La plaza principal del municipio de La Virginia. http://www.lavirginia-risaralda.gov.co/noticias.shtml?scrl=22&apc=ccxx-25-&scr_22_Go=26). |
Por Rubén Darío Taborda
Franco (*)
La Virginia es una población que se encuentra a 30
kilómetros de Pereira, la capital del departamento de Risaralda. Este municipio
se ubica en el valle que conforman los ríos Cauca y Risaralda. Al norte del pueblo se encuentra la vía que conecta
al municipio con Cali o Pereira, así
como con Belén de Umbría, Mistrató o
Balboa. De igual forma por esta vía se
viaja al Chocó y a Antioquia.
Inicialmente se le conocía como Sopinga, según datos
de la revista Risaralda Turística, del 4
de abril de 2003. Este municipio fue uno
de los tantos pueblos que
nacieron a raíz de la colonización paisa. Uno de ellos, según el historiador
Emilio Echevarry, se llamaba Bernardo Torres, quien llegó al caserío y decidió
cambiarle el nombre original por el de
Virginia, en honor a una de sus hijas.
Los
primeros pobladores empezaron
a construir rudimentarias casas, a veces
en lotes que pertenecían a hombres como
el señor Roberto Marulanda. Esto lo
aprovecharían personas como don Rápido Juvenal Gutiérrez, quien abrió Gato
Negro, una cantina en donde además de
consumir licor se podía tener la compañía de mujeres complacientes con el visitante. Jhony Rivera, uno de los cantantes
de música popular más conocidos en
Colombia actualmente, nació en La Virginia.
El primer desarrollo urbano de este municipio fue
impulsado en 1905 por los señores Francisco Jaramillo Ochoa, Pedro Martínez,
Leandro Villa y Pioquinto Rojas. Hacia 1934 se originan barrios como La Playa, Buenos aires y Balsillas.
Pero una
persona que venga de Cali sólo extrañará la música salsa, pues el calor
de un pueblo ubicado a 900 metros sobre
el nivel del mar, con una temperatura promedio de 27 a 37 grados, lo recibirá
con los brazos abiertos. Aparte de eso
puede darse un paseíto por la plaza de mercado para comprar un
racimo de chontaduro que traen en
jeeps de la tierra de Jairo Varela y Édgar Perea.
Al salir de la galería puede pasear, en La Virginia,
por barrios con nombres muy famosos en
la tierra del champús, el manjar blanco
y el pandebono: Los Libertadores, San Fernando y Alfonso López. Si pretende
tener una panorámica de este lugar no crea que
yendo a San Cayetano y San Antonio lo va a lograr, pues son dos barrios
que no se encuentran en ninguna loma, ya que el pueblo es plano
y la zona montañosa se encuentra en
el municipio de Balboa o en Cerritos.
Este pueblo, como todos los de Risaralda, Colombia y
Latinoamérica, cuenta con su iglesia
principal. En Pereira está la Catedral de la Pobreza, al frente de la Plaza
donde se encuentra el Bolívar del artista Rodrigo Arenas. En La Virginia está
la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario, cuyo campanario se ve desde el
puente Bernardo Arango.
La Virginia es el tercer municipio más importante de
Risaralda, después de Pereira y Santa
Rosa de Cabal, sitio famoso por sus aguas termales y los chorizos.
Ese progreso que ha
tenido le permite contar con
un importante hospital, el de San Pedro
y San Pablo, ubicado en la Calle 13 con Carrera 11 del barrio Balsillas, con
categoría de segundo nivel, que presta los servicios de citas médicas,
odontología, cirugía, obstetricia y
pediatría.
El pueblo
cuenta con cuatro centros deportivos en
donde se pueden realizar competencias intercolegiales e
intermunicipales. Tiene una casa de la cultura que trabaja sobre los procesos de desarrollo artístico de esa
región.
La Virginia tiene también un cuerpo de bomberos y Defensa
Civil con dotación de vehículos y equipos de apoyo para atención de emergencia.
Desafortunadamente, a finales de 2010, cuando Colombia vivía una de las temporadas de lluvias más fuertes, no pensé que esa tierra
que visité el 31 de octubre, después de competir en una media maratón en
Pereira, viviría la peor emergencia en 50 años a raíz del desbordamiento del río
Cauca, que inundó gran parte del pueblo y afectó a 3.600 familias.
Mi primo Mario dice que el río se salió de su cauce anegando barrios como Alfonso
López, La Playa y San Carlos,
ubicados en cercanías del Cauca.
Y el impacto fue grande, ya que, según Mario, estos son sectores muy pobre de La Virginia.
Otro lugar que se vio golpeado fue la plaza de mercado, ya que las personas que
trabajaban en ella debían enviar a bodegas productos como plátanos, lechuga batavia,
repollo, papa, cilantro y cebolla larga.
En el periódico La Tarde del 3 de enero de 2014 se
publicó la información sobre inversiones en la construcción de jarillones.
De igual forma, el diario informó sobre la participación del
máximo mandatario del pueblo en un
documental de Nat Geo sobre los efectos del cambio climático en lugares como La Virginia
Mario, que conoce bien el pueblo, manifestó que el alcalde
de La Virginia, Nelson Palacio, prometió nuevas viviendas para los damnificados,
pero por ahora esa “solución” se ha trasformado en casas de esterilla que se
parecen más a las viviendas de los
primeros pobladores del pueblo.
El 31 de octubre volví a visitar La Virginia
con lluvias que se han presentado más como un giño del fenómeno de El
Niño que como aquella terrible temporada
de lluvias que nos afectó desde el mes de septiembre de 2010.
En esta oportunidad
vi un pueblo cálido, que dejó
atrás ese capítulo aguado de su historia para convertirse en un lugar donde se
puede entonar a viva voz esa canción de José
Morales que dice:
Pueblito de mis cuitas, de casas pequeñitas,
por tus calles tranquilas corrió mi juventud;
por ti aprendí a querer por la primera vez
y nunca me enseñaste lo que es la ingratitud.
(*)
Periodista independiente.
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