El domingo 9 de septiembre habitantes del Distrito de Aguablanca marcharon pidiendo de nuevo en el aire a la emisora Oriente Estéreo. (Foto tomada de: caliescribe.com) |
Utopía no destruida
Una
reconstrucción de la forma como el domingo 15 de julio un grupo de individuos
atacó la emisora comunitaria, puso en riesgo la vida de los jóvenes que se
encontraban con la emisión al aire y condujeron al silencio de esta voz
alternativa en el Distrito de Aguablanca. Habla la comunidad, que aspira a
tener de nuevo la emisora sirviendo a sus barrios.
De
camino al barrio Marroquín II, el aspecto del lago Charco Azul hizo entristecer
a Víctor Mina. Era en ese lago donde, en su niñez, nadaba en compañía de sus
amigos. Ahora las personas casi no se pueden acercar. Aunque están intentando
recuperarlo, sus daños y males siguen siendo tristemente notorios. Pero esto no
sería lo único que conmovería a Víctor.
Al
llegar a Marroquín II, comuna 14, la diagonal 26P13 con calle 87, otra
sensación que podría ser de tristeza, pero no de resignación, invadió los
sentimientos de Víctor al ver lo que queda de la sede donde estaba ubicada la
emisora comunitaria Oriente Estéreo.
“Todo
comenzó el domingo 15 de julio, como a las 2:00 p.m., cuando los muchachos de
al frente hicieron un tiro, creo que al aire”, recuerda Ariel López. Después de
un rato llegó la Policía, y en el grupo de jóvenes que se ubican todos los días
al frente de la sede de la emisora, separados por un caño, encontraron un arma.
La intención de los uniformados de llevarse al joven que al parecer tenía el
revólver ocasionó que algunas personas de la comunidad mostraran su
inconformidad y sacarán a la Policía con piedras.
Al
poco tiempo de irse la Fuerza Pública, dos jóvenes se acercaron al ‘club de las
palomas caídas’ --como le llama Marco Antonio Méndez a su grupo de amigos con
los que se sienta casi todas las tardes a jugar y compartir sobre sillas y
butacas en la arena del barrio, a pocos
pasos de la sede de la emisora--, a decirles que se fueran porque “la cosa se
iba a poner fea”.
Estos
jóvenes aprovecharon que la Policía se había marchado por falta de refuerzo
para otro problema que estaba ocurriendo cerca. Los dos jóvenes empezaron a
lanzar piedras a la casa de la emisora Oriente Estéreo. Comenzaron a gritarles
“Dejen de ser sapos” a los dos locutores que se encontraban en la emisora.
Ariel Díaz no pudo evitar decirles: “No, hermano, esa gente no se mete con
nadie”. Los muchachos se fueron.
El
conflicto no paró después de las pedradas, como suponía María García, quien
estaba en su casa, ubicada al lado de la emisora, en compañía de sus dos hijos,
su nieta Mayra Alejandra y el padre de la menor. Al contrario, la situación
empeoró. Los dos jóvenes regresaron acompañados de “los
muchachos del otro lado” 15 o 20, según vecinos de la cuadra.
Entre
ellos, como dicen los recuerdos de María García, “un joven que se crió en la
cuadra y mire en lo que se ha convertido”. Recuerda, también, a dos muchachos
que, según una vecina amiga, tenían entre ocho y diez años. Pero María piensa
que eran dos jóvenes mayores de edad que son de baja estatura.
Los
miembros de ‘El club de las palomas caídas’, al ver “esa manada”, hizo caso a
la advertencia anterior y se marcharon a sus hogares.
La
casa de Ariel López queda al frente de la emisora, por lo que pudo ver desde su
ventana los acontecimientos casi en su totalidad, y evitar que los jóvenes
dañaran el contador, porque “lo iban a dañar y yo les dije: ‘No, hermano, cómo
nos va a dejar sin energía’”. También, desde la que se había convertido en sus
ojos ocultos, su ventana, pudo utilizar sus manos para decirle lo que quería
gritarle al hombre que llegaba justo cuando iba a comenzar el problema: “Don
Francisco, piérdase”.
Francisco
Cortés corrió con suerte. Una vecina le abrió la puerta y lo dejó entrar a su
casa. “Francisco era el hombre que se venía bien temprano a esperar que Javier
trajera las llaves”.
Podría
pasarse un día entero esperándolo. Este hombre, habitante del barrio Las
Orquídeas, ha estado pendiente de la emisora desde su comienzo. Llagaba aún con
lluvia, truenos o relámpagos.
Así quedó la sede de Oriente Estéreo después del ataque del que fue víctima. |
Durante el ataque por parte del grupo de
jóvenes, que en su mayoría no eran habitantes del barrio, Mayra Alejandra, la
nieta de 12 años de María García, se preocupaba por lo que pudiera pasarle a
Jaime, el locutor del programa favorito de esa familia. De 8:00 a 10.00 a.m.
los habitantes del hogar eran felices escuchando las baladas de los años 60 y
70 que ponía el locutor.
La
familia García no era la única encariñada con Jaime Loaiza. Ariel López era
observador del club de fans que tenía.
María
García, que ya tiene en su casa la venta de disfraces para la celebración de Halloween
de este año, llamó preocupada a Jaime en cuanto escuchó caerse en pedazos el
vidrio de una de las ventanas de la estación radial. Su hija pensaba en que
acabarían con él.
Entre
tanto, Sonia, una habitante de la misma cuadra, recuerda, mientras acaricia su
gato que “se desvela por una papita”, que con su hermano pensaban en la presión
arterial de su madre, que no se bajara o alterara.
Los
violentos ocasionaron grandes desastres,
quisieron derribar la puerta de la
estación radial con una pesa artesanal de gimnasio callejero. Tiraron un bloque
de cemento por el techo con el fin de ingresar con furia. Pero no alcanzaron a
entrar a la casa porque la Policía
regresó a tiempo.
El
ataque terminó después de las seis de la tarde. Los habitantes no entienden
porque le hicieron daño a “una emisora que no está para cosas relacionadas con
sangre, sino para el bien de la comunidad”.
Víctor
Mina llegó después de que le avisaran en su casa de familia que algo grave
había ocurrido en la emisora. Ya había pasado todo. Recuerda que había salido
de la sede de la radio después de la 1:00 p.m., poco antes del ataque. “Cuando
llegué y vi mi casa así, imagínese lo que sentí”, dijo Víctor. “¿Que sentiría
usted?”
Los
habitantes del sector, asustados aún, le comentaron a Víctor Mario Mina Mulato,
representante legal de Asociación Agencia Red Cultural, lo ocurrido. Le dijeron
que los miembros de la banda atacaron a la emisora por pensar que los locutores
llamaron a la Policía cuando sonó el tiro al aire. En ese momento comprendió
que “la idea que ellos tienen de nosotros es que somos sapos”.
En
respuesta al ataque y la búsqueda de “generar sensibilización en los
pandilleros y que entiendan que la emisora no es contra ellos sino para ellos”,
según explica Jennifer Quiñones, el 9 de septiembre se realizó la Marcha Voces
Silenciadas. El recorrido comenzó en la sede de Oriente Estéreo, la diagonal
26P13 con calle 87, pasaron por Los Mangos, la Avenida Ciudad de Cali, Cuatro
Esquinas, tomaron la Carrera 27 para llegar a La Casona, luego hasta la Calle
103 y regresaron a la casa donde funcionaba la emisora comunitaria.
Casa
Cultural el Chontaduro, Sensey on Line, Corporación Juan Bosco, Fundación
Hip-Hop Peña, Lila Mujer, Mafum, Titanio, Herencia Africana, El Boro, Latin People,
Los Guerreros, Asociación Centro Cultural La Red, Funcoswing, Asociación de
Jóvenes Mediadores, Cultura Sana,
Asocujú, Fundación Arcoíris, Fundación Chocolate, Colectivo Integración Social,
Fundación Puertas Abiertas, Fundación Paz y Bien, Cooperativa Vidacoop, Raíces
del Pacífico, Fundación Nacederos, Ku-mahana, Zona Marginal y la Junta de
Acción Comunal de la comuna 14, acompañaron a Oriente Estéreo en su trabajo de
unión.
Mensajes de apoyo a Oriente Estéreo. (Foto tomada de Asociación Red Cultural). |
Durante la
marcha, los asistentes tenían la boca tapada con una cinta blanca en
significación del silencio al que quisieron someterlos, pero se pudo demostrar,
como dice Janeth Valencia, directora de la Asociación Lila Mujer, “que la gente
no se quedó callada. Ellos pretendían que fuera de esa manera y se demostró que
hay una voz más fuerte”.
Para
Vicenta Moreno, directora de la Casa Cultural El Chontaduro, la marcha fue un
acto simbólico por el hecho de quitarse la cinta de la boca y poder hablar
demostrando que sus voces no son silenciadas. Su intención fue “concientizar al
colectivo de la importancia de un medio de comunicación comunitario”.
Aunque no todos los que apoyan la emisora fueron,
como Onésimo Díaz, que no fue por evitar problemas con los violentos, o María
García, que no asistió porque estaba indispuesta, el apoyo masivo se sintió en
todo el recorrido de la búsqueda de la paz para la comunidad y fin del
silencio.
Después
de destaparse la boca y poder expresarse con libertad, las organizaciones
pegaron sus pancartas en las paredes tristes de la casa Oriente Estéreo, para
revivir, en algún aspecto, el lugar que alegró a muchos con poco.
Las
organizaciones asistentes demostraron con hechos y palabras ante la comunidad
su apoyo a la existencia de la emisora.
El
hip-hop, géneros urbanos, danza folclórica y demás géneros de los grupos
asistentes a la marcha finalizaron el evento, haciendo cantar a niños, jóvenes
y adultos.
El
domingo de la marcha, Oriente Estéreo 96.0 F.M. Cali descubrió que más de 300
personas, asistentes o no a la marcha,
entienden el significado valioso de hacer comunidad.
Oriente
Estéreo nació luego de que el Ministerio de TIC (Tecnologías de la Información
y las Comunicaciones) otorgara la licencia de concesión por 10 años a la
Asociación Agencia Red Cultura de Aguablanca, el 25 de abril de año pasado.
Los
gestores de este reto obtuvieron el aval de varias organizaciones, lo cual
ayudó para que se ganaran la licencia.
Durante
el reto, dice Jennifer Quiñones, se sentía que no le ganarían a los otros
concursantes por no tener mucho conocimiento sobre radio. Cuando ganaron, el
desafío fue más complejo, pero dejó mucha satisfacción. Hicieron actividades
como ‘la chocolatada’, venta de empanadas, rifas, paseos y más, con el fin de
obtener lo necesario para que funcionara la radio, incluyendo la casa.
El
25 de octubre de 2011, con un transmisor alquilado a un señor que tenía
emisora, pero no aval, salió por primera vez al aire Oriente Estéreo, después
de darle capacitación a los que conformarían la emisora comunitaria para
generar una producción de calidad.
Así
comienza el cumplimiento del deseo de unir jóvenes y capacitarlos para que
ocupen su tiempo en algo que esté conformado por ellos, que sea de su pertenencia
y su bienestar.
Así
empieza ese “espacio que permite el desarrollo de utopías e ideales de las
personas, de los grupos, de la sociedad”, como define un escritor las
organizaciones sociales o comunitarias. Algunos piensan que quizá a los grupos
violentos no les guste ver a las personas en este estado de armonía y
felicidad, que la comunidad no se una y se sienta desarrollada.
Además,
con la radio se pretendía, como dice Víctor --que conducía Pacífico Suena, los sábados de 4:00 a 6:00 p.m.-- “mostrar a los
jóvenes con todas las habilidades que tienen, que pueden aportar a la convivencia
y ayuda a que los caleños que no viven en el oriente se quiten los prejuicios y
estigmas de nuestra gente”.
Francisco
Cortés, Carlos Lozano y Jaime Pérez operaban la emisora todos los días de 6:00
a.m. hasta las 9:00 p.m. Así se fueron ganando el cariño y apoyo de la
comunidad, en especial de los más cercanos a la casa esquinera donde operaba la
emisora.
Muchas
veces los vecinos les llevaban “tintico para que calentaran las tripas, porque
más no le podíamos dar”, según dice Onésimo Díaz.
“Las
personas se familiarizan. Nos acostumbramos a escuchar a Carlos, Jaime, la
música de 8:00 a 10:00 a.m. que me recuerda cuando era joven”, dice María,
mientras su cachorro ladra encerrado en el patio de su casa.
Al
igual que María, muchas personas se encariñaron con la emisora, sus programas,
sus gestores y locutores. Sonia, por ejemplo, quiere “que le pongan mano a la
estación radial”. Darío Arenas está a la espera del regreso de Oriente Estéreo.
A Marco Antonio Méndez le hace falta la alegría que le daba cuando los
locutores colocaban la música que pedían los de la comunidad. A Onésimo Díaz le
parecían ‘chéveres’ los locutores.
María,
al igual que su nieta e hija, aún recuerda a ‘Ratoncito Pérez’, cómo le decía
de cariño a Jaime Pérez, y Ariel aún admira la “voz verraca” de este joven que
con la radio ganó fans en el oriente.
Onésimo
recuerda con cariño a Francisco Javier Cortés. Lograba percibir en él su sangre
untada de radio y la forma en que “la vivía con toda intensidad”. Por eso y por
todo, está “presente, y si podemos poner un granito de arena, aquí estamos,
porque la emisora es un servicio directo para la comunidad”.
‘El
club’ piensa que Oriente Estéreo podría volver a su casa, están de acuerdo en
que ya no vuelve a pasar nada. “Esta cuadra ha sido la más sana, no ha sufrido
ni de viruela ni nada”, dice Antonio Méndez, haciendo que todos se rían. María
García les da la razón, pues lleva 24 años viviendo en la zona y no había
ocurrido algo tan grave.
La
esperanza de Ariel por el resurgir de la emisora comunitaria se ve reflejada en
sus gestos cuando dice: “Póngale cuidado, a la emisora le tiraron piedras hasta
más no poder; los dos que estaban adentro, Carlos y Jaime, salieron por el
techo a la tercera casa y yo seguía escuchando la música. Por Dios santísimo”.
Víctor,
tan entregado a su radio, cree que si “hubiera estado en el momento del ataque
o me matan o no hacen el ataque”.
Más
hechos, palabras, apoyo se ven de la comunidad para la emisora, que era la
primera en el sector, la primera en llevar información cercana sobre el
colectivo, la primera en dejarlos contentos cuando los locutores daban el feliz
cumpleaños a algún vecino, la primera que tenían a su disposición para un
comunicado de la JAC o algún grupo u organización de cualquier tipo.
El
sentimiento de Onésimo al ver la magnitud del ataque con el que destruían todo
lo dicho anterior, con piedras, balas y con lo que pudieran hacerle daño al
lugar, no fue miedo sino coraje por ver que destruían lo que era comunidad y no
poder impedirlo. “Era como ver a un enfermo y no tener qué darle ni saber qué
hacer”. Ahora, lo que más extraña de la emisora “es la labor social que
prestaba, porque nadie lo había hecho”.
Los
integrantes de la emisora siguen reuniéndose, como en el principio, el segundo
miércoles de cada mes, para ver si se logra el restablecimiento de la radio
comunitaria.
Los
habitantes de Marroquín II quieren que la emisora vuelva a funcionar donde estaba.
Pero si es en otro lugar, no importa, lo que quieren es que regrese. O, al
menos, que los jóvenes sigan ejerciendo, por lo que Onésimo les buscó algo de
trabajo a los muchachos que quieran en el Cali 14. Pero aún no va ninguno.
Víctor
Mario Mina, sicólogo social comunitario de la Unad, quien no deja su sombrero
de paja de iraca ni su mochila atravesada, mientras continúa recorriendo el
oriente con su bicicleta y diciendo ‘vian ve’, como combinación de lo pacífico
y caleño, busca otra posible ubicación para la radio comunitaria que extrañan
los oyentes y, por supuesto, él.
Hacía
así caso omiso a lo que le comentaron que había dicho uno de los jóvenes de la
banda que atacó la emisora (“a este sapo lo que hay que meterle es una
granada”). Porque si por él fuera, nunca hubiera cerrado la emisora.
(*) Estudiante
de periodismo de la Usaca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario