Confusión
Por Carlos Victoria (*)
Colombia ha vivido bajo la
incertidumbre y la confusión. El martes
pasado, tras el atentando contra el exministro Londoño, se ratificó esta
dinámica, la cual se ratificaría horas más tarde al conocerse eldato del Dane
sobre pobreza en Colombia. Al final, el balance es el mismo: nada es claro. Ni
los autores del bombazo, ni mucho menos el trasfondo de la cifra. A la hora del
te lo que gobierna es la hipótesis.
A la falta de claridad y
transparencia, todo es explicación que no explica sino que ayuda a confundir
mucho más. Confundir es una estrategia que, históricamente, ha ido de la mano
de las clases dirigentes para dividir y a lo sumo reinar, así sea sobre el
humo, los estragos y el deterioro de nuestras vidas. Ni el terrorismo ha
desaparecido, ni mucho menos la pobreza. Pero en ambos casos el discurso
oficial siempre tiende a refundirlos.
El propio Santos, dijo estar
“sorprendido” por el dato, según el cual, en Colombia hay menos pobres. A
diferencia de otros atentados, fue conservador al no adjudicar a los habituales
enemigos de la derecha los hechos criminales que conmocionara al país. ¿Si no
fueron las Farc, entonces quien quería matar a Londoño? En ambos casos, entre
atentado y dato, lo que sobrevino fue una oleada de confusión y posteriormente
de incertidumbre. La realidad, en cambio, es tozuda.
Si aceptaremos que en Colombia hay
menos pobres, como dice el gobierno, más allá de una metodología que se ajusta
a los estándares internacionales, para indicar el éxito de las políticas
neoliberales, lo cierto es que en el fondo las cosas están peores: la
desigualdad por Gini sigue viento en popa, y eso es lo que realmente nos
debería preocupar porque no solo da cuenta de la concentración de la riqueza,
sino del poder mismo en pocas manos.
Si conviniéramos que no fue el
terrorismo de izquierda el responsable del atentado contra el exministro de
Uribe, pues las cosas si van de mal en peor en Colombia, porque a la ya absurda confrontación entre los tradicionales
archienemigos se suma ahora una disyuntiva que buscaría golpear la política de
restitución de tierras y el marco jurídico por la paz, desde las mismas
entrañas de la derecha. El fantasma de Alvaro Gómez regresó a escena para
buscar alguna respuesta.
Las cosas en Colombia no son como
parecen ser. Hay que hacer un esfuerzo prodigioso para reinterpretar y recabar
en la realidad. Nos debemos volver arqueólogos y gimnastas. Escarbar y hacer
piruetas para ir al trasfondo de las cosas. La pobreza, medida por diversas
metodologías, no coincide ni con la evidencia empírica, ni mucho menos con la
percepción. Y en el caso de la violencia ya no es un asunto ligado a la
pobreza, ni a la corrupción. Nuevas variables se suman al tablero.
Confundir, confundir y confundir,
atiza las causas del conflicto y las alternativas. Los factores de degradación
social y humana están intactos. La desigualdad, en todos los terrenos se
mantiene, y por tanto la exclusión se llama injusticia. Los pobres no lo son
solo por ingresos sino por su real libertad de no depender de un subsidio que
los parásita al Estado clientelista. Si se observa con atención la pobreza,
medida por IDH, es calamitosa. No es cuestión de método.
El exministro Londoño,
representante emblemático de la derecha
radical, ha sobrevivido a una acción criminal que atiza el fuego de la
confusión en momentos en que el gobierno, bajo la dirección de Santos, juega a
una mesa de negociación y a un reordenamiento del orden constitucional que
repare a las víctimas. ¿Quién lo quiere impedir? ¿Los sectores privilegiados
que han hecho de la guerra un medio para lucrarse? Menos mal que al otro día de
este hecho, el país se levantó hablando de paz, y al siguiente, después de la
cifra del Dane, de igualdad.
Hay que salir de la confusión. Lo
demás es vivir en el engaño. Las versiones electrónicas sobre un supuesto golpe
contra Santos en la noche del viernes contribuyen a espesar el caldo…El orden y
la violencia (Pecaut, 2012) siguen confundiendo el destino de una nación
destrozada por ambos...
20 de mayo de 2012
(*) Editor del blog Agenda Ciudadana
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