienen a la fecha los estudios terminados y por lo tanto van a ser contratados sus diseños definitivos por concesión con los contratistas que serían escogidos.

Ante estos hechos nuevos como pruebas irrefutables que le presentamos a la Procuraduría General de la Nación, violatorios de la Constitución, de la ley y de varios acuerdos municipales, se ordenó la suspensión hasta que se demuestre la existencia de estudios.

Primero cae un mentiroso…
Desde la presentación del proyecto de acuerdo que decretó el Plan de Obras en el mes de mayo del 2008, se les recomendó al Alcalde, al director de Planeación, Johannio Marulanda, y al secretario encargado de Infraestructura y Valorización, Néstor Martínez, elaborar los estudios primero.

Sin embargo, arrancaron con una cascada de mentiras al Concejo y a la ciudadanía, pontificando sobre la existencia de los estudios y diseños y argumentando que sólo faltaban ajustes…

Pero nuestra exposición en el Cabildo permitió que se le diera plazo de cinco meses para terminar los estudios, no los terminaron y lo demostramos. Pidieron otro plazo por otros cinco meses, es decir hasta el 30 de junio del 2009, no los terminaron y lo demostramos.

Así fue que a pesar de nuestra posición constructiva de cumplir la ley, en cuanto a lo mínimo que un buen ciudadano puede exigirle a su mandatario: hacer los estudios de cada obra, se liquidó y distribuyó la contribución de Valorización.

Luego, ilegalmente, se cobró y recaudó un “impuesto” para hacer obras. Pero el Alcalde, con la inversión publicitaria más alta en la historia de la ciudad, violando los derechos humanos de los ciudadanos que opinábamos sobre lo inconveniente de sus obras sin estudios, logró pasar el fin de año y pudo elegir a su hermano senador de la República.

Aquí cae perfectamente la frase de Abraham Lincon quien dijo: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo, todo el tiempo”.

Enemigo del progreso
Indudablemente que el tiempo le da la razón al que la tiene y ya queda demostrado quien es el enemigo del progreso de Cali, pues hacer una cirugía sin examen clínico y estudios es atentar contra la salud, es decir contra los derechos de los caleños en este caso.

Eso le ha pasado al Alcalde de Cali, que sin diseños para manejar contratos por diez años y con más de US$500 millones de los caleños nos estafó con un proyecto que no tuvo ni tiene pies ni cabeza.

Luego él es el enemigo número uno del progreso de Cali y quien nos debe rendir cuentas por tamaño descalabro técnico, jurídico, político, administrativo, fiscal, presupuestal, social y ambiental.

Las salidas del Alcalde
1. Que tiene todos los estudios y diseños: mentira.
2. Que está facultado para hacer contratos de concesión: mentira.
3. Que los diseños se pueden terminar con los concesionarios: mentira.
4. Que está facultado para cobrar primero y hacer diseños después: mentira.

Invitamos a la Procuraduría General de la Nación, a la Fiscalía y a los medios de comunicación a que nos permitan el derecho a la réplica, para que no sigan engañando a los caleños.

(*) Representante de los propietarios de predios gravados con valorización.

Opinión. El caso del magistrado Garzón

¿Temor, complicidad o implicación?

El Estado español es responsable por las víctimas de la guerra civil y las desapariciones. ¿Será esta una de las causas del temor porque se conozca la verdad: por la millonaria condena que tendría que pagar a las familias de las víctimas?

Por Luis Carlos Lozano Ospitia (*)
No es necesario conocer de leyes para interpretar lo insólito, lo aberrante y absurdo de la persecución que han emprendido contra el magistrado Baltazar Garzón, quien puede ser juzgado por investigar las desapariciones (crímenes) de más de cien mil personas ocurridas durante la guerra civil española y la dictadura franquista.

La Ley de Amnistía de 1977 ha sido invocada para perseguir al único juez (magistrado) que ha intentado dar respuesta sobre víctimas de desaparición forzada a familiares y al mundo entero.

Si este juicio se produce será la primera vez en todo el mundo, al menos que tengamos conocimiento, que algún juez de una democracia es sentado en el banquillo de los acusados por intentar conseguir verdad, justicia y reparación para las víctimas de crímenes de lesa humanidad.

Las normas internacionales de derechos humanos expresan claramente que el crimen de desaparición forzada no prescribe y entorpecer su investigación es un delito. Por lo tanto ninguna ley de amnistía puede contradecirlas.

El Estado español es responsable por las víctimas de la guerra civil y las desapariciones. ¿Será esta una de las causales del temor porque se conozca la verdad, por la millonaria condena que tendría que pagar el Estado a las familias de las víctimas?

¿Habrá complicidad de los acusadores para pretender limpiar o lavar la imagen del Estado? ¿O temor de que salgan algunas “personalidades” salpicadas por las investigaciones que adelante y pruebe el magistrado Garzón?

Los familiares de los desaparecidos tienen derecho a conocer las circunstancias de la muerte de sus allegados, el paradero de sus cadáveres y los nombres de los implicados en estos horrendos crímenes.

Lo incomprensible es que los tribunales españoles, con base en el derecho internacional, hayan asumido su competencia para investigar, perseguir y condenar crímenes cometidos en países como Chile y Argentina, pero se abstienen de investigar o de permitir investigar los crímenes similares cometidos en este país.

¿Con todo esto, cuál es el mensaje para otros jueces que intenten investigar casos similares de desapariciones forzadas como las de nuestro país? ¿Y para el resto del mundo, donde existen investigaciones pendientes por realizar o que se están haciendo?

(*) Abogado y escritor. Corresponsal en España.

jueves, 1 de abril de 2010

EDICIÓN No. 20

A finales de marzo, la terquedad humanitaria de la senadora Piedad Córdoba trajo a la libertad a dos colombianos más. Uno de ellos, el sargento Pablo Emilio Moncayo, el hijo del caminante de la paz. A pesar de 16 liberaciones como éstas, no cesan los ataques mezquinos y cobardes contra ella.

CONTENIDO

LA COYUNTURA POLÍTICA

1.- Análisis. Quién es quién en la pelea presidencial

¡No hay de qué hacer un caldo!

2.- Entrevista. Página/12 habló con Carlos Gaviria

“Uribe embrujó a los colombianos”

3.- Opinión. El sistema electoral urge cambios

Los tarjetones, pérdida de identidad

EL CONFLICTO AYER Y HOY

4.- El regreso de Calvo y Moncayo, y de 16 más

Piedad libertaria

5.- Hace 20 años el parafascismo mató otra esperanza

El multitudinario sepelio de Bernardo Jaramillo

HISTORIAS DEL DESARRAIGO

6.- Crónica. Tras el rastro de un viejo canoero

El misterioso caso de Guillermo

7.- Crónica. Doce horas en la carreta de un reciclador

Viviendo entre y de las basuras

QUÉ PASA EN EL MUNDO

8.- La nueva Ley de Extranjería en España

La crucifixión del inmigrante

Análisis. Quién es quién en la pelea presidencial

¡No hay de qué hacer un caldo!

* Las tres encuestas conocidas en marzo confirman la derechización del país. Los primeros, Santos, Sanín y Mockus, son neoliberales afines al guerrerismo uribista, sin soluciones sociales estructurales.
* Las élites bogotana y paisa (Santos y Sanín) protagonizan una disputa interclasista en la que se la juegan con ‘vices’ del Valle: uno que se pone al servicio de la oligarquía (Garzón) y otro que procede de ella (Mejía).
* Apoyar a Santos es un imposible moral por los crímenes de lesa humanidad que cometieron agentes del Estado durante su ministerio.
* Petro emula en antichavismo con Vargas Lleras.
Fajardo acepta ser el segundo de Mockus. A Pardo lo dejaron solo. El centro, copado; la izquierda, sin candidato.
* ¿Quién propondrá sacar el país de la guerra? ¿Quién hablará de paz?

Por Luis Alfonso Mena S.
Comenzó en firme la campaña por la Presidencia de Colombia, aunque todavía persisten terribles dudas sobre los resultados de unos comicios legislativos que estuvieron plagados de parapolítica, gamonales de nuevo y viejo cuño y políticos corruptos.

RCN Televisión montó rápidamente un remedo de debate, transmitido el 23 de marzo, que más pareció una entrevista a diez manos, con preguntas acomodadas y respuestas acartonadas de siete de los diez candidatos presidenciales en contienda.

Simultáneamente, los pulpos mediáticos pagaron costosas encuestas (tres entre el 20 y el 25 de marzo): la primera financiada por Caracol Radio y Caracol Televisión, El Espectador y once periódicos regionales [1]; la segunda, por El Tiempo y La W Radio [2] y la tercera, por RCN Radio, RCN Televisión y Semana [3].

En su orden, todas las ganó con guarismos sostenidos el principal candidato de la oligarquía, Juan Manuel Santos (34,2%; 34,1%; 36%), con segundo lugar de la otra aspirante de la élite, Noemí Sanín, que marca cifras en descenso (23,3%; 21,7%; 17%).

Lo anterior significa que a estas alturas a ninguno le alcanzará para vencer en la primera vuelta, y que, si no ocurre una alianza de los que hasta ahora se han denominado no uribistas, la segunda ronda será entre dos continuadores del actual régimen.

Nótese que Sanín baja en cada uno de los sondeos: entre el primero y el tercero pierde casi seis puntos, en tanto que Santos se mantiene y tiende a subir.

Las encuestas muestran a Antanas Mockus en un tercer lugar permanente (10,4%, 8,9%; 9%), muy favorecido, como Sanín, por haber efectuado la consulta interna de su partido a última hora, aprovechando el arrastre de las elecciones parlamentarias del 14 de marzo.

Sin embargo, Sanín aparece distante de Santos, hasta por 19 puntos, en tanto que Mockus figura relegado hasta en 27. Y detrás, Gustavo Petro, Germán Vargas, Rafael Pardo y Sergio Fajardo, con guarismos de menos de 10 unidades.

Petro figura oscilando entre el cuarto y el quinto lugares, con cifras que no progresan (6,3%; 7,1%; 6%), a pesar de sus esfuerzos por posar de duro contra los alzados en armas: en el “debate” de RCN dijo que frente a la insurgencia solo había dos caminos: su derrota o su rendición, muy al estilo de Uribe.

Mientras tanto, Vargas Lleras se asoma con una participación mediocre (6,2%; 6,6%; 8%), que lo sitúa también entre el cuarto y el quinto puestos, peleados con Petro.

Todo indica que la intensa y millonaria ofensiva publicitaria desatada en todos los medios por Vargas Lleras y su prédica orientada a mostrarse como el más radical continuador de las políticas de guerra no da los resultados que espera.

El desplome de Fajardo es persistente, se pasea entre el sexto y el séptimo lugares con cifras ondulantes en las tres encuestas (6,1%; 4,4%; 5,5%), en tanto que Pardo tampoco despega (5,1%; 5,5%; 4%) y es el más rezagado de los siete consultados por los sondeos.

Lo que ocurre con Pardo es grave si se tiene en cuenta la relativa buena participación electoral de su partido, el Liberal, que parece no respaldarlo y que divide sus votos entre Santos y Vargas Lleras, dejando un escaso porcentaje de ellos (28%, según la tercera encuesta) para el ex ministro.

Casi sin figuración en las encuestas aparecen Jaime Araujo Rentería, Robinson Devia y Jairo Enrique Calderón, en el bloque final, el de los desplazados hasta de la posibilidad de ser entrevistados por los medios que los excluyen con desdén.









Pugna interoligárquica
En suma, lo que corroboran las tres encuestas es la derechización del país, la preeminencia del uribismo: los tres primeros (Santos, Sanín y Mockus) son afines a la mano dura de Uribe, a la prolongación indefinida de la guerra interna sin soluciones sociales estructurales.

Se confirma así lo que hemos escrito en análisis precedentes de ¡PERIODISMO LIBRE!, en el sentido de que la actual campaña se caracteriza por la escasa diferencia de posturas sobre el asunto medular de hoy: el conflicto social y armado, sobre el cual todos los aspirantes confluyen en la defensa de la llamada “seguridad democrática”.

Aunque Uribe ve en la dupla Santos-Garzón la carta más proclive a la continuidad de su estrategia de guerra, por el lado de Sanín también puede sentir tranquilidad, más ahora que llega a la fórmula goda Luis Ernesto Mejía, ministro de Minas y Energía suyo hasta 2006.

Sanín aspira a emular con Santos en lo referente a la procedencia geográfica de su candidato vicepresidencial, pues el escogido también viene del Valle como Angelino Garzón, y a superarlo en cuanto a la procedencia de clase, pues Mejía es portavoz de la más rancia oligarquía.

Estamos aquí en presencia de una clara disputa interclasista de las élites bogotana y paisa (Santos y Sanín, respectivamente), que se la juegan con segundos del Valle del Cauca, uno que se pone al servicio de la oligarquía (Garzón) y otro que viene de ella (Mejía).

No se crea --como dicen algunos seguidores de Garzón en su afán por hallar justificaciones rebuscadas para adherir a la nueva claudicación de su jefe político-- que Santos es la “desuribización” mientras que Noemí es la continuidad.

Por sobre las diferencias de matices entre uno y otra, los dos hacen parte de la élite de derecha. Noemí y Santos son dos tentáculos de un mismo pulpo, el del establecimiento militarista y plutocrático. Sólo que Santos trae el lastre de los crímenes de lesa humanidad cometidos por agentes del Estado durante su ministerio de Defensa.

1.778 asesinatos de jóvenes a lo largo y ancho de las jurisdicciones de 33 brigadas del Ejército sin que los jefes máximos de ellas, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, hicieran nada para evitarlos, pues, por el contrario, los presentaron en principio como “guerrilleros dados de baja en combate”, hacen un verdadero imposible moral cualquier respaldo a Santos.

Claro que la historia muestra a Noemí con su lastre también cuando, en 1985, durante los infaustos sucesos de la toma del Palacio de Justicia por el M-19, hizo parte del gobierno de Belisario Betancur que entregó el poder para que la mano militarista resolviera a sangre y fuego el caso, con todas sus secuelas en materia de torturas y desapariciones.

En calidad de Ministra de Comunicaciones, Noemí silenció todo lo que entre el 6 y el 7 de noviembre de aquel año ocurría dentro del Palacio al ordenar a los informativos de televisión suspender sus transmisiones y pasar, en cambio, un partido de fútbol.

De todas formas, la campaña de Sanín procurará no poner en primera línea a Andrés Pastrana, quien se la jugó desde el principio por ella, pero quien, también, genera resistencia en el uribismo por lo ocurrido en el Caguán. Cuestiones de forma, nada más.

Sanín, camaleónica como Santos (los dos han estado en casi todos los gobiernos en los últimos 25 años), no es ninguna alternativa, pues es fiel vocera de la derecha goda y resulta un imposible ético pensar en su nombre por las fuerzas adversas al régimen.
La izquierda, sin candidato
Y por el lado de Mockus, éste cautiva a muchos, incluso a algunos en la izquierda, por aquello de la transparencia, pero ella no basta. El matemático es un neoliberal recalcitrante, convencido de la aplicación de impuestos sin miramientos ni contemplaciones.

Además, su talante es autoritario y por eso no duda en poner de relieve los que para él son éxitos de Uribe, que resume en “la recuperación del monopolio de la fuerza del Estado”, que toma como insoslayable presupuesto de un eventual gobierno suyo.

Unas veces enredado en sus crípticos mensajes y otras asumiendo un papel de profesor erudito que ya no se ve espontáneo, Mockus tiene antecedentes de conciliador con los grupos de poder, como cuando fue candidato vicepresidencial nada menos que de Noemí Sanín, en 1998.

El domingo 4 de abril, Sergio Fajardo aceptó la propuesta de Mockus en el sentido de ser su aspirante a la Vicepresidencia. Curiosa paradoja: el político que lleva más tiempo en campaña es el primero en retirarse y lo hace en favor del último en lanzar la candidatura.

De esta forma, Mockus realiza otra jugada habilidosa. Los dos buscarán ahora que su fórmula no sólo sea política, sino matemática, como la profesión de ambos. Ellos dicen que sumarán y multiplicarán seguidores.

Para rematar, empujando desde el cuarto lugar, aparece el ultraderechista Vargas Lleras, otro de la cuerda uribista, aunque haya entrado en momentánea rebeldía frente al Presidente al que acompañó durante la mayor parte de su mandato.

Pelea ese sitio nada halagador con Petro. Ambos compiten por cual se muestra más adversario de la revolución bolivariana del presidente Chávez y cuál más amigo de la estrategia de seguridad democrática del presidente Uribe.

¡Qué extraña coincidencia! Los estragos del uribismo en todas las huestes. Ambos haciendo uso propagandístico del mismo antichavismo… ¿Con quién busca congraciarse Petro?

Por eso, como dice el adagio popular, en la actual campaña presidencial no hay de qué hacer un caldo… Muchos colombianos quedaron sin una verdadera alternativa, sin candidato de izquierda, porque la derecha contribuyó a sacar de la lid al maestro Carlos Gaviria.

Precisamente en reciente entrevista con el periódico argentino Página/12, que reproducimos a continuación del presente artículo, Gaviria sostuvo: “Hasta Petro dice que él seguiría el camino de la seguridad democrática. No hay ningún candidato que ponga adelante la paz, que diga que ese es el único camino para alcanzar una sociedad democrática”.

Definitivamente, no hay de qué hacer un caldo…

Notas
[1]
Ficha técnica de esta encuesta. Firma que la practicó: Invamer Gallup. Contratante: Caracol Televisión, Caracol Radio, diarios El Espectador, La República, El Colombiano, El País, El Heraldo, Vanguardia Liberal, El Universal, La Opinión, La Patria, La Tarde, El Nuevo Día y El Liberal. Universo: 1.200 personas. Fecha de realización: entre el 20 y el 22 de marzo. Número de municipios: 51. Publicación: jueves 25 de marzo de 2010.

[2] Ficha técnica de esta encuesta. Firma que la practicó: Datexco Company S.A. Contratante: periódico El Tiempo. Universo: 2.529 y 1.200 personas que expresaron intención de votar. Fecha de realización: entre el 20 y el 23 de marzo. Número de municipios: 31. Publicación: jueves 25 de marzo de 2010.

[3] Ficha técnica de esta encuesta. Firma que la practicó: Ipsos Napoleón Franco. Contratante: RCN Televisión, RCN Radio, La FM y revista Semana. Universo: 1.202 personas que expresaron intención de votar. Fecha de realización: entre el 20 y el 23 de marzo. Número de municipios: 36. Publicación: lunes 29 de marzo de 2010.

Entrevista. Página/12 habló con Carlos Gaviria

Foto de Carlos Gaviria durante su más reciente visita a Buenos Aires, captada por Ana Dangelo para Página/12.

“Uribe embrujó a los colombianos”

El ex candidato presidencial alertó que la izquierda se quedó sin candidato y que todos los partidos, incluido el suyo (el Polo Democrático Alternativo), proponen continuar con la política de seguridad de Uribe.

Por María Laura Carpineta
Al veterano líder del Polo Democrático Carlos Gaviria no le gusta caer en la desesperación, ni siquiera cuando el horizonte cercano de los colombianos no augura nada alentador. Las elecciones legislativas del domingo pasado mermaron las bancas de la izquierda y la dejaron muy mal parada para las presidenciales de mayo. “El próximo presidente será un verdadero heredero de Alvaro Uribe”, pronosticó Gaviria en un diálogo telefónico con Página/12, desde su departamento en Bogotá.

Alejado de la dirección del Polo después de perder las internas presidenciales con el senador Gustavo Petro, el ex juez se mantuvo al margen de la campaña electoral. Dice que esta vez no le toca ser el protagonista. En la última elección presidencial fue el candidato del Polo y por primera vez en la historia de Colombia la izquierda se había erigido como la segunda fuerza nacional. Pero Uribe y sus aliados avanzaron mucho desde entonces y es poco probable que repitan la hazaña. “Las elecciones legislativas demostraron que el país se fue conservatizando. Hasta el propio candidato del Polo adoptó una actitud de centro”, se lamentó el ex profesor de derecho de Uribe.

¿Por qué la izquierda perdió tanto terreno en las últimas elecciones?
– El país se fue conservatizando bajo el gobierno de Uribe. Los partidos de derecha son los que disfrutaron los beneficios de la burocracia. En cambio, la izquierda sufrió una campaña de descrédito tremenda, especialmente los sectores de izquierda del Polo. Nos relacionaron con la lucha armada. En cifras absolutas, el Polo no perdió muchos votos, pero como el padrón electoral creció mucho, perdimos bancas.

En 2006, la izquierda hizo mejor elección en las presidenciales que en las legislativas. ¿Se puede repetir eso en mayo?
– Es muy difícil. El propio candidato del Polo adoptó una actitud de centro, desmarcándose de la izquierda. Como senador, Petro votó por el actual procurador general de la Nación, un fanático tremendo y un aliado de Uribe. Eso provocó que dentro de la izquierda muchos se fueran.

¿Los colombianos se quedaron sin una opción de izquierda para las próximas elecciones presidenciales?
– Sin duda. El Polo está haciendo propuestas muy parecidas a las del resto de los partidos. El problema hoy en Colombia es que el centro está más que copado. Se necesita un candidato que asuma el lugar de la izquierda, desmarcándose de la lucha armada. Acá eso no es nada fácil.

¿En qué coinciden todos los candidatos?
– Por ejemplo, en la seguridad democrática, la política de Uribe para enfrentar a las guerrillas. No importa el deterioro enorme de los derechos humanos ni los cientos de casos confirmados de falsos positivos (campesinos y jóvenes asesinados que el Ejército hacía pasar por guerrilleros). Hasta Petro dice que él seguiría el camino de la seguridad democrática. No hay ningún candidato que ponga adelante la paz, que diga que ese es el único camino para alcanzar una sociedad democrática.

¿Por qué?
– Porque Uribe triunfó. Su proyecto fue mantener el estado de cosas en el país, las desigualdades y la pobreza, mientras la gente se contentaba con la disminución de los secuestros. A su gobierno no le importó atacar las causas que crearon el conflicto: la pobreza y el desempleo, que araña el 13 por ciento. ¿Cómo puede ser que hace dos años el PBI creció mucho más allá de lo que se esperaba, pero igual no se achicó la brecha entre pobres y ricos ni se creó empleo?

Y aún así los colombianos volvieron a apostar por los aliados de Uribe, inclusive por los legisladores con probados nexos con los paramilitares.
– El país en su gran mayoría tiene una conciencia tan conservadora que no le importa que algunos de los miembros del Congreso hayan sido vinculados con el paramilitarismo y por eso votaron a sus hijos, primos... Eso da una idea del grado del embrujo de la población con el proyecto de Uribe.

– ¿Eso significa que su candidato presidencial, el ex ministro de Defensa Juan Manuel Santos, tiene todas las de ganar?
– Es el favorito. Santos encarna la misma política de Uribe. El esquema económico es fundamentalmente igual y no hay que olvidarse que él era el ministro de Defensa cuando surgieron los falsos positivos, algo que a la gente no parece importarle.

– Pero no tiene el carisma de Uribe...

– No tiene su carisma, pero va a tener un apoyo aún más contundente de las familias más poderosas del país, porque es uno de sus hijos predilectos. El país va a vivir en guerra durante mucho más tiempo, lamentablemente. Con suerte el fracaso en materia de empleo y salud va a empezar a desmoronar el prestigio del próximo gobierno. Santos va a copiar la estrategia de Uribe, aunque quizá no con tanto éxito.

Notas del Editor
- Esta entrevista fue publicada por el periódico Página/12, de Buenos Aires, Argentina, el viernes 19 de marzo, en su sección El Mundo. Se puede ver en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-142278-2010-03-19.html. Consulta efectuada el jueves 1 de abril de 2010.

- Los resaltados hechos en el texto son del Editor.

Opinión. El sistema electoral urge cambios

Los tarjetones, pérdida de identidad

El voto solo con el logo y el número, sin la identidad del candidato, va contra el derecho a la personalidad jurídica y contra el derecho a la participación. Este galimatías podría resolverse con tarjetones por partidos con fotos y nombres.

Alberto Ramos Garbiras (*)
Es lamentable la pérdida de votos, más de 1.500.000 votos anulados por falta de instrucción, capacitación y por lo abstruso de las papeletas o tarjetones electorales, para sectores iletrados que no encuentran las fotos ni los nombres de sus conocidos o preferidos.

El voto solo con el logo y el número, borrando la identidad del candidato, va contra el derecho a la personalidad jurídica (artículo 14 de la Constitución), un derecho humano de los aspirantes, y contra el derecho a la participación (artículo 40 de la Constitución) porque impide la identificación y complica las campañas que deben hacer doble esfuerzo para enseñarles a los votantes otra identidad de los candidatos, distinta a la del nombre de pila.

El derecho a la personalidad jurídica se nominó y creó después de la Segunda Guerra Mundial como un derecho humano al evidenciarse la hecatombe perpetrada por los nazis que borraron la identidad de los judíos transportados masivamente en trenes hacia los campos de concentración y los hornos crematorios.

La ONU incluyó este derecho que está integrado por el nombre, la ciudadanía, la nacionalidad, la capacidad jurídica para hacer transacciones, el estado civil y el patrimonio. Es un derecho visagra para poder gozar los otros derechos humanos, so pena de convertirse en un N.N. ambulante.

El sistema electoral colombiano, en aras de facilitar un solo tarjetón para el Senado y los 32 tarjetones departamentales para la Cámara, está degradando a los candidatos que desaparecen ante los electores el día de las votaciones, constriñéndolos a llevar a cabo campañas pesarosas para indicar quienes son.

La proliferación de listas para el Senado y la Cámara de Representantes hizo más confusa las pasadas elecciones del 14 de marzo: 298 listas en total con 2.481 candidatos para 265 curules o escaños, sin contar los candidatos indígenas y de negritudes.

Es verdad, el tamaño de los tarjetones con las fotos y nombres de todos sería inmanejable, razón inicial de la reducción a logos de partidos políticos y números compartidos para los inscritos. Esto ha generado la pérdida de identidad y, al mismo tiempo, los votos nulos.

El tarjetón críptico e indescifrable para muchos ciudadanos que buscaban identificar a su candidato llevó a la anulación del voto o al error, a la marcación por otro. Este enredo o galimatías que vulnera el derecho a la participación podría resolverse fabricando tarjetones por partido y movimientos con personería jurídica, con las fotos y los nombres.

El aumento del umbral del 2% al 3% evita la diáspora de partidos sin arrastre electoral, y el comportamiento de fuerzas políticas se conoce para evitar incluir largas listas.

El número y los logos como única forma de identificar a los candidatos en las urnas hace desgastar a los aspirantes durante la campaña tratando de enseñar e indicar quiénes son dentro del tarjetón para que sus electores no se equivoquen, porque en el cubículo y dentro del puesto electoral no existen como personas sino como números, como antes se hacía con los presos. Este es, además, un esfuerzo que les quita tiempo para exponer sus ideas (para quienes las ventilan).

Otros candidatos, creyendo poder abarcar más electorado potencial, hacen propuestas vagas y generales como si aspiraran a la Presidencia de la República. Este es otro galimatías cantinflesco.

La prueba de lo innecesario fue la campaña de Gilma Jiménez del Partido Verde, quien con un solo tema, el castigo máximo para los violadores de niños, obtuvo más de 170.000 votos. Un Senador que siempre tuvo un electorado sectorial y un solo tema, el de los pensionados, fue Alfonso Angarita Baracaldo, y salía elegido.

Jorge Robledo, para colocar otro ejemplo, ha logrado un electorado con sus opiniones permanentes, sus debates sólidos y su seriedad temática. Por encima de la misma estructura de su partido, el Polo Democrático, alcanzó un envidiable voto de opinión.

La voltereta de Carlos Rodado Noriega hacia la campaña presidencial de Juan Manuel Santos, a primera vista un simple giro transfuguista, es una campanada de alerta para la subsiguiente desbandada conservadora del bloque directivo y de las bases que acompañaron a ‘Uribito’ dentro de la consulta, y al reacomodo del uribismo redomado durante 8 años.

Una lectura más crítica nos señalaría que el trasteo de partido es una pérdida de identidad ideológica buscando la conveniencia: la disolución de la ideología. La práctica y costumbre de convivir ocho años con la fusión de sectores de partidos y disfrutando de las gabelas gubernamentales, alrededor del presidente Uribe en dos gobiernos, uribizó al conservatismo así como conservatizó a Uribe.

Entonces para los conservadores que se desgranen y no acompañen a Noemí Sanín, no es transfuguismo ese tipo de conducta sino permanencia e instinto de conservación.

(*) Profesor de ciencia política de la Universidad Libre.

El regreso de Calvo y Moncayo, y de 16 más

Piedad libertaria

La mezquindad y los odios no la amilanan. Tampoco la soledad y la mentira. Y mucho menos el silencio de los flamantes candidatos a la Presidencia, que no han dicho ni mu, porque, pensarán, “no es políticamente correcto” y es mejor pasar de agache.

Por Luis Alfonso Mena S.
Por encima de vituperios, incomprensiones y amenazas Piedad Córdoba trajo el domingo 28 y el martes 30 de marzo a dos colombianos más a la libertad.

Fue por ellos a lo profundo de las selvas después de mover cielo y tierra y haciendo oídos sordos a las bellaquerías de tantos que, cegados por el odio sectario, difundieron que con las liberaciones ella sólo buscaba réditos políticos.

Sus enemigos fueron capaces incluso de denunciarla ante la Corte Suprema de Justicia dizque por traición a la patria, cuando no fue que la agredieron con cobardía en los aeropuertos o la intimidaron con improperios por la internet o la radio.

Esperó que pasaran los comicios en los que se jugaba la reelección en el Senado, y a pesar del doble juego del gobierno de Álvaro Uribe, que un día aprobaba su gestión y al otro argumentaba algún episodio baladí para desaprobarla, se fue por dos más.

Así, trajo, con el único respaldo de la organización civil Colombianos y Colombianas por la Paz y de monseñor Libardo Gómez, al soldado Josué Calvo y al sargento Pablo Emilio Moncayo, convertido éste en símbolo de uno de los secuestros más injustos y prolongados.

Pero el martes 30 de marzo, tan pronto arribó con Moncayo procedente del Caguán, recibió del Gobierno y sus medios de comunicación otra dosis de veneno. Casi no esperaron que el helicóptero brasileño en que venían aterrizara para buscarla con el fin de inyectárselo.

La señalaron, una vez más, de haberse convertido “en mensajera del terrorismo” porque la cadena multiestatal Telesur difundió unas imágenes de la liberación del militar enviadas por la guerrilla, a través de Internet, a cinco canales, entre ellos Noticias Uno de Colombia.

Un experto en televisión como Daniel Coronell certificaría después, con argumentos técnicos, la procedencia del video y su llegada a través de la red internacional no sólo a su noticiero sino también a Ecuavisa de Ecuador y a la Televisión Española, entre otros.

Sorprendida, a Piedad se le vio a punto de llorar por tanta injuria, mientras sin dar la cara, metido en los recovecos del aeropuerto de Villavicencio, el “alto comisionado de Paz” de Uribe, Frank Pearl, rumiaba su ardid pegado a un Blackberry.

Los medios privados, entre tanto, insistían en el acoso, querían, como el Gobierno, restarle importancia a la liberación del hijo del profesor Moncayo, el de las largas caminatas, el de las críticas a Uribe en las escalinatas del Capitolio, el de las cadenas recorriendo el mundo.

No valieron las explicaciones de ella ni las de monseñor Gómez ni las de Telesur, que se extrañó de tanta ligereza del gobierno de Uribe, a pesar de que en la Operación Jaque éste no dudó en usar con perfidia los símbolos de Telesur y de la Cruz Roja para sus fines.

Lo vivido el 30 de marzo fue apenas el más reciente de los aullidos para tratar de silenciar la repercusión de la iniciativa libertaria de Piedad, que traía a dos colombianos más desde la profundidad de la selva, como lo había hecho ya, meses atrás, con otros 16.

La mezquindad y los odios no la amilanan. Tampoco la soledad y la mentira. Ni el silencio de los flamantes candidatos a la Presidencia de Colombia, que no han dicho ni mu, porque, pensarán, “no es políticamente correcto” y es mejor pasar de agache.

Dos días después de regresar con Moncayo, y superada la andanada de Pearl, el mensajero de Uribe, ella estaba lista de nuevo para ir por los restos del mayor Julio Ernesto Guevara.

Sin pensar en las nuevas bellaquerías con las que la recibirían a su regreso, Piedad se sumergía, otra vez, en la inmensidad de la selva.