martes, 22 de enero de 2019

José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y Otros Ensayos Históricos


POR LOS VERICUETOS DE LA ESCRITURA HISTÓRICA

Por Luis Alfonso Mena S. (*)
Queridas amigas y amigos: gracias por acompañarnos esta tarde. Les agradezco sobremanera el haber venido a conocer un nuevo hijo de nuestra familia, José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y Otros Ensayos Históricos.

Quiero confesarles que pensé mucho el formato de presentación de este nuevo vástago, porque eso es un libro, un hijo más, que se ama tanto como a uno de carne y hueso, porque nace de nuestros amores entrañables con las letras, con las ideas, con las indagaciones, las inquietudes, los sueños y las búsquedas.

Lo pensé mucho, les decía, porque sé que a la gente le gusta más cuando las presentaciones de los libros son charladitas, con el autor contando anécdotas y diciendo cómo escribe, cuándo se le apareció la musa, dónde prefiere escribir, etcétera.

Les juro que lo pensé mucho, e incluso lo consulté varias veces con uno de mis hijos, Santiago, a quien le llevo 36 años de ventaja en el camino de la vida, y a quien suelo acudir no solo por aquello de que siempre es mejor tener en cuenta una segunda opinión, sino para estar sintonizado con los jóvenes de hoy, que algunos llaman ‘millennials’ (los nacidos entre 1981 y 1996), pero, principalmente, para nutrirme de su aguda percepción de las cosas y de los hechos.

Pero, terco, como casi siempre, no le hice caso a su recomendación de improvisar una charla, y heme aquí leyéndoles estas palabras. Mi padre decía que él se expresaba mejor escribiendo. Soy testigo de ello. Guardo aún los textos que nos escribía a sus hijas e hijo y a su querida esposa, nuestra madre Mercedes, con una bella caligrafía, acompasada, como las notas de los instrumentos que interpretaba con maestría, y una sintaxis casi perfecta.

Luego de su partida, el 9 de marzo de 2011, logré llenar tres cajas con sus cartas, telegramas, poesías y partituras musicales para escribir su historia, la de un músico de los de antes, de la que ya hay un texto breve publicado a manera de semblanza, con una entrevista y muchas imágenes.

Así que heredé de mi padre su amor por la escritura, que lo llevó incluso a iniciar la redacción de un diccionario de la música, que nunca terminó, y que escribía a mano en pequeños cuadernos marca Norma, grises, sentado a un escritorio puesto contra una ventana, en una casa esquinera del barrio Libertadores de Cali, por allá, en la década de los años setentas del Siglo XX, cuando las perspectivas de la comunicación mágica de hoy solo se podían vislumbrar como ciencia ficción en el reloj con señal en vivo de Dick Tracy, el investigador de las historietas, hoy desaparecidas.

Pienso, como mi padre, que para precisar y no divagar, es mejor escribir. Escribir es un arte, pero también es un acto de responsabilidad. En su ejecución, el cerebro desarrolla en tiempos inasibles miles de procesos para lograr convertir en letras las ideas que giran veloces a lo largo de los quiebres densos y múltiples de esa máquina maravillosa de los humanos, a la vez archivo gigante de información e ideas y propulsor insustituible de caracteres significantes.

Pero el acto de escribir va más allá, nos sitúa en el terreno contradictorio de la profundidad y de la síntesis, del detalle que brinda la investigación y de la concreción a la que obliga la vida de hoy, cada vez más audiovisual, con auditorios cada vez menos dispuestos a soportar la extensión, ni hablada ni escrita.

Vivimos en una sociedad que marcha a la carrera, ¿o qué otra cosa es el WhatsApp?, y que no quiere leer sino ver, que no quiere pensar sino mirar. Por eso hoy es doblemente vigente el eslogan de la revista Alternativa, que circuló en nuestro país entre 1974 y 1980: “Empezar a pensar es empezar a luchar”.

Pero, como el salmón, nadando contra corriente, hay unos seres extraños que insisten en escribir, en poner en moldes lo que piensan, tercos, obstinados, minoritarios, ilusos. Que procuran, ojo, procuran, hacerlo bien. De este grupo hago parte.

Generalmente, cuando no se investiga se divaga, se especula, se miente. Pero, generalmente también, cuando se investiga se puede concretar, la capacidad de síntesis florece, porque las puertas de salida se multiplican,  hay por donde concluir, escribir el punto final.

Cuando no se investiga, ese punto final se vuelve un imposible, damos largas a la falsedad, no hay por dónde salir y nos toca pelear la puerta única de la estrechez del conocimiento.
Dicho lo anterior, hagamos ahora un rápido recorrido por nuestro libro.


Primera línea de lectura: dos géneros académicos
Este libro es, entre otras cosas, un ejercicio de escritura, producto de un año dedicado a leer y a escribir en la Maestría en Historia de la Universidad del Valle, en el marco de dos géneros académicos: el ensayo y la reseña.

Esta es la primera línea en la que podrán leer mi libro, la de los géneros más pertinentes y utilizados en el ámbito académico, el ensayo y la reseña, y, en tal sentido, el libro puede tener una vocación o aproximación pedagógica, como todos los libros que he estructurado hasta hoy, a lo largo de mi vida de periodista, abogado, docente y, ahora, como dijera el colega Jorge Manrique, situado en “modo historiador”.

Todos mis libros tienen ese tono: procuran aportar a los que vienen y quieren tener unos referentes de escritura. Eso son el Manual de Estilo de la Redacción de El País (1996), el Manual de Derecho para Periodistas (1999), Descifrando Huellas. Periodismo del Mimeógrafo al Ciberespacio (2010) y este, José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y Otros Ensayos Históricos (2018).

Los dos primeros, manuales de normas y estructuras de redacción y de derecho. El tercero, además, es una selección de ciento once textos, compendio de mi producción periodística durante casi tres décadas de periodismo presentados a través de capítulos dedicados a cada uno de los géneros periodísticos: noticias, entrevistas, crónicas, reportajes, perfiles, testimonios, semblanzas, análisis, informes, columnas de opinión, etcétera.

José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y otros Ensayos Históricos procura, también, ese tono metódico, pedagógico si se quiere, construido, en primer lugar, precisamente con ensayos, esa modalidad de la escritura en la que el autor despeja una hipótesis sobre un problema, fenómeno, hecho o persona, con base en la investigación previa efectuada en documentos, testimonios, archivos: indagación en suma que, finalmente, le proporciona la competencia para hacer un planteamiento novedoso, descubrir y hacer revelaciones, y en el que intenta, igualmente, hacer un aporte conceptual y ejercer cierta libertad de estilo en la presentación final de su texto.

En su segunda parte, este libro se desenvuelve en el género de la reseña, otro molde indispensable en el ejercicio académico que recorre y sintetiza, de manera cronológica o crítica, según se decida por el autor, otros libros, documentos o alocuciones de múltiples disciplinas y procedencias, con miras a resumirlos, simplificarlos, “molerlos”, diríamos en términos coloquiales, con el fin de brindarles herramientas a los lectores para su más fácil comprensión y estudio, y para, asimismo, ser usados en textos de mayor calado, como las tesis magisteriales y doctorales.


Segunda línea de lectura: divulgar para la sociedad
Como dije más arriba, José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y otros Ensayos Históricos es una selección de mi trabajo en la Maestría en Historia de la Universidad del Valle.

He defendido siempre que lo que se produce en las universidades debe estar en función de que le sirva a la sociedad, para que contribuya a su información, al debate y, ojalá, al conocimiento.

No creo en la academia divorciada de la sociedad, ni en que lo que hacen sus estudiantes y profesores sea para los anaqueles o para simplemente optar a títulos o a puntajes de ascenso en los escalafones docentes. No creo en la producción para círculos reducidos de sabios.

Creo que nos debemos a la sociedad, compuesta por millones de seres que esperan de quienes en este modelo excluyente han podido, de alguna forma, acceder a las esferas superiores de la educación, que les retribuyamos, al menos, compartiéndoles lo que hemos investigamos y escrito.

“Los empeños de los entes individuales y de las instituciones globales tienen el deber de proyectarse hacia la sociedad y, en tal sentido, procurar que aquello que producen la nutra y le sirva en sus procesos de educación, formación y concientización crítica”, decimos en la Introducción de José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y otros Ensayos Históricos.

En esa dirección marcha este libro, selección de textos investigados y escritos con el mayor rigor posible en un período de mi vida (2009), cuando, liberado de las restricciones temporales que nos imponía el diarismo en el periódico El País, de donde salí en 2007 por divergencias editoriales, pude regresar a la Universidad, ya no como docente, sino como aspirante a magister.

Los textos que encontrarán en este libro han sido evaluados por el ojo crítico del profesor Alberto Ramos Garbiras, doctor en ciencias políticas, constitucionalista e historiador, a quien agradezco el esfuerzo y el impulso a la difusión de esta antología, quien, además, es el autor del prólogo y nos ha deleitado con su magistral exposición de hoy sobre la verdad en relación con la contribución internacional en nuestra Independencia de 1819.


Tercera línea de lectura: qué dicen los ensayos
Hay aquí 16 textos sobre una variedad de temáticas, tiempos y espacios históricos reunidos en dos partes: la primera, la de los ensayos, y la segunda, la de las reseñas, todos ordenados cronológicamente, tal como se iban escribiendo.

En los tres primeros ensayos hay un tono y un interés claros de trabajar la relación entre la historia y el periodismo, entre el texto comunicacional y el documento intemporal, para mostrar el nutrimento constante de las dos disciplinas; en tanto que el cuarto y el sexto hacen referencia a dos personalidades históricas de extraordinaria importancia: de un lado, Bartolomé de las Casas y su lucha como adelantado a su época en defensa de los esclavizados en la llamada época de la Colonia; y de otro lado, el general José María Melo, el rebelde general de los artesanos, cuya historia, muy poco estudiada y menos conocida en Colombia, es evidencia de que ya en los albores de la República un hombre que había bebido en los manantiales de las teorías del socialismo utópico de Charles Fourier y Henri Saint-Simon en Europa, asumía el poder en representación de fuerzas subalternas, un hecho inédito en el discurrir de nuestra patria, que no pudo fructificar sino unos pocos meses, entre el 17 de abril de 1854 y el 4 de diciembre del mismo año, porque el embate de las fuerzas retardatarias de la época –que prolongan sus tentáculos hasta hoy— lo impidió con el empleo de la violencia.

En el fondo del fenómeno que significó José María Melo se encontraba la lucha entre los de abajo, carpinteros, sastres, zapateros, alfareros, y la clase empresarial importadora en emergencia, que pugnaba por mantener sus privilegios en detrimento del artesanado, trayéndolo todo del exterior y arruinando a los productores nacionales.

En términos políticos la pugna se expresó entre los liberales Gólgotas y Draconianos, lucha que a la postre ganaron los primeros, aliados con los ejércitos conservadores de la época, que tardaron casi ocho meses en agruparse para finalmente dar al traste con este que podría considerarse el primer proyecto de gobierno popular en nuestro territorio.

Vale la pena destacar que en el ensayo sobre Melo, que da el título al libro, se pone de relieve un hecho poco conocido y muy relevante hoy, a propósito del debate sobre el supuesto aporte de “los padres fundadores de los Estados Unidos” a nuestra Independencia, planteado por el presidente Iván Duque, en un arranque de abyección y sumisión inaudito ante el secretario de Estado y exdirector de la CIA, Mike Pompeo, el 2 de enero de este 2019 en Cartagena.

Se trata del papel jugado en 1854 por la representación diplomática norteamericana en la Nueva Granada, que contribuyó a la creación de un gobierno provisional, con sede en Ibagué, hasta donde se trasladó el vicepresidente Obaldía y que contó con el reconocimiento del vocero gringo, míster Green.

Una clara maniobra muy al estilo gringo para sabotear el naciente gobierno de Melo. Cualquier parecido con lo que está ocurriendo por estos lares y vecindades seguramente no es pura coincidencia. Más bien diría que es la aplicación de un método repetido por la potencia imperial norteamericana contra los pueblos a lo largo de la historia. Si bien se dice que la historia no marcha en círculos, que se repite, se repite.

Luego de ser expulsado de su patria por el contragolpe de la élite bipartidista con la ayuda intervencionista, como hemos dicho, de la legación estadounidense de la época, el general José María Melo recorrió Centro América defendiendo ideales revolucionarios y fue fusilado en México, cuando compartía la causa de Juárez. Dilucidar el alcance histórico de un hombre como Melo resulta una tarea tan compleja, como apasionante y necesaria para la historia colombiana.

El desconocimiento de su trasegar y su ocultamiento por parte de la escuela oficial refleja la crisis en la que se debate la enseñanza de la historia en nuestro país, vista por el Estado casi como un lastre y desarticulada, so pena de ser proscrita, del pensum en la formación secundaria.

Este ensayo se propone hacer visible y rescatar el aporte de Melo a un período crucial de nuestro devenir, y es solo el comienzo de un estudio a fondo de su vida, de su lucha al lado del Ejército Libertador y, luego, de las clases explotadas, y su incursión posterior en las bregas internacionalistas en Costa Rica, Nicaragua, México, hasta ser considerado por algunos como el primer Che latinoamericano.

Los otros textos de la primera parte son dos ensayos de historia política: el quinto, sobre la historia económica y el escenario de identidades, y el séptimo, un análisis comparado de los expresidentes Alberto Fujimori, del Perú, y Álvaro Uribe, de Colombia, y sus afinidades autoritarias, bonapartistas y neopopulistas.

Me detengo sobre este último ensayo, que podríamos situar en lo que se denomina historia del presente, por la vigencia que conserva. Por lo menos en diez ítems se puede establecer una clara comparación histórico-política entre los gobiernos del expresidente Fujimori (1990-2000) y del exmandatario Uribe (2002-2010). Nuevos paralelos, y diferencias también, podrán aparecer en la valoración que haga la historia de sus presidencias. Fujimori ya fue juzgado por crímenes de Estado. ¿Qué pasará con Uribe?

Hay quienes sostienen que, a pesar de su popularidad, la fuerte tradición bipartidista terminará imponiéndose a través de pactos consociacionalistas. El consociacionalismo es una teoría formulada por el politólogo holandés Arend Lijphart y retomada por el sociólogo latinoamericanista Jonathan  Hartlyn. ¿Estaremos en presencia de una reedición de este concepto, a pesar de todo? O ¿con Uribe se inicia un régimen distinto, tipo PRI, roto hoy en día por el sorprender Andrés Manuel López Obrador?

Los dos ensayos anteriores escapan a los conceptos clásicos de la historia, que recomienda una distancia no menor de 30 años entre los hechos o fenómenos estudiantes y la época de investigación y redacción sobre los mismos. Ellos se aproximan más al análisis sociológico y político. Los incluimos en este libro como parte de un esfuerzo por laborar la llamada historia del presente.


Cuarta línea de lectura: qué dicen las reseñas
La segunda parte de esta selección incluye una serie de reseñas de libros invaluables para la historiografía cultural y política, que van desde La Colonia, de Álvaro Delgado, hasta ¿Lo que el viento se llevó? Los partidos políticos y la democracia en Colombia (1958-2002), de Francisco Gutiérrez, pasando por La prensa en Colombia. ¿Cómo informa? ¿De quién es? ¿A quién le sirve?, de Gabriel Fonnegra; La formación de la clase obrera en Inglaterra, de Edward Palmer Thompson; El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, de Fernad Braudel; La democracia inconclusa. Historia de la soberanía del pueblo en Francia, de Pierre Rosanvallon; El queso y los gusanos. El cosmos, según un molinero del siglo XVI, de Carlo Ginzburg, y Contra y más allá del capital, de Jhon Holloway; además de un recorrido por Formas de historia cultural, de Peter Burke.

Destaco aquí de manera especial la reseña sobre La Colonia, de Álvaro Delgado, un libro muy ligado a nuestra historia personal, a nuestra formación juvenil, en la que planteamos cómo el autor hace una documentada descripción de la época, llena de información y análisis. El cúmulo de elementos de interpretación congregados en el libro le proporciona valor para ser traído al plano presente con el fin de que la nueva generación de la comunidad de historiadores lo tenga en cuenta y no relegado, como ocurre hoy en día.

El otro texto que quiero destacar es La formación de la clase obrera en Inglaterra, del gran historiador marxista británico Edward Palmer Thompson, libro en el que se plantean tres asuntos clave: primero, el de la conciencia de clase; segundo, los componentes de la formación de la clase, y, tercero, el rol jugado por la experiencia de la clase.

Se trata de un libro de enorme relieve desde el punto de vista del método de construcción del relato histórico, pues el autor se apoyó en unos arquitectos muy particulares, diferentes a los tradicionales: braceros, artesanos, tejedores, tundidores, calceteros, lo cual le permitió romper con la narración lineal de la historia y cuestionar las ortodoxias de su época.

Para E. P. Thompson, los de abajo no sólo fueron un referente en el estudio de la historia económica, sino que le ayudaron a levantar, piso por piso, su portentoso edificio discursivo, y en tal sentido el libro constituye una referencia no solo conceptual sino metodológica para la investigación histórica contemporánea en el diseño y consulta de las fuentes y en su manera de redacción con fundamento en el testimonio de las clases de abajo, subalternas.

No quiero dejar pasar por alto la reseña de una obra monumental, el libro El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, de Fernand Braudel, por su valor metodológico, además del histórico propiamente.

Se trata de una obra que se puede leer en tres direcciones: una, la de los tiempos en la historia (en la que el autor defiende, casi hasta el determinismo, su teoría de la larga duración, es decir, una historia a punto de lo inmóvil); dos, la del universo erigido en torno de ese espacio líquido lleno de trazos de las vicisitudes humanas que es el mar Mediterráneo en el Siglo XVI, y, tres, la de las lecciones derivadas del uso de un cúmulo demoledor de fuentes, cuyo cruzamiento constituye, en sí mismo, todo un estudio. Del texto surgen numerosos interrogantes sobre el enfoque empleado en el análisis de la época historiada y acerca de la proyección a hoy del método utilizado.

Pongo de relieve, igualmente, la reseña del libro de Gabriel Fonnegra La Prensa en Colombia, en el que se examinan las pistas más importantes de la historia del periodismo colombiano, desde los albores del Siglo XIX hasta principios de los años ochenta del Siglo XX, para sustentar una acerba crítica a la concentración de la propiedad de los medios impresos y a la falta de libertad de prensa.

La reseña de este libro concatena con los tres ensayos iniciales dedicados al estudio de la relación entre el documento periodístico y el documento histórico, una línea transversal en esta selección, derivada de nuestros intereses intelectuales primigenios: el periodismo y la historia, además del derecho.

También vale destacar la reseña a propósito del libro Contra y más allá del capital, del filósofo irlandés John Holloway, según el cual al movimiento social alternativo solo le queda meterse por los intersticios del capitalismo, como el fluir del río que se rompe contra las rocas. Para él, entre más fuerte es el impulso revolucionario, más débil se volverá el capital.

Un texto pertinente para la coyuntura política latinoamericana, que tiene su referente más destacado en Cambiar el Mundo sin Tomar el Poder, otro texto de Holloway.

En fin, con estos ensayos y reseñas pretendemos simplemente compartir el esfuerzo de un año de aproximaciones a temáticas y a autores vitales en el proceso de formación de historiadores.

Ya volveremos, luego de esta compilación, con el producto final de toda la maestría en la Universidad del Valle (2010): la historia de la revista Alternativa, que constituyó un hito en el devenir del periodismo colombiano, especialmente en el de la izquierda nacional. Un libro que se encuentra listo y en busca de editorial o de impresor.

Quiero agradecer de manera especial a mi hijo Gabriel Jacobo Mena Cárdenas por su acompañamiento paciente en todo el proceso de diseño y montaje de las artes finales de este libro, a partir de su percepción de las técnicas y poniendo su buena voluntad, a pesar de su inexperiencia en la composición gráfica. Loable esfuerzo en el que también Santiago José y Luis Alfonso Mena Cárdenas, lo mismo que Ana Susen, mi esposa, pusieron su granito de arena.

Asimismo, agradezco el acompañamiento del historiador y catedrático Álvaro Hernán Sierra, quien animó con persistencia la materialización de este libro.

Mi gratitud, asimismo, para Élver Muñoz, el impresor de José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y Otros Ensayos Históricos, por su colaboración para con el autor, pues en la Colombia de hoy a muchos autores nos toca repicar y andar la procesión, fungir también como editores y financiar la conversión de nuestros proyectos en libros.

Igualmente, mis agradecimientos al Banco de la República, sede de Cali, por su colaboración al facilitarnos este auditorio, de manera especial a Olga Eusse, compañera en la Maestría en historia de la Universidad del Valle, por su diligente ayuda en esta entidad.

Espero haber cumplido con el objetivo de explicarles la importancia de la función que nos hemos impuesto de escribir como mecanismo y método para ayudar a dejar inmerso en letras lo investigado, un ejercicio de sistematización reunido en el formato del libro, porque seguimos creyendo que este jamás desaparecerá ni será definitivamente reemplazado por una nube.

Espero haber cumplido también con explicar el contenido, el contexto y el continente de mi libro. Ahora, los y las invito a leerlo.

Muchas gracias.

Cali, jueves 17 de enero de 2019.

(*) Texto leído en el acto de presentación del libro José María Melo, el Rebelde General de los Artesanos. Y Otros Ensayos Históricos, celebrado en el Auditorio del Área Cultural del Banco de la República de Cali.



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