sábado, 13 de febrero de 2021

La Entrevista, en Periodismo Libre


ÓSCAR MARINO VALENCIA LLAMA A LA SOLIDARIDAD CON TRABAJADORES DE CENTELSA Y DE OFIX 

Óscar Marino Valencia, presidente de Sintrapub y dirigente de Funtramiexco, dialoga con Luis Alfonso Mena S., de PERIODISMO LIBRE.

PERIODISMO LIBRE.

Cali, viernes 12 de febrero de 2021.

jueves, 11 de febrero de 2021

Crónica de una jornada con los obreros de Centelsa, en Yumbo

CON EL PLIEGO EN LAS CALLES

Por Luis Alfonso Mena S.

En la mañana y parte de la tarde del miércoles 10 de febrero de 2021, decenas de obreros de la empresa Centelsa se reunieron en las calles aledañas a la sede de esta multinacional, en los límites entre Cali y Yumbo, para anunciar la presentación de su nuevo pliego de peticiones y, al tiempo, denunciar lo que califican como atropellos de los gerentes de la compañía.

El mundo del sindicalismo y los derechos de los trabajadores – reconocidos universalmente en leyes, acuerdos, pactos, tratados y demás documentos– se han ido deteriorando en Colombia a tal punto, que ya resulta exótico que obreros de una empresa presenten pliego de peticiones, ejerzan el reclamo libre, monten carpas, hagan mítines y vayan a la huelga.

Las reformas laborales neoliberales atentan contra la estabilidad del obrero o empleado, y hoy firmar un contrato de trabajo a término indefinido es como ganarse el premio gordo de la lotería: la inmensa mayoría de las vinculaciones en la actualidad las hacen los patronos por contratos a término fijo, a destajo, sin garantías prestacionales, sin primas, sin vacaciones, sin seguridad social... Vivimos en el mundo de la precarización laboral.

Hoy, todo aquel que tiene alguna chamba la defiende como en una guerra, y se llena de pánico cuando de exigir sus derechos se trata: cunden el miedo y la pasividad entre los desposeídos del capital, mientras crece la desorganización de la clase obrera, sindicalizada en menos del 4% de la fuerza laboral colombiana. ¡Qué tal!

Por todo esto, y mucho más, son tan valiosos esfuerzos de lucha y reclamo como los ejercidos por los trabajadores de Centelsa, que montaron su carpa, repartieron boletines, instalaron pancartas, paralizaron calles y exigieron sus derechos, micrófono en mano, así a algunos les parezca extraño lo que en las década de los años sesenta, setenta y ochenta del siglo XX era corriente en Colombia: la clase obrera en las calles, en la huelga, en la protesta, en la exigencia de sus reivindicaciones.

“Denunciamos los atropellos y violaciones de esta administración, en cabeza de su presidente fantasma”, expresaron los trabajadores de Centelsa en un pronunciamiento que entregaron a quienes se enrutaban por la antigua carretera que de Cali conduce a Yumbo.

En su pronunciamiento, rechazaban también a los “esquiroles que atentan contra los derechos y garantías de los trabajadores que por tantos años han generado las riquezas de esta transnacional”.

Hacia el mediodía, el mitin creció en presencia obrera y en entusiasmo, al punto que los intermitentes bloqueos a las vías impactaron en el sector norte de Cali, y luego los obreros compartieron una frijolada elaborada en fogón de leña en las mismas calles de la protesta.

Mientras tanto, un músico solidario, tambor en mano, amenizaba el almuerzo callejero previo a la entrega del pliego, cuyo trámite se aceleró en la mañana dentro de la carpa instalada en la avenida que da a un costado del edificio de la empresa, pues luego de los mítines sería entregado a las directivas de la empresa.

CENTELSA, BENEFICIARIA DE LA MERMELADA

Centelsa es una compañía de capital mexicano, la mayor productora y exportadora de cables de energía y telecomunicaciones en Colombia, y una de las más grandes del continente latinoamericano.

Es propiedad del Grupo Corporativo Xignux, sociedad extranjera que en el tiempo de la pandemia por la covid-19 se ha beneficiado, sin ninguna justificación según los obreros, de “la mermelada” del gobierno de Iván Duque.

James Bello, vicepresidente del Sindicato Nacional de la Industria Metalúrgica, Sintraime, en Yumbo, fue uno de los primeros en llegar al punto de encuentro obrero, en la Calle 10 con Carrera 38, y de igual manera fue de los primeros en contarnos acerca del motivo de la protesta. 

Nos explicó que Centelsa “goza de las mermeladas del Estado, con los subsidios a la nómina”, es de las empresas que se han enriquecido con la pandemia, pues ahora tiene más demanda de sus productos eléctricos, al tiempo que “viola los derechos laborales y convencionales de los trabajadores y de sus familias”.

Reveló que la nueva administración de Centelsa incumple desde su llegada, hace tres años, puntos convencionales claves en materia de salud, educación, representatividad de la Junta Directiva del Sindicato y la estabilidad laboral.

Entre las peticiones de los trabajadores, Bello mencionó que reclamarán en el nuevo Pliego incremento salarial acorde con las elevadas productividad y ganancias de la empresa que, aseveró, “casi se han duplicado en medio de la pandemia”.

Óscar Marino Valencia, presidente de Sintrapub, el sindicato que agrupa a los trabajadores de lo que era la antigua empresa Carvajal y Compañía, también estuvo puntual en la cita, solidario siempre con sus hermanos de clase.

Nos dijo que cada vez es más urgente la movilización en las calles para reclamar contra la voracidad de los dueños del capital, y nos recordó que en la empresa Ofix Suministros y Logística SAS nueve de sus compañeros fueron despedidos de manera arbitraria.

Hugo Ballesteros fue otro de los obreros de Centelsa que se hizo presente en la carpa en la que se protestaba contra el incumplimiento de la Convención Colectiva vigente y se terminaba de alistar el nuevo Pliego de Peticiones.

Él nos contó sobre las luchas obreras dadas a lo largo de los años por pensiones justas, en medio de un sistema laboral que cada vez afecta más al trabajador que llega a la edad de la jubilación y le recarga del 4% al 12% la cuota para su salud, dineros que engullen esos mercaderes de la salud en Colombia llamados EPS.

LAS INTIMIDACIONES DE LA DRUMMOND

Harold Tello Vidal, el líder de Sintraime y dirigente nacional de Funtramiexco, la federación que agrupa a buena parte de los sindicatos del sector minero-energético en Colombia, se hizo presente luego de tener que atender una audiencia judicial, pues la multinacional Drummond ha instaurado dos demandas contra los trabajadores ¡por nueve millones y medio de dólares, una, y dos millones y medio de dólares, otra!

¡Qué tal esto! ¿Y saben por qué? Dizque por las “pérdidas” que supuestamente le ocasionaron los trabajadores a esta multinacional en las huelgas legítimas y justas de 2012 y 2014, declaradas ilegales por el aparato jurídico del Establecimiento, al servicio de los intereses leoninos de las corporaciones extranjeras.

En una entrevista –que difundimos completa por nuestro canal en YouTube–, Tello Vidal contó con todo detalle las maniobras seudojurídicas de la Drummond, compañía que opera con todas las prebendas y garantías que le ha entregado el Estado colombiano a través de los años, para que haga y deshaga con los recursos mineros del país en la Costa Atlántica.

Esas demandas son formas, ni más ni menos, de intimidación contra los sindicatos, nos dijo el líder obrero, que las califica de temerarias y reafirmó que, a pesar de ellas, ni Sintraime ni Funtramiexco ni ningún trabajador se dejará amordazar.

“Ni vendiendo todo lo que los trabajadores tenemos podríamos pagar ese exabrupto. Este es un método temerario, criminal que vamos a derrotar”, nos subrayó Tello, antes de hablarles a sus compañeros en la calle, paralizando momentáneamente el tráfico vehicular y sometido al sol canicular del mediodía.

En instantes previos, otros dirigentes de Sintraime, como Walter Guiral, y del Comité de Solidaridad de la CUT, Cosol, como Ricardo Valbuena, habían hecho uso de la palabra.

Así, los trabajadores de Centelsa en Cali dieron el miércoles 10 de febrero un ejemplo de organización y persistencia, porque los derechos se exigen, no se mendigan.

Cali, jueves 11 de febrero de 2021.






FOTOS: Diferentes momentos del mitin de protesta de los trabajadores de Centelsa por el incumplimiento de la Convención Colectiva vigente por parte de la Gerencia de la empresa, y anunciando la presentación de un nuevo Pliego de Peticiones. (Fotos: Luis Alfonso Mena S. y Gabriel Jacobo Mena S.). 

La Entrevista, en Periodismo Libre


“GOBIERNO Y EMPRESARIOS HAN UTILIZADO LA PANDEMIA CONTRA LOS TRABAJADORES”: JAMES BELLO

Trabajadores de Centelsa, compañía mexicana productora de cables eléctricos, realizaron este miércoles 10 de febrero de 2021 una jornada de protesta en la sede de la empresa, situada en la antigua Avenida Cali-Yumbo, para denunciar el incumplimiento de la Convención Colectiva vigente y presentar su nuevo pliego de peticiones.

Habla con Periodismo Libre James Bello, vicepresidente de Sintraime-Yumbo.

PERIODISMO LIBRE.

Cali, jueves 11 de febrero de 2021.

La Entrevista, en Periodismo Libre


"MULTINACIONALES INTIMIDAN A LOS SINDICATOS CON DEMANDAS TEMERARIAS": HAROLD TELLO VIDAL

Trabajadores de Centelsa, compañía mexicana productora de cables eléctricos, realizaron este miércoles 10 de febrero de 2021 una jornada de protesta en la sede de la empresa, situada en la antigua Avenida Cali-Yumbo, para denunciar el incumplimiento de la Convención Colectiva vigente y presentar su nuevo pliego de peticiones.

Harold Tello Vidal, presidente nacional de Sintraime, al lado de otros dirigentes del sindicato y de Funtramiexco, participó en la protesta, que se prolongó hasta horas de la tarde, y dialogó con Luis Alfonso Mena S., de PERIODISMO LIBRE, sobre la coyuntura nacional y las luchas de la clase obrera colombiana.

En la entrevista, Tello denunció las maniobras de la multinacional Drummond, que ha instaurado demandas intimidatorias y temerarias contra Sintraime por las huelgas cumplidas en 2012 y 2014, a las que la organización sindical está haciendo frente.

PERIODISMO LIBRE.

Cali, miércoles 10 de febrero de 2020.

lunes, 8 de febrero de 2021

Estabilidad laboral para 1.250 trabajadores

VICTORIA OBRERA EN LAS MINAS DE LA GOLD MARMATO SAS

Por Luis Alfonso Mena S.

Luego de sesenta días de negociaciones entre obreros y patrones, y de la declaratoria de huelga, los trabajadores de la empresa minera Gold Marmato SAS, con sede en el departamento de Caldas, lograron una contundente victoria con su pliego de peticiones.

El logro más importante de esta lucha obrera lo constituyó lo pactado en la Convención Colectiva en relación con la estabilidad laboral, destacó Harold Tello Vidal, presidente de Sintraime y dirigente de Funtramiexco, quien asesoró a los trabajadores.

En tal sentido, se pactó la firma de 1.250 contratos a término indefinido, en una empresa en la que hacía 27 años los contratos eran a término fijo, lo cual representaba inestabilidad para los trabajadores y sus familias.

“Año tras año se luchó hasta que se logró la conquista de la contratación a término indefinido, aparte de otras conquistas legales y extralegales”, precisó Tello Vidal, al poner de relieve la constancia de los obreros, vinculados al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria Minera, Sintramienergética.

Además de la estabilidad laboral, se pactó un incremento salarial del 4,5%, lo mismo que avances en materia de salud, educación, alimentación, ascensos y vivienda para los obreros.

“Este es un triunfo para la clase obrera y del movimiento sindical, gracias al apoyo y a la solidaridad de las organizaciones hermanas”, subrayó el dirigente de Funtramiexco.

La Caldas Gold Marmato SAS es una empresa de capital transnacional a la que el Estado colombiano le ha entregado una concesión leonina para la explotación del oro en las ricas tierras caldenses por 30 años.  

Cali, lunes 8 de febrero de 2021.

FOTO. Miembros de la Comisión Negociadora de los Trabajadores de la Caldas Gold Marmato SAS, acompañados por Harold Tello Vidal, asesor de Sintramienergética y dirigente de Funtramiexco.


jueves, 4 de febrero de 2021

Análisis de la gestión en la pandemia del alcalde Ospina

 

EN CALI, EL VIRUS DEL DESPILFARRO Y EL AUTORITARISMO

Por Luis Alfonso Mena S.

Cali es reflejo de la forma desastrosa como en el plano nacional el régimen de Iván Duque ha asumido la pandemia originada por la expansión del coronavirus en Colombia.

Con más de 53.000 personas fallecidas y más de 2.100.000 contagiados por la covid-19, el sistema de salud y la gestión del gobierno uribista han demostrado su ineficacia y fracaso.

En el Valle del Cauca, los promedios son aterradores a finales de enero de 2021: un total de 1.292 contagios y 64 muertos diarios.

Hasta el 26 de enero de 2021, en Cali se registraron acumulados 115.351 casos de contagios y 3.232 fallecidos desde el inicio de la pandemia (finales de marzo de 2020).

Según cifras oficiales, el desempleo subió al 15,9% en todo el país, mientras los pulpos financieros usufructúan las erogaciones por decretos de excepción del gobierno.

Aunque no dispone de programa diario de televisión como Duque, el alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, hace un show callejero y mediático cada que puede.

Y dicta medidas coercitivas sobre la población a diestra y siniestra: toque de queda, pico y cédula, ley seca... La ciudad vive en estado de sito permanente.

Va por calles y barrios con su séquito de funcionarios patrullando y ordenando encierros, y enfrentándose a gritos con la gente, energúmeno ante los reclamos.

Funge de héroe sin capa, de Superman criollo; quiere aparecer como gran protector, ángel de la guarda contra la covid-19.

Pero sus políticas de inversión en materia de salud no impactan, y la inmensa mayoría de la población caleña padece el encierro sin empleo, muchos con hambre.

NO SE LE NOTA LA ESCUELA

Gracias a la solidaridad del Estado cubano, Ospina se graduó de médico en La Habana y llegó a Colombia con una formación altruista.

Pero esa escuela no se le nota y, por el contrario, en la campaña electoral, con tal de ganar adeptos, no dudaba en lanzar dardos contra el sistema socialista de Cuba.

Portazos para un país que le tendió la mano luego de que aquí, en Colombia, su padre fuera ejecutado por el Ejército, el 28 de agosto de 1985, en el barrio Los Cristales de Cali.

En vez de liderar, como un verdadero reivindicador social, reclamos ante el poder central para que la solución de fondo (las vacunas) se materialice, se enfrenta con sus electores.

Y ni qué decir de aportar en la exigencia de una renta básica para los hogares más urgidos de atención en los confinamientos.

El alcalde de la Alianza Verde se acomoda fácil en el andamiaje del régimen de las élites y asume las funciones que el poder oligárquico le asigna.

Ya hacen parte del álbum del ridículo sus fotos con la bandeja de frutas con la que llegó a visitar al presidente del uribismo, tan pronto fue elegido a la Alcaldía de Cali.

Su independencia frente al Estado central brilla por su ausencia, y más bien lo que se nota es la repetición en lo local del autoritarismo y la ineptitud evidenciados en la esfera nacional.

En plena pandemia, después de marzo de 2020 y mientras impulsaba la campaña de “quédate en casa” para evitar el virus, desataba una ofensiva contra destechados.

En terrenos de Siloé, en el occidente de Cali, fue el primer embate del reformador Ospina contra personas humildes que ocupaban un terreno municipal para brindar cobijo a sus hijos.

Luego, contra comunidades de Pance, en el sur de la ciudad, en los conocidos episodios en desarrollo de los cuales un agente de la Policía se rebeló a reprimir.

Después, los constantes choques de sus brigadas de funcionarios con los vendedores informales y restauranteros, que se rebuscan ante la falta de empleo en la ciudad.

Mientras tanto, Aguablanca, el Distrito popular dentro del Distrito Especial como se le denomina oficialmente ahora a Cali, sigue a la espera de ayudas en medio de las afugias.

Extraña política social esta que se ensaña contra los menos favorecidos, precisamente para proteger proyectos de expansión de los grandes urbanizadores y comerciantes.

En Cali, cifras moderadas calculan el desempleo en 350.000 personas, y las soluciones no llegan porque no hay políticas públicas estructurales.

DESPILFARRO Y CEMENTO

De manera insólita, en medio de su arrogancia infinita, de su autismo ante la crítica, en diciembre de 2020 Ospina emprendió gastos desafortunados para la época.

Incurrió en multimillonarios contratos para una Feria de Cali “virtual”, que registró una mediocre repercusión en el canal Telepacífico y, ni qué decir, en las redes sociales.

Y, para más despilfarro, en otro multimillonario contrato para un alumbrado navideño móvil, remedo de los camiones que Coca-Cola pone a circular con bombillos en los diciembres.

Sobre Ospina había una expectativa popular grande, derivada de su discurso reformista y de que ya había sido alcalde entre 2008 y 2011, enfrentado a la rancia oligarquía caleña.

Tanto en 2007 como en 2019 contó con el apoyo de la izquierda, a la que dice no pertenecer, y, principalmente, de sectores de la burguesía vallecaucana.

El Partido de la U, el liberalismo y otros grupos de la politiquería regional lo acompañaron, y se reflejan en su gabinete y en su falta de políticas populares.

También, en el endeudamiento por más de $600.000 millones que le aprobó el Concejo de Cali para infraestructura.

Muchos le cuestionan la presencia en su gestión del sector de Juan Carlos Abadía, destituido exgobernador uribista del Valle, y del grupo de la baronesa electoral Dilian Francisca Toro.

El discurso socialdemócrata de Ospina, una vez más, no se corresponde con su práctica, proclive al cemento para dejar huellas físicas de su paso por la Alcaldía.

El problema es que esas huellas se plasman a un alto costo para los afectados con los gravámenes, como aquel de Valorización decretado para sus “21 megaobras” de 2008.

Aún hoy, miles de jefes de hogar afrontan los embargos derivados de esas deudas que financiaron puentes y vías de la primera administración de Ospina.

Todo demuestra que no basta con el discurso “social”, pues el alcalde de Cali, como sus predecesores, solo llega a administrar la hacienda de las clases dirigentes.

Y, pletórico de megalomanía, se quiere abrir paso a empujones para seguir escalando a las cumbres del Establecimiento burgués, a pesar de la pandemia del coronavirus.

Cali, Colombia, viernes 29 de enero de 2021.

Texto publicado en el periódico El Colectivo, edición No. 60, miércoles 3 de febrero de 2021.



Las dos fotos, que circulan en Google, son del diario El País, de Cali, Colombia.