Escribir
desde el propio caos
Por Ilka Oliva Corado (*)
No sé en cuántas ocasiones me han preguntado qué escritores y poetas me
han influenciado, mi respuesta siempre es la misma: ninguno. Si
mencionara por lo menos a uno estaría mintiendo porque he leído muy
poco y por lo regular no termino los libros, pierdo la atención inmediatamente
y me cuesta recuperarla, y tiene que ser un texto que realmente logre cautivarme
para que yo lo termine de leer hasta el punto y final. Muy pocos textos han
logrado calmar mi ansiedad, sosegar mi caos y mi delirio constante. Nunca he
leído un solo clásico, me empalagan inmediatamente. No leo lo que todo el mundo
dice que es buena literatura, no leo lo que los críticos dicen que es lo que
hay que leer. No leo todo aquello que esté de moda. Descarto todo texto que no
logró atraparme desde la tercera línea. No continúo escribiendo un texto sino
me cautiva desde la tercera línea. Pues escribo para mí, para nadie más.
También me han preguntado de dónde nace mi escritura, nace de mi caos.
No tengo pedigrí alguno, ninguna herencia de ancestros intelectuales,
artistas, trovadores o académicos de los cuales yo pueda fanfarronear y lucir
mi ego de “heredera”. En mi casa no existieron las veladas y tertulias con
música de cámara. No asistí a colegio bilingüe, no tomé cursos de escritura y
no participo en recitales, no pertenezco a ninguna comunidad de escritores o
artistas. No tengo amigos de apellidos rimbombantes, no tengo contactos en el
mundo de las artes. -No creo en los contactos, soy mujer de afectos-. Aborrezco
el mundo de la diplomacia por esa razón no asisto a veladas organizadas por
gente de consulados o gremio artístico.