“En Colombia, los derechos
humanos son de papel”
humanos son de papel”
“En Colombia hay una guerra desde hace más de 50 años que el Gobierno no admite. Una guerra debida a la desigualdad social que ha generado violencia y los civiles son los más perjudicados”, dice Nelly Bocchi, líder de Amnistía Internacional en Italia. “Colombia es el segundo país del mundo con el mayor número de desplazados por un conflicto”, añade.
Por Valeria Monteverdi (*)
Milán, Italia
Nelly Bocchi, responsable del Grupo 208 de Amnistía Internacional en Italia, conoce más los problemas de Colombia que muchos colombianos.
Vive en un pequeño pueblo llamado Fidenza, a 150 kilómetros al sur de Milán, y desde allí sale a diario una gran cantidad de cartas y peticiones dirigidas al gobierno colombiano, a los organismos de seguridad, a la Defensoría del Pueblo y a los batallones del Ejército para denunciar violaciones de los derechos humanos y recordarle a nuestro país los tratados que ha firmado en defensa de estos derechos.
Nelly es farmacista de profesión y activista de derechos humanos por vocación.
--¿Qué hace exactamente Amnistía Internacional?
--Amnistía Internacional es una organización no gubernamental. En la actualidad somos más de 2,8 millones de socios, activistas y voluntarios, y estamos presentes en más de 150 países, trabajando por la justicia y la dignidad de las personas. Nuestra labor se centra en combatir los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación, la denuncia pública y el activismo.
--¿Cómo se convierte Nelly Bocchi en una activista?
--Hace más de 20 años hago parte de esta organización. Empecé porque estaba en contra de la pena de muerte. Cuando era muy joven me impresionó mucho el saber que durante la dictadura de Franco en España quienes pertenecían a ETA morían con la garrota.
--¿Por qué en Italia se trabaja por los derechos humanos de Colombia?
--Los grupos de un Estado trabajan sobre la violación de los derechos humanos de otro Estado. De esa manera es más fácil mantener la imparcialidad. Los activistas colombianos, por ejemplo, trabajan casos de países diferentes a Colombia. Hay excepciones. Por ejemplo, en este momento en Italia se trabaja por la creación de una ley que condene la tortura.
--En muchos países son considerados una organización incómoda…
--En Colombia, como en otros países, somos incómodos, porque oponemos resistencia a las injusticias y pedimos responsabilidades por sus acciones a los gobiernos, empresas, grupos armados, etcétera, ya sea en un conflicto de gran repercusión pública o en un rincón olvidado del planeta. Por ello necesitamos preservar nuestra imparcialidad y libertad de acción. Somos independientes de todo gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso. No aceptamos financiación de gobiernos nacionales ni donaciones de partidos políticos.
--¿Cómo empieza el grupo 258 a trabajar por Colombia?
--Trabajamos por Colombia desde hace cuatro años. Empezamos con Perú y después con Chile.
--¿Qué se conoce en Italia de Colombia?
--En Italia de Colombia se sabe poco. Como conocen poco los colombianos los problemas de su país. Lo único que la gente identifica es la igualdad Colombia–coca. De vuestro país no se habla y en el silencio es más fácil continuar la violación de los derechos humanos. El silencio es el mejor amigo de la complicidad.
--¿Qué idea se ha hecho de nuestro país en estos años de trabajo?
--Colombia ha sido un país que siempre nos ha interesado. Es uno de los mayores violadores de derechos humanos en el mundo por parte de todos los actores armados: guerrilla, paramilitares y militares. En el papel es un país perfecto. Ha firmado todos los tratados más importantes, pero no los pone en práctica. Amnistía le recuerda al Gobierno colombiano que ha sido una elección del mismo país firmar esas convenciones y le pide que las respete.
--¿Cuál es el tema más preocupante de derechos humanos en Colombia?
--Sabemos que en Colombia hay una guerra desde hace más de 50 años que el Gobierno no admite. Una guerra debido a la desigualdad social y esto ha generado violencia, inseguridad y los civiles son los más perjudicados en el conflicto. Lo que más nos preocupa es la defensa de estos civiles que no deben morir. Este es el derecho humanitario.
--¿Cuáles son los casos colombianos que más han impresionado a los activistas de Amnistía?
--Todas las violaciones de derechos humanos que se presentan en Colombia son de verdad muy fuertes, pero entre los casos que más nos han impresionado están los falsos positivos. Recibimos y escuchamos denuncias de violación de derechos humanos todos los días, pero nunca habíamos visto algo tan impresionante. Muchos de estos falsos positivos fueron enterrados en la fosa común de la Macarena, donde encontraron 2.500 muertos al lado de un batallón del Ejército y creo que en Colombia ni siquiera dieron la noticia. Una cosa que sucede solo en Colombia y que no se ha visto ni siquiera en Auschwitz.
--¿Qué otras violaciones se presentan en nuestro país?
--Colombia es el segundo país del mundo, después de Sudán, con el mayor número de desplazados por la violencia, el cuarto país con mayor número de minas antipersonales y el 60% de los sindicalistas asesinados en el mundo son colombianos. Todo esto, sin dejar de lado el problema de la parapolítica y de los paramilitares al servicio del gobierno.
--Ante todas estas violaciones de derechos humanos, ¿existe alguna propuesta de Amnistía Internacional para lograr la paz en Colombia?
--La propuesta existe, pero no la hemos hecho nosotros sino que viene de la población civil y pensamos que sea la más seria y viable para alcanzar la paz. Estamos de acuerdo todos los activistas de derechos humanos, no sólo en Italia sino en el resto de Europa: se llama Comunidad de Paz de San José de Apartadó. Se trata de una comunidad que decidió salir del conflicto. No apoyan a los actores armados, no han querido dejar su tierra, han creado un territorio de paz y tienen unas leyes muy claras de convivencia. Se defienden sólo con la palabra. Esta es una propuesta que molesta a todos los señores de la guerra y por ello la Comunidad ha pagado un precio en vidas muy alto. No es una alternativa simple, ni veloz, pero es la única alternativa para acabar con este espiral de muerte e iniciar un verdadero camino hacia la paz.
(*) Periodista colombiana.
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