Gustavo Petro durante su intervención de cierre de campaña en el Distrito de Aguablanca, en Cali, el sábado 19 de mayo de 2018. (Foto: Santiago José Mena Cárdenas). |
MI VOTO POR GUSTAVO PETRO
Por Luis Alfonso Mena S.
Toda mi vida he votado por
candidaturas simbólicas y de resistencia, por gente honesta y rebelde,
luchadora y crítica, pero con la convicción de que no vencerían.
Ha sido la manera de ser coherente
con mis principios ideológicos y políticos, sin importar ser casi siempre
minoría.
Hoy, sin embargo, las minorías de
toda la vida, por fin, tenemos una opción real de poder con alguien que nos
interpreta en la mayoría de nuestros ideales: Gustavo Petro.
Este domingo, por primera vez, votaré
por una candidatura con opción real de pelearle a la oligarquía sus posiciones.
Petro es eso: no solo una esperanza.
Aunque discrepo de él respecto de su
equivocada caracterización de lo que ocurre en Venezuela, lo mismo que de su
posición sobre la extradición, que para mí constituye una violación de la
soberanía nacional, Petro nos interpreta en lo fundamental.
Es el único de los seis en lid que ha
confrontado sin titubeos ni eufemismos al establecimiento capitalista,
señalando las responsabilidades de su clase dirigente, de sus regímenes
corruptos, soportes de un sistema social y político anacrónico y vil basado en
la desigualdad social.
Ha sido el único que ha señalado esa
desigualdad, generada por la oligarquía (concepto al que le temen los demás),
como la principal responsable de los males históricos que azotan a las mayorías
del país.
También, ha sido el único en subrayar
que es esa oligarquía en el poder desde hace 200 años la causante principal de
la violencia en Colombia, denuncia que viene desde su gestión de 16 años como
congresista, cuando desenmascaró los nexos de la clase política con el
paramilitarismo y la connivencia de Álvaro Uribe Vélez con éste.
Por eso, en su campaña dijo, sin
ambages, que Uribe Vélez es el culpable de diez mil asesinatos de jóvenes,
cometidos en desarrollo de la denominada política de “seguridad democrática”,
crímenes de Estado conocidos como “falsos positivos”.
Y no se ha quedado ahí. En sus 80
intervenciones en plazas públicas del país, la mayoría colmadas a reventar,
Petro hizo una pedagogía de historiador envidiable, que ninguno de los otros
fue capaz de hacer, primero porque no tienen su dominio conceptual y, segundo,
porque la visión de la historia del país que poseen es otra: justificadora del
establecimiento.
El hombre es inteligente, estudioso,
crítico. De él tienen una excelente percepción los jóvenes. Nos ha descrestado,
por su audacia, con sus iniciativas aparentemente difíciles de ser entendidas
(la del petróleo y el aguacate, por ejemplo), por su seguridad y dominio de los
temas jurídicos, económicos, políticos, sociales.
Petro nos interpreta
porque frente a los males generados por la oligarquía y su poder
meganarcoterrateniente, como él lo denomina, plantea reformas de fondo, que
para una sociedad lacerada por los abismos sociales, resultan cambios
determinantes: acabar con las EPS, para que haya un verdadero sistema de salud;
implantar la educación superior gratuita; una reforma rural integral y defensa
de la paz; separar la política de la justicia, y la justicia de la política;
derogar la nefasta reforma laboral de Uribe y romper con el extractivismo del
petróleo y el carbón para desarrollar una política de auspicio a más de 300
productos agrícolas, cuyo símbolo es el aguacate.
Y para sacar
adelante estos cambios, frente a un Congreso mayoritariamente de derecha, no
duda en plantear algo que a muchos les suena como un estallido: una asamblea constituyente.
Petro no ha dudado
en confrontar el poder de los monopolios, como el del azúcar, en su defensa de
la tierra, del empleo para los campesinos, del derecho del pueblo al agua.
Además, no le ha
temblado la voz para señalar a los responsables de los latrocinios que han
desangrado al Estado, como lo hizo también con los culpables del desastre de
Hidroituango.
En fin, como él lo
ha repetido infinidad de veces en las lecciones de historia que le ha dado al
país en esta campaña electoral, estamos de acuerdo con él en lo fundamental.
Nos interpreta y nos representa. Las diferencias se deberán resolver después.
En esta campaña,
Petro ha sido un constructor, que es lo más difícil. Nos corresponde a quienes
votaremos por él ayudar, desde nuestros espacios, oficios y convicciones, en
esa construcción de ciudadanos libres.
Por todo esto, mi
voto este 27 de mayo es por Gustavo Petro.
Cali, sábado 26 de
mayo de 2018.
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