Libertad y protección
al periodista, una falacia
al periodista, una falacia
Por Diana Carolina González Salgado (*)
Los periodistas que ejercen su profesión en territorio colombiano, ante los extranjeros y muchos compatriotas, son privilegiados por la cantidad de normas establecidas que protegen y amparan el ejercicio de la profesión en nuestro país. Sin embargo, lo que para algunos es desconocido es que aquí en Colombia la mayoría de las normas escritas jamás llegan a materializarse a cabalidad.
La Constitución Política de 1991 y diversos tratados internacionales no pasan de ser una falacia porque, lamentablemente, con cada uno de estos derechos establecidos se crean solapadas estrategias que deslegitiman la efectividad de los mismos.
Sin embargo, en la cotidiana realidad observamos cómo los medios violan la libertad de conciencia con unos manuales (que son legales) en los que dictan la prohibición de publicar informaciones que no favorezcan los intereses particulares y económicos del medio y sus asociados.
El Artículo 20, por su parte, garantiza la libertad de expresar, de informar y recibir información, incluso de fundar medios masivos de comunicación. Lo que no garantiza es el apoyo del Estado para fundar dichos medios ni la competencia equilibrada con los monopolios informativos.
“No habrá censura”. Esas tres palabras crean el imaginario de un país libre en el que se promueve la democracia informativa, pero la realidad nos presenta censuras disimuladas.
Por ejemplo: ¿quiénes son los propietarios de los medios?, ¿cuántos periodistas colombianos han sido asesinados?, ¿cuántos están en el exilio?, ¿a cuántos periodistas les han interceptado sus líneas telefónicas, les han allanado sus casas, les han ofrecido sobornos o les han hecho amenazas incluso de muerte? Ciertamente, en Colombia si hay censura.
El periodismo es de las pocas profesiones que están directamente cobijadas por la Constitución Política, tal como lo expresa el Artículo 73: “La actividad periodística gozará de protección para garantizar su libertad e independencia profesional”.
Aun así, el Gobierno conserva algunos periodistas que crean opinión pública y que son aparentemente críticos, pero que sólo tocan los temas candentes por encima para darle la sensación a la sociedad de que ellos sí denuncian, investigan y analizan a sus gobernantes, pero nunca van más allá de lo que la misma élite les permite.
Es el caso de ´Pirry’, que se ha convertido en la excusa para mostrar que “aquí si dejamos que la oposición, que la investigación y que el periodismo hablen”, cuando realmente le falta contenido serio y un accionar que transforme la sociedad.
Lo único que al parecer está a salvo es el Artículo 74: “El secreto profesional es inviolable”, puesto que cada periodista decide si revelar sus fuentes o… atenerse a las consecuencias.
(*) Estudiante de Comunicación Social de la Usaca. poetiza12@hotmail.com.
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