martes, 22 de febrero de 2011

4. Ensayo. Economía y sociedad (II)

Capitalismo y desarrollo sostenible

La humanidad se encuentra en una encrucijada: por un lado, la amenaza del desastre ecológico y, por otro, la inflexibilidad del sistema capitalista para realizar cambios estructurales que modifiquen radicalmente la situación presente.

Por Arcadio José Guzmán Nogales (*)
El capitalismo mundializado quebranta la naturaleza y pone en peligro la existencia misma del planeta. Su desaforado crecimiento económico, el consumismo y la pobreza mundial que genera destruyen los recursos naturales y producen desechos que sobrepasan los límites de sostenibilidad de la tierra.

Las graves consecuencias ecológicas del capitalismo están a la vista. En la agricultura, las empresas transnacionales (ET) del “agrobussines”, envenenan la biodiversidad con cultivos transgénicos, fertilizantes químicos y biocidas (insecticidas, herbicidas, fungicidas); y desatan procesos de erosión y desertización irreversibles.

La disponibilidad mundial de agua, que en 1950 era de 17.000 m3 per cápita, ahora se ha reducido a 70.000. Las ET de comida rápida (fast food) han degradado, a punta de ganadería extensiva, una sexta parte de la superficie terrestre (casi 2.000 millones de hectáreas), que han sido convertidas literalmente en hamburguesas. Mientras tanto, los pobres y parias del capitalismo (29,7% de la población mundial), contribuyen al arrasamiento de la vegetación, al usar, descontroladamente, leña como combustible. Y por obra y gracia de las ET, la Amazonia (el pulmón del planeta) y los bosques del mundo, se transforman en muebles y papel, a razón de 200.000 Km2/año. En 1970 la superficie forestal mundial por mil habitantes era 11,4 Km2. Hoy, es solo 7,3.

Pero enfrentamos no solo al deterioro creciente del suelo, los bosques, el agua y la biodiversidad en general, sino también al de la atmósfera.

La gran industria de los países “desarrollados” se ha convertido en una verdadera chimenea de emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros gases que retienen el calor del sol y producen el efecto invernadero o cambio climático. El progresivo calentamiento de la tierra no tiene precedentes, y pone en peligro el ecosistema mundial, lo que se evidencia en deshielo de los polos, sequias, extinción de especies, huracanes, inundaciones y pandemias. La temperatura promedio de la superficie terrestre ha aumentado 0,5°C en los últimos 50 años, y el último reporte mundial sobre el cambio climático, estima que para el año 2100, el mundo se calentará hasta 5.8°C más, cuando lo normal es un calentamiento de solo 1°C cada mil años. Los efectos de todo tipo serán devastadores, el solo resquebrajamiento de los casquetes polares hará subir el nivel del mar y borrará a más de doscientas ciudades costeras.

También la capa de ozono está siendo destruida  por agentes químicos clorofluorcarbonados (CFC), utilizados en la fabricación de aerosoles, disolventes, materiales de espuma, sistemas de refrigeración y aire acondicionado. El adelgazamiento de la capa de ozono y su consecuencia, el aumento de la radiación ultravioleta, tienen efectos graves en la salud humana y en las formas básicas de la vida acuática. Adicionalmente, el crecimiento urbanístico ha dado lugar a la aparición de grandes metrópolis, verdaderas selvas de cemento, que elevan la contaminación de los ríos, lagos y mares, con desechos humanos, residuos sólidos y metales pesados (plomo y mercurio).

Este es, en síntesis, el oscuro panorama del crecimiento insostenible que se fundamenta en la propia lógica del capital: obtener el máximo de ganancias en el menor tiempo posible, sin importar la destrucción de los ecosistemas.

Más allá del crecimiento
En 1970, el Club de Roma encargó a un equipo de estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT), una investigación sobre esta problemática. El informe final plantea la imposibilidad de mantener los ritmos de crecimiento económico, por atentar contra el propio proceso de acumulación de capital. En una segunda obra, Más allá de los límites del crecimiento (1991), se afirma que el crecimiento económico capitalista atenta también contra el ecosistema global, pues hay límites para la utilización de la fuente de recursos naturales, y en la capacidad del planeta para absorber los residuos generados. Los autores del informe al Club de Roma concluyen que ahora se están utilizando recursos y produciendo desechos a tasas insostenibles. Añade que dichas tasas podrían reducirse significativamente, eligiendo otras vías de desarrollo económico y tecnológico.

En 1987, la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo publicó un informe con el título Nuestro futuro común, en respuesta a la Asamblea General de las Naciones Unidas. En el informe se pone de relieve la necesidad de encontrar las interconexiones que existen entre lo económico, lo ecológico, lo social, lo político, etc., para definir el desarrollo sostenible: aquel que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer el futuro de las próximas generaciones. El desarrollo sostenible tiene límites –no absolutos- definidos por la capacidad de la biosfera para absorber los efectos de las actividades humanas, y por la tecnología y organización social. Además, el desarrollo sostenible exige que se satisfagan las necesidades básicas de la población mundial. Para esto se requieren sistemas políticos democráticos, que permitan la participación efectiva de los ciudadanos en la toma de decisiones, en las aéreas en que hay que intervenir para reconciliar sociedad y naturaleza: crecimiento demográfico, seguridad alimentaria, desaparición de especies y recursos genéticos, energía, industria y asentamientos humanos.

En otras palabras, se plantea no solo el análisis teórico sobre ecología y desarrollo (eco desarrollo), sino todo un reto a la acción política y cambio de valores y actitudes de los seres humanos, sin lo cual el desarrollo sostenible será inalcanzable.

En junio de 1992, se realizó en Rio de Janeiro la Conferencia Internacional sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, también denominada Cumbre de la Tierra. Su objetivo era conseguir el consenso mundial para favorecer la cooperación entre estados, en materia de ecodesarrollo. Para tal fin, se elaboró un plan de acción en el cual se especifican las acciones concretas que deben emprender los gobiernos, instituciones no gubernamentales y organismos internacionales; también se incluyen los medios técnicos y financieros necesarios.

Pero lo más significativo es el hecho de pedir la cooperación Internacional para hacer frente a la pobreza y al deterioro del medio ambiente; cambiando las modalidades de consumo en los países ricos, favoreciendo el comercio Internacional de los países pobres y fomentando la salubridad, la planificación demográfica y la ordenación urbana. Además, se convoca a los principales grupos sociales implicados en el desarrollo sostenible a que se sumen con sus actuaciones políticas especificas para hacerlo viable. Entre aquellos cabe citar a las poblaciones indígenas, los trabajadores y los sindicatos, los comerciantes e industriales, la comunidad científica y tecnológica, los agricultores…

La Cumbre de Kioto
En 1997 se convocó la mayor conferencia de cambio climática celebrada hasta la fecha: la Cumbre del Clima de Kioto. Allí se busco ejecutar los acuerdos de Río, especificando un protocolo legalmente vinculante con límites a las emisiones de los gases que producen el efecto invernadero. En conjunto se acordó una reducción media del 5,2%. Esta meta resulta totalmente insuficiente para frenar el proceso de cambio climático, para lo cual es indispensable que sólo las emisiones de dióxido de carbono (CO2) se reduzcan globalmente en más de un 50%. La meta, irresponsable e inútil, acordada en el Protocolo de Kioto, se debe en gran medida al papel que jugaron las grandes multinacionales de la energía y el automóvil, que organizadas en grupos de presión, como la Coalición Global del Clima en EE.UU. y la Mesa Europea de Industriales, se oponen a cualquier reducción obligatoria de emisiones de gases contaminantes.

En la Cumbre de Kioto, los EE.UU. se negaron a firmar el protocolo, y exigieron que los países pobres también participaran en los compromisos de reducción de las emisiones de gases. Estos no aceptaron, argumentando que son los países industrializados los responsables del efecto invernadero, debido a las emisiones de gases que han producido desde la Revolución Industrial.

Como lo demuestran los resultados de la Cumbre de Kioto y de las posteriores conferencias sobre cambio climático, la puesta en práctica de los acuerdos de Río ha sido un rotundo fracaso. Los países industrializados (los mayores contaminantes), han hecho gala de una aterradora inconsciencia ecológica, evadiendo los compromisos firmados por sus gobiernos (ecotasas, convenio de biodiversidad, emisiones de CO2, etcétera).

Es evidente el conflicto entre el clamor general por disminuir los costos ecológicos, incorporando mecanismos correctores al mercado capitalista, y la resistencia de los intereses privados a asumirlos. Así, en el momento de poner en práctica los procedimientos que pretenden frenar el deterioro ecológico, se choca con los intereses del capital que se resiste a incorporar a sus costos de producción la “utilización del medio ambiente”. En cambio, estimula la cultura “light” consumista que la televisión impone en todo el mundo.

Por lo tanto, la humanidad se encuentra en una encrucijada: por un lado, la amenaza del desastre ecológico y, por otro, la inflexibilidad del sistema capitalista para realizar cambios estructurales que modifiquen radicalmente la situación presente. En consecuencia, urge consolidar la ética del desarrollo humano sostenible, para sojuzgar el capitalismo depredador y conservar la vida en la Tierra.

(*) Economista de la Universidad del Valle (Colombia), magister en economía del Cide de México. El texto apareció originalmente en la revista Fonvalle Informa, del Fondo de Empleados Docentes de la Universidad del Valle, edición No. 18, diciembre de 2005, pp. 8-10.

1 comentario:

  1. Muy importante y acertada la publicacion del Dr Arcadio Guzman el modelo de desarrollo aplicado permite identificar que la actitud del capitalismo es nocivo y exige que se transformen las fuerzas productivas y el aparato productivo esto nos pone a pensar que debemos hablar de ECOECONOMIA como reorganizar todas las estructuras productivas y de consumo basada en las necesidades reales de la comunidad teniendo encuenta el equilibrio ecologico ,esto nos lleva a establecer una economia de TRANSACION donde es la comunidd y no las leyes del mercado o de un burocratismo politico autorizado desenfocado decida de un proceso de planificacion democratico ,hoy dia la expansion ecnomica genero el incremento de la asimetria social contribuyendo con el delito y las necesidades basicas insastisfechas hoy la presion antropica impuesta por los modelos de producion es incompatible con la capacidad de recuperacion de la oferta energetica del planeta tierra es decir estamos destruyendo el HABITAT del hombre y sus especies esto es muy grave .Deberiamos de proponer por intermedio de este importante medio de comunicacion una gran mesa sectorial en el valle del cauca con el objeto de enfocar lo que le espera a los descendientes del siglo XX, XXI todo con un sentido epistemologico y como minimo hacerle entender a los gobernantes que el PIB no mide lo calidad e vida de una poblacion y de su entorno geografico,para terminar y no cansarlos el termino sostenible es virtual cuando le aplicamos las ecuaciones elementales el resultado es negativo para producir tenemos que destruir queda ECOECONOMIA como base fundametal del desarrollo y no del subdesarrollo
    saludos

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