Con
pancartas como esta, cientos de sus alumnos lo recordaron el 8 de agosto en una
movilización para pedir justicia por el asesinato del profesor Francisco. (Foto de: Andrés David Erazo).
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Otra voz apagada
por la violencia estatal
El hecho,
ocurrido el 4 de agosto, por poco coincide con el aniversario del asesinato de
Manuel Cepeda Vargas, senador de la Unión Patriótica y tío suyo, ocurrido a
manos de militares y paramilitares el 9 de agosto de 1994. Parecería trazarse
una parábola 19 años después con similares actores. El pueblo de Cali reclama
que se esclarezca este crimen del Estado.
Por Santiago
Mena Cárdenas (*)
El
4 de agosto en horas de la madrugada, en extrañas circunstancias, fue asesinado
el profesor Francisco Javier Ocampo Cepeda, docente ejemplar y gran ser humano
como lo catalogan cientos de sus estudiantes y compañeros que lo recuerdan ante
su pronta e inesperada partida.
El
profe Pacho, como lo conocían cariñosamente sus alumnos, fue asesinado por la
Policía de Cali cuando en horas de la madrugada, como era su rutina, salía a
trotar con su hijo y un sobrino, momento en que fueron sorprendidos por un
intercambio de disparos entre la Policía y una banda delincuencial, resultando
muerto el profesor Ocampo.
Pero
todo no para ahí, pues la Policía presentó al profesor Ocampo Cepeda como el
accionante de una pistola nueve milímetros con la que resultó muerto un
patrullero de la Policía, además de ‘sembrarle’ unos supuestos panfletos del
grupo ‘Los Rastrojos’, en una clara maniobra típica de los llamados falsos
positivos.
Ante
el triste suceso y los señalamientos infundados de la Policía de Santiago de
Cali contra el profesor, sus alumnos, compañeros y familiares le rindieron un
gran homenaje el pasado jueves 8 de agosto con una movilización por las calles
de la ciudad exigiendo justicia ante lo sucedido, y que se limpie el buen
nombre del docente Ocampo.
Y
es que lo que se le imputa al profesor no tiene ningún tipo de justificación o
respaldo, pues él era activista de Derechos Humanos, líder de diversos
proyectos sociales entre las instituciones educativas de los colegios Alfredo
Vásquez Cobo, Antonio José Camacho y Santa Librada de Cali.
Además,
como dijo en uno de sus trinos el representante a la Cámara Iván Cepeda, familiar
del profesor: "Mi primo proviene de familia atacada por paramilitares.
Inconcebible tesis de la Policía de que pertenecía a esos grupos". (Ver
entrevista de Telesur en esta edición).
El
hecho, ocurrido el 4 de agosto, por poco coincide con el aniversario del
asesinato de Manuel Cepeda Vargas, senador de la Unión Patriótica y tío suyo,
ocurrido a manos de militares y paramilitares el 9 de agosto de 1994. Parecería
trazarse una parábola 19 años después con similares actores.
Hoy
todos lamentamos este asesinato: un docente de cualidades impresionantes,
licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad del Valle, magister en
Sociología de la misma alma máter, docente de diversos colegios y universidades
de Cali y con cientos de investigaciones y producciones académicas en diversos
campos.
Otra
voz que apaga la violencia estatal, esa que ha acallado a miles de voces que
claman un cambio en Colombia, una nueva construcción social para un país con
mejores oportunidades para todos. En paz descanse el profesor Francisco Javier
Ocampo Cepeda. Honor a su memoria.
(*) Editor de
PARÉNTESIS, estudiante de derecho de la Universidad Santiago de Cali.
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