María Isabel Urrutia, contra la
manguala de la oligarquía caleña
* Todo indica que con la adhesión de Sigifredo López la élite caleña acaba de conformar una gran manguala politiquera y clientelista derivada del temor que le produce el avance en las clases populares de la candidatura de María Isabel Urrutia, a quien ha tratado utilizando el racismo y la guerra sucia.
* El espectro político de Cali muestra, de nuevo, el fenómeno de la polarización, pues la ciudad sigue fragmentada territorial y socialmente. La clave está en que la que se inicia en 2012 sea de verdad una alcaldía de inclusión de los de abajo, con ética social a toda prueba.
* Cali enfrenta una disyuntiva: soluciones radicales o profundización de los abismos sociales. Con este telón de fondo se enfrentan dos proyectos: el de las élites, con Rodrigo Guerrero, y el alternativo, con María Isabel Urrutia.
Por Luis Alfonso Mena S. (*)
Cali se enfrenta el 30 de octubre a una disyuntiva: trazar una ruptura que lidere una transformación social a fondo de la ciudad, o continuar en la ruta del “embellecimiento del cielo”, dejando que la urbe siga en la senda de la fragmentación de sus comunidades y privilegiando la estética urbana sobre la ética ciudadana.
Las expectativas que en materia de resarcimiento social tenían sectores amplios de la población con el gobierno de Jorge Iván Ospina se vieron, en general, frustradas por la forma como el burgomaestre de Podemos Cali, no pudo, o no quiso, cumplir su programa en tal sentido.
De nada valió la fuerte polarización social y política que caracterizó la campaña de 2007, en la que Ospina confrontó a las élites que históricamente han mandado en los escenarios políticos, económicos y mediáticos de Cali, pues finalmente hizo lo que ellas querían y que, incluso, no se habían atrevido a hacer.
Ospina lideró una campaña para la privatización del componente de Telecomunicaciones de las Empresas Municipales de Cali, Emcali, no encabezó como había prometido el retorno de la dirección de la empresa a la ciudad y en su mandato Emsirva fue liquidada, con entierro de tercera.
Pero más allá de lo anterior, estableció preeminencias en materia de infraestructura vial con un macroproyecto denominado 21 Megaobras, paquete que, como se ha demostrado por expertos, ni estuvo bien planeado, ni definió los mecanismos de financiación justos, ni incluía obras prioritarias y sí otras que podían esperar.
El afán por “remodelar el cielo” y dejar su firma en puentes y hundimientos viales generó un fenómeno de graves repercusiones económicas para una población afectada por el desempleo y los bajos salarios: el cobro a todos los hogares caleños, mediante el sistema de Valorización, de los casi $900.000 millones en que están presupuestadas las obras.
Para ello, Ospina usó las amplias mayorías fabricadas en el Concejo con el Programa de Guardas Cívicos, que conocedores del tema calculan tuvo un costo de $50.000 millones, y logró la aprobación de sus proyectos.
No bastaron los numerosos y sustentados reparos jurídicos, técnicos, ambientales interpuestos por dirigentes sociales y especialistas.
El Alcalde impuso, con obcecación, el proyecto, que hoy está naufragando, a pesar de la propaganda oficial en contrario.
Y mientras tanto, la ciudad siguió fragmentándose socialmente, con unas élites de todo tipo cada vez más voraces, encerradas en sus altos escenarios, y unas bases poblacionales llenas de necesidades, en crecimiento numérico y sin oportunidades.
La inseguridad, en sus diferentes manifestaciones, también se incrementó, muy probablemente como resultado de la falta de políticas de fondo para atacar la exclusión social, espacio de siembra de la delincuencia en las barriadas, hoy territorializadas por un centenar de pandillas, muchas de las cuales son utilizadas por organizaciones y bandas criminales.
Tal vez una “solución” que refleja el comportamiento de las élites --que en 2007, cuando le servía electoralmente la polarización, Ospina cuestionó y que hoy él apoya--, es el programa de vivienda de Potrero Grande, verdadero paradigma de la segregación.
El anterior panorama sirve no sólo de telón de fondo de la campaña que termina, sino de punto de partida para el gobierno que se inicia el primer día de 2012.
Momento crucial
La campaña electoral, que comenzó con doce candidatos, quedó sólo con seis.
Entre los más opcionados, María Isabel Urrutia ha sorprendido por su capacidad de congregar en torno de su nombre a la gran mayoría del Polo Democrático Alternativo, partido que la candidatizó y ha sido el soporte de su aspiración, y a población de los estratos 1, 2 y 3, de donde procede.
La única campeona olímpica que ha tenido Colombia en toda su historia ha reunido también a sectores de otros estratos que la han visto como alternativa frente a los errores del gobierno de Ospina y como posibilidad de una gestión con total énfasis en los proyectos de contenido social.
María Isabel ha planteado un punto de quiebre con las propuestas de los demás aspirantes al postular exoneración del pago de Valorización para los estratos 1 y 2, y condonación de intereses para los estratos restantes por el mismo gravamen de las megaobras.
De igual forma, propone cultura política y social para enfrentar el fenómeno de la violencia en los barrios. Y, además, rebaja sustancial en el cobro de los servicios públicos para toda la población.
Como su gran contendor aparece el ex alcalde Rodrigo Guerrero, en quien la clase empresarial de la ciudad confía para reasumir directamente el mando de la urbe.
En torno de Guerrero, quien cuenta con un muy fuerte respaldo económico, se congregaron, a pesar de las normas que prohíben la doble militancia, concejales liberales y conservadores, que supuestamente tenían candidatos propios, lo mismo que otros partidos uribo-santistas, como Cambio Radical y la U, que corrieron a retirar a sus candidatos, a pesar de que ya se había cerrado el plazo para tal fin.
Asimismo, en el grupo de Guerrero figura el candidato retirado del alcalde Ospina, Argemiro Cortés, cuya aspiración nunca despegó, circunstancia paradojal, pues contaba con todo el peso del poder local y el apoyo del partido Centro Independiente, del vicepresidente Angelino Garzón.
En todo caso, ahora, cuatro años después, la clase dirigente cuestionada por Ospina en 2007 recibe todo su apoyo, pues considera que el candidato de ella, Guerrero, es el único que garantiza fielmente la continuación de sus megaobras.
Precisamente Guerrero viene de aprobar en el Concejo este paquete y, en consecuencia, el gravamen de Valorización para todos los estratos, lo mismo que el inicio del proceso de privatización de Emcali. Durante su administración, entre 1992 y 1994, los resultados no fueron nada satisfactorios para la ciudad.
En la mitad de la confrontación Urrutia-Guerrero aparece el también ex concejal Milton Castrillón, candidato oficial del Partido Conservador, respaldado por concejales del PIN y líderes del MÍO, los partidos ligados al ex senador Juan Carlos Martínez.
Castrillón también hace parte del grupo de concejales que disfrutó de la luna de miel con el Alcalde, aprobó las megaobras y, en consecuencia, le cabe responsabilidad, como a Guerrero, en las medidas que afectan a la ciudad.
Aunque juró y rejuró que iría hasta el final, el ex diputado Sigifredo López finalmente claudicó ante la oligarquía caleña y en la noche del jueves 20 de octubre, bajo la oscura vigilancia de Rafael Pardo, renunció a su candidatura y se sumó también a Guerrero.
Su credibilidad, como la de los otros candidatos que renunciaron para ir a hacer bulto en la campaña del aspirante del empresariado, quedó por el suelo, así anoche se esforzara por borrar todo lo que había dicho y prometido.
Todo indica que con la adhesión de López la élite caleña acaba de conformar una gran manguala politiquera y clientelista, derivada del temor que le produce el avance en las clases populares de la candidatura de María Isabel Urrutia, a quien ha tratado utilizando el racismo y la guerra sucia.
Ramiro Jurado y Fabio Cardozo se inscribieron por firmas, pero esa tarea previa no bastó para alcanzar amplio respaldo. Y Heyder Gómez persiste con la disciplina de su organización, el Mira, pero sin opciones.
De esta forma el espectro político de Cali muestra, de nuevo, el fenómeno de la polarización, pues la ciudad sigue fragmentada social y territorialmente. Sin embargo, lo fundamental es que la que se inicia en 2012 sea de verdad una Alcaldía de ruptura política para reivindicar a los de abajo, con una ética social a toda prueba.
(*) Director de ¡Periodismo Libre! y del periódico Paréntesis, donde se pueden leer este y muchos artículos más sobre la coyuntura local y nacional.
luismena7@gmail.com.