Hundimiento y urbanicidio
Es lamentable que el sitio más importante de la ciudad, desde el punto de vista urbano y patrimonial, sea tratado como una obra más. Y es inaceptable que los caleños y organismos oficiales de protección del patrimonio, gremios de la arquitectura e ingeniería y académicos no podamos conocer el proyecto completo, seriamente, pero sí que todos tengamos que pagarlo por segunda vez”.
Por Alberto Ramos Garbiras (*)
La barbaridad que pretenden cometer con el hundimiento de la Avenida Colombia puede ser evitada por una acción de cumplimiento presentada por la Fundación Biodiversidad, pendiente del incidente de desacato por la licencia no aportada.
También pueden frenar el hundimiento como pretendida “megaobra” el concepto del Ministerio de Cultura, o la marcha popular del 14 de octubre de 2010, que busca rechazar ese despropósito.
Para lograr que la Avenida Colombia sea más ágil, solo basta construir dos pasos o puentes peatonales subterráneos (paso de viandantes, como los llaman en España), para completar los tres puentes peatonales aéreos.
Así, nadie tendrá que pasar a pie la Avenida Colombia entre las calles 6 y 12, y el tráfico será más fluido.
Sin hundir la Avenida se puede gozar del más grande espacio público articulado que tenga cualquier ciudad capital de América Latina, uniendo la gran Manzana T (los dos parque alrededor de la Alcaldía) con el centro de la ciudad, peatonalizándolo como lo ordena la Ley 1083 del año 2006.
Conectando el centro con la manzana T a través de estos 8 puentes, 6 ya existen: los tres aéreos desde la Calle 6 hasta la 12, los tres terrestres, el puente de la cervecería en la Calle 8, el Puente Ortiz y el Puente de los Bomberos. Sólo faltan los dos subterráneos.
El río Cali tiene hoy dos recorridos que los sustentadores del hundimiento ocultan:
1) El sendero interno que pasa por el CAM, a la altura del Concejo, no usado por miedo y que termina en la calle 15.
2) El andén de la Avenida Colombia en toda su extensión, solo usado en forma por el público durante los alumbrados de diciembre.
Desde mediados del año 2007 propuse y ejecuté la remodelación de un bulevar o camino de adoquines del río Cali como un sendero alternativo con el reamoblamiento de la Manzana T que debía cumplir funciones básicas de información, simbolismo y esparcimiento.
Un espacio para inspirar sentimientos de convivencia y gozar de las abigarradas expresiones de la vida citadina y, por supuesto, el arte. A la vez, esa iniciativa también busca proteger al peatón y a los deportistas del monóxido de carbono producido por los automotores. Y se explicaron las bases de la resignificación del centro de la ciudad si se peatonalizaba.
El otro espacio público para el centro que se obtendría con las megaobras se encuentra en el proyecto Paraíso y sus 33 manzanas, que recuperaría a los barrios El Calvario, San Pascual, Porvenir, entre otros. Y el parque de la Caleñidad, a construirse en la zona frente al CAM de cara a la Avenida Sexta.
La movilidad vial para toda la ciudad no se logra con un hundimiento sino aplicando la intermodalidad víal: un carril para ciclistas y un carril para motos, el uso del transporte masivo MIO y la construcción de un tren liviano para Cali, aprovechando la red férrea.
Algunas de las críticas a este proyecto las resumió Juan Manuel Garcés de la siguiente manera:
a) No existían diseños definitivos ni en septiembre 4 del 2009 cuando se emitió la Resolución de su cobro de Valorización, ni ahora 12 meses después.
b) Sin diseños definitivos es imposible calcular los costos de un proyecto, y, sin embargo, el Alcalde tuvo la desfachatez de cobrar su hundimiento.
c) El estudio que sirvió de base para la distribución de la contribución de valorización no tuvo en consideración las condiciones que afectan la real valorización de cada predio.
d) No existe un estudio de impacto ambiental ni un permiso ni licencia legalmente expedido por autoridad competente.
Además, el proyecto implica acciones graves sobre las orillas del río Cali, yendo en contravía del área de protección mínima de los ríos.
e) Siete inmuebles que son patrimonio histórico, arquitectónico y cultural se encuentran dentro del área de los 200 metros del hundimiento, no tienen la aprobación del Ministerio de Cultura.
f) No se han hecho los apiques necesarios ni la investigación correspondiente para conocer en detalle lo que existe por debajo de la vía actual; en consecuencia, no tenemos planos del subsuelo de la Avenida.
La excavación de más de seis metros de profundidad en terreno de componentes granulares, donde seguramente encontrarán material día básico, rocas inmensas, presentará muchas dificultades; es un terreno permeable que está por debajo del lecho del río Cali con los consiguientes problemas de infiltración de aguas e inundación permanente, como lo explicó el ingeniero civil Miguel Castro.
La misma Avenida Colombia, de suyo, le quitó la faja lateral al río Cali porque está a menos de 7 metros de distancia del cauce, la norma nacional son 30 metros de ronda o protección de los ríos, y ahora piensan profundizar la faja lateral asfaltada.
Además, se presentarían daños en las edificaciones a lo largo de la Avenida Colombia porque se trata de una obra similar a la construcción subterránea de un metro, donde se horadan las calles y se alteran los cableados y tuberías de servicio públicos.
Como lo expresó un lector de El País, este túnel se inundará y de la Calle Quinta hasta la Ermita será navegable en canoa. Claro que habrá trabajo para los que tienen botes y remos.
Benjamín Barney, en una de sus columna sobre urbanismo, expuso: “El túnel propuesto no se debería inundar nunca, como pasa con cualquier aguacero duro a escasas cuadras arriba, en la Calle Quinta, por lo que tendría que ser también consultado con la Asociación de Ingenieros del Valle para que todos, incluyendo a la Negra Nieves, que ya se percató del peligro, quedemos tranquilos”.
Y lo mismo pasa con su muy extensa e innecesaria plazoleta, que debería ser cruzada por carros y taxis y que así puedan entrar al Centro de la ciudad, cuyo su diseño es clave para que no sea fácilmente invadida por vendedores, como pasa vergonzosamente con todas sus calles, cada vez más con menos control.
En este sentido el proyecto debería estar atento a las muchas observaciones que sin duda se le harían en la Sociedad Colombiana de Arquitectos y las facultades de arquitectura locales.
Y también está nada menos que el asunto del río Cali, al que pretenden canalizar “organizando sus piedras”, ignorando que constituye, con nuestros dos abandonados cerros, nuestro más importante símbolo y patrimonio, por lo que no se lo debe alterar así no más.
Es lamentable que el sitio más importante de la ciudad, desde el punto de vista urbano y patrimonial, sea tratado como una obra más. Y es inaceptable que los caleños y nuestras organismos oficiales de protección del patrimonio, gremios de la arquitectura e ingeniería y académicos no podamos conocer el proyecto completo, seriamente, pero sí que todos tengamos que pagarlo por segunda vez”.
(*) Ex procurador Ambiental del Valle
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