Las altas cifras de abstención presentadas en los pasados comicios electorales demuestran la poca credibilidad que tiene la gran parte del pueblo colombiano en su sistema político. |
Virtud pública vs. eficacia electoral,
dilema ante la degradación de
la política
En el libro ¿Lo que el viento se llevó? Los partidos
políticos y la democracia en Colombia (1958-2002), Francisco Gutiérrez
Sanín estudia las respuestas políticas que los barones del oficialismo liberal
(fuerza predominante en la etapa pos Frente Nacional) recibieron de otras
facciones que se propusieron depurar el ejerció de la política en la conflictiva
década de los años 80. Según Gutiérrez, fueron sectores “progresistas” del
conservatismo y el galanismo los que lo intentaron, sin éxito. ¿Por qué? El
autor sitúa la respuesta en el dilema de la virtud pública frente a la eficacia
electoral, disyuntiva de la cual resulta vencedora la última. De todas formas,
identifica a Galán como el propulsor del intento de “volver a meter la
democracia dentro de la legalidad”. Llama la atención que Gutiérrez otorga poca
importancia al papel jugado por la izquierda, que a la sazón era masacrada por
la alianza de fuerzas del narcotráfico, la ultraderecha y el Estado. En su
pugna intrabipartidista, liberales y conservadores luchaban por parecer
modernizantes y reformadores, moralizantes y pacificadores. Reseña crítica.
Por
Luis Alfonso Mena S. (*)
La de los años 80 fue
una década de enorme crudeza en la historia política colombiana, pues en ella
se escenificó la etapa que hemos dado en llamar del narcoterrorismo, uno de los
fenómenos más devastadores de la prolongada violencia que registra el país
desde 1946 y que dio al traste, entre otros hechos de enorme connotación, con
el ascenso de uno de los líderes liberales más carismáticos y de mayor
proyección dentro del establecimiento burgués: Luis Carlos Galán Sarmiento,
asesinado por el Cartel de Medellín.
El magnicidio de Galán
fue sólo uno, tal vez el de mayor repercusión y estudio, de los múltiples
acontecimientos de la época, que marcó la que podríamos calificar como
efervescencia de los carteles del narcotráfico, cuya presencia se hizo no sólo
visible sino determinante en el devenir político del país. No hay que olvidar
que es en este período cuando ocurre el genocidio de la militancia de la Unión
Patriótica, protagonizado por una alianza de narcotraficantes y agentes del Estado
que, confluyendo en posiciones de extrema derecha, crearon una conjunción
impúdica con la que se creyó matar dos pájaros de un solo tiro: de un lado,
sacar de circulación a un movimiento incómodo para las élites, como era la UP,
surgido de acercamientos de paz entre las Farc y el gobierno de Belisario
Betancur (sellados en los Acuerdos de La Uribe, en 1984), y del otro, generar
un estado de zozobra y terror que impidiera la aprobación o puesta en práctica
de medidas contra el narcotráfico, principalmente la de la extradición hacia
Estados Unidos.